INTERLUDIO 1
Aunque la tensión de la batalla seguía persistente sobre sus hombros, y quizá fría en sus nucas cuando volvieron al Cuartel, poco a poco se fue esfumando al ver que los residentes se habían reunido para darles agradecimientos y felicitaciones por el buen trabajo en una bienvenida que si bien no duró mucho ni fue agobiante, pues en sus rostros brillaba el cansancio, bastó para ablandarles el corazón por la calidez.
—Los héroes —la voz de Drey robó su atención, haciéndolos parar en su camino hacia sus habitaciones —. Eso estuvo cerca.
—¿Y Joseph? —cuestionó T, apoyando todo su peso perezosamente sobre una pierna.
El hombre joven se encogió de hombros, con una sonrisa que parecía decir "ya lo conoces".
—Fue con un equipo a revisar los alrededores. Además de eso, necesito a... —volteó su mirada con diversión hacia el pelirrojo —. Ren, ¿quién más estaba contigo cuando la batalla inició?
Ren apuntó a Myah con la cabeza, que venía a su lado con Lopmon durmiendo en sus brazos.
—Ya veo —hizo un gesto con la cabeza —. Ustedes dos vendrán conmigo a hacer el reporte. Necesitamos información del digimon —y luego volvió a los otros —. Los demás pueden ir avanzando, haremos una pequeña celebración —el chico sonrió con alegría notoria —. Podrán encontrar a Lina por ahí.
—¿Aunque no hay mucho que decir? —Myah probó.
Drey rió.
—No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy, así que andando, niños.
Myah y Ren, junto a sus digimon, siguieron a Drey con desgano, el último incluso exhalando de forma exagerada.
Aina contuvo un suspiro de cansancio, pues en ese momento estaba deseando con fuerza ir a dejarse caer en su cama y dormir hasta el día siguiente. Observó a Theo a su lado y lo notó... contento, casi conteniendo la verdadera extensión de su sonrisa llena de orgullo, pero antes de que pudiera mencionar algo sobre la batalla, fue casualmente interrumpida por Nesta.
—¡Al final estuvimos genial! —exclamó la chica al mismo tiempo que lanzaba sus brazos al aire para estirarse —. Principalmente nosotros, ¿no es así, Petitmeramon?
El digimon que básicamente era una bola de fuego flotante soltó una risita maliciosa.
—¿Nosotros? ¡Si fui yo quien evolucionó! —contestó.
—Aunque me parece que no lo hubieras logrado sin mí, ¿o sí? —Nesta apoyó las manos en las caderas, inclinándose muy ligeramente hacia Petitmeramon, que pareció fruncir los labios, aunque no era fácil saberlo. Con una sonrisa altanera y una ceja en alto, Nesta no cayó fácilmente en la pequeña provocación de su juguetón compañero —. ¡Además eras gigante!
El digimon no contuvo su gran sonrisa.
—¡Enorme!
—¡Colosal!
—¡Gigante!
—Eso ya lo dije, gané.
—¡Bleh!
Ambos empezaron a reír cuando su improvisada competencia terminó y ninguno prestó atención a las sonrisas agraciadas de sus vecinos que, sin querer, habían terminado oyendo su conversación por cómo habían alzado la voz.
—Pero, hay que ser honestos —Nesta se aclaró la garganta y dirigió su atención a Theo solo para acercarse y pasarle el brazo por los hombros como si fueran amigos de toda la vida —. Este chico estuvo genial ahí afuera. Nos sacaste del apuro Theito.
El castaño soltó una risa nerviosa ante el diminutivo de su nombre. No es que le molestara ni nada por el estilo, pero había salido tan casualmente de sus labios que simplemente no sabía cómo reaccionar al respecto. Personas cercanas como Myah y Aina siempre lo llamaban por su nombre después de todo, ni qué decir su padre. De otra forma solo era "Merabe" para el resto del mundo.
Volteó hacia Dorumon, quien lo miraba con una entretenida atención, y después a todos los demás que presenciaban la escena. Hasta el gruñón de T, que le devolvía la mirada de brazos cruzados, asintió de manera casi imperceptible aceptando las palabras de Nesta. Un sentimiento burbujeante se acumuló en su pecho y Theo no contuvo su sonrisa.
—Vamos, vamos —Nesta empezó a empujarlo un par de segundos después. Petitmeramon, receptor de la complicidad en su expresión, hizo lo mismo con Dorumon —. Continuemos esta charla por allá. Mi naríz me dice que están tratando de encender una fogata y, créeme, ¡eso es algo buenísimo!
T suspiró, agitando la cabeza como quien se rinde en un debate consigo mismo.
—Quién lo hubiera dicho —murmuró y le hizo una seña a Vorvomon para seguir el mismo camino que ellos.
Aina se tomó un par de segundos más en seguirlos, con Tukaimon a su lado, solo para no quedarse atrás. Todavía no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado ese día, y no se refería exactamente a los Troopmon.
A varios metros de las cabañas y las tiendas de acampar, de hecho relativamente cerca al claro en donde había comido más temprano, Nesta tuvo razón en cuanto a que una fogata estaba siendo preparada. Con troncos grandes y viejos esparcidos prácticamente en una circunferencia alrededor de unas cuantas mesas rústicas hechas de madera recién cortada, algunas personas se encargaban del fuego mientras que otras servían la comida y los colocaban en bowls. Una de esas personas, como había comentado Drey, era Lina, que se levantó y dejó su labor de pelar papas a un lado en cuanto los vio.
—Pero miren quienes aparecieron —ella sonrió fraternalmente, casi como si solo los estuviera recibiendo después de un largo día de escuela en lugar de una agotadora batalla y un regular camino de regreso a pie —. Las noticias vuelan rápido por aquí, ya saben lo que dicen: pueblo chico, infierno grande. Están un poco desaliñados, pero realmente creí que estarían peor.
—Es porque no estuviste ahí —respondió T buscando un sitio para sentarse en el piso ya que si Vorvomon tocaba un tronco seco probablemente le prendería fuego.
—Ay vamos, dense crédito. Al menos regresaron completos —Lina se burló tras seguirlo con la mirada, solo para después volver a Theo y a Aina, su expresión se suavizó ligeramente —. ¿Están bien?
Theo se encogió de hombros mientras que Aina ni siquiera pareció prestar atención a la pregunta.
—Sí, gracias —él respondió —. Para lo que pudo haber sido, es bueno que todos estemos ilesos.
—¡Lina, lo hubieras visto! —Nesta intervino de pronto, agitando a Theo del hombro con mucha emoción antes de sonreír enaltecida —. Claramente, además de mi grandiosa capacidad para evolucionar a Baluchimon, Theo se las arregló para pensar en un buen plan.
—¿Eh? ¿En verdad Theo? —Lina sonrió con diversión al escuchar a Nesta tan activa y feliz.
Theo sonrió, pero se encogió un poco y alzó las manos como para detener algo.
—Uh, bueno, cualquiera hubiera llegado a esa conclusión...
—Pero fuiste tú, ¿no? —Lina le llevó una mano a la cabeza y como había hecho anteriormente con T, pero con un toque ligeramente más maternal que bromista, le revolvió el cabello —. Si los que tienen experiencia te están felicitando, te aseguro que está bien tener fe en ti mismo.
—Cierto, en lo que a mí respecta, jamás lo habría notado —Nesta aportó, solo para después tomarlo del brazo —. De todas maneras, ¡vamos a comer!
—¡Woah-...!
Lina soltó una risilla en cuanto Theo fue brutalmente arrastrado a remolque por la rubia hacia los alimentos para poner al fuego y solo volvió su atención a Aina cuando notó que no había participado de la conversación en ningún momento.
—Puedes bajar la guardia —Aina frunció el ceño, sorprendida más que inquisitiva —. Aquí nadie te está vigilando.
Lina volvió a lo que estaba haciendo después de la críptica observación, de la cual Aina no estaba tan por ciento segura, dejándola confundida, y solo redirigió su atención a Theo como si fuera un viejo hábito. Parecía apabullado por toda la conversación que Nesta hacía y por todos los comentarios y halagos que los demás de vez en cuando le daban, pero pese a todo...
—No se lo van a robar, deja de quedarte viendo cada vez que se aleja —le dijo T con cierta burla en su voz, interrumpiendo su línea de pensamiento.
La pelinegra suspiró, echándole una mirada de soslayo desde donde estaba.
—Lo que sea que quieras decir.
Y T se encogió de hombros.
—Ustedes dos de verdad son raros.
Si Aina estaba por replicar, no lo hizo cuando Tukaimon apareció aleteando a su lado, con una brocheta en cada patita delantera.
—Ten —le dijo, extendiendo una y sin esperar a que ella aceptara, agregó: —. Por sacarme de ese lugar.
Lo inesperado de la situación logró que Aina decidiera darse por vencida en tratar de defenderse y con una pequeña sonrisa nada forzada recibió la ofrenda de su compañero. Sin embargo, cuando Tukaimon fue por más comida, ella decidió tomar asiento sobre el tronco, nada dispuesta a romper el silencio sepulcral que se había formado al quedarse con T.
Por suerte, aunque quizá no para ellos, los demás ya no tardaban en notarlo.
—Ustedes sí que son el alma de la fiesta —Drey, que volvía de donde sea que había llevado a Ren y Myah, comentó —. Ya que van a ser un equipo a partir de ahora, deberían hablar más entre ustedes. No sé, conocerse mejor, ¿no, Lina?
La aludida asintió distinguidamente.
—¿Quieres que seamos amiguitos? —T alzó ambas cejas, quizá en incredulidad, o probablemente en un claro rechazo a la sugerencia.
—Mínimo compañeros de escuadrón, si quieres verlo así —le contestó ella —. Los dejaremos y estaremos cerca, si no los veo hablar los dejaré sin cenar. No, de hecho, ninguno comerá hasta que no sepan al menos algo de los demás.
Drey se señaló a sí mismo.
—¿Eh? ¿Yo también?
Y Lina lo tomó por el cuello de la chaqueta.
—Tú serás el ejemplo —las personas a su alrededor rieron, e incluso T dejó notar una leve sonrisa, mientras uno a uno dejaban el lugar.
Aina, con la cabeza apoyada en las manos, solo observó la escena. Le parecía increíble lo rápido que tomaban el control de la situación, sabiendo qué era lo que necesitaban en ese preciso momento. Sin embargo, estando atascada con aquel que parecía ser el más gruñón del grupo, no sabía siquiera si era posible tratar de ocultar su disgusto al sentirse obligada a interactuar con él... o con todos, en realidad. Así que, siendo que T claramente tampoco iba a tomar la iniciativa, ambos esperaron en silencio hasta que Theo y Nesta regresaron, con algunos bocadillos en platos hondos.
Sus rostros fueron de genuina sorpresa al llegar y verlos solo a los dos ahí.
—Así que eso les dijo Lina —Nesta ladeó la cabeza con una sonrisa divertida. T estiró la mano para alcanzar un vaso de jugo y luego la rubia juntó las manos en un aplauso que lo sorprendió —. Bien, podemos resolverlo fácilmente, será una noche de preguntas y respuestas.
—¿Qué haremos? —preguntó Theo, separando una porción de sus bocadillos para invitarle a Dorumon.
La chica se llevó una mano al pecho con solemnidad.
—Yo dirigiré. Haremos preguntas básicas y todos responderemos, así nos conoceremos y empezaremos con un mejor pie —hizo una pausa —. Lo que sea que tengamos que hacer luego.
T bufó.
—Eso solo funciona con Set, Merrick y Gabe.
—¿Quiénes? —Theo y Aina lo miraron, pero Nesta volvió a hablar rápidamente.
—Mis hermanos menores —contestó y señaló con el dedo índice a T —. ¡Pero! Nunca se es lo suficientemente viejo para seguir aprendiendo. Solo tenemos que esperar a Myah y Ren.
—¿Esperarnos para qué?
La voz tranquila de Myah resonó por sobre la leña quemándose. Miró a un lado, luego al otro, y frunció el ceño.
—¿Somos los únicos aquí? Creí que Drey se nos había adelantado...
—Escapen mientras puedan.
—¡T! —Nesta hizo un mohín al regañarlo y exhaló, volviendo a Ren y Myah —. Lina se lo llevó. ¿Qué hicieron?
—Preguntas rutinarias —Ren contestó, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, mientras le hacía un gesto a Jazamon para que fuera por comida junto a Lopmon —. Sobre los Troopmon y lo que parecían querer lograr, además de la falta de información de los digivice.
—Oh, ahora que lo mencionas, los Troopmon-...
—Joseph también justo estaba regresando, así que-...
Myah y Nesta hablaron al mismo tiempo, deteniéndose en favor de la otra cuando lo notaron solo para después reír. La rubia al final terminó cediéndole la palabra a Myah cuando consideró que lo que estaba por decir realmente no parecía tener mucha relevancia y ella comentó que el hombre decidió que para ellos lo mejor sería descansar. La castaña se dejó caer en el tronco contiguo, al otro lado de T y Vorvomon.
—... Que quizá la siguiente vez ya sería nuestro trabajo —terminó, estirando los brazos.
Ren también tomó asiento, no importándole quedar entre Myah y Nesta, aunque a una distancia prudencial por si sus digimon decidían volver tal y como Tukaimon marcaba una pared entre Aina y T.
—En fin, eso no es importante —Nesta movió una mano como si espantara una mosca, lista para regresar a la parte principal de su reunión. Brevemente explicó el encargo de Lina y Drey, y el cómo planeaban resolverlo.
Myah y Ren, cada uno reaccionó de manera similar.
—Bueno, si todos los demás jugarán... —la castaña se encogió de hombros.
—No es como que podamos irnos si ellos están observando —él miró hacia los arbustos con los ojos fruncidos, como si realmente no solo fuera una finta, y Nesta cantó victoria.
—Empecemos, primero que todo, con una presentación básica, nombre, edad... ¡Y algún dato interesante! Empezaré yo —la rubia soltó una risa ligera y dejó su peso caer hacia atrás sobre sus brazos —. Mi nombre es Nesta Eunoia, soy una jovencita muy guapa de quince años, ¡y fui la primera en pasar al siguiente nivel de evolución!
—No, eso no cuenta —como si estuviera planeado, T y Ren replicaron a la vez causando la risa de Theo y Myah.
—¡¿Eh?! ¿Por qué?
—Dijiste un dato interesante, no algo que ya supiéramos —le dijo T, casi como una puñalada —. No te hagas la tonta solo para seguir presumiendo.
—Ustedes dos solo están celosos —se defendió rápidamente —. Notoriamente es el dato más interesante de todos... Pero si insisten, odio las cosas sobrenaturales. ¡Bien, ahora vas tú, Ren!
Ren fue tomado por sorpresa, ignorante de que iba a ser el primero después de Nesta.
Al final tragó saliva y empezó:
—Ren Erakis, quince años —se detuvo y frunció los ojos, pensativo —. Um... ¿podríamos dejar lo de los datos?
—¡Ustedes son lo peor! —Nesta gruñó.
—Bien, bien —exhaló, rendido, y dejó caer la cabeza a un lado para pensar con los brazos cruzados —. Eh... Me gusta cuando los demás traen cosas de los antiguos edificios.
Theo, sonriendo ligeramente, se inclinó un poco hacia adelante.
—¿Qué clase de cosas?
Ren se encogió de hombros.
—Aparatos de la era antes de las cúpulas. Mi, uh, papá sabe de esas cosas.
—Oh, ¡yo recuerdo eso! —Nesta chasqueó los dedos y su rostro se iluminó, delatando cómo los engranajes de su cabeza comenzaban a formular una nueva idea.
Sin embargo;
—Yo tengo dieciséis —T la interrumpió antes de que se le ocurriera agregar cualquier otra cosa —. Y no tengo nada interesante que compartir.
—Yo, catorce —Myah alzó la mano para continuar.
—Catorce también, vamos al mismo año —Theo dejó ir un pequeño dato para no dejar morir del todo la idea inicial de Nesta, la cual le agradeció cómicamente con un asentimiento rápido de cabeza y luego volteó hacia Aina, que estaba sentada a su lado.
—Quince años —ella participó cortamente, la sonrisa animada, pero serena de Theo siendo la única razón por la que no se abstuvo.
—¿Quién de ustedes es el más pequeño? —preguntó Nesta con curiosidad.
Myah y Theo se miraron un segundo y ella no tardó en responder.
—No es importante.
Pero Theo solo sonrió.
—Myah cumple años después que yo.
Su boca formó una O traicionada, y observó con sorpresa a los otros que trataron de esconder sus risas, no porque fuera la menor sino por su fútil intento de esconderlo. Al final, cruzó los brazos y volteó la cara. Parecía molesta, pero claramente fue un gesto amistoso.
—Gracias, Theo, para qué enemigos si estás tú.
—Lo siento, no quería que creyeran que era yo. Es un sacrificio justo.
Aina observó con detenimiento a todos, sus manos ahora apoyadas en el tronco se marcaban con la corteza no pulida del mismo. Por fin empezaba a parecer que podrían llevarse bien, llegar a entenderse, pero su mirada se detuvo en Theo por unos segundos al verlo reír con todos y en su pecho se acumularon sentimientos indescifrables al notar cuán deslumbrante de pronto parecía.
—Si van al mismo año, significa que van juntos a la... ¿Cómo se llama eso, Ren?
—Escuela, Nesta, escuela.
—¡Van juntos a la escuela!
Theo asintió.
—Conocí a Myah hace meses, sí, en la escuela, pero a Aina la conozco desde que éramos niños —explicó mejor —. Nuestros padres trabajan juntos... Más o menos.
—Yo no llegué a conocer a Aina en la escuela, pero me hubiera gustado, Theo... Bueno, en realidad todo el mundo hablaba bien de ella —completó Myah, sonriendo un poco. Sabía que no era como interactuar con algún famoso, pero tanto había oído de la chica en cuestión, no sólo por parte de Theo, sino de hasta profesores y alumnos de otros años, que no había podido evitar formarse una imagen un tanto idealizada de ella. Estaba en sus genes ser un desastre cuando la timidez empezaba a tomar control.
Aina casi se sobresaltó al encontrarse de repente en el centro de la conversación y de la atención, y ni siquiera se molestó en preguntar qué era lo que había oído, porque estaba segura que se hacía una idea.
Correspondió a la sonrisa lo mejor que pudo, inclinándose lo más ligeramente hacia adelante para poder verla.
—Ah, sí, es un auténtico placer conocerte.
Theo entreabrió los labios y el rostro de Myah se iluminó.
—Eso no sonó para nada forzado —solo para que después T comentara en un murmullo descuidado.
—Claro, como si tú supieras algo de educación —Aina esta vez sí replicó audazmente, logrando que los demás soltaran un par de risas.
Theo, sin embargo, aunque también sonrió, sabía que la conocía mejor que eso y el hecho de que algo estuviera pasando con ella desde la mañana sin su conocimiento empezaba a preocuparlo.
—Yo conozco a estos dos también desde hace ya unos años —Nesta contó —. No hay nada como estar atrapada en un mismo grupo con los dos hombres más agradables de la tierra.
El sarcasmo en su tono fue evidente al instante.
—No es como que contigo las cosas sean siempre de color rosa —replicó Ren, aunque si fue por defensa propia o solo para continuar la conversación, nadie lo sabría —. ¿Verdad, T?
T asintió.
—Prefiero cuidar de tus hermanos que soportarte recién levantada —él se encogió de hombros cuando Nesta lo retó con el ceño fruncido a decir más.
—Myah tiene razón, para qué enemigos si los tengo a ustedes... —ella suspiró exageradamente.
La plática, sorpresivamente, solo se volvió más natural y amena desde ese momento. Con un poco de suerte Lina se apiadaría pronto, pues los aperitivos hacía rato que se habían terminado y no habían sido suficiente para satisfacerlos a todos. A quien sí satisfizo fue a Aina, o al menos eso supo Theo casi al instante cuando sintió un peso extra sobre su hombro derecho. Su corazón saltó tanto por el susto como por la necesidad de saber si se había quedado dormida para no moverse, pero también se sintió serenamente complacido.
Theo había crecido en los meses que no estuvo, Aina notó.
Antes, él era quien se apoyaría en ella.
—Si estás cansada, um... —Theo se rascó la mejilla, dudoso de interrumpir el momento, pero viéndolo necesario—. ¿Te acompaño a tu habitación?
La escuchó respirar profundamente.
—No, está bien —ella se levantó —. Disfruta la comida. Ya vi que Lina y Drey están por traer el resto de la cena.
Theo olvidó cómo moverse por unos cuantos segundos mientras la veía caminar a pasos apresurados con dirección a la cabaña. ¿Había dicho algo malo? ¿Tal vez se sentía mal?
Alguien se aclaró la garganta y cuando miró, Myah le estaba haciendo señas frenéticamente para que la siguiera. Curiosamente, gracias al movimiento de las demás personas, especialmente Drey, que estaba dando una especie de agradecimiento en general, ninguno notó cuando dejó su sitio velozmente.
Mientras tanto, con la ausencia de Theo y Aina pasando desapercibida por el resto, todos disfrutaron de las comidas y bebidas, dignas de festín, ya que ahora tenían bastante leña para aprovechar. Myah alcanzó algo para Lopmon y la vio correr con los demás digimon, solo para después bostezar. Si bien había estado entusiasmada hasta hace un rato, el cansancio empezaba a subirle por las extremidades.
—No te distraigas. Hoy casi te aplastan dos veces, no me sorprendería que de pronto hubiera una tercera vez.
Myah rió.
—Ya sabes, la tercera es la vencida —respondió, continuando sin pena. Ren se había acercado a servirse un vaso de agua, probablemente ya con la intención de irse, pues Jazamon dormía tranquilamente en su otro brazo —. Por cierto, no tuve tiempo de agradecerte.
Ren la miró de vuelta con una ceja alzada, cuestionando a qué se refería. Myah solo se encogió de hombros.
No solo se refería a la batalla, sino también por darse el tiempo de haberle explicado parte de lo que eran los digimon. No obstante, eso no lo admitiría tan pronto, mucho menos en voz alta cuando ya se iba a dormir. Podría ser algo tonto, pero tenía cierto orgullo que todavía no planeaba perder.
Ren curvó los labios en una muy leve sonrisa, nada interesado en insistir (aunque a Myah no le sorprendería si ya supiera la respuesta), y terminó deseándole unas buenas noches y suerte.
Myah frunció el ceño, confundida, no entendiendo que suerte iba a necesitar cuando Nesta se quedara seca como un tronco, y entre ella y Lina tuvieran que llevarla a su cama.
Antes de eso, sin embargo, Theo alcanzó a Aina frente a la cabaña.
—¡Aina!
Ella giró de pronto sobre su eje, completamente aturdida. Tal vez no lo reconoció por la oscuridad a su alrededor, pero no tardó en hacerlo cuando él siguió hablando.
—¿En verdad estás bien? —quiso saber —. Has estado actuando raro desde esta mañana...
Y sé que no fue por un insecto, olvidó agregar.
Ella parpadeó, quedándose callada por unos segundos en los que solo el cantar de los grillos los acompañaron.
—¿Yo? No lo creo, siempre he sido así —él presionó los labios, listo para discutir ese punto. La Aina que él conocía era brillante y encantadora, no sombría y esquiva. Todos en casa lo sabían, pero ella no le dió tiempo cuando continuó —. Tú estuviste asombroso hoy, más bien. Recordando los nombres de todos, ideando un plan... —se acomodó el cabello, aprovechando la pausa para desviar la mirada y agregó en un tono más bajo —. Simplemente increíble.
Theo tragó saliva. Quiso agradecerle, pero la palabra se quedó atorada en su boca justo antes de poder emitirla. Theo sabía que Aina estaba siendo honesta por la sonrisa tranquilizadora que siempre le había mostrado; sin embargo, por alguna razón, sentía, como una espina clavada en su dedo, que había algo más ahí.
Asombroso e increíble, ¿cuál era la diferencia, después de todo?
Pero por su expresión agotada y ojos implorantes, no tuvo más remedio que intentar sonreír para desearle buenas noches.
Para cuando volvió con los demás, al menos fue claro que esa noche, entre ellos, había terminado en una mejor nota que el día anterior.
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