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Episodio 14

El silencio era predominante en el blanco paisaje. Grandes pinos se imponían en una empinada cuesta, cubiertos de un manto nevado, junto con el suelo. En medio de estos, muy oculta se encontraba una cueva, de la que salía una pequeña luz, y una columna mínima de humo.

Dentro, la luz de una fogata pequeña estaba prendida, iluminando una pequeña porción del lugar, pero lo suficientemente caliente para la única persona ahí sentada.

De cabellos castaños muy claros que llegaban hasta su barbilla, y en las puntas eran levemente ondulados y un corto fleco en su frente. Ojos verdosos iluminados por el reflejo de la fogata y una piel casi tan palida como la nieve, talvés por el frio... Pero sin duda era una visión de belleza y paz.

— Bien... Está listo...— murmuró para si misma. Era una chica de tamaño promedio y hermosa sonrisa.

Sol Helyo, 15 años, Zona 3.

— ¡Belphemon! — la joven alzó levemente su voz llamando a alguién, volteando su cabeza hacía la profundidad de la cueva. — ¿Quieres comer?

Un fuerte rugido se escuchó del final de la cueva, sacudiendo un poco las rocas, pero la chica se mantuvo sonriente mirando la oscuridad.

— Buenos días — dijo la castaña al escuchar los fuertes pasos avanzar hacia ella.

Cuando la luz de la fogata alcanzó a iluminar la figura, se trataba de una gran bestia muy parecida a un oso demoníaco. Tenía seis alas, un cuerpo muy musculoso rodeado por varias cadenas, y llevaba una zarpa con cuatro enormes garras en cada mano y dos enormes cuernos en su cabeza. Media como cincuenta centímetros más que Sol.

— ¿¡Por que tan temprano?! — gruñó el digimon guardián, no parecía molesto, pero su voz sonaba siempre muy aterradora y profunda... Además no podía evitar gritar todo el tiempo.

— Por que es el desayuno, ya te lo había explicado... — rió Sol acariciando la cabeza de la bestia cuando esta se acercó a olfatearla. — se come por la mañana.

— ¡Pero yo quiero dormir más! ¡Vigilé toda la noche! —volvió a gritar. No era su intención hacerlo, simplemente pasaba, y era realmente temible, pero eso solo había asustado a Sol la primera vez, luego se le hizo lo más común del mundo.

— Entonces también necesitas comer algo. Preparé estofado... Todavía no puedo creer de que consiguieras carne de conejo... — la de ojos verdosos tomó la enorme casuela con un par de trapos y la sacó del fuego. Se sirvió un poco en una tasa y el resto se lo dejó comer a su compañero.

El digimon comía como condenado, devorando el estofado de conejo sin remordimiento, y Sol lo hacia con una delicadeza y paciencia admirables.

— ¿Hoy también te irás? — Sol dejó su tasa medio vacía a un lado y se giró a mirar a Belphemon.

El guardián contestó con el hocico todavía en la olla.

— ¡Si, necesitamos más comida, y si es posible también intentaré llegar a la ciudad a conseguir más mantas! — su grito hizo reír a Sol de forma dulce. Ella negó con la cabeza.

— No más mantas, ya hay suficientes — la castaña buscó un trapo para limpiarle el hocico.

Belphemon Modo Furia era el demonio número cuatro, y además de eso representaba la pereza. Usualmente parecia estar molesto todo el tiempo, pero más que estar perpetuamente enojado, era que todo el siempre parecía estarlo por sus gritos incontrolables, pero no lo estaba. Sol se convertia entonces en la Cuarta Princesa del Inframundo, pero era demasiado pacífica y dulce, su voz era como una melodía de canción de cuna.

— ¡Pero no sabemos cuando llegaran el resto de hijos de Yggdrasil y van a necesitar algo con que cubrirse! ¡O si no se van a morir! ¡Como cuando enfermaste! — y volvió a gritar, casi escupiendo le a la pobre fémina.

— No enfermé, solo estornudé una vez — sonrió y suspiró enternecida — no exageres.

Sabía cuando su guardián digimon se preocupaba por ella, y que solamente era un poco gritón y su tono de voz y su forma de hablar no le ayudaban, pero era amable.

— ¡Aún así iré! — respondió Belphemon.

— Mmmm, entonces déjame ir contigo. — chasqueo los dedos antes de decir su grandiosa idea -según ella-.

— ¿¡Por que quieres ir?!

— Por que me aburro aquí sola, además si nos encontramos a los demás hijos será más rápido que seguir esperando a que ellos nos encuentren — se cruzó de brazos la castaña bastante obvia.

El digimon lo pensó. Llevaban un tiempo ahí y no había señales de sus hermanos cerca. Si podían apresurar la reunión sus planen serían más sencillos.

— ¡Bien... Recoge todo, nos vamos en treinta minutos! ¡Calculalo con tu D-Code! — gruñó su guardián.

Cuando se retiró al fondo de la cueva de nuevo, Sol soltó una risita y se emocionó, por fin podría conocer más allá del bosque. Comenzó a recoger todo y meterlo en dos mochilas. Las cosas que Belphemon había traido para ella durante esa semana que había estado ahí.

Recordaba el miedo de estar en un lugar desconocido, sola. Había llorado como por veinte minutos seguidos caminando por la nieve hasta encontrar la cueva y al día siguiente por fin Belphemon apareció del huevo en su D-Code y le dió la compañía que tanto anhelaba.

También recordaba la angustia y el miedo a morir que sintió en medio de la calle desolada aquel día de diciembre. Esa niña de ojos blancos... El dolor en su pecho... No poder respirar...

Tomó su D-Code color celeste y miró la hora, apenas llevaba cinco minutos y ya había terminado de recoger sus pocas pertenencias. Sus mantas, su olla de cocina y sus cubiertos. La cantimplora y un cepillo de cabello que había hecho lijando las ramitas de los pinos con una piedra aspera rara de la cueva. No era el mejor pero era hecho por ella y lo apreciaba.

Traía puesta una chaqueta que le quedaba algo grande, pero era gruesa. No sabía por que habia cosas de humanos en ese mundo, pero agradecía el detalle de su guardián al no dejarla morir de frío y traerle ese regalo de la ciudad próxima.

Veinte minutos...

Se puso a recordar sus entrenamientos físicos diarios. Belphemon le había hecho una lista de ejercicios diarios que debía cumplir aúnque estuviera él presente o no. Eran agotadores pero subir y bajar una pequeña parte de la cuesta de la montaña cerca de la cueva, esquivando pinos y rocas, le habían ayudado a fortalecer sus piernas, sus reflejos y aprender a regular sus respiración en el frío, aúnque fuera un poco en la última semana...

Veinticinco...

Oh, pero como odiaba tener que estarse curando las heridas de caerse sobre las rocas con agua que derretía de los témpanos de hielo del fondo de la cueva, siempre soltaba pequeños gritos cuando dejaba caer el agua de la cantimplora ¡era malditamente fría, estaba a nada de volverse hielo, estaba segura! Había agradecido profundamente el día que le trajeron su olla para poder calentar un poco el agua y además así evitar infecciones.

Treinta... ¡Treinta!

— ¡Nos vamos! — gritó Belphemon cuando sonó la alarma del D-Code de Sol. Esta bien, eso si la había tomado por sorpresa...

— Mi corazón... — se quejó del susto.

— ¡Yo te llevaré, toma tus cosas! — gritó el digimon sin hacerle mucho caso y la chica solo lo miró cruzándose de brazos. – ¡Lamento asustarte!

— Mejor — sonrió la joven y se puso las mochilas. Una adelante y otra en la espalda.

Sol con mucho cuidado se subió por la espalda y se sentó en la nuca de Belphemon abriendo sus piernas a cada lado, agradeciendo que el día que llegó era lunes y debía llevar pantalones jeans y no falda. Con sus manos se aferró a los cuernos de la cabeza del digimon lo mejor que pudo.

— Lista

— ¡Bien, intentaré no ir muy rápido pero tardaremos tres días en llegar al pie de la montaña! — Gritó y gruñó el demonio.

¿¡Tres días?! ¿¡Irían a paso de tortuga o realmente estaban tan alto?! No sentía que estuviera tan alto... Le costaría respirar ¿no? ¿No...?

¡Ese mundo no era normal, no era el "normal" que conocía!

— ¡La bajada es dura y contigo a cuesta deberé ser aún más cuidadoso! ¡Agárrate firme! — gritó y dió un salto comenzando a bajar la montaña.

Podrían perfectamente ir volando con sus alas, pero debían ser precavidos, no debían ser vistos o llamar mucho la atención fuera de las ciudades. Los Malware de buena visión los verían sin dudar a varios kilómetros.

— Ojalá encontremos al resto pronto... — murmuró Sol para si misma cerrando los ojos y escondiéndose detrás de la cabeza de Belphemon ya que el aire frío le estaba congelando la carita.

1 Semana desde La llegada


Cinco días... Cinco días andando...

Bueno más o menos.

La cosa va así...

Luego de conocer a Lilithmon, Barbamon y Daemon, los tres tuvieron que esperar dos días más para prepararse, llevar lo necesario e irse de la ciudad. Fue una despedida muy linda la que tuvieron con Gabumon y le tenían mucho aprecio a pesar de solo conocerlo de esos tres días.

Poco antes de irse también habían descubierto que Ciudad Estela estaba amurallada y era la única en la zona. Para encontrar el resto de ciudades se debía cruzar un bosque hacia el sur, bastante peligroso y hacía el norte estaban las Montañas datos. Si de por si Codeworld era frío, las montañas eran otro nivel y según Daemon, ahí debían ir, ya que era su supuesto "punto de reunión" con el resto de sus hermanos, aúnque estaba algo seguro de que conociendo al resto de individuos que eran Señores demonio, sus planes siempre terminarían dándose vuelta.

Les abrieron la compuerta sur por órden de los guardianes el día de su partida y se retiraron de la ciudad hacía delante, en busca de las montañas. El frío aumentaba con el pasar de los días y cada vez era más difícil mantener un ritmo constante. Que suerte que se habían llevado abrigos que les habia dado Gabumon, pero estaban seguros de que cuando llegaran a la nieve no podrían soportarlo...

Y así habían caminado durante cinco días a través de una planicie con vientos helados. En total llevaban siete días lejos de la ciudad y ocho días de haber llegado a Codeworld y aún faltaban dos días más para llegar al pie de la montaña

Los guardianes los habían hecho entrenar fisicamente esos últimos cinco días. Correr, saltar, hacer abdominales de todo tipo, práctica y aprendizaje de lucha cuerpo a cuerpo, etc. Para su suerte Luzbel tenía ciertas técnicas de lucha y se dedicaba a enseñarles lo básico que sabía, así que no iban mal. Barbamon de vez en cuando les daba una que otra vigilada en sus ejercicios.

— ¡Igh! — Akira cayó sentada de un empujón de Tsuyo.

— Tu posición de piernas Akira, mantén un balance — sonrió Luzbel ayudándola a levantarse.

Podía ser la más inteligente pero no tenía experiencia en lucha...

— Mirá — continuó la pelirrosada y se posición frente al mayor, haciéndole la seña de que repitiera la acción con ella. Así lo hizo y no logró botarla ni aún poniendo más fuerza. — ¿Ves?

— Si, entiendo — asintió la de ojos azules.

Tsuyo no tenía ningún inconveniente en practicar lucha con ellas, solamente que no pensaba lastimarlas ni ellas a él, ese había sido el acuerdo.

— Bien, practiquen el balance empujándose por turnos mientras yo buscaré como encender la fogata... Las ramas que trajimos se nos están acabando... Ojalá aguanten los últimos dos días. — murmuró Luzbel.

La razón por la que sus guardianes no los movilizaban eran dos. Una, llamaban mucho la atención y no debían ser descubiertos, en una planicie así cualquier Malware los vería, y dos, debían hacerlos caminar e ir formando su resistencia, la necesitarían para activar el heart's code más adelante.

— ¿Estas bien? — El chico volteó a ver a la de cabello cobrizo, quien se estaba revisando las heridas del día anterior, se había golpeado el codo contra una piedra que estaba escondida en el pasto al caer.

— Si, solamente que es increíble que ustedes dos tengan tanta habilidad física — contestó Akira.

— Bueno, en todas las zonas se nos obligar a practicar deportes así que creo que es normal — sonrió el peli oscuro de lado. — ¿Qué practicas tú?

— Natación — lo miró — tengo buena resistencia y trabajo todo mi cuerpo, pero es distinto a los deportes de contacto. ¿Y tú?

— Practico basket, no estaba realmente interesado en los deportes pero es obligatorio practicar uno y este se beneficia de mi altura, así que es divertido — el mayor suspiró — en parte si tengo que estar constantemente metiendo cuerpo a los rivales pero tampoco es que me de mucha ventaja cuando se trata de lucha.

— Todavía no termino de asimilar que Luzbel practicara lucha, las apariencias realmente engañan pero es muy fuerte... Es genial... — las últimas palabras las susurró como para si misma.

— Todos somos geniales en algo y tu eres el cerebro de este equipo, nosotros somos listos pero tu tienes un análisis increible, así que no te infravalores tanto.

La sonrisa cálida del chico la contagió de inmediato y sonrió de lado agradeciendo con un movimiento de cabeza. Tomaron posiciones sin decir nada más y continuaron el entrenamiento...

— Hay algo carcomiendo me — Akira empujó a Tsuyo y este solamente se mantuvo firme para no caerse — hace días que lo medito pero... ¿Entrenamos lucha... Por qué nosotros enfrentaremos cara a cara a los Malware? A como nos los describen siento que nos harán pedazos en segundos aunque entrenaramos por años...

— Pues según los guardianes esto ayudará a la activación del Heart's Code, así que ojalá que sea algo increible que nos ayude a pelear... — Tsuyo imitó la acción de su compañera, empujándola y ella se tambaleó un poco pero no cayó.

— Estás demasiado tranquilo con respecto a pelear contra extrañas criaturas asesinas de otro mundo... — la menor se cruzó de brazos mirándolo incrédula.

— No tiene sentido ponerse histérico tampoco... Además pienso en nuestra supervivencia... Pelear nos ayudara a mantenernos con vida y supongo que por ende también nos ayudará a llegar a Yggdrasil y las respuestas que necesitamos. — El joven se encogió de hombros como diciendo "no lo pienses más, te cocinarás el cerebro".

— Suena... Algo lógico. — suspiró Akira volviendo a su posición de defensa — aún así tengo miedo de morir.

— Todos tenemos miedo de morir, eso demuestra que somos humanos a pesar de tener códigos insertados en nosotros. — rió levemente imitando la y tomando posición de ataque.

— Eso creo... — Akira intentó reir, pero por dentro realmente estaba preocupada ¿Qué... Sería de ellos ahora...?

1 Semana y 1 Día desde La llegada

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