Cuando todo se va a la mierda, momento de realización.

Todos tenemos una pequeña y diminuta sensación, siempre, de que en algún momento la vamos a cagar. No sabemos cuando, ni con qué, pero siempre terminamos por echarlo a perder todo.

No controlamos lo que decimos. El ser humano tiene ese defecto de, al estar enojado, no alcanza a entender lo que dice, y es horrible, porque estas dañando a las personas que amas y eso no es justo.

En algún punto, nos sentimos culpables d tantas cosas, cosas que no sabíamos o no recordábamos que estaban ahí, pero siguen, en lo más profundo de tu mente.

Puede ser un trauma, un mal recuerdo, una pelea, un bajón.

Confundimos el amor con la amistad, el odio con el temor, los sentimientos con los pensamientos, pero al final del día, siempre terminamos olvidando eso, porque...

Bueno, ¿por qué?

No siempre es fácil, y es cierto que guardarse las cosas no es lo mejor, pero, a veces, hay que dejar pasar cosas que no deben quedar en el olvido, hay que sacarlas a la luz y liberarlas.

Así soy yo. Cometo errores, muchos errores. Me enojo, exploto, lloro, peleo, de todo, y al final, me arrepiento de cada cosa que hago, porque siento que tomo decisiones que no están bien, digo cosas que pudieron haber sido distintas si las hubiera dicho de otra manera.

He dicho muchas veces que hay que aprender a pedir ayuda y hablar de lo que sentimos pero ¿Acaso yo lo había echo? ¿Había seguido mi propio consejo o simplemente me deje llevar? Estaba tan pendiente en ayudar a los demás, que me olvide de ayudarme a mi misma.