XXV
Antes de darse cuenta, semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos. No estaban seguros de cómo, pero en lo que curioseaban las funciones de sus digivices, entrenaban con sus digimon y —en el caso de Theo, Aina y Myah —aprendían más sobre el exterior, los días se pasaron volando y, más pronto que tarde, Drey y Lina, que habían vuelto al cuartel, regresaron para comunicarle a Joseph que ya estaban iniciando con lo planeado.
Y, de algún modo, eso significó la aparición de un tipo raro de auto, o quizá pequeño camión, de color verde militar, con asientos suficientes para todos en la parte trasera, dos pares de enormes llantas, antiguo y que Theo recordaba haber visto antes, en alguna vieja fotografía de sus padres en una expedición.
Un portatropa.
—¿De dónde sacaron eso? —Theo llegó a preguntarle a Drey mientras los demás subían con sus pocas pertenencias. Se aseguró de que nadie les estuviera prestando atención, pero no pareció muy importante.
—Joseph —dijo simplemente, una sonrisa asomando a su rostro antes de ponerle una mano en la cabeza y revolver su cabello con esmero —. Es para no agotar a sus compañeros con sus evoluciones, ni a ustedes con la caminata, no le des muchas vueltas.
Theo no estaba planeando hacerlo y, entre baches y ocasionales ramas y raíces, de alguna forma encontraron un camino lo suficientemente amplio para que el portatropa comenzara a andar sin mayores problemas.
Dicho y hecho, no necesitaron evolucionar a sus compañeros ni tuvieron que caminar por horas para regresar al Cuartel.
El lugar seguía, por decir lo menos, en reconstrucción. Troncos de árboles alguna vez frondosos yacían en el suelo, habían pedazos gigantes de tierra esparcidos aleatoriamente, así como todavía se mantenían los hoyos y rastros de los proyectiles lanzados por Callismon.
Se las habían arreglado, sin embargo, para estabilizarse. Habían logrado establecer un perímetro claro con lo que tenían para mantener a los digimon salvajes alejados y ahora que ellos estaban de regreso podían ayudar a mover y darle forma a la tierra y a los cultivos de nuevo. Eso, si no aparecían más digimon artificiales, pero Lina se encargó de comentarles que no habían visto ni rastro de algún nuevo espécimen cerca y, siendo que ellos mismos habían estado tranquilos, dudaba que la Directiva tuvieran más de esos en su arsenal.
Les habían dado tiempo, lo que daba paso a la siguiente fase del plan, por la que ahora ellos habían vuelto.
—Inhibidores... —Myah repitió, pensativa, cuando Joseph empezó a explicar lo que harían, y alzó la mirada hacia Ren, que estaba al otro lado de la mesa con los planos y mapas, dentro de la cabaña principal —. Como cuando fuiste a la Cúpula IV, ¿no es así? El sistema dejó de funcionar por unos minutos.
Ren asintió.
—Parecido —contestó —. Eso fue solo una prueba.
Myah sonrió un poco, aunque probablemente pareció más una mueca que una sonrisa. Lo llamaba prueba, pero dentro de la Cúpula había sido un caos seguramente.
—¿Entonces solo necesitamos hacer eso de nuevo para llegar a Yggdrasil? —Nesta, a quien por fin sus hermanos habían soltado, hizo una mueca antes de mirar a Aina a su lado —. ¿Así de fácil?
Ella presionó los labios y desvió la mirada.
—No exactamente...
Pero quién explicó fue Theo.
—Eso sería si estuviéramos apuntando a una sola Cúpula —dijo, y luego movió su dedo hacia el centro, hacia el punto más resaltante entre todas —. Pero la energía de la Cúpula I, que es en donde seguramente tienen a Yggdrasil, es potenciada por el resto...
—Básicamente, tenemos que atacar a todas al mismo tiempo, huh... —T resumió lo que Theo estaba por decir, dejándolos a todos en un pequeño silencio incómodo por la elección de palabras que decidió usar.
Clap. Clap.
Joseph los hizo saltar con el sonido de sus aplausos, dedicándoles una sonrisa serena antes de apoyar las manos en la mesa.
—No solo eso. Tendrán que ser veloces y discretos, la vigilancia y seguridad ha incrementado desde la última vez que estuvieron ahí. Además de que tendrán que proteger a la mayor cantidad de civiles posible cuando los digimon salvajes se acerquen.
—Pero para eso también estamos nosotros, ¿no? —Lina se señaló a sí misma y luego a Drey, y les guiñó un ojo —. Todos, de hecho, vamos a ayudar en lo más que podamos.
Joseph los miró a ambos con un tinte de orgullo en los ojos y terminó por decirles que los detalles más exactos, como quién iría a qué cúpula o la hora de ejecución, los daría luego, ya que si bien ya estaba casi todo listo, los inhibidores todavía estaban entre mantenimiento y construcción, y no podían arriesgarse a tener solo cinco contados.
Es así como uno a uno fueron dejando la cabaña, quedando al final solo Theo, quien observó a Joseph por unos segundos. Antes lo había pensado de pasada, como quien cuenta las escaleras de un edificio solo para después olvidarlo, pero la verdad era que era más que su porte y su edad lo que hacían que Joseph le recordara a su propio padre.
—¿Theo? —Joseph lo llamó al notar que solo él quedaba —. ¿Pasa algo? ¿Alguna queja con el plan?
Theo agitó la cabeza. Miró hacia la puerta y luego exhaló.
—Siempre hablas como si lo supieras de primera mano.
Joseph frunció el ceño y se enderezó como para prestarle mejor atención.
—Sobre el Proyecto Nexus, sobre el estado de las cúpulas —Theo continuó pausadamente, asegurándose de que lo que decía tenía sentido —. Creí que era por tu contacto, pero ese porta tropa... es un modelo de hace una década.
—Lo encontramos un tiempo atrás.
—¿Con todo y combustible para múltiples carreras? Lo dudo.
Joseph exhaló con una sonrisa rendida y apoyó su peso en una pierna.
—¿Desconfías de mí, entonces? —quiso saber.
Theo lo pensó.
Pero la respuesta fue clara.
—No.
Y es que Theo ya se imaginaba la razón.
Oyó a Joseph reír cuando dió media vuelta para salir por la puerta.
—Eres perspicaz, como Kana.
Se detuvo justo bajo el umbral, entre feliz de haber acertado y confundido por ese giro de acontecimientos, pero no volvió la cabeza. Todo encajaba, realmente. Así que solo siguió caminando cuando Aina lo llamó.
—¿No se aburren? Creo que es la cuarta vez en el día que los encuentro aquí —Nesta se apoyó de brazos cruzados en el marco de la puerta, viendo hacia el cuarto que usaban de almacén para todo lo que traían de las excursiones a los edificios abandonados al otro lado del bosque, desde ropa hasta aparatos tecnológicos de otra época.
—Nadie te invitó —contestó Ren, dejando a un lado la herramienta que estaba usando para desarmar un objeto extraño. Jazamon estaba dormido apoyado sobre un mueble cerca de él.
—Qué grosero que eres —se quejó la rubia —. Tú sí me quieres aquí, ¿verdad, Myah?
Myah soltó una risa corta mientras dejaba un libro que había estado leyendo en la mesa donde Ren trabajaba. En su cabeza estaba Lopmon, también dormida, como si fuera lo de todos los días para ambas.
—Si te interesan estas cosas puedes quedarte —respondió con tranquilidad, antes de hacer un gesto con la cabeza hacia Ren —. Podrías ayudarnos a saber para qué servía esto.
—Eh, pero si no lo sabes tú, menos yo —replicó Nesta, frunciendo el ceño.
Myah se rascó la nuca con vergüenza.
—La verdad, sobre estás cosas tan avanzadas no sé nada. Hasta donde sé, no existen en las cúpulas, estaban prohibidas —explicó, volviendo a tomar el libro de la mesa para seguir su investigación.
—Tiene transmisores de ondas de radio —murmuró Ren sacándolos de su lugar, Nesta rió al verlo en su mundo y completamente fuera de la conversación.
—Qué bueno que estos no hay que entregarlos a Joseph, podremos jugar con ellos —Myah sonrió de lado, ya que cada que encontraban esos transmisores, debían ser usados para los inhibidores.
—No es un radio, pero tiene similitudes —él continuó, abstraído, y levantó lo que quedaba del objeto después de abrirlo por completo y dejarlo vacío —. Una antena... podría ser para comunicarse.
Ambas chicas compartieron una mirada agraciada, pero solo Nesta negó con la cabeza cuando Myah tomó un lápiz y empezó a anotar lo que Ren pensaba en voz alta en una esquina del libro que tenían de referencia.
Suspiró resignada y se encogió de hombros antes de anunciar que, efectivamente, no tenía nada que hacer ahí. Con una mano se despidió de ambos y salió de ahí, decidida a encontrar a T para ver si necesitaba compañía.
Lo cual dudaba, pero bueno.
Ren observó de reojo como su amiga se iba y regresó a su vista al objeto extraño.
—Walkie talkie —con una pronunciación que ni ella misma estaba segura de si era correcta, Myah leyó en voz alta su descubrimiento, alzó el libro y lo giró para enseñarle una fotografía en blanco y negro y algo borrada por el tiempo, de un objeto ligeramente similar al que tenían —. Tenías razón, es para comunicaciones.
—Lo supuse. También tiene manera de recibir ondas —contestó con calma —. Entonces asumo que se necesitará otro igual para hacerlo funcionar.
—Qué nombre más raro... —Myah murmuró para sí misma.
Un momento de silencio los rodeó a ambos, mientras ella ojeaba más páginas y él separaba las piezas para intentar rearmarlo y entender su funcionamiento.
—Sabes —Myah hizo una pausa en la que se relamió los labios, insegura de cómo decir lo que quería decir. Ren no alzó la cabeza para mirarla, pero de alguna forma era obvio que la estaba escuchando. Al final, volvió a cerrar el libro y exhaló, sacando una oreja de Lopmon de su rostro —. Lo dije antes, pero todo esto de los inhibidores me recordó a cuando los conocí a Kokomon y a tí. Se siente como que han pasado siglos, y... —desvió la mirada al suelo —. No lo sé, se siente raro. Volver después de todo este tiempo me pone nerviosa.
Ren dejó de mover sus manos por un segundo, solo para después continuar con medida cautela.
—¿Por la misión o por tu familia?
La chica ladeó la cabeza y se giró a verlo. Estaba un poco sorprendida por su rápida deducción, aunque era lo obvio siendo que Aina y Theo habían comentado sobre sus propias situaciones antes.
—Qué astuto —suspiró —. Ambas. Theo no se equivocó. Quiero hablar con ellas, pero cuando empiece la misión, no creo que tengamos tiempo y cuando termine... si es que termina bien, literalmente seremos terroristas para ellos.
Myah no había querido pensar en todo eso por un buen rato. Sabía lo que era correcto y justo, no tenía dudas, pero si en el momento más importante la Directiva le pusiera en el camino a sus mamás, ni ella misma sabía cómo reaccionarían.
¿Estarían felices de verla con vida? ¿Se sentirían traicionadas por su confabulación con el exterior y los digimon a los que tanto recelo les tienen? ¿La querrían de vuelta y entenderían su punto de vista, o tendría que luchar contra ellas?
Ella presionó los labios.
Su repentino silencio hizo que Ren la mirara. Él dejó sus herramientas a un lado y respiró profundamente mientras se estiraba para enderezar su postura.
—Sea lo que sea que pase —dijo, dejando caer sus brazos sobre la mesa. Myah lo miró —. Encontrarás cómo solucionarlo.
—¿Tú crees?
Ren se encogió de hombros.
—Y si no es así, bueno, no estás sola.
Myah sonrió y volvió su mirada al techo, logrando que Lopmon se despertara para agarrarse por su vida.
—Ya lo sabía —dijo, sabiendo que probablemente él rodó los ojos en ese mismo instante, antes de regresar su atención al viejo walkie talkie.
—Seguro.
Después de dejar a Ren y Myah, Nesta caminó por un largo rato en busca de T. Por supuesto, su primera opción no fue el área que mayormente utilizaban para preparar la comida, pero como si él siempre quisiera darle la contra a propósito, claramente ahí estaba.
Lo gracioso era que no solo estaba él, sino que también estaban sus compañeros digimon —Dorumon, Vorvomon, Bakumon y Tukaimon —rodeándolo con miradas graciosas y adorablemente demandantes, esperando que les invitara lo que sea que pudieran comer.
—¿Qué haces? —intentando sorprenderlo por la espalda, Nesta saltó sin avisarle, mas solo hubo una corta pausa en la que los digimon la miraron antes de volver su atención a T.
Su víctima, que para nada actuó como una, solo soltó un suspiro completamente resignado, como si de pronto lo hubiesen condenado.
—Mi almuerzo —contestó —. O eso era, pero luego todos estos aparecieron y ya no es solo mío, y conociéndote —la miró de reojo deteniendo su corte de vegetales por medio segundo solo para proseguir —. Ya ni siquiera tendré un bocado.
—Estoy aburrida —comentó, buscando cómo tomar un pedazo de zanahoria que estaba apartada —. Esto de esperar no es lo mío, ya sabes-... —pero fue inmediatamente asustada por el cuchillo de T sonando fuertemente contra la tabla de cortar.
—No toques con tus manos sucias.
Nesta abrió la boca, indignada por lo que dijo, pero luego recordó que prácticamente era cierto y fue a sentarse, rendida, en uno de los troncos abandonados por ahí.
Apoyó sus codos sobre sus rodillas y su rostro en sus manos, y observó a T picar la comida en silencio por un rato.
Le era increíble el hecho de que no la hubiera botado todavía, pero Nesta sabía que era porque entendía cómo se estaba sintiendo. Habían convivido por tanto tiempo que era imposible no notar cómo de tensos estaban.
—¡Yo quiero eso! —Vorvomon exclamó, señalando hacia un pedazo de carne cruda.
—¡Espera a que lo cocine! —T lo regañó y pronto volteó hacia los otros digimon, que intentaron aprovechar la distracción para robar otras cosas —. Y no crean que no estoy prestando atención.
Sobretodo nosotros, huh... Ella pensó, riendo cuando Bakumon flotó a esconderse tras su espalda como un niño miedoso.
Lo tomó entre sus brazos y lo retuvo como Myah hacía con Lopmon. Bakumon luchó al inicio, pero luego se rindió, agotado.
—Sé que no te lo preguntan muy seguido —Nesta dijo, cuidadosamente —. Pero, ¿cómo te sientes?
Y muy como Ren, T ni siquiera se detuvo a mirarla para contestar.
—Sí, tienes razón, no lo hacen —él exhaló, impasible, o emulando serlo pues Nesta lo conocía mejor que eso —. Me siento como siempre.
Nesta apoyó la mejilla en Bakumon.
—Sabes a lo que me refiero —mencionó simplemente con el mismo tono de voz que usaba con sus hermanos cuando les explicaba sobre el mundo y lo que conocía. Tragó saliva —. Esta misión... involucrará a todos.
—Nesta...
—Y literalmente cambiará el mundo —abrazó más fuerte a Bakumon.
Y T terminó de picar, el último corte sonando más fuerte de lo que intentó.
—Pero nada cambiará para nosotros —replicó.
Nesta lo observó.
—Sí lo hará. Bakumon y Vorvomon-...
—¡Nesta! —T la miró ante su insistencia, dejando el cuchillo al lado —. Basta.
Si Nesta iba a continuar, ya no lo hizo. T la miró con ojos implorantes y entonces, dándose cuenta que estaba por asfixiar a su compañero, dejó ir a Bakumon con los demás y cerró las manos en puños.
—Perdón —le dijo, mirando aún sus propias manos. Sabían lo que estaba en juego. Sabían lo que tenían que hacer, pero... Bakumon, Jazamon y Vorvomon habían estado tanto tiempo con ellos que se les hacía muy difícil imaginar un mundo sin ellos.
No solo era difícil, sino también terriblemente doloroso.
Nesta no podía imaginar lo que era para T.
—No quiero pensar en el tema, Nesta —T no la miró al pedírselo, ya que se mantuvo observando a Vorvomon y el pedazo de apio que le había invitado.
—¿Seguro?
—Sí —aseguró —. No es... No es el momento.
Si no lo era, cuando tenían tiempo libre y sin interrupciones, ¿cuándo lo sería?
Nesta agitó la cabeza y terminó levantándose de nuevo.
—Puedo prender el fuego —cambió de tema repentinamente para aligerar el ambiente —. Para que los cocines con algo de arroz.
T frunció los ojos, pero sus hombros dejaron de estar tensos.
—Eso te gusta a tí.
—Nu-uh. Dijiste que compartiríamos —ella sonrió audazmente y luego miró a los digimon —. ¿Verdad?
Dorumon, Tukaimon y Bakumon compartieron miradas de sospecha, y luego de emoción.
—¡Sí!
—¡Tengo hambre!
—¡Te demoras mucho!
Por otro lado, Vorvomon se mantuvo mascando el apio, arrugando el rostro.
—No me gusta esta rama... —terminó por decir.
Nesta y T parpadearon, se miraron, y no pudieron evitar soltar una carcajada.
Para cuando Drey y los demás por fin lo dejaron salir, ya había pasado el mediodía. Theo estiró los brazos con pereza y miró alrededor. Realmente, si no fuera por todo lo destrozado, parecería que nada había cambiado: los niños todavía jugaban bajo la mirada atenta de sus padres y otros cuidadores, los demás adultos se seguían repartiendo la tareas, Lina dirigía uno de los grupos de recolección... Presionó los labios. Si ellos podían recuperarse así, entonces la gente de las cúpulas también podrían.
Tenemos que atacar a todas al mismo tiempo.
No, tendrían que hacerlo y ellos tomarían la responsabilidad, pasara lo que pasara.
Theo agitó la cabeza, decidiendo que no tenía que pensar en eso en ese momento y de casualidad avistó a Myah con Lopmon, quienes le saludaron antes de distraerse con algo más, lo que le llevó a pensar en su propio compañero.
Si los mundos se separaban, probablemente ya no lo volvería a ver.
Con las manos en los bolsillos, caminó un poco mientras lo buscaba con la mirada, encontrando a alguien más en su lugar. Theo sonrió ligeramente antes de acercarse.
—No encuentro a Dorumon —le dijo como saludo —. ¿Lo has visto?
Aina, que había estado completamente enfocada en que no se le cayera todo un balde de agua de nuevo, casi saltó por la sorpresa.
—¡Tú-...!
Theo rió y Aina terminó luchando contra su propia sonrisa, antes de agitar la cabeza con un suspiro.
—Ahora que lo mencionas —ella miró alrededor de pasada —. Hace rato que tampoco veo a Tukaimon. Quizá estén juntos, o con los demás.
—Ni al caso —Theo suspiró, rendido.
Aina lo miró por unos segundos, extrañada.
—¿Estás libre ya? —preguntó, haciendo una mueca —. A mí me tienen yendo y viniendo desde hace unas horas.
Eso le causaba cierta gracia a Theo, siendo consciente de lo mucho que Aina evitaba el esfuerzo físico.
Se encogió de hombros.
—Estaba con el grupo que arma los inhibidores, me hicieron algunas preguntas —contestó con calma.
—Ya veo —murmuró, volviendo a avanzar lentamente —. ¿Y qué te preguntaron?
Theo dudó un segundo, llevando su mano a su nuca y desviando la mirada.
—Querían saber las mejores ubicaciones para colocarlos... —exhaló profundamente y bajó su brazo —. Quién diría que recordaría todo lo que me contó mi padre sobre el funcionamiento de las cúpulas.
—Eso es bueno, mis padres no me hablaban mucho sobre su trabajo —ella comentó y cuando Theo no cambió su expresión, agregó un par de segundos después, en un tono un poco más apagado —. Sobre el plan...Tal vez veamos a tu padre.
Theo soltó un sonido similar a una risa, aunque no llegó a serlo, y de forma inconsciente su tono se volvió algo burlesco.
—No es un tal vez, estoy seguro que lo pondrán a la cabeza de cualquier operación de defensa —durante la pausa que hizo, ambos solo caminaron, sus hombros rozando levemente. Aina se mantuvo expectante, Theo sonrió con los labios presionados —. Tenemos una conversación pendiente, hm...
Una larga conversación. Sobre su madre, los digimon, la Directiva y ahora Joseph... Según lo que les había comentado Myah, ¿desde cuándo sabría sobre los Elegidos, Yggdrasil y el Mundo Digital? ¿Acaso su mamá también lo sabía? ¿Siempre supo que él sería uno, o quizá confiaba en que no tenía lo que se necesitaba?
Pensó en el día que se llevaron a Aina a la Cúpula II, ¿acaso también había sabido que era para el proyecto Nexus? ¿Había estado consciente del riesgo que eso implicaba?
¿Preveía lo que estaban planeando?
—No te preocupes, pase lo que pase yo... —Aina empezó a decir, solo para notar que Theo de pronto se había detenido a medio camino. Ella se detuvo también, entonces, y dio media vuelta con cuidado —. ¿...Theo?
Él mantuvo la mirada en el suelo, como si tratara de hallar las respuestas a sus preguntas internas en cada partícula de tierra que encontraba.
—No quiero que me protejas esta vez, Aina.
—¿Qué? —del balde cayó un poco de agua, pero no pudo importarle menos.
—De ahora en más, no tienes que protegerme, no como antes.
—Eso es ridículo. No puedo dejar de preocuparme por tí, me importas.
—No me refiero a eso —Theo tragó saliva, tratando de organizar sus pensamientos y solo en ese momento pudo alzar la cabeza de nuevo para mirarla directamente a los ojos. Aina abrió la boca con intenciones de hablar, incluso solo de bromear, pero ningún sonido salió y Theo continuó —. Esta misión... Eres la pieza más importante, para nosotros, para Yggdrasil, para la Directiva. Tu vida corre peligro y yo... yo... —a Theo volvió a costarle encontrar las palabras para expresar lo ansioso que lo ponía la simple posibilidad de perderla para siempre, otra vez, por más de que sabía que tanto ella como los demás estaban conscientes de eso.
Al final, agitó la cabeza. No era momento.
—Sé que todo este tiempo has estado actuando fuerte, para que no me preocupe, como si no fuera la gran cosa. Pero ambos sabemos que lo es. Si algo te pasa, no tendremos una siguiente oportunidad. Esta vez tú eres la prioridad. Quiero que pienses en tí antes que en todos los demás, que regreses bien y...
Empuñó sus manos a cada lado de su cuerpo, en su rostro había una mezcla de frustración y determinación.
—Esta vez seré yo quien te proteja, para poder volver juntos.
No solo fue lo que dijo, sino el cómo lo dijo, que Aina no supo cómo reaccionar en una primera instancia. Sus ojos brillaron con sinceridad y convicción al reafirmar su promesa, una luz tan cálida y rebosante de sentimientos no dichos en voz alta...
Sus uñas se clavaron en sus palmas, mientras trataba de no dejar caer el balde.
Este era Theo ahora.
La sonrisa perfecta y adecuada se formó en su rastro casi automáticamente. La expresión prístina e inmaculada, todo en su lugar para convencer a Theo de su autenticidad. Para que se quedara tranquilo y pudieran regresar a su cotidianidad antes de que aquel día en que debieran preocuparse realmente llegara.
—Dices eso, pero hasta ahora no te has ofrecido a ayudarme con esto.
Theo parpadeó, algo perplejo, hasta que Aina hizo un gesto con la cabeza hacia sus manos y el balde.
Su rostro se enrojeció seguidamente.
—Eh, uh, ¡perdón, no lo pensé!
Y Aina se permitió reír mientras, con menos esfuerzo que ella, Theo tomaba el balde.
Pero todo fue en vano cuando una fuerte explosión, proveniente del área de la cocina, lo hizo derramar el agua a la tierra por consecuencia del espanto. En seguida, quizá como resultado del ataque de Callismon, las personas del Cuartel dejaron todo lo que estaban haciendo para tomar posiciones defensivas. Los niños corrieron con sus padres, Joseph y Drey aparecieron con sus armas listas en manos, similarmente a Ren y Myah, quienes ya estaban junto a Jazamon y Lopmon preparados para evolucionar.
Solo para escuchar la estridente e inusualmente frenética voz de T:
—¡TE DIJE QUE NO SUBIERAS EL VOLUMEN DEL FUEGO!
Todos compartieron miradas, primero confundidos, luego empezaron las risas.
Aina, Theo, Myah y Ren, guiados por Joseph y Drey, se dirigieron hacia el lugar de la explosión, solo para encontrar humo en todos lados, por más de que estaban en la intemperie, y a T junto a Nesta, Dorumon y Bakumon, estos tres cubiertos en hollín mientras que Tukaimon parecía haberse elevado lo suficientemente rápido para evitarlo y Vorvomon actuaba como si solo fuera parte de él.
Algunos pedazos de verduras y caldo estaban en el suelo y sobre los digimon.
Nesta sonrió avergonzada.
—Quería que cocinara más rápido.
—Y ahora hay que volver a empezar —T exhaló.
—¡Yo no hice nada! —Tukaimon reapareció sobre la cabeza de Aina, fingiendo indignación.
Aina negó con la cabeza, conteniendo la risa.
Dorumon corrió hacia Theo.
—Aw, mírate —Theo se agachó para quitarle toda la comida explotada de sus alas y cabeza.
—Fue idea de Bakumon —Dorumon se excusó rápidamente.
Bakumon amplió los ojos.
—¡No es cierto!
Ren se llevó una mano a la cabeza, Jazamon detrás de su pierna como para no ser implicado.
—Son un desastre.
Y Myah se encogió de hombros. Ella no fue capaz de contener la risa.
—Pero podemos ayudar, ¿no, Lopmon?
Lopmon hizo una mueca, pero de todas maneras se acercó. Esta vez cada uno escogió algo que hacer y sencillamente aceptaron las indicaciones de T y Theo. A Nesta la, sin embargo, la enviaron a un lado junto a Bakumon.
Drey sonrió de oreja a oreja.
—Cualquiera que los viera, no pensaría que están por cambiar el rumbo de dos mundos y separarse de sus compañeros predestinados.
Joseph negó con la cabeza y suspiró.
—Más bien, es todo lo contrario —dijo, remangando su chaqueta, mientras observaba a los chicos con diversión —. Están aprovechando el tiempo que les queda juntos.
Estando de acuerdo con sus palabras, ambos también se tomaron algo que hacer.
Y así el día continuó hasta el final.
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