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210

¿Cuánto tiempo llevaba escondiendo esos sentimientos?
¿Cuánto tiempo planeaba guardárselos para ella sola?
¿Cuántas veces se iba a hacer las mismas preguntas?

Akari nunca se había caracterizado por ocultar bien lo que pensaba. Ella era, exactamente, una chica explosiva.
Odiaba lo que odiaba, amaba lo que amaba y lo decía sin miedo alguno.

Pero, de entre todo lo que tenía que amar, estaba él. Estaba Taiki.
Su mejor amigo. Su amigo de la infancia.

"Doloroso" era una buena palabra para describir lo que sentía. Tanto así que ni siquiera podía aguantar estar en la misma habitación por más de cinco minutos sin tener la necesidad de besarlo y gritarle lo mucho que lo amaba.

Pero no podía. Por una simple razón: Ella, Tenga Natsume.
O simplemente Natsume, como le decía él.

Largo cabello negro, ojos profundamente lilas y labios ligeramente rojos, con una piel tan pálida como la leche.
Sí, exactamente como Blanca Nieves.

Por eso no era raro que Akari tomara la decisión de marcharse. Marcharse lejos durante un tiempo, quizás hasta superarlo.

Aunque sabía que eso era imposible.

Bueno, se dijo, Portugal es un buen país. Seguramente no le costará nada distraerse.
O eso pensó.

Sus maletas ya estaban listas, sus papeles ya estaban arreglados. Todo estaba preparado.

A excepción de ella.

Se miró al espejo y suspiró. A sus 19 años de edad, uní creería que ya estaría lista para ese tipo de situaciones: Las de preferir escapar antes que enfrentar la realidad.

Pero ella no lo estaba y era por esa razón que había decidido dejar sus cosas arregladas un par de días antes. Para no tener más dudas sobre lo que iba a hacer.

Tomó su cartera y se colocó los zapatos para salir a dar una vuelta.

No esperaba verlo tan pronto antes de abrir la puerta.

-H-Hey... -le dijo con voz indecisa. Tenía una mano alzada en forma de puño, seguro estaba a punto de tocar -. ¿Ibas a algún lado?

Cualquiera pensaría que sí y sería mentira decir que Taiki no lo hizo, pero muy en el fondo esperaba que ella dijera lo contrario.

-Iba a dar un paseo -respondió mirando hacia otro lado.

Taiki no era estúpido, sabía muy bien que su amiga de toda la vida le estaba ocultando algo y sabía que tenía que ver con su repentino viaje a Portugal.
No solo una oportunidad para conocer parte del mundo.

-Entonces te acompaño -Akari no dijo nada, solo evitó mirar la dulce sonrisa que Taiki le brindó -. ¡Vamos, vamos!

Dio media vuelta y empezó a andar, pero, al darse cuenta que Akari no lo seguía, suspiró y regresó para halar de su mano.

Caminaron por las calles hasta llegar a ese puente en donde se libraron las batallas contra Bagramon y Quartzmon.

-¡Qué nostalgia! -exclamó Akari sin querer -. Pensar que han pasado seis años desde entonces ¿No?

Él asintió y la observó de reojo. Estaba feliz.

-Oye, Akari... -la llamó y ella volteó -. ¿Por qué te vas? ¿Cuál es la razón? -preguntó.

Akari se quedó en blanco unos segundos, pero después sonrió tristemente. Aunque sabía que esa sonrisa no engañaría para nada a Taiki.

-Ya hemos hablado de esto -le dijo sin mirarlo de frente -. Quiero conocer...

-¡La verdadera razón! -exigió saber.

En ese momento, Akari supo que no tendría escapatoria.
No podía correr.
No podía esconderse.
No podía huir de ese Taiki. Del Taiki que salvó dos mundos por voluntad propia.

Con la mirada gacha, Akari le pidió que diera media vuelta, a lo que él rápidamente se negó.

-No voy a irme -le dijo entonces -, solo hazlo, por favor.

Y Taiki asintió, aún con muchas dudas rondando en su cabeza. Hizo lo que la pelirroja le pidió solo para después sentir como sus brazos lo rodeaban por el área del abdomen.
Sintió como su cabeza se apoyaba en su espalda y como, al pasar los segundos, apretaba cada vez más y más su agarre.

-Akari...

-¿Quieres a Tenga-san? -inquirió de repente, interrumpiéndolo. Él no respondió -. ¿Quieres que me quede a tu lado aun cuando ya la tienes a ella? -una vez más, no respondió -. ¿Sabes lo doloroso que es todo esto para mi? -Taiki intentó girar para ver el rostro de Akari, pero ella no se lo permitió -. Eres la mejor persona que nunca he conocido y es por esa razón que me voy, Taiki. Porque no quiero perderte...

-No lo entiendo -le susurró él mientras acariciaba sus manos -. ¿Por qué...?

-¡Porque te quiero, Taiki! ¡Siempre he estado enamorada de ti, idiota!

Taiki se quedó estupefacto, pero esta vez no se contuvo y logró soltarse de los brazos de Akari para poder mirarla a la cara.

Mala idea, ella estaba llorando.

-¿Qué? ¿De qué hablas...?

Ella se alejó un poco de él y esta vez sí lo miró.

-Tengo que irme -avisó en un susurro y cuando dio media vuelta y empezó a andar, él la detuvo.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? -preguntó algo dolido -. ¡¿Cómo esperabas que lo supiera?!

-¡Creí que era lo bastante obvio, idiota! -le gritó sin voltear y bajó el tono de voz -. Todos lo sabían, menos tú... -más lágrimas empezaron a caer por sus mejillas -. No sabes cómo me sentí cuando escogiste a Tenga-san... No sabes cómo dolió...

Y, entonces, tiró del brazo con el que la sujetaba, la hizo volver sobre sus pasos y la abrazó.
La abrazó como nunca antes lo había hecho.

-No esperes que lo sepa todo, idiota -le susurró y se alejó para mirarla a los ojos, por más que ella evitara su mirada.

Y la besó.

Al principio se resistió ligeramente, pero después lo aceptó solo para darse cuenta de algo que la lastimaría aún más.

Se separó toscamente de Taiki y lo abofeteó.

-¡¿Cuántas veces has hecho esto con Tenga-san?!

Taiki se quedó parado en el medio del camino sosteniendo su mejilla izquierda mientras la veía irse.

Corre. Se ordenó a sí mismo. ¡Ve tras ella!

Pero sus piernas simplemente no se movieron.

Esa noche, Akari se la pasó llorando.

*****

«Pasajeros del vuelo 475, favor de abordar la nave... Repito... Pasajeros...»

Taiki estaba nervioso, sabía que ese no era su avión, pero la ansiedad lo estaba matando.

Empezó a buscarla desde que llegó y aun así no la había ni visto.

Buscó y buscó y justo cuando ya estaba a punto de hacer algo que nunca había hecho antes... Vio un rostro conocido.

-¡Hinomoto-san!

La mujer giró hacia todos lados hasta que dio con él.

-¡Arara! Taiki-kun -saludó -. ¿Ha pasado un tiempo? ¿Vienes a despedir a Akari? -él negó.

-Yo... Yo tengo que hablar con ella -le rogó -. Por favor...

La mujer sonrió rápidamente comprendiendo la situación y le indicó una dirección con la mano. Taiki esperaba poder llegar a tiempo.

-¡Akari! -la llamó en cuanto la vio y corrió hacia ella -. ¡Akari!

Ella volteó obviamente confundida.

-Baka... Hontōni baka...

La abrazó con fuerza. Con mucha fuerza.

-No te vayas... -le pidió -. No lo hagas...

-Debo irme. Debo hacerlo... Si no yo
...

-¡Terminamos... Natsume y yo! -dijo de repente.

-¿Qué? - preguntó anonadada.

-Te quiero, Akari. Siempre lo he hecho -confesó -. Creí que yo no te gustaba de la misma manera, por lo que empecé a salir con Natsume, pero la verdad es que nunca la he querido como te quiero a ti ¿Entiendes? Dime que lo haces.

Ella le devolvió el abrazo y aceptó lo que Taiki le dijo, mas no pudo hacer más.

«Pasajeros del vuelo 210, favor de abordar...»

-Tengo que irme... -informó ella.

-Pero... -no tuvo tiempo de decir nada más. Ella lo estaba besando.

*****

Akari miró por última vez a través de la ventanilla del avión. Justo para ver a aquella cabellera castaña despidiéndose con una mano.
«Volverás ¿no es así, Akari? »

Por supuesto que lo haría, pero no por un tiempo.

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