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Poder verlo

—Al demonio con las tareas— se quejó lanzando el cuaderno lejos, el menor se quedó callado con la boca abierta— no entiendo nada y tu solo te ríes.

—Ibas bien cariño.

—Y? no iba a terminar nunca.

Soobin sonrió al ver que estaba molesto con el ceño fruncido y los brazos cruzados, algo que no solía ver en sus momentos juntos, siempre era Yeonjun cuidando de Soobin y haciendo lo mejor por él, actuaba por primera vez como si fueran dos personas normales y no un enfermero y el paciente que por profesionalismo debe cuidar.

—Ahora entiendo por qué Jisoo odia la escuela y Rosé la apoya— dijo aun molesto dando la espalda al chico que aguantaba una carcajada al verlo así.

—¿Irás a traer el cuaderno del suelo?

—Ve tú, tienes pies también.

—Pero tu lo lanzaste Yeonjun.

—Y? Suenas como...

Un silencio se hizo presente y el enfermero dejó su sonrisa, el pitido comenzó a molestar de nuevo, sus oídos estaban molestando demasiado, su cabeza estaba en caos total, sus manos comenzaron a temblar de una forma extraña, podía ocultarlo pero el dolor le carcomía deshaciendo todo intento de control.

—Vuelvo en un minuto— dijo antes de salir de la habitación dejando al chico solo sin comprender que ocurría.

Soobin quería salir de su habitación, pero le era estrictamente prohibido salir solo de la habitación, siempre debía estar en compañía de alguien fuera médico u enfermera, pero en ese momento deseaba salir a ver que le ocurría al único que mantenía su mente estable entre todo el desastre, que le ocurría a Yeonjun para que dejara esa linda sonrisa.

Notó a Huening pasar así que trató de decirle que lo sacara pero este se fue corriendo por alguna razón, comenzaba a tener miedo de que algo le hubiera ocurrido a Yeonjun, quizá estaba muy mal.

¿por qué no lo notó?

Su mente comenzaba a recriminarle la poca atención que ponía en lo que su cuidador sentía o pasaba, quizá era cansado cuidarlo, siendo como era y con la imagen que daban de él no sería fácil mantenerse tranquilo, reconocía que siempre fue un poco rebelde con la mayoría allí, quizá eso era agotador y molesto, Yeonjun pagaba esa factura.

Se acomodó sobre su cama luego de recoger el cuaderno, se encogió abrazando sus propias rodillas evitando que el llanto saliera fuerte pero no pudiendo evitar que las lágrimas se escaparan de sus ojitos oscuros, de nuevo volvía como al inicio con algunas cosas demasiado complicadas para entenderlas, de nuevo era aquel chico de edad joven con los brazos abrazando sus piernas, el cabello en la frente cubriendo los ojos llenos de lágrimas y la mirada perdida, a medida el tiempo pasaba se ponía peor.

Los minutos eran horas, las horas días y los días centurias, al menos así se sentían, llegó la hora del almuerzo, sus ojos seguían pegados a aquella puerta esperando se abriera dejando ver a el lindo enfermero con ropa azul y sonrisa maravillosa que escuchaba sus historias, escuchar, algo que Soobin no hacía.

Su cuerpo se movió casi por impulso al escuchar el sonido de la puerta siendo abierta, una sonrisa se hizo presente al tiempo que su cuerpo se hizo hacia adelante colocando sus manos en el colchón expectante ante la persona que entraba pero todo se fue por el espacio del que vino cuando notó que no era Yeonjun.

—Vas a comer?

—Claro— dijo con la vista a sus manos.

—Pues ven— dijo el enfermero, Soobin levantó la vista y el chico hizo un ademán indicando que se moviera.

Bajó de la cama como rayo, tomó los zapatos que tenía en la entrada y casi salía corriendo a buscar a Yeonjun de no ser porque Mingi le tomó la mano evitando que se moviera a algún lugar.

Con sus ojitos oscuros rogaba al hombre que lo dejara ir, que lo dejara buscar a su querido Yeonjun, saber al menos si estaba bien, este parecía inquebrantable, no podía simplemente dejar su trabajo a un lado como si nada y Soobin lo sabía pero solo quería que lo hiciera una vez, quizá era egoísta pero se trataba de algo importante.

—Está bien no le pasó nada esta mañana solo un poco de agotamiento— dijo el enfermero.

—Pero... se fue a casa?

—No, sigue trabajando pero solo está ayudando a Jeongin— dijo el hombre de cabello rosa, al ver a Soobin un poco más tranquilo una sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios— ¿vas a comer ahora?

Asintió con una sonrisa, siguió al chico en calma total hasta llegar al comedor donde un gran estruendo se armaba, estaban reunidos los chicos del nivel dos así que Soobin celebró que seguro Beomgyu estaría allí.

Justo pensaba en el castaño cuando este levantó su mano saludándolo, fue con él bajo la mirada de Mingi que lo dejó alejarse e ir con su amigo mientras veía a la distancia como la mayoría de sus compañeros hacían.

—Hola Soo— dijo Beomgyu mientras el chico se sentaba, un pelinegro quizá conocido para Soobin a su lado.

—Hola Beomgyu ¿cómo estás hoy?

—Bien— dijo el castaño con una sonrisa— ¿recuerdas que te dije que mi novio estudió Filosofía?

—Si, lo dijiste.

—Pues te lo presento— dijo con una sonrisa y ambas manos hacia el chico de cabello negro que sonrió— Kang Taehyun te presento a Choi Soobin, Soobin te presento a mi Tae-amor.

Soobin se presento al chico y siguieron hablando entre sí, a lo lejos de ellos Yeonjun se detuvo un momento para poder ver a su paciente que sonreía con aquellos dos chicos, se acercó a Mingi que veía de lejos hablando con Yuna, una de las enfermeras de allí.

—Gracias por traerlo Mingi— dijo al de cabellos rosas que asintió con una sonrisa.

—No hay de qué.

—Yuna dijo Kai que necesitaba ayuda con Yeji en veinte minutos porque va a despertar sino es que antes — avisó Yeonjun, la chica asintió así que se fue.

Soobin regresó luego de pasarse la mitad del día con Taehyun y Beomgyu, iba de camino a un lado de Mingi recordando a Yeonjun, no lo había visto en todo el día y si creía verlo luego no estaba allí, su mente divagaba cuando Mingi le tomó del brazo haciendo que se diera cuenta de que estaba frente a su habitación.

Entró en silencio acomodándose sobre la cama sin decir nada, simplemente un silencio que a su acompañante parecía no molestarle, quizá Mingi era demasiado callado y no se preocupaba por armar una conversación, era un poco igual a los demás que allí laboraban, lo vio irse así que se acomodó sobre su cama viendo al techo.

Escuchó la puerta ser abierta de nuevo, supuso que Mingi había dejado algo dentro, suspiró cuando vio sobre él un par de ojos que en cualquier lugar reconocería haciendo que se levante con una sonrisa de un solo salto, su corazón latía como loco y dejó que el chico lo abrazara.

—Perdón por dejarte todo el día— dijo Yeonjun moviendo los cabellos del chico entre sus brazos, este solo disfrutaba tenerlo de nuevo a su lado en silencio— ¿no vas a decir nada?

—Eres tonto Yeonjun.

—Bueno, algo es algo.

Levantó la vista con los ojitos mas brillantes que en su vida había visto, esa mirada tan dulce que solo reconocía en la inocencia de una persona, sonrió enternecido pasando los pulgares por las mejillas de Soobin que sonrió ante su tacto.

—Me hicieron falta tus historias todo el día— susurró.

—Y a mí contártelas, ¿qué pasó en la mañana cariño? — su mirada se volvió un poco triste, Soobin tomaba ese cambio como preocupante.

—Simplemente no comí bien y me hizo daño no te preocupes.

—¿Estás enfermo?

—No, claro que no solo fue algo que me hizo daño y ya pero ya me recuperé.

Soobin bajó la vista, Yeonjun se separó de su abrazo haciendo que soltara su cintura con cuidado, el pelinegro lo permitió sin quejarse y se acomodó mejor sobre la cama.

—Quieres contarme otras historias? — le susurró el enfermero agachándose hasta quedar al nivel de su rostro.

Soobin asintió y dejó que se quitara los zapatos y subiera a su lado para poder escuchar sus historias, quizá no fueran las más divertidas, pero Yeonjun tenía un don para escuchar tan único gracias a la compañía que en casa se le daba, puede que su madre no haya estado todo el tiempo a su lado, más sus hermanas le enseñaban a escuchar, a hablar, respetar y sobre todo a querer.

Pasaron horas, Yeonjun se acomodó sobre el pecho de Soobin que seguía hablando mientras jugaba con sus dedos, quizá deberían despedirlo por hacer algo así con un paciente, pero sentía que Soobin necesitaba tanto contacto como se le pudiera regalar.

Despertó cuando la vibración de su celular lo hizo volver al mundo, era de noche, Soobin abrazaba su cuerpo dormido plácidamente, se sentó dejando que quitara las manos de sus costillas para ver el celular.

Eran las nueve de la noche y Rosé llamaba.

—Jun Jun Sana está mal de la fiebre ¿dónde estás? —decía Jisoo asustada al fondo se escuchaba a Sana y Rosé llorando.

Sus sentidos se agudizaron, se levantó de la cama rápidamente, Soobin se movió un poco pero antes de irse dejó un beso en su frente.

—Volveré después de mañana lo juro.

Aunque no lo escuchara algo dentro de sí se sentía mejor, tomó de nuevo el celular acercándolo a su oído, la pequeña Rosé gritaba junto a Jisoo desesperadas por el llanto de la pequeña Sana.

—Llegaré en veinte minutos dale un té y Rosé que le coloque paños fríos en la frente para que baje la temperatura el té está en la refrigeradora hay que calentarlo y los paños en el cajón bajo la cama de Rosé.

Ellas dijeron que lo harían y colgaron aún llorando, Yeonjun salió de la habitación corriendo por los pasillos, bajó las escaleras desesperado, tanto que cayó antes de llegar a la ultima porque su tobillo se dobló, dolía mucho, pero la desesperación de salvar a sus hermanas era mayor.

Continuó caminando, aunque cojeaba un poco, logró llegar a su casillero y sacar la mochila con las cosas, tomó unos cuantos calmantes, la doctora dijo que no debía pasar por situaciones estresantes así que debía relajarse un poco al menos, salió de allí un poco rápido pero el dolor en el tobillo le incomodaba.

Al llegar a la recepción se encontró con Hikaru, la chica que cubría las noches en el lugar hablando con el doctor Huening, se apoyó sobre la superficie esperando que Kai terminara pronto con su conversación.

—¿Qué necesita señor? — dijo la chica.

—Puede darme la hoja de salida? Es que necesito dejar marcada mi salida.

—Hacías extras? — preguntó Kai, este negó— te ves raro ¿qué pasa?

Hikaru le entregó la hoja así que desesperadamente comenzó a escribir, Kai lo veía un poco preocupado porque su cuerpo se encogía, las manos temblaban un poco y su voz sonaba nerviosa, casi como un hilo suave e inaudible a simple manera.

—No encontrarás autobús jovencito— dijo Huening cuando entregaba la hoja a la chica— te llevaré en mi auto vamos.

—Puede ser un poco rápido? — preguntó nervioso presionando los labios entre sí, el hombre lo vio — es que tengo un poco de prisa.

El hombre asintió despidiéndose de la enfermera recepcionista que continuó con sus labores, Yeonjun caminaba cojeando un poco, Huening quería preguntar pero hacerlo viendo el estado desesperado del chico no era la mejor opción además nunca le pidió ayuda y se veía un poco mal a simple vista.

Llegaron al auto y Huening se quitó la bata de trabajo antes de subir, Yeonjun subió cargando su mochila, una vez el doctor subió no tardaron en arrancar.

—Jun Jun— Jisoo volvió a llamar.

Sana lloraba, ella sollozaba apenas pudiendo hablar y Rosé atrás ya no hacía un solo ruido, seguro se comía el dedo pulgar en una esquina, casi podía jurar que lo hacía.

—Calmadas sí? — dijo viendo a Huening que miró de reojo al chico— voy para allá, calentaste el té?

—No, se me olvidó eso y se lo di frío con chocolate.

—Mamá! — gritó la pequeña Sana atrás, su corazón se rompía de solo escuchar a la pequeña sufrir.

—Mi amor llegaré pronto solo traten de darle algo caliente o una de las píldoras Rosé sabe cuál es.

—Rosé está llorando desde hace rato y no se quiere mover JunJun— se quejó Jisoo.

Yeonjun no podía sentirse peor, Kai le pedía la dirección de su calle, no sabía si atender al hombre o a sus pequeñas en casa, dejó a un lado el celular para decirle donde podía dejarlo, quizá un poco cerca nada más, no exactamente al frente, quizá era un poco paranoico, pero así era su modo de ser.

—Jisoo cálmense llegaré dentro de poco ¿si cariño? Sana querida no llores por ahora JunJun llegará en un rato ¿si pequeña? Dale un chocolate y vayan a ver la película de los peces mientras llego ¿si?

—Si— dijo Sana emocionada, Jisoo aún sollozaba, pero igual aceptaba.

Colgó tomando aire que parecía no entrar en sus pulmones, Kai lo observó con un poco de lástima, verlo tan joven y preocupado por quien fuera que estuviera tras el celular era un poco triste.

—Problemas en casa?

—Solo es que mi prima tiene fiebre— dijo tratando de sonar sereno, no lo estaba.

—Y que hay de su madre? ¿o la tuya?

—Mi madre tiene turnos dobles así que yo las cuido.

— y...

Preguntar de más sería como sonar entrometido, simplemente asintió, de todas formas, Yeonjun no parecía querer conversar sino saltar del auto de una vez y llegar como rayo a casa. Giró dos veces en calles distintas, Yeonjun divisó la estación de su autobús.

—Puede dejarme allí yo llego en poco tiempo.

—Seguro? — asintió así que no había problema — Bien.

Detuvo el auto en el lugar y Yeonjun bajó corriendo como loco, el tobillo dolía como nunca, su mente no lo percibía, la desesperación era mayor, corría como sus piernas le permitían hasta llegar al edificio subiendo las escaleras a todo lo que sus piernas daban, cuando llegó tocó la puerta notado luego a su hermana con la nariz aún enrojecida y los ojos húmedos.

Apenas entró fue recibido por tres chicas abrazándolo desesperadas, una por dolor, otra por miedo y la otra porque no supo que hacer, acaricio sus cabellos con cariño tratando de rodearlas en totalidad, Sana se soltó con un puchero cruzando sus brazos.

—Jun dijiste que me darías un chocolate.

—Lo sé pequeña pero será mañana hoy hay que darte medicina y dormir ¿si Sana?

Ella sonrió, Yeonjun se levantó para cumplir con lo que debía, medicina para Sana, cena para Jisoo y Rosé y luego sus tareas, o al menos lo que intentaba estudiar mientras empezaba el periodo de estudio, debía buscar una vacante los fines de semana o en la noche aunque dudaba poder dejar a sus hermanas solas todas las noches.

Eran las doce y media cuando comenzaba a estudiar luego de limpiar el lugar, por fin lograba resolver matemáticas, al menos la explicación de Soobin servía para algo, recordó su poca paciencia para explicar todo en términos entendibles, sin saber como ni por qué Yeonjun sonreía solo, lo hacía pero ignoraba que no era normal, simplemente quería hacerlo recordando al chico.

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