XIV
Sería mentira decir que el plan que idearon era el más detallado o el mejor elaborado, la verdad era que Theo ni siquiera estaba 100% confiado en que el digimon fuera a seguirlos en lugar de seguir hacia cual fuera sea su objetivo, pero no se le ocurría algo mejor de momento.
Primero se separarían a una distancia prudente, tres grupos de dos personas. Theo y Nesta, Ren y Aina, y Myah y T. Los cuatro últimos actuarían de carnada junto a sus digimon. Si Callismon los seguía, como era lo esperado, ellos lo guiarían hacia una zona en la que no pudiera usar los árboles ni piedras ni ningún elemento de la naturaleza a su favor y ahí, Theo y Nesta estarían esperando con Dorugamon y Mammothmon listos. Pero para que eso funcionara, antes ambos tendrían que volver a ser Dorumon y Bakumon para poder retirarse sin llamar la atención.
Theo tomó aire y miró a Nesta, quien asintió decidida. Luego observó a los demás, quienes ya habían rodeado el Cuartel a una distancia prudente.
Y entonces, iniciaron:
—¡Hey, tú, bola de pelos! —T gritó, revelando su posición. Callismon volteó hacia él y frunció los ojos, solo para que una de las grandes flamas de Lavorvomon lo golpearan directo a la cabeza —. ¡Toma eso!
—¡Turuiemon, jálale las orejas! —exclamó Myah, también saliendo de entre los arbustos, no muy lejos de T.
—¡Theo, Nesta, ya! —pero no fue hasta que Ren y Aina se revelaron que Callismon lanzó un rugido y golpeó al compañero de Myah como si fuera un mosquito, estampándolo contra el suelo.
Myah gritó, pero por suerte Turuiemon había logrado usar sus piernas para contrarrestar la fuerza de Callismon y apenas tuvo tiempo, Jazardmon apareció para sacarle de ahí, con su velocidad y patrón de vuelo impredecible siendo muy difícil que lo atrapara.
Eso fue lo último que Theo y Nesta lograron ver, ya que en seguida hicieron que Dorugamon y Mammothmon volvieran a sus formas anteriores y, atravesando el Cuartel, a las espaldas de Callismon, lograron recogerlos antes de que solos delataran su confusión.
—¡Vamos!
—¿Eh? Todavía puedo-... —Nesta le tapó el hocico a Bakumon con una mano.
—¿Theo? —Dorumon preguntó.
—Solo recuperen energía —Theo le sonrió lo mejor que pudo al contestar, aunque sabía que su expresión era de todos menos tranquila. Ni él ni Nesta se atrevieron a mirar atrás una vez más porque sabían, sabían muy bien que cualquier ligero cambio o situación peligrosa los haría volver sin pensarlo dos veces.
Nesta, al tener mejor condición física y conocer mejor el lugar, fue la que guió el camino. Con los demás habían establecido que un claro sería la mejor opción, así que decidieron por uno que estaba en un terreno elevado, hacia el noroeste, relativamente alejado.
Claramente, los demás no les darían mucho tiempo de ventaja, por lo que Nesta decidió que Bakumon evolucionara a Baluchimon solo como prevención, ya que podría llevarlos en su lomo y así llegarían más rápido.
Theo logró divisar varias veces a otros digimon observándolos de pasada, escondidos y con mucho recelo, pero ninguno atacó, quizá percibiendo algo.
Al final, llegaron unos cuantos minutos después. Se podía sentir la diferencia en altura por el aire frío y pesadez en las piernas, pero no era nada de otro mundo.
—No me gusta esperar —Theo dijo, limpiándose sudor de su frente con su manga, mientras observaba ansioso el camino que habían tomado por alguna señal de los demás.
—No nos queda de otra, Theito —Nesta contestó. Parecía resignada, pero ni siquiera volvió a mirarlo.
Entonces, aves salieron volando y chillando a la distancia, humo y tierra se alzaron y algunas copas de árboles fueron cayendo una a una en una sola dirección. Se detuvo por unos segundos, luego Jazardmon alzó vuelo como una aeronave de guerra y disparó los proyectiles de sus hombros.
—Todavía están lejos de salir del bosque —Nesta observó cuando Theo sacó su digivice de nuevo —. ¿Quizá podamos hacer algo con el terreno?
Theo negó. Por supuesto, podrían hacer una rápida trampa con la ayuda de sus compañeros, como un agujero en el suelo o soltar una de las enormes esferas de metal de Dorugamon cuesta abajo, pero...
—No hay tiempo. Podríamos lastimar a los demás si calculamos algo mal.
Y ellos ya tenían suficientes problemas, por lo que Theo podía ver.
La primera en salir de entre los árboles fue Aina. Rápidamente miró de un lado al otro hasta dar con ellos y aunque sonrió aliviada, pronto tomó aire para gritar algo hacia los demás.
Luego salieron Myah y T, y al final Ren. Los cuatro empezaron a subir el monte lo más rápido que pudieron mientras sus Digimon atraían la atención directa de Callismon. Cuando sus miradas se cruzaron con las de Theo y Nesta, ellos asintieron y entonces ambos alzaron sus digivices.
—¡Dorumon!
—¡Sí!
—¡Baluchimon!
—¡Estoy listo!
La ya conocida luz de la digievolución, llena de 0s y 1s rodeó a los digimon rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos sus cuerpos morfaron a Dorugamon y Mammothmon de nuevo, los dos haciendo temblar la tierra al aparecer.
No perdieron tiempo y Mammothmon fue el primero en avanzar, utilizando sus patas de atrás como impulso inicial y yendo lo más rápido que podía para embestir a Callismon.
—¡TRAE AL NEXO! —el digimon volvió a rugir.
—¡Trituradora de colmillos!
—¡Ah, espera, no-...! —Theo se dió cuenta qué pasaría, pero T también.
El chico de cabello gris amplió los ojos e hizo un gesto con las manos.
—¡Ren, Aina, vayan hacia el bosque inferior! ¡Myah, hay que rodear y subir con Theo y Nesta!
—¡Sí!
—¡Entendido!
Los cuatro respondieron al instante, justo cuando Callismon y Mammothmon colisionaban. Callismon tomó por los colmillos al compañero de Nesta y si bien tuvo que retroceder un par de pasos por la magnitud del mismo, su sonrisa macabra no desapareció.
—¡Gaaahh! —un rugido de guerra retumbó en los alrededores y Dorugamon también atacó, disparando múltiples bolas de metal.
Theo buscó con la mirada a Ren, solo para asegurarse de que entendiera que era la oportunidad perfecta para salir, en medio del caos y movimiento. Lo encontró jalando del brazo a Aina para dirigirse hacia donde T había indicado. Tendrían que saltar en el peor de los casos, pero Jazardmon ya estaba de camino para ayudar.
Sin que se dieran cuenta, sin embargo, Callismon borró su sonrisa y en lo que sacaba del camino a Mammothmon mientras tomaba del cuello a Dorugamon, levantó su pata derecha y apuntó.
Fue la voz aguda y desesperada de Myah la que todos oyeron partir el aire.
—¡Ren, Aina, cuidado!
La línea de proyectiles no tardó en aparecer, partiendo en dos el camino que tanto el pelirrojo como la pelinegra iban a tomar. No los golpeó por poco, pero no pareció que hubiera fallado.
Ren se quedó observando los humeantes agujeros por dos segundos.
—Tch.
¿Por qué? Myah y T ni siquiera se estaban alejando.
—Vamos —aun jalando a Aina de remolque, ambos se vieron forzados a saltar por el suelo hirviendo.
Theo no pudo respirar tranquilo.
—¡¿Qué diablos?! —porque entonces oyeron la voz de Nesta.
Volvió la vista a Callismon, que tiró a Dorugamon a un lado y dió media vuelta, con dirección al mismo camino que Ren y Aina empezaban a tomar.
Lavorvomon aprovechó para saltar a la espalda del enemigo mientras que Turuiemon utilizaba toda su fuerza para asestar golpes tanto en su pecho como en su cabeza.
Pero no funcionó.
—¡Turuiemon! —T tuvo que sostener a Myah para evitar que ella corriera hacia su compañera.
Lo atrapó apenas tocó una de sus orejas por la pata y con la expresión más fastidiada que podía tener, lo aplastó contra el suelo con todas sus fuerzas. Esta vez Turuiemon no tuvo oportunidad para utilizar sus patas como ayuda y volvió a ser Lopmon. Luego, aunque uno no pudiera creérselo por su tamaño, se estiró para sujetar de la cola a Lavorvomon en su espalda.
Mammothmon ya estaba yendo a ayudar, lanzando su cuento congelante; sin embargo, con su otra pata, Callismon lo tomó por el colmillo al dar media vuelta y como si fuera un martillo, de un lado al otro, utilizó el cuerpo de lava del compañero de T para lastimar a Mammothmon, que inútilmente trató de alejarse.
T no tuvo tiempo ni llamar su nombre cuando Dorugamon apareció de nuevo para intentar resolver la situación.
—¡Poder metal!
Pero en lugar de golpear a Callismon, éste solo movió con toda su fuerza a Mammothmon para utilizarlo de escudo, antes de dejarlo ir.
No fue porque no pudiera seguir sosteniéndolo aunque, pues apenas lo soltó, Mammothmon lanzó una bola de nieve por pura desesperación y eso Callismon lo aprovechó.
El cuerpo de Lavorvomon fue lanzado directamente a la bola de nieve y la atravesó, no sólo golpeando de nuevo a Mammothmon, sino creando una intensa nube de vapor por su magma.
Con un puf, su cuerpo volvió a nivel child mientras que Mammothmon parecía muy lastimado, no tanto para perder su forma, pero sí tardaría en recuperar energía.
Tosiendo desde el suelo, ya que por precaución todos habían tomado posiciones defensivas, Theo buscó con la mirada a los demás, aunque apenas podía distinguir siluetas. Su corazón empezaba a latir fuertemente en sus oídos, sobretodo mientras veía cómo futilmente Dorugamon trataba de detener el retroceso de Callismon.
—¡Ren! —Jazardmon llamó, acercándose velozmente a su compañero.
Por un segundo, Theo casi respira aliviado. Con la intervención de Jazardmon, podrían salir del camino de Callismon antes de ser tocados. No obstante,
—¡No, Jazardmon, aléjate!
Probablemente por algo que solo podían distinguir de ese lado, Theo escuchó a Ren gritar.
Aunque su advertencia no funcionó, pues cuando Theo menos se dió cuenta, Callismon ya había arrancado un árbol, solo para batear a Jazardmon, haciendo uso del vapor que todavía los rodeaba.
Callismon soltó una carcajada con mucha más diversión que malicia, como si de pronto fuera un juego y el compañero de Ren salió disparado contra la arboleda más cercana.
—¿Por qué está yendo hacia allá de pronto? —Theo golpeó el suelo con su puño, frustrado consigo mismo.
Tenía que moverse. Pensar en algo. Cualquier cosa.
Pero sus piernas se sentían como plomo. Inmóviles, como si estuvieran ancladas al suelo por una fuerza invisible.
¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué en este momento crucial? Eso no debía pasar. No podía permitirlo. No podía permitirse fallar de esta manera. Había sido distinto con los Troopmon gracias a que los demás ya habían terminado con algunos. Había oído distinto cuando escaparon de las cúpulas gracias a Dorugamon. Theo solo nunca había logrado nada. ¿Desde cuándo pecaba de confianza? Él no era así. Debería haber sido más insistente. Debería haber tomado decisiones más firmes. Debería haber previsto esto.
—¡TRAE EL NEXO!
¡¿Qué diablos era el nexo?! Theo no podía pensar claramente. Aina... No, no solo ella. Todos estaban en peligro, pero no habían logrado nada hasta ahora.
Percibió movimiento a su izquierda y alzó la cabeza. Nesta, con un corte en la mejilla se levantó para ir a con Mammothmon, que seguía en el suelo.
Asimismo, Myah, trastabillando, corrió por Lopmon y T, por Vorvomon.
—¡Protegeré a Theo! —la voz distante y determinada de Dorugamon se escuchó acompañada de quejidos y ecos de batalla.
Él seguía peleando, Theo apretó la mandíbula.
A pesar de que Callismon fácilmente lo dominaba, Dorugamon no se rendía. No se rendía, pero no era como si de pronto eso sirviera de algo más que para ganar tiempo.
Y Theo ya no sabía ni recordaba para qué era eso importante.
—¡Gugh!
—¡Dorugamon! —el sonido ahogado que emitió su compañero le permitió moverse al fin. En algún momento había sido lanzado a un lado. Por los espasmos y cifras que salían brillando de su cuerpo, Theo sabía que su evolución no duraría mucho más tiempo.
Cayó a su lado, la desesperación y preocupación haciendo temblar sus manos, no sabiendo si tocar su cabeza o no era buena idea.
Dorugamon abrió un ojo e intentó levantarse de nuevo.
—Cuidado Theo, es peligroso.
Theo no pudo emitir ninguna palabra. Ni de aliento ni reconfortantes. ¿Qué derecho tenía de pedirle volver a luchar? Miró hacia donde Callismon iba, ya dando por hecho que no lo volverían a intentar.
Cerró con fuerza los ojos. No sabía qué hacer.
Por otro lado, Ren y Aina eran demasiado conscientes de que estaban siendo seguidos.
—¡Tenemos que volver! —Aina le dijo, cuando ambos se detuvieron para tomar aire detrás de dos troncos distintos. Su pecho subía y bajaba erráticamente, sus brazos le dolían y ya no veía sentido en alejarse —. ¡Ren!
—¡Ya sé! —él contestó, apoyando el cuerpo en el árbol. Sus amigos estaban en peligro, pero al mismo tiempo Dorugamon y Mammothmon todavía tenían una última oportunidad. Era solo que no podía dejar que los dos tomaran el riesgo —. Tendremos que separarnos.
—¡¿De nuevo?! —ella cuestionó, con total incredulidad en los ojos, y Ren la miró directamente.
—Sé que te cuesta, pero tendrás que confiar en mí —hizo una pequeña pausa —. Además yo también quiero volver por Jazardmon.
Aina tragó saliva visiblemente, miró a Tukaimon y luego volvió a él. Si iba a negarse o aceptar, Ren no lo sabría porque de pronto, BAM, una pata peluda y morada se interpuso entre ambos, sacando ramas y nidos y hojas solo para estamparse con todo lo que tenía en el suelo en medio de ellos.
El sonido lo aturdió por un segundo, ni qué decir el pensar que de solo haber estado un metro más allá habría terminado en dos dimensiones, pero logró volver a cruzar miradas con Aina. Ella, con los labios presionados, quizá con el corazón en la garganta como él, asintió.
Y ambos tomaron caminos diferentes para volver.
Callismon soltó una carcajada otra vez y empezó a arrancar los árboles que Ren pasaba de largo. No por lento, sino porque parecía que estaba jugando con él, ya que enseguida dejó caer un tronco exactamente por el camino que iba a tomar, prediciendo con naturalidad su camino.
El pelirrojo frunció el ceño. ¿Yo?
—Tú no —pero fue como si Callismon leyera su mente y con una sonrisa de lado alzó su pata derecha.
Ren amplió los ojos. Sabía que los había atacado, pero en ningún momento sus disparos o ataques habían dado en el blanco cuando se trataba de ellos, sí, habían estado cerca de, pero como con la hilera de proyectiles anterior, se había dedicado a retrasarlos, no a eliminarlos.
Con esa cercanía no había manera en la que fallara.
Estaba perdido, o eso pensó cuando los disparos hicieron eco en el bosque.
Theo casi sintió que su corazón se detenía ante el repentino estallido de ruido, pero al girar la cabeza, se dio cuenta de que no era Callismon quien había disparado.
—¡Sal de ahí, Ren!
Frunciendo los ojos, Theo logró distinguir a Drey y Lina. El primero siendo el que llamó a Ren mientras que con su arma empezaba otra racha de disparos junto Lina, que disparaba una de las redes especiales como si fuera una bazuca.
Habían vuelto. En verdad habían vuelto y con armas que funcionaba en digimon. Theo luego preguntaría de dónde las habían sacado, ya que no tuvo tiempo cuando alguien más apareció entre todo el vapor.
—¡Theo! —Joseph, que se acercaba rápidamente, no le dió opción a relajarse. Tanto su expresión como su voz demandaban preocupación y una pizca de incredulidad —. ¡¿Qué estás esperando para ayudar?!
Theo se sintió regañado, pero su espíritu de lucha no tenía nada de fuerza para indignarse. En cambio, la abrumación hizo que sus labios temblaran al buscar las palabras adecuadas.
—¡No sé qué hacer! —contestó sinceramente, su voz quebrándose —. No salió como lo habíamos planeado, Dorugamon apenas lo toca, ¡a este paso también volverá a ser Dorumon!
Joseph frunció el ceño cuando vio el estado de Dorugamon, pero agitó la cabeza y se arrodilló frente a Theo, poniéndole las manos en los hombros.
—Theo, entiendo que tengas miedo, pero los digimon elegidos resuenan con los sentimientos de sus compañeros humanos —explicó con premura, su voz resonando con urgencia —. No tengo tiempo para explicar todo ahora, pero si no haces nada pronto...
Presionó sus dedos contra los hombros de Theo, transmitiéndole la gravedad de la situación.
—Realmente podrías perder a Aina —advirtió, su tono grave y apremiante resonando en el aire cargado de tensión y peligro.
A Theo le costó un poco procesar lo que escuchó, como si de pronto todo se hubiera detenido, y luego frunció el ceño antes de quitarse las manos de Joseph bruscamente y levantarse.
—¿Perder a Aina? —repitió, una especie de ácido subiendo por su garganta que tuvo que tragar para continuar —. ¿Qué quieres decir?
Sabía que Callismon era un peligro en general. Había estado aterrado de que la lastimara, siendo que de pronto decidió ir por el mismo camino que ella y Ren, pero ¿perderla?
—Lo que escuchaste —Joseph tragó saliva, con un semblante que rondaba entre serio y triste.
Pero eso no podía ser. No. ¿Por qué específicamente ella? ¿No estaba hablando de T y los demás también? Su corazón latió fuertemente y fue como si retumbara en su cabeza.
¿Por qué?
Apretó sus puños.
—Lo explicaré luego, Theo, lo prometo —Joseph logró que lo mirara, como si realmente no hubiera otra opción y todo peligrara —. Pero eres el único que puede hacer algo. Esas redes solo funcionan hasta cierto nivel, ese digimon es más poderoso.
Eres el único que puede ser mi Elegido.
Su corazón latió en sus oídos.
No dejaré que nada te aleje de mi lado de nuevo.
Ba-thump.
Sin que se diera cuenta, una luz naranjosa empezó a brillar en la pantalla de su digivice. Recordó la conversación que tuvo con Aina, su propia determinación.
Probablemente era una manera fácil de manipularlo. No estaba pensando ni siquiera si tenía algún sentido o no lo que Joseph decía. Su mente daba vueltas en círculo, sus emociones estaban por todos lados, pero...
Sus ojos lila y sonrisa aparecieron en su mente.
Yo también.
Y luego la imagen fue seguida de diferentes flashes de todos los que les habían dado la bienvenida con los brazos abiertos como si siempre hubiesen pertenecido al exterior, incluso T.
Theo sacó su digivice.
No tenía que repetírselo.
Entonces Callismon se liberó de la red y con sus puños empezó a golpear seguidamente el suelo para intentar darle a Lina, Drey y Ren.
Si alguien iba a proteger a Aina...
—¡Dorugamon! —y Theo exclamó. Un sentimiento efervescente en su pecho —. ¡Apostemos en esto!
Dorugamon, que no había tardado en levantarse sonrió con decisión y asintió.
Si alguien iba a protegerlos a todos...
—¡Vamos, Theo!
No podía quedarse sentado.
Como pasó anteriormente con Nesta, una fuerte luz de color similar a los detalles de su digivice iluminó todo el lugar. No solo la luz, sino los 1s y 0s de distintos colores prismáticos volaron directamente a Dorugamon, envolviéndolo nuevamente.
—¡Dorugamon digievolves...!
—Otra evolución —T observó.
—Theo... —incluso Aina, cuyo campo de visión era constantemente interrumpido por todo el caos, pudo distinguirlo. Ella tragó saliva y asintió para sí misma, antes de correr para alcanzar a Ren, una extraña motivación llenándole el corazón.
—Asombroso... —Myah abrazó a Lopmon y Nesta sonrió de oreja a oreja.
—¿No podemos quedarnos atrás, no Mammothmon? —la rubia preguntó en voz baja.
Entonces, de la luz surgió un enorme dragón rojo, cuyas alas parecían estar hechas de filos de espadas y su cola parecía terminar como una lanza. La energía que irradiaba fue suficiente para disipar lo que quedaba de polvo y vapor en el ambiente en un instante. La onda expansiva movió cabellos y copas de árboles que todavía seguían en pie.
—¡Dorugreymon!
Callismon apenas volteaba, pareciendo interesado, cuando el gran Dorugreymon apareció frente a él a una velocidad impresionante y empezó a atacarlo con sus garras y cola. Ambos digimon de gran magnitud se enfrascaron en una pelea en la que cada uno lanzaba golpes y cortes y trataba de evitar que el otro tomara la ventaja.
En cierto momento, Dorugreymon envolvió su cola en el brazo de Callismon con el arma, pero antes de que este disparara como si fuera una trampa planeada con antelación, la voz de Mammothmon hizo eco.
—¡Trituradora de colmillos!
Solo que esta vez en lugar de embestir a Callismon, sus dos colmillos salieron disparados directamente, golpeándolo en todo el torso.
Nesta festejó a lo lejos mientras su compañero recobraba las fuerzas.
—¡GAAGH! —Callismon gritó en dolor y trastabilló en lo que intentaba capturar por la cola a Dorugreymon, que a su vez lo golpeó con esferas de metal.
Al mismo tiempo, Lina y Drey dispararon sus armas a sus patas.
—¡Está funcionando! —Myah exclamó al empezar a ver los números conocidos escaparse de partes del cuerpo de Callismon.
Cosa que el mismo digimon también empezó a notar.
—No... —Theo lo escuchó decir, solo para que después soltara otro estruendoso rugido como grito de batalla, para atrapar a Dorugreymon por el cuerno, sin importarle lastimarse la pata. Los datos salieron disparados en forma de cifras rojizas, mas antes de que Dorugreymon pudiera utilizarlo a su favor, Callismon lo lanzó lejos contra Mammothmon —. ¡BUSCA EL NEXOOO! ¡TRAE EL NEXOOO!
Ambos cuerpos chocaron, levantando tierra y polvo, y moviendo piedras y pasto con la onda de choque.
Callismon no esperó a que se recobraran, ni un segundo dejó pasar cuando emprendió carrera colina arriba hacia Theo y los demás. Se trataba de un ataque desesperado al verse superado.
Con cada paso dejó huellas por la fuerza de impulso, pero solo necesitó unos cuantos para llegar a su objetivo y saltar hacia el cielo, hundiendo el suelo en el proceso y creando gritas que se expandieron como una tela de araña.
Theo se dio cuenta tarde de lo que iba a hacer.
—¡TODOS, CÚBRANSE! —gritó lo más fuerte que pudo, logrando al menos que lo miraran.
Dorugreymon voló para cubrir a Aina, Ren y Jazamon, que se encontraban más cerca del ataque.
Mammothmon también uso lo que le quedaba de fuerza para proteger a Nesta y a los que estaban cerca de ella como Drey.
—¡BOSQUE PROFUNDO! —pero fue muy tarde.
Al impactar su puño con el suelo no solo causó un gran terremoto que probablemente sintieron hasta más allá de las cúpulas, sino que picos inmensos salieron uno a uno de la tierra rápidamente, sin darles tiempo a reaccionar bien.
Y el monte explotó en pedazos, sin importar que ellos estuvieran ahí.
No, de hecho sí importaba que estuvieran ahí.
Lo último que Theo vio antes de perder la consciencia fue cada trozo de tierra, grande, pequeño, con pasto o raíces, levantarse en el aire junto a él.
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