XIX
Myah tragó saliva. Su instinto, que golpeaba fuerte en su pecho, le hizo levantarse lentamente y dar un paso hacia atrás, discretamente, luego otro, sin darle la espalda al llamado NeoDevimon y las personas del DNR.
—¿Myah? —Lopmon la llamó en voz baja y Jijimon también la miró.
—Tenemos que irnos —Myah dijo rápidamente.
T y Aina habían tenido razón todo ese tiempo. Joseph seguro también lo sabía y probablemente otros lo sospechaban, pero era obvio en ese momento. Tan claro como el agua: esos digimon que nunca nadie había visto habían sido enviados por las cúpulas para encontrarlos.
¿Con qué objetivo? Eso todavía no lo sabía, quizá también sabían sobre los elegidos y de alguna manera se interponían en sus planes, cualesquiera que fueran, pero Myah no iba a quedarse ahí a averiguarlo.
Sin embargo, no importa qué tan silenciosa fue, al dar el tercer paso, el digimon llamado NeoDevimon alzó la cabeza de golpe y sus seis ojos se iluminaron en rojo en su dirección.
Myah sintió su pulso en sus oídos.
—¡Cuidado! —exclamó y enseguida, NeoDevimon, sin aviso y sin pedir permiso, se lanzó hacia ellos a una velocidad inigualable, soltándose de cualquier cadena que lo tuviera restringido.
Con sus alas cortó el viento y estiró sus garras para atravesar los pocos árboles y el espacio que los separaba. A Myah no le daría tiempo ni de evolucionar a Lopmon, pero Jijimon, en lugar de huir, se interpuso rápidamente y giró su bastón con sus manos un par de veces, soltando unos cuantos brillos como si de un hechizo mágico se tratara, antes de clavarlo drásticamente en el suelo.
—¡Guard Stick! —gritó, y el suelo con todo y rocas se elevó como una onda en forma de S, contra el cual NeoDevimon se estrelló al ser totalmente inesperado.
—¡Señor Jijimon! —ni Myah ni Lopmon fueron las que lo llamaron, por lo que ambas voltearon hacia los arbustos que todavía pertenecían al bosque.
Su corazón se encogió en su pecho.
—Ustedes, ¡¿qué hacen aquí?!
Los pequeños digimon, seguro ya habiendo terminado de comer, habían seguido sus pasos. Sus ojos ampliados, sus cuerpos temblorosos, Myah se dio cuenta que aunque les gritara que se fueran, su preocupación por el digimon anciano era aún mayor.
—¡Joven Myah! ¡Proteja a los niños! —Jijimon la llamó cuando NeoDevimon se recuperó del impacto. Sus garras se rodearon de una energía oscura y no dudó en volver a atacar —. ¡Agh!
El ataque pareció atravesar con electricidad a Jijimon, cuyo cuerpo salió despedido, impactando contra uno de los árboles en una explosión.
Myah apretó los dientes. No le quedaba de otra.
—¡Lopmon!
Lopmon le regresó la mirada con decisión y el Digivice que sacó de su bolsillo brilló intensamente junto con la determinación de Myah de proteger a los pequeños Digimon. Lopmon se unió a la luz de la digievolución una vez más.
—¡Lopmon digievolves… Turuiemon!
—¡Turuiemon, no dejes que te toque con sus garras!
El Digimon se lanzó a la batalla sin problema, su velocidad y agilidad tomaron por sorpresa al enemigo, que no tuvo oportunidad de reaccionar en primera instancia al ataque.
—¡Gantoretto!
NeoDevimon se recompuso inmediatamente y continuó su ataque, está vez en contra de Turuiemon. Se zambulleron a una pelea en la que el más veloz tendría la ventaja. Myah no les perdía la vista, puesto que estaba consternada de que, al igual que con Callismon, NeoDevimon tuviera un nivel demasiado superior y en un abrir y cerrar de ojos las hiciera comer tierra. Estaría perdida si fuera así, claramente no podrían solas.
Debía ver cómo estaba Jijimon…
Corrió hacia dónde había visto caer a Jijimon, pero antes de poder reencontrarse con él, su vista alcanzó a ver aquellas instalaciones del DNR a la distancia. No podía contar la cantidad de personas que se encontraban ahí por la prisa, pero de lo que sí estaba segura era de que todas y cada una estaba viendo fijamente la batalla. Algunos tenían computadoras, otros dictaban cosas y alguien más las apuntaba. Los agentes especializados, que le recordaban al padre de Theo, tenían sus armas en alto, seguramente ya la habían visto en medio de todo eso. No solo a ella, sino también a los digimon bebés y a Jijimon.
No tardó en entender que no les importaba. Ni siquiera les daba curiosidad.
¿O quizá ya esperaban verla ahí?
Sintió la indignación acumulándose en la boca del estómago, y con una explosión a su espalda, que la hizo trastabillar y caer, llegó al lado de Jijimon, que se había recostado sobre un tronco. De las marcas de las garras de NeoDevimon en su cuerpo se empezaban a escapar los 0s y 1s que ya conocía.
—¡Jijimon!
—¿Qué haces aquí? —le preguntó —. Cuida a los… a los niños… Regresen por donde vinimos.
Su voz sonaba rasposa y adolorida, aunque igual de amable. Myah sintió su corazón encogerse y se arrodilló a su lado, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
Pero, ¿qué podía decir? ¿Que luchará por ella? ¿Que la ayudara? ¿A ella, una humana, cuando los que los habían atacado eran humanos?
Myah nunca lo había visto de esa manera y ni siquiera lo había pensado con todo lo que había estado pasando los últimos días, pero si el DNR estaba involucrado y la Directiva también, entonces ¿no estaban siendo excesivos? ¿Qué buscaban? ¿Qué valía tanto como para destruir ese bello lugar, lleno de vida silvestre, que poco les importaba lo que hicieran los humanos?
Ren se lo había dicho, la mayoría de los digimon ni siquiera eran lo suficientemente fuertes para estar solos, solo unos cuantos iban a por las cúpulas, ¿que acaso no era algo que la Directiva ya supiera?
Ella más que nadie entendía las ansias por expandir los horizontes, pero no a costa de la destrucción.
—Jijimon, por favor aguanta, debes regresar con los niños… ¡Ellos no se van a ir sin ti!
Los habían seguido hasta aquí, esos pequeños dependían de Jijimon y no se irían sin él, aún con todo el peligro de la batalla, no habían retrocedido, el instinto de los digimon era aterrador.
Jijimon tomó aire y, ayudándose de su bastón, se levantó de nuevo. Myah había visto su nivel, era alguien fuerte, pero parecía que el paso de los años y la experiencia también llegaban a cobrar factura en los digimon.
Con una postura determinada le dijo:
—Ayudaré a Turuiemon, joven Myah, y luego nos iremos todos.
Myah asintió.
El digimon anciano arrancó a correr y se lanzó contra NeoDevimon desde su espalda.
—¡Gentle Punch! —golpeó directamente a su cabeza, desestabilizándolo, y logró ganar tiempo para que Turuiemon pudiera tomar aire por un segundo antes continuar con sus combos veloces.
Un suspiro se le escapó y, dándose fuerza a sí misma, se levantó también para acercarse a los digimon pequeños
La batalla ya no se sentía tan desbalanceada, pero sea por la razón que fuere, tampoco se sentía como si hubieran obtenido una ventaja. NeoDevimon no perdía tiempo y rápidamente contraatacaba a pesar de recibir golpes continuos, como si no sintiera dolor —como los Troopmon —o quizá como si no le importase —como a Callismon —y Turuiemon, que había recibido la indicación de no dejarse tocar por las garras, no podía sacar todo su potencial debido a las mismas.
En un momento dado, no la golpeó con sus garras, pero sí con su largo brazo, mandándola a volar hasta casi llegar a las instalaciones del DNR.
Myah aguantó el grito y cubrió a los pequeños cuando pedazos de tierra y piedras se esparcieron junto a un nuevo ataque de Jijimon que colisionó con el de NeoDevimon. Turuiemon se levantó de nuevo y les dió una mirada a los científicos y agentes estacionados. Ellos no retrocedieron, como si supieran de antemano que no los atacaría. En cambio, solo continuaron observando, anotando, analizando.
En ese momento, por algún motivo, Myah pensó en sus padres. Sus padres biológicos que, según sus madres, murieron en una misión de reconocimiento. ¿Se trataba de una misión como la que esos agentes tenían? ¿Acaso todos los involucrados tenían idea de lo que estaba pasando? ¿La mamá de Theo? ¿Su padre? ¿Los padres de Aina?
Su propia familia.
¿Habrían participado…?
—Ja… —se le escapó por la ironía, cuando vio cómo NeoDevimon volvía a utilizar esa energía oscura para golpear a su compañera.
Todo ese tiempo, sus madres, la Directiva, todos habían sabido que los digimon no eran la mayor amenaza. Que había una verdad esperando ser descubierta, una profecía que debía ser cumplida, y aún así se habían esforzado por mantenerlos separados y mantener la historia oculta, como si no quisieran que los digimon y humanos interactuasen para no encontrar a los elegidos. Como si hubiesen tenido la certeza de que podrían controlar eso.
Pero, una vez más pensó, al fin y al cabo, el digivice que ella había encontrado, el que había encontrado Theo y el de Aina… ¿No habían estado ocultos, bajo la protección de agentes de alto rango, todo ese tiempo?
No les importaba el resto del mundo si estaban seguros en las cúpulas. Sus madres lo habían comentado en más de una ocasión.
NeoDevimon atrapó el bastón de Jijimon antes de que este pudiera efectuar su ataque y cuando Turuiemon apenas se recuperaba, lo lanzó directamente hacia ella, estampándolos nuevamente contra el suelo, esparciendo grietas y facturas que inclinaros árboles.
Los digimon pequeños gritaron y Myah tuvo que sostenerlos para que no fueran corriendo por Jijimon. NeoDevimon entonces tiró su cabeza hacia atrás y dirigió su mirada hacia ella, una postura perezosa y ciertamente aterradora.
Tal vez estaba esperando a que huyera, pero sus piernas no se movieron.
Myah pensó en Ren, T, Nesta y todos los que vivían en el exterior. Esas situaciones que ellos habían enfrentado día a día mientras que ella había estado viviendo bajo la protección de las cúpulas. Bajo la protección de lo que sea que estuviera haciendo la Directiva.
Y lo entendía de cierta manera, pero…
Pensó en sus mamás.
No era justo.
—Myah… sal de ahí —la voz débil de Turuiemon llegó a sus oídos. El código binario prismático escapaba de sus heridas.
Su digivice apretado entre sus dedos empezó a brillar. No era exactamente ira o frustración lo que le llenaba el pecho en ese momento.
No podía huir. No debía.
NeoDevimon empezó a agitar las alas, elevándose lo suficiente, y seguidas ondas de oscuridad volaron directamente hacia Myah. Ella tragó saliva. Debía haber alguna forma en la que todo funcionara, en la que no dejaran a nadie atrás.
—¡Joven Myah!
—¡Myah!
Ni siquiera a los digimon. Turuiemon y los demás, incluso los Troopmon y Callismon, no merecían eso.
Myah miró a su compañera, que con esfuerzo se levantó para intentar llegar a ella, aunque todo pasaba en cámara lenta, estaba segura que no sería tan rápida como el ataque de NeoDevimon.
O eso hubiera pensado, pero Myah alzó su digivice justo a tiempo.
—¡Turuiemon! —la llamó —. ¡Acabaremos con esto!
Y la luz de su digivice, teñida con destellos rosas junto a los números prismáticos, iluminó todo el lugar. La misma cegó a NeoDevimon, pero aunque no disolvió por completo las ondas oscuras, obtuvo tiempo para rodear a Turuiemon.
—¡Turuiemon digievolves…! —sus extremidades se alargaron, su cuerpo se hizo más estilizado y en un abrir y cerrar de ojos apareció frente a Myah, interponiéndose entre ella, los digimon bebés y el ataque —. ¡Antylamon!
NeoDevimon no se dejó intimidar y se lanzó en picada. Su impacto provocó que la tierra y el polvo salieran desprendidos hacia todas partes como si del choque de un avión se tratara.
A la distancia, el sonido llamó la atención de Jazarichmon.
—¡Ren! —llamó y el pelirrojo asintió.
T, Nesta y Theo ya estaban listos para partir.
Aina tragó saliva, observó a Tukaimon y asintió. No quería quedarse a seguir pensando en lo que le estaba pasando. No podía.
—Yo también voy —dijo, acercándose.
—No.
Pero Ren la detuvo. Fue tan rápido y conciso que la confusión impidió a Theo, o cualquier otro para el caso, preguntar a qué se refería.
Aina frunció el ceño, sin embargo. Ren desvió la mirada. Si sus conjeturas eran ciertas…
—Estás lastimada —no podía decirlas aún, de todas maneras.
—No puedo dejar solo a Theo.
—Theo estará bien.
—Pero… —su voz se apagó y apretó una de sus manos en un puño. Ella sabía mejor que nadie que lo estaría.
Y entonces sintió su mano cálida sobre su hombro y alzó la mirada hacia él.
—Ren tiene razón, Aina —le dijo, una expresión reconfortante en su rostro —. Estás herida. Sé que quieres ayudar, pero te prometo que estaré… Que todos estaremos bien.
—Así es —Nesta mostró un puño determinado —. No tienes de qué preocuparte.
—Además —T aportó, ya habiendo avanzado hacia Jazarichmon y empezaba a alzar a Vorvomon a su lomo —. Si tanto quieres ayudar, estoy seguro que Joseph tiene algo planeado.
—¿Ves? —Theo sonrió —. Estaremos bien sin ti. Traeremos a Myah sana y salva.
Si hubieran estado prestando atención, habrían notado que T casi deja caer a Vorvomon.
Aina abrió la boca para decir algo y luego la cerró, dando un paso al costado para que la mano de Theo cayera, antes de asentir.
Eso no era a lo que se refería, pero tampoco pudo decir nada al respecto. Solo sonrió con los labios presionados.
—¡Fu Bao! —la batalla no tardó en continuar. Los largos brazos de Antylamon se alzaron y sus manos se transformaron en afiladas cuchillas que cortaron con velocidad al enemigo, obligándolo a retroceder.
Myah se cubrió con el antebrazo cuando otra onda de choque levantó polvo y movió hojas y tierra.
—¡Antylamon, derríbalo!
Se sorprendió de la determinación que resonaba en su voz. No podía explicar de dónde surgía tanta seguridad, pero estaba claro que ella y su compañera estaban en perfecta sincronía. La batalla contra NeoDevimon se convirtió en una coreografía elegante, cada movimiento de Antylamon era grácil y calculado, lo que permitía que su ataque fuera más equilibrado que antes, incluso sin la ayuda de Jijimon, quien ahora se encargaba de sacar a los digimon bebés del lugar.
Myah observó por unos segundos a los agentes e investigadores, quienes habían empezado a moverse frenéticamente al momento en el Antylamon evolucionó. No tenía la mejor vista, pero claramente algo no iba de acuerdo a sus planes.
¿O quizá tenían que reportarlo lo antes posible? Myah agitó la cabeza. Tenían que derrotarlo lo antes posible. Sea a donde sea que pensaran ir, no iba a permitírselos. Seguramente tenían información valiosa.
—¡Brazo bomba!
NeoDevimon esquivó rápidamente las ondas que emitieron los brazos de Antylamon, y regresó el ataque agitando fuertemente sus alas, para intentar desestabilizar al altísimo digimon, que aunque se viera delgado, resistió y mantuvo su equilibrio.
Enseguida, el digimon artificial cargó sus dos brazos con la misma energía de antes, intentando alcanzar y atravesar a Antylamon, pero, ágilmente, la compañera de Myah logró hacerse un lado justo a tiempo, y con sus cuchillas todavía en lugar de sus patas, logró cortar uno de los brazos de NeoDevimon poco antes de que éste la repeliera con otro ataque.
Myah pensó rápidamente, debía haber algo que pudiera hacer desde ahí, pero cuando estaba por decir su idea en voz alta, otra voz la interrumpió.
—¡N.S.B.M! —rayos láser cayeron abruptamente del cielo hacia NeoDevimon, levantando una nube de polvo una vez más. Jijimon utilizó su bastón para crear un campo que los protegiera lo suficiente, y Myah y Antylamon intentaron ver hacia arriba, pero el sol de mediodía les cegaba.
—No reconozco ese ataque —mencionó Antylamon poniéndose en guardia.
Podía tratarse de otro digimon aprovechando la situación. O peor aún, otro Digimon artificial, pero Myah frunció los ojos, sabiendo que esa voz la había escuchado antes de alguna forma.
Entonces, una especie de notificación llegó a su digivice. El nombre “Jazarichmon” brilló en la pantalla y el viento a sus alrededores empezó a agitarse nuevamente cuando el digimon descendió a su lado.
Ahora el sol no era un problema y pudo respirar aliviada cuando distinguió las figuras de quienes habían llegado.
—¡Myah! —esa fue Nesta, quien de un salto bajó del nuevo digimon, con Bakumon detrás de ella, para darle un rápido abrazo. Luego vio a Theo y a T, y por último a Ren, que con orgullo apoyó la palma de su mano en la cabeza del llamado Jazarichmon.
Sonrió inconscientemente al pensar que Ren había logrado alcanzar una evolución superior en su ausencia.
—Vinimos a buscarte —Theo dijo y fue como si de pronto la burbuja se rompiera.
Myah agitó su cabeza para regresar sus sentidos a la situación crítica.
—¡No sé preocupen por mí! —gritó. NeoDevimon intentó atacarlos, pero Antylamon se interpuso rápidamente.
Sus rostros no solo fueron de alerta, sino también de confusión.
—¡Allá! —Myah continuó, sin embargo, y señaló hacia dónde estaban los del DNR. Esta vez parecieron apurados —. ¡Yo me encargaré de NeoDevimon, no dejen que se escapen!
Para Theo fue fácil reconocerlos. Había visto a su padre y a los de Aina usar esos uniformes múltiples veces, pero aunque quisiera cuestionar muchas cosas relacionadas a eso, la mirada sería de Myah no le permitió hacerlo, y él terminó tomando la iniciativa al asentir. Tenía que confiar.
—¡Entendido! —miró a T y Nesta, y compartió un asentimiento con ambos. Pronto, Dorugreymon, Mammothmon y Lavogaritamon aparecieron en el campo de batalla, pero si los agentes y científicos esperaron a que se enfrascaran en la misma pelea, se equivocaron.
Los tres ignoraron por completo a NeoDevimon y en su lugar, obstruyeron los caminos que podrían tomar como escape. Theo también miró a Ren, quien le devolvió el gesto como si ya hubieran planeado lo que harían en silencio.
Y luego él miró a Myah, mostrando su digivice.
—Acabemos con esto rápido.
Myah frunció el ceño. Acababa de decir que podía sola, pero sin darle tiempo a refutar, Ren volvió a hablar:
—Debes estar agotada, solo acepta la ayuda.
Ella se aguantó una sonrisa y rodó los ojos. Jazarichmon, sin esperar ningún comando, ya había emprendido vuelo para golpear directamente a NeoDevimon.
—Claro, y tú eres la mejor compañía —respondió con cierto tono de burla.
Ren agitó la cabeza. Una pequeña curva en sus labios le hizo notar a Myah que le había dado gracia su comentario.
Entonces ambos alzaron la mirada a NeoDevimon, cuyos datos prismáticos ya se escapaban sin parar.
—¡Ve, Antylamon!
—¡Jazarichmon!
No debían darle tiempo para recuperarse. Ambos atacaron seguidamente, primero Jazarichmon con su láser, quemándolo diagonalmente y luego Antylamon que, exclamando “¡brazo bomba!”, pareció endurecer su piel para acortar la distancia y golpearlo múltiples veces como cuando era Turuiemon.
Para cuando terminó, lo único que quedó de NeoDevimon que no se estaba deshaciendo en 0s y 1s fue la máscara que llevaba.
Myah por fin pudo respirar tranquila y casi se dejó caer al suelo si no fuera porque todavía tenían algo por hacer. Volteó hacia donde previamente habían estado los agentes del DNR. Theo y los demás habían evitado su escape. Algunos habían intentado defenderse con sus armas especializadas, pero gracias al tamaño de Mammothmon les había sido prácticamente imposible.
Cuando ella, Ren, Lopmon y Jazamon se acercaron, se dio cuenta que eran menos personas de las que había imaginado. Seis en total. Cuatro hombres y dos mujeres. Sus rostros no parecían del todo perturbados, casi ya esperando que esa fuera la resolución. Probablemente estaban en el mismo rango de edad que el padre de Theo, hasta un poco menores.
T cruzó los brazos.
—¿Qué hacemos con ellos? —preguntó a quien sea que fuera a responder.
—Para empezar, ¿qué hacen aquí, tan lejos de las cúpulas? —Theo frunció el ceño. Nunca había oído de una misión de reconocimiento tan lejana.
Solo que no era una misión de reconocimiento. Myah se encogió de hombros.
—De todas maneras —dijo —. Llevemoslos con nosotros. Seguramente tienen información que nos pueda servir. Oh y creo que a alguien más le gustaría venir también.
Todos la miraron con una mezcla de confusión y curiosidad. Ella solo volteó hacia donde habían estado luchando, en donde las cabezas saltarinas de los digimon pequeños junto al bastón con forma de pata de gato de Jijimon destacaban entre el verde del final del bosque y el inicio del páramo.
Para cuando Myah abrió los ojos de nuevo, no solo estaba cuidadosamente acomodada en una de las bancas improvisadas que habían quedado del Cuartel, sino que también tenía una chaqueta caqui encima a pesar de que no estaba corriendo viento.
Percibió movimiento a su lado y encontró a Aina sirviendo una bebida.
—Es bueno que hayas despertado —le dijo, con una pequeña sonrisa tranquila en el rostro, antes de ofrecerle el vaso.
Myah la recibió un poco dudosa.
—¿Te encuentras bien? Te ves agotada —por no decir que tenía ojeras y parecía que no había estado durmiendo nada bien.
Aina parpadeó y se sentó a su lado.
—Yo no soy la que se desmayó apenas aceleraron en Jazarichmon.
—¿Eh? ¿Eso pasó? —Myah se llevó las manos a la cara. Qué vergüenza, pero Aina solo soltó una pequeña risa. Se tuvo que aclarar la garganta para continuar —. Um, ¿y los del DNR?
Esperó que fuera la misma Aina quien respondiera, pero cuando la chica empezaba a abrir la boca, otra voz la interrumpió.
—Joseph se encargó de hablar con ellos —era Nesta, acompañada de T, Ren y Theo. Aina suspiró y se sirvió un vaso de bebida también antes de dejar la jarra a un lado. La rubia se encogió de hombros —. Bueno, Drey también.
—Dicen que no sabían que habían más humanos —Theo tomó asiento en uno de los troncos y miró al suelo, pensativo —. Tú y yo sabemos que eso es tan probable como que no.
—Y ya que los Troopmon y Callismon no volvieron, los enviaron con NeoDevimon —Nesta continuó.
Hubo unos segundos de silencio en los que Ren se acercó para pedirle su chaqueta y Myah se la devolvió, agradeciendo en voz baja. De alguna forma se veía más alto y delgado sin la misma, y era una imagen difícil de procesar.
A unos cuantos metros de distancia, sus compañeros jugaban con los digimon bebés bajo la atenta y cuidadosa mirada de Jijimon. Algunos de los humanos parecían recelosos de ellos, pero ninguno era activamente hostil. Sin embargo, la mayoría simplemente los aceptaba como parte del paisaje.
—Hubo algo que mencionaron —Ren comentó, estirando sus brazos para ponerse de nuevo su ropa —. Que estaban buscando el nexo.
—Sí, Callismon tampoco dejaba de gritar eso —a diferencia del pelirrojo, que simplemente esperaba una respuesta a su pregunta silenciosa, T pareció frustrado —. Pero, ¿qué diablos es el nexo? Ya hemos tenido muchos problemas por-...
—Aquel que despertará a Yggdrasil —Myah frunció el ceño cuando Joseph los interrumpió. No se dio cuenta que Aina se había tensado, y por la falta de confusión de los demás, asumió que Jijimon les había contado lo mismo que a ella, mas no se le hizo menos raro la naturalidad con la que el hombre habló.
—¿Qué quieres decir? —ella preguntó, inconscientemente siendo un poco brusca —. No, ¿es siquiera posible?
Joseph asintió y miró hacia la carpa improvisada en donde los agentes del DNR estaban siendo custodiados por Drey y Lina. Myah ni siquiera se molestó en averiguar qué pasaría con ellos.
—Es parte del proyecto Nexus —explicó con una expresión severa, casi enojado, como si fuera personal para él —. Y no se detendrán hasta encontrarlo.
Pero, ¿a quién? Joseph no lo dijo y solo dio media vuelta, alegando que lo mejor era que tomaran un descanso.
Myah estuvo por levantarse para seguirlo. ¿Por qué tanto secretismo? ¿Qué sabía que no les estaba diciendo? ¿Qué era exactamente ese proyecto del que hablaba? Sin embargo, Ren le ganó. No dió explicaciones, ni miró a los demás, y alcanzó a Joseph justo antes de desaparecer de su campo de visión.
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