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9

Y aquí me encontraba, caminando por las calles de Londres, suplicándole a todos los dioses existentes para que la señora Rossie me dejara reanudar mi trabajo.

Me había despedido cuando recién volví con los chicos, ya habían terminado las grabaciones y se había llevado tanto tiempo que la dueña no pudo esperarme más, así que recibí una llamada por parte de ella, me dijo que había tenido que conseguir otra persona para que le ayudara. Y no la culpaba, yo no me había presentado en semanas.

Pero yo quería seguir trabajando con ella, en el poco tiempo que lo hice, me gustó bastante, así que nada perdía con intentarlo. Seguí caminando hasta llegar a mi destino. Me persigné antes de entrar por la puerta del local y tomé aire.

—¡Buenas tardes!

Saludé, creyendo que ahí estaría la señora Rossie pero en su lugar había un chico que no pasaba de más de 20-25 años.

Era algo atractivo. Cejas gruesas y pobladas, ojos color cafes al igual que su cabello que tenia el corte que estaba de moda en ésta época.

—Buenas tardes, señorita. ¿Qué desea llevar?

—Oh, en realidad yo venía para hablar con la señora Rossie...

—Ella no está aquí, pero tal vez la encuentres mañana en la mañana.

—Vale, entonces aquí estaré mañana temprano —Sonreí—. Gracias, nos vemos.

—Espera, espera. ¿Me puedes decir tu nombre?

—Polly Wilson. ¿Y tú cómo te llamas?

—Bonito nombre, Polly. Yo me llamo Harry... ¿También podrías pasarme tu número de teléfono?

—¿Eso para qué?

—Es sólo para decirle a mi abuela que viniste hoy... y tu número por si necesito marcarte para algo importante o para cuando... —Habló, tartamudeando en la mayoría de las palabras.

Me causó ternura. Así que, sin esperar a que terminara de decirme, le interrumpí.

—¿Tienes algo en qué anotar?

—Claro, aquí está.

Me pasó una nota y un bolígrafo, por poco y anotaba todo mi número de celular. 

"Estúpida, tienes que poner el teléfono de casa de los chicos, no el de tu celular moderno."

Mi subconsciente apareció para recordarme amablemente lo que tenía que hacer.

Borré los números que había escrito, y puse el número de la casa. Lo anoté y se lo di.


—Bien, creo que ahora sí me voy. Hasta luego, Harry.




(…)

Apenas entré por la puerta de la casa, fui a sentarme en uno de los sillones de la sala y me estiré para descansar un poco. Solo estaba John.

—Ya llegué.

—Wow, si no me dices ni me doy cuenta, genia.—John dice. Yo simplemente le enseño mi hermoso dedo de en medio.

Vaya, quién lo diría. Yo haciéndole señas groseras a mi cantante favorito de mi banda favorita. En el 2018 lo único que pensaría hacerle es llenarlo de besos y abrazos.

Sigo con mi vista puesta en la televisión. Todo está tranquilo hasta que el teléfono suena.

—Polly, responde tú.

—¿Y por qué lo tendría que hacer?

—Porque te lo estoy diciendo.

—Estoy muy cansada.

John se levanta de mala gana y toma el teléfono poniéndolo en su oído.

—¿Hola?... ¡Ya estoy yendo para allá, voy en camino, no tardo!

John cuelga y rápidamente va a cambiarse de camisa y a ponerse un par de zapatos. Corre hacia donde están las llaves de su coche, se ve muy apresurado.

—¿Qué ha pasado, John?—Alcanzo a  preguntar antes de que saliera como rayo por la puerta.

—¡Se me ha olvidado que Cynthia llega hoy y la he dejado en el aeropuerto!

Y al terminar lo que dijo quedé en un estado de shoock.


¿Estaba hablando de su esposa?



—¡Aah! ¡Dios mío, la conoceré!

Di un gritito, había fallado en mi intento de aparentar que no me importaba. Por dios, ¡era Cynthia Powell!


Yo seguí sonriendo muy feliz. Me emocionaba el conocer a cada persona que fue parte de la historia de The Beatles, y aunque Cynthia no era mi esposa favorita, igual sentía mucha curiosidad por conocerla y no sólo por fotos o libros.

Yo intenté recoger un poco la casa para cuando llegaran estuviera presentable. Luego de unas dos horas, el timbre de la casa sonó.

Respiré hondo, y después dejé salir todo el aire. Me encaminé a la puerta y lentamente la fui abriendo.

John entró enseguida con un niño en sus brazos, haciendo que la puerta se abriera bruscamente.

—Me pueden ver allá fuera.

—¡Casi me pegas en la nariz, John!—Le reclamé.

Una cabellera rubia se puso frente a mí. La chica de sonrisa triste, cabello rubio y esposa de John Lennon estaba frente a mí. Joven y radiante.

—Hola, buenas tardes.

"Ni se te ocurra tartamudear, Wilson"

Obedecí a mi subconsciente y comencé a hablar y presentarme correctamente. Sin nervios ni tartamudeos y esas cosas estúpidas.

—Muy buenas tardes, yo soy Polly Wilson y soy amiga de...

—Sí, lo sé todo. John y George me hablaron de ti —Me interrumpió — Dijo que habían adoptado una extranjera con acento extraño. Así que por tu acento creo que eres tú, pero no te ves rara como dijo George.

—¿George dijo que soy rara?

Me sentí ofendida. No me hubiera importada si no fuera George el que me había etiquetado de esa manera.

Cynthia pareció arrepentirse de lo que dijo, sus ojos se abrieron y sacudió su cabeza.

—No, no, lo siento. Lo que quise decir es que...

—Cynthia apenas llegas y ya estás causando problemas. Mejor ve al cuarto a cambiar a este niño que huele muy mal.

—Está bien, John. —Cynthia muy apenada tomó al niño y lo llevó hacia la habitación de arriba.

Yo miré a Lennon mal.

—¿Ese es tu hijo Julian?

—Sí... Espera, ¿cómo sabes que se llama Julian?

La había cagado. John jamás me dijo el nombre de su hijo.

—Eh...¡Ringo me dijo!

—Ese narizón entrometido...




(…)

Lo que restaba de la tarde, la pasé viendo qué podía ponerme para la fiesta a la que iríamos más tarde. 

Paul nos había invitado, al parecer abrían unos cuantos famosos ahí. Yo no quería perdermelo, así que en menos de un segundo le respondí diciendo que aceptaba.

Después de bañarme y secarme, me había decidido por un vestido color negro con decoraciones plateadas y unos tacones del mismo color. Había tratado de hacer algo lindo en mi cabello y mi rostro...

Pero, ¿adivinen qué? Yo no sabía cómo peinar ni maquillar. Así que lo único que pude hacerme fueron dos trenzas delgadas que se cruzaban una con otra. En mi cara intenté hacerme el delineado, y para mí suerte fue lo único que me salió bien. Lo finalicé con labial rojo intenso y listo. Algo muy sencillo.

Cuando dieron las 9pm, John toco mi puerta.

—¿Estás lista, Polly?

No respondí. Sólo tomé lo bolso y abrí la puerta. Encontrándome con un John Lennon muy guapo y bien vestido.

—¿Ya nos vamos?

Él me miró por unos segundos y después afirmó con su cabeza.

Nos encaminamos a la puerta, la abrió y me permitió pasar.

—Espera. ¿Y Cynthia? ¿No vendrá?

—No, dijo que estaba muy cansada. Se lo pierde, es una aburrida —Se encogió de hombros y me empujó levemente para que saliera, pero puse una mano en su pecho.

—¿Estás consciente de que tomó un viaje agotador de 8 horas junto a tu hijo para venir a verte y ahora tú te vas y la dejas aquí, y encima le llamas aburrida?

—Polly, yo me la paso más en aviones que ella y aún así me doy mi tiempo de salir a divertirme.

—Pero ella no está...

—Cállate y avanza, Polly.


(…)


—¿Aquí es?

Ambos nos bajamos de su auto, yo miré el lugar. No parecía una fiesta.

—Esto no parece una fiesta, John...

—No hemos entrado, mueve tus largas y hermosas piernas y lo verás.

Hice caso, y seguí a John. Tocó la puerta del lugar y nos abrió un gigantón. Después de que nos escaneó con su intimidante mirada, nos dejó pasar.

Apenas entramos y la música, el olor a cerveza y cigarrillo entró en mí.

Observé todo con detenimiento hasta que...

—Oh mi dios, ¿ese es Brian Wilson? ¡Mira, John! ¡Ahí está! —Grité emocionada y sin poder contenerme. —No puedo creerlo, mira a todos ellos...

No podía parar de sonreír mientras miraba a todos esos famosos aquí. Era algo mágico, todos lucían jóvenes y vivos, no como en el 2018.

—Tranquilizate, Polly. Me estás avergonzando. —John se estaba riendo.

—¿Puedo pedirles un autógrafo?

—No, no puedes. Se supone que aquí se viene a disfrutar.

—Yo voy a disfrutar esos autógrafos.

John nuevamente negó y me arrastró hacia una mesa en donde estaban los demás.

—Qué onda.

John me hizo sentarme entre él y... Lo que faltaba, George a mi lado. Lo miré y él me miro con fastidio, después volvió su vista hacia su hermosa y empalagosa novia Pattie.

Yo sólo bajé la mirada hacia el vaso de agua frente a mí.

—¿Por qué tardaron tanto?

—Polly se tardó demasiado en arreglarse.

—¿Ya no estás con Cynthia?

Levanté mi vista para ver quién había preguntado eso, y me encontré con la mismísima Maureen Cox. Quien me miraba con curiosidad a mí y a Lennon.

—Oh, no. John y yo no...

—No pudo venir.

—Oh.

Bien, ahora ya conocía a la mujer que fue dueña del corazón de el amor de mi vida. La tenía frente a mí y se veía igual de bonita que en las fotografías que antes había visto.

Ringo constantemente le daba besos y muchos cariñitos. No debería sentir esto, pero sentía mucha envidia y no podía quitar mi vista de ellos.

—John, quiero ir al baño. ¿Dónde está?—Le pregunté al oído. Él tomaba una bebida.

—Creo que es al fondo. Pero no sé si a la derecha o izquierda.

Puse mis ojos en blanco y me levanté para ir a liberar mi vejiga después de tantos refrescos.

Estuve buscando el baño, hasta que por fin di con el. No era ni a la izquierda, ni a la derecha, ni siquiera estaba al fondo como dijo John.

Después de hacer mis necesidades, salí del baño y me vi en el espejo.

—Nada mal.

Cuando salí, fui directo a la mesa. Encontrándome con varios famosos, pero esta vez trate de contener mi emoción y ni pedirles autógrafos.

—Oye, John. No puedo creerlo vi a Bob Dylan, estaba a lado de... —Quien yo creía que era John, se giró para verme— ¡Paul! ¿Dónde está John?

—Fue a beber a la barra. Yo me cambié para acá porque allá Ringo y Maureen me estaban empalagando.

—¿Estás solo?

—Sí, Jane no pudo venir, tenia trabajo.

—¿Y por qué estás aquí?

—Por lo mismo que tú.

—Pero puedes ir a conseguirte una pareja, mira, allá está Anna Karina y por allá está...

—No, no quiero.

—Oh, ¿entonces quieres irte por John? Anda, anda, ve por él, ve por tu amor.

—John puede esperar. Vamos tú y yo, ¿quieres bailar?

Palidecí.

Yo no sabía hacer ningún paso de baile de mi época, mucho menos sabía hacer uno de ésta.

—Eh, yo no sé bailar. Mejor ve por John y...

—¡Yo te enseño! —Y de un tirón, me llevó con él hacia la pista.

—Paul, enserio no sé bailar... Mírame, estoy tieza y no sé moverme.

—Dejate llevar, Polly.

Hice un enorme esfuerzo e hice lo que Paul me pidió. Me solté y comencé a moverme al ritmo de la música. Era divertido y muy gracioso.

—¡Mira, Paul! Creo que lo estoy haciendo bien.

—Solo trata de no pisarme los pies, linda.

Paré de moverme. No podía pisarle los pies a un Beatle.

—Oh mi dios, ¿estás bien? Te he pisado tus pies y tú no tienes que sentir ese dolor, nunca. Perdoname soy una tonta que no sabe...

—Polly, Polly, está bien. No pasó nada. ¿Quieres ir por un trago?

Acepté, aún avergonzada de lo que mis pies le habían hecho a los pies de Paul.

Fuimos a una barra en donde servían varias bebidas. Yo pedí una piña colada y Paul pidió una cerveza.

Empezamos a platicar y olvidamos el tema de los pies machacados. Él me contaba sus cosas y yo le contaba un poco de las mías, sin dar muchos detalles y cuidando bien las palabras que salían de mi boca. No quería decir algo que tenia que ver de donde venía
y todo lo que yo sabía. 

Después de un rato, Paul puso una de sus manos en mi pierna. La sobaba mientras me veía con su mirada coqueta.

—¿Qué te pasa, Paul?

—Esta noche te ves muy hermosa... Me dan ganas de besarte esos labios tan rojos.

Abrí mi boca en forma de una "O" bien hecha. No podía creerlo, Paul McCartney quería besarme.

¿Qué chica no querría un beso de el guapísimo Paul?

Lo miré sin decir nada. Él se acercó aún más a mí, invadiendo mi espacio personal. Puso una mano en mi mejilla y me acercó más a su rostro.

Yo no reaccionaba, no podía. Esto era algo muy wow que jamás en mi vida me imaginé que me pasaría.

La cabellera rojiza pasó por mi mente: Jane.

Paul estaba con Jane y yo no podía hacerle esto a ella. No después que me ayudó con la ropa y fue muy amable conmigo. Además yo odiaba las infidelidades, sean de quien sean.

—No, Paul. Tienes a Jane.

—¿Y eso qué importa? Ella ni está conmigo..

Su aliento me hizo saber que Paul ya había tomado algo.

En un momento, voltee mi rostro para observar si alguien no estaba viendo, pero me topé con una chica rubia que estaba siendo arrinconada y devorada salvajemente. Un chico le estaba besando y tocando como si no existiera un mañana.

Observé al chico, hasta que me di cuenta de algo.

—¿Ese es John?

Le dije a Paul, apuntándole.

—No lo creo, ven, mejor sigamos con lo nuestro en otro lugar.

Yo lo ignoré y me acerqué un poco más a la pareja de calenturientos.

—Sí, ese es John —Mi cara cambió por una enojada e indignada—. Tengo que ir a hablar con ellos.

Iba directo a ellos, pero Paul me tomó de la cintura impidiéndome el paso.

—Déjalo, Polly. Tiene sus necesidades...

Mi ceño se frunció y me enojé aún más.

—¡Claro! Tú eres igual de infiel que él —Me crucé de brazos y lo enfrenté—. Son un par de infieles, todos ustedes. ¡Y todavía tienen el descaro de escribir en sus discos canciones sobre fidelidad y amor!

Estaba tan enojada.

Sabia que John y Paul eran un par de infieles sin remedio, al igual que los otros Beatles, pero, ver y enterarte de eso tú misma en vivo y en directo, era peor. Mucho peor.


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