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TK y Kari, solo que sin ser TK y Kari

Escrito por:
MarBere123

Cuando las personas le preguntaban quién era su mejor amiga, TK podía responder con claridad.

Kari.

Si le preguntaban si la quería, la respuesta también era afirmativa. Sin embargo, por alguna razón, TK estaba seguro que el "querer" al que ellos se referían era distinto al que él se refería.

No supo en qué momento pasó, o cómo fue que inició, pero de pronto pasar tiempo con Kari se volvió una obligación más que un gusto.

Por supuesto, eso no quería decir que no disfrutara de su compañía. TK adoraba a Kari. Ella siempre era amable —no solo con él— e inteligente. Conversar con ella nunca se volvía aburrido ni cansado y claro que nunca diría que no si ella era la que lo invitaba, pero...

TK suspiró mientras escuchaba a Davis hablar. A veces sentía que sus papeles como "luz" y "esperanza" habían influenciado demasiado en sus vidas.

—Entonces, ¿qué les parece si vamos a las 5? —la pregunta de Yolei flotó en el aire mientras los demás confirmaban su presencia, excepto él.

—¿TK?

—¿Hm? —al alzar la mirada de su bandeja, se encontró con los ojos curiosos de sus amigos y la expresión preocupada de Kari.

Atribuyendo su distracción al continuo barullo de la cafetería de la escuela, ella no tardó en explicar.

—Estábamos planeando ir al cine y quizá comer algo —dijo —. Ya sabes, ¿como en los viejos tiempos?

Él parpadeó.

Los años en los que jugaban juntos y salían continuamente habían pasado. Ya no eran los niños de antes y, ciertamente, no podía recordar la última vez que habían acordado una salida o reunión que no fuera por alguna ocasión especial como un cumpleaños. Actualmente tanto él como Davis y Kari se encontraban cursando el segundo año de preparatoria, mientras que Yolei estaba en el último año y Cody, en tercero de la escuela media.

Juntando eso con los clubes y equipos a los que cada uno pertenecía, encontrar tiempo libre que coincidiera con el de los demás se había vuelto una tarea un tanto complicada.

—¡Vamos, TK! Todos iremos —insistió Davis a su lado. Su sonrisa de guasón hizo que TK sospechara cuando se inclinó hacia él y susurró: —. Si tienes suerte, los dejaremos solos, ya sabes a Kari y a ti.

TK exhaló ante la insinuación del declarado líder y se cuestionó las verdaderas intenciones de la salida grupal, pero justo antes de que pudiera aceptar o rechazar con alguna excusa inventada, su celular vibró en el bolsillo de su blazer.

Revisó el mensaje recién llegado y sonrió. Una sonrisa que sus amigos notaron y que él ignoró por completo.

—Lo siento, no puedo hoy —se disculpó tratando de no prestar atención a las miradas confundidas que pedían una explicación y a la expresión dolida de Kari, que pronto escondió con una sonrisa bromista.

—¿Qué? ¿Acaso tienes una cita? —quiso saber.

—Algo así...

No era una cita propiamente dicha, pero a TK no le molestaba pensar que sí. Probablemente Davis fue el único que lo notó, pero si fue así, no dijo nada al respecto y solo resopló.

Cuando la campana que indicaba el término del receso sonó, todos empezaron a dirigirse a sus salones. Yolei no tardó en seguir a Kari, olvidando su próxima clase de matemáticas y poniendo a su amiga primero.

¿Estaba bien que hiciera eso? Probablemente, pero no es como que ella pensara mucho las cosas antes de hacerlas o decirlas.

—¡Kari, espera!

Su amiga de cabello corto volteó con ambas cejas alzadas en confusión. Si Kari esperaba que alguien la llamara, esperaba que fuera de su año o al menos alguien que fuera en la misma dirección que ella; no Yolei, que de por sí tenía que ir al edificio del otro lado de la escuela.

Por lo que sonrió mientras se llevaba el cabello detrás de la oreja mientras preguntaba qué pasaba.

Yolei tardó unos segundos en recuperar el aliento. Estaba en el club de informática, no de atletismo.

—No lo dije antes, pero ¿pasó algo entre tú y TK? —preguntó sin rodeos, sorprendiéndola.

Kari inclinó la cabeza y suspiró.

—Si te refieres a algo "romántico" —ella hizo las comillas con los dedos para enfatizar su punto —, como todos siempre hacen, entonces la respuesta es sencilla: no.

Yolei frunció el entrecejo.

—No, no me refería a algo "romántico" —contestó haciendo los mismos gestos que su amiga y, aunque pareció que se había ofendido ante la asunción, pronto la miró con preocupación —. Hablo en serio, Kari. ¿Está todo bien entre ustedes?

Kari se quedó en silencio unos segundos. Los pasillos de pronto habían quedado desiertos, por lo que ni se molestó en pensar en cómo llegaría a su siguiente clase.

Respecto a la pregunta... No habían tenido ninguna pelea y seguían conversando por mensajes de texto y llamadas si se les antojaba. Quizá lo único que no hacían como antes era ir a la casa del otro pues, conforme fueron creciendo, se volvió incómodo que sus padres y hermanos creyeran que en cualquier momento sus hormonas fueran a tomar control de ellos.

Pero aun así la pregunta hizo eco en su cabeza y corazón.

—No —decidió, entonces, mantenerlo sencillo —. No ha pasado nada en lo absoluto.

Si a Kari le preguntaban si tenía un mejor amigo de entre su grupo de amigos, ella respondería sin dudar.

Claro.

Si le preguntaban, sin embargo, si quería a ese mejor amigo...

Su corazón dudaba. No porque no lo quisiera, sino porque dudaba del significado de ese "querer".

Con el paso de los años, Kari se dio cuenta, había perdido su oportunidad. ¿Oportunidad de qué? De ser, a lo mejor, algo más.

Las incontables veces que le dijo que la protegería, los momentos en los que ella pensó en él antes que en nadie más...

Suspiró mientras iba de regreso a casa. Ese día el club de danza no tenía actividades programadas y no había estado muy entusiasmada de ir al cine en realidad.

Había estado entusiasmada de ir con todos.

Era curioso como simplemente había creído que las cosas seguirían tal y como estaban por siempre, cuando obviamente no había sido el caso. Yolei tenía que estudiar para los exámenes de ingreso, Davis se estaba enfocando en sus prácticas con el equipo de fútbol, Ken ni siquiera estudiaba con ellos y Cody todavía no estaba en preparatoria como para verlo en los recesos.

Y TK...

Sería mentira si dijera que no estaba preocupada por él. Ya no lo veía como antes. Ese año no habían terminado en el mismo salón. Estaba en el equipo de baloncesto como titular desde primer año y, por si no fuera poco, simplemente parecía que desaparecía todos los días por la tarde.

Hubo un tiempo en el que Kari hubiera odiado sentirse sola y habría llamado a su hermano, a Gatomon o, bueno, a TK, para hacerle compañía; pero las cosas habían cambiado y, aunque no era fanática del sentimiento, podía soportarlo, ya que sabía que sus amigos estaban ahí para ella.

Quizá era lo mejor, pensó. Habían estado juntos por mucho tiempo. Desde que tenían 8 años... Desde que fueron etiquetados como la luz y la esperanza del Mundo Digital.

Kari sonrió y sacó las llaves de su departamento.

Pero ellos ya no eran niños elegidos. Decidieron dejar de serlo hace años; por lo tanto, ya no eran la luz y la esperanza. Kari ya no tenía que —ni quería— ser protegida y, estaba segura, TK lo sabía.

Aunque, si se daba el caso en el que tuviera que ser salvada, sabía que no lo pensarían dos veces.

—Creí que llegarías tarde hoy —oyó a su hermano mencionar. Como era usual, su padre estaba trabajando y su mamá probablemente había ido a la casa de alguna de sus amigas.

Tai estaba echado en el sofá viendo alguna película. Kari se encogió de hombros.

—TK no podía y decidimos dejarlo para otra ocasión.

—Hm... —Tai cambió de canal vagamente —. ¿Quieres que hable con Matt? Últimamente...

—¡No! —sin embargo, Kari lo interrumpió antes de que pudiera siquiera seguir con la sugerencia. Respiró hondo y negó con la cabeza —. TK y yo somos lo suficientemente maduros para resolver nuestros problemas, hermano.

—¿Tienen problemas?

Kari abrió la boca, pero nada salió. Hace unas horas le había dicho a Yolei que no, pero ¿ahora no podía decir lo mismo?

—Solo no te entrometas.

—Sabes, Matt me ha dicho que TK es muy popular. Debe ser una cosa de familia.

Kari rió mientras dejaba sus cosas.

—¿Tu punto?

Tai lo pensó unos segundos antes de apagar el televisor.

—No des las cosas por sentado.

Kari se metió a su habitación y cerró la puerta. Se preguntó si su hermano estaba hablando por experiencia, después de todo, él y Sora...

Kari frunció el entrecejo. Quizá así se habían sentido ellos cuando todos asumían que Sora lo escogería a él. Quizá él mismo lo había asumido y ahora ella estaba cometiendo el mismo error.

Solo que ella no estaba haciéndolo.

Suspiró. Quizá eran aquellas "suposiciones" las que habían terminado separándolos y haciéndoles creer que sentían cosas que no estaban ahí.

Lo único que Kari deseaba era que las cosas fueran como antes, cuando no tenían que preocuparse por sentimientos inexistentes.

—¡TK!

Deteniendo sus pasos y dando media vuelta, TK encaró con curiosidad a Davis, que había cruzado el patio hasta la puerta de entrada para alcanzarlo. El profesor que vigilaba la puerta lo miró con mala cara, pues ni siquiera se había cambiado los zapatos.

—Davis, ¿sucede algo? —preguntó en parte preocupado. Era raro, después de todo, que de pronto lo buscara.

Davis exhaló y asintió.

—Iré directo al grano —declaró —. ¿Por qué nos estás evitando?

El rubio frunció el entrecejo.

—No los estoy evitando —contestó. Si bien no les había dicho sobre lo que hacía todas las tardes, no era como que...

Davis cruzó los brazos.

—Sí lo estás haciendo. Puede que no en la escuela, pero igual no tenemos clases juntos como para comprobarlo. Siempre que te invitamos a salir, tienes algo que hacer. Ya solo hablamos en los recesos, eso si no estás ocupado con tu teléfono. Dime, ¿hemos hecho algo? —y después de unos segundos, agregó: —. Kari tampoco sabe qué te pasa y está preocupada, ¿sabes?

Aunque su tono de voz indicaba lo preocupado que estaba, su expresión facial mostraba que sabía que no era algo para preocuparse, por lo que parecía frustrado más que todo.

TK tragó saliva. Por supuesto que Kari no lo sabría, no le había dicho. No tenía realmente una razón para decirle o para no decirle.

—Lo siento si parece de esa manera —dijo —. Pero no los estoy evitando. Estoy ocupado... Estoy trabajando.

Añadió lo último solo porque sabía que Davis le preguntaría, aunque no estaba realmente contento de hacerlo.

Davis suspiró aliviado.

—Así que estás trabajando —repitió —. Qué bien. Por un momento creímos que estabas viendo a alguien.

TK frunció el entrecejo.

—¿Qué?

—Ah, solo Yolei y yo lo pensamos. No le dijimos nada a Kari, así que no tienes de qué preocuparte... Pero quizá deberías decirle, ella también se preocupa, aunque no lo parezca, pero eso tú ya lo sabes, quiero decir... —cuando Davis empezó a hablar sin puntos ni comas, TK empezó a perderse el punto de la conversación. Estaba sinceramente confundido.

—Davis, lo siento, ¿de qué estamos hablando ahora?

—¿Uh? —Davis detuvo su parloteo y lo miró como si una segunda cabeza le estuviera creciendo —. ¿Acaso no sería un problema que Kari pensara que estás saliendo con alguien?

—¿Por qué lo sería?

Pero antes de dar su respuesta, Davis estalló en carcajadas.

—¡No tienes que ser considerado, amigo! —le dijo, confundiéndolo aún más —. A mí ya no me gusta Kari de ese modo. Hace tiempo les di mi bendición.

¿Eh?

—¿Ya no? —bueno, eso era una sorpresa, considerando que Davis siempre estaba pendiente de lo que hacía su amiga —. Me alegro por ti. Pero todavía no me dices por qué sería un problema...

Entonces Davis dejó de reír para observarlo con los ojos fruncidos, como si quisiera ver si estaba bromeando o no.

Unos segundos después se llevó la mano al mentón y exhaló.

—Eres más denso de lo que pareces, ¿no? —TK alzó ambas cejas —. Quiero decir, ¿no te gusta Kari?

Ah, conque eso era.

—Me gusta Kari —asintió, pero antes de que pudiera ver los ojos iluminados de Davis, agregó: —, pero probablemente no en el sentido que piensas.

—¿Huh? —Davis parpadeó,

Y TK buscó una manera de explicarlo.

—Quiero decir, Kari es bonita e inteligente. Me gusta pasar tiempo con ella más que con otras personas.

—¿Entonces sí te gusta?

TK se vio obligado a aclarar.

—Sí, como amiga.

Pero el rostro de Davis no pareció satisfecho con la respuesta.

En lo absoluto.

Su amigo movió las manos, como si fuera a caerse, solo para después sacudir la cabeza y mirarlo una vez más a los ojos.

—¡Si te gusta pasar tiempo con ella, debe ser por algo, ¿no crees?! —insistió —. ¿No quieres tomar su mano en público? ¿No tienes el sentimiento de querer abrazarla? ¿O besarla?

TK sintió ganas de reír. No porque le pareciera ridículo, sino todo lo contrario. No es como si nunca lo hubiera pensado.

Sin embargo, para evitar más confusiones, TK se vio obligado a agitar la cabeza.

—La quiero mucho, y me gusta pasar tiempo con ella, pero no me puedo visualizar haciendo cosas de pareja con ella. Lo siento.

—¿Qué? Espera.

Pero TK dio la conversación por terminada cuando alzó un brazo a modo de despedida e impidió que Davis siguiera hablando. Ni siquiera sabía por qué sintió que debía disculparse, pero mientras más rápido pudiera acabar con eso, mejor.

Por suerte, el profesor no dejó que Davis saliera con los zapatos de interior, deteniéndolo en la puerta y ayudando, sin querer, a TK.

La campanilla de la puerta trasera hizo notoria su presencia. TK colgó su abrigo en el perchero, después de todo, dentro del local era más cálido.

El sonido de la guitarra de su hermano llamó su atención y lo guió hasta el escenario. No era un lugar muy grande y honestamente solo aficionados o personas que querían probar sus habilidades iban ahí. Su hermano, por otro lado, solo pasaba el rato cuando tenía tiempo para visitar al dueño de la tienda.

El señor Harayama era un hombre de cabello plateado por la edad y amistosa personalidad. Era dueño del bar en el que Matt había trabajado cuando estaba en preparatoria y en donde TK actualmente hacía tiempo parcial como mesero. Lo saludó con una sonrisa y tomó su mandil de color oscuro.

—Llegas tarde —comentó su hermano cuando lo vio entrar por la puerta de los empleados.

—Claro que no, mi turno recién va a empezar —él contestó sonriendo.

—No es que tu turno recién vaya a empezar, es que todavía no hemos abierto la tienda —entonces otra voz llamó su atención.

TK se rascó la cabeza avergonzado, sabiendo que era así porque él todavía no había llegado.

La dueña de la voz tenía el cabello de color negro que, bajo la luz correcta, podía brillar como azul. Sus ojos violetas lo miraban con diversión desde el escenario y TK pronto se encontró sin saber qué palabras decir.

Lo cual, su hermano sabía, era muy raro en él.

—Ninguna réplica astuta para la nieta del dueño, huh —se burló —. No te preocupes, Hayama-san, mi hermanito no lo volverá a hacer.

—¡Hermano!

—Ja, ja, pero es cierto, ¿no, TK?

TK asintió rendido.

—Bueno, ¿a qué estás esperando? ¡Vamos a abrir! —la nieta del dueño, Karen Hayama, lo tomó del brazo y lo llevó hasta la puerta.

Por supuesto, solo una persona era necesaria para el trabajo, pero TK no pudo resistir a la energía de la chica. Ella era de su edad e iba a otra escuela. Según había oído, había estado estudiando en el extranjero, por los que sus modales japoneses estaban un poco oxidados y tendía acercarse más de lo requerido, pero...

Miró su mano.

Era refrescante, pensó.

Para ella, él no era el mejor amigo o el niño de la esperanza. No había una cara que mantener ni sentía que ella esperara algo más de él. Casi como estar con Matt o Kari, pero de un modo distinto. Karen no tenía una versión definida de él y TK se encontró disfrutándolo más de lo que había creído en un comienzo.

Entonces, las preguntas de Davis llegaron a su cabeza.

¿No te gusta Kari? ¿No quieres tomar su mano en público? ¿No tienes el sentimiento de querer abrazarla? ¿O besarla?

La respuesta que le dio fue la más sincera. No se podía ver a sí mismo con Kari en ese sentido, por lo menos ya no; sin embargo...

Karen sonrió a la primera pareja que ingresó y él sonrió como reacción sin darse cuenta. Ambos saludaron.

Quizá algún día, cuando todos dejaran de asumir cosas y tratar de forzarlas en ellos, podría decirles.

Decirles que había encontrado a alguien con quien sí podía verse así, alguien a quien deseaba poder contarle sobre sus aventuras en algún momento.

Y esperaba que estuvieran felices por él, como él lo estaría si ellos encontraban a una persona así.

Bueno, se dijo. Tenía por seguro que al menos Kari lo estaría, como lo estuvo Matt al darse cuenta.

Fanart: Créditos a quien corresponda.

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