3
1
—No tengo casa. —Dije por fin luego de unos minutos.
Había decidido el no decirles completamente la verdad puesto que si yo les contaba que venia del futuro, seguramente llamarían a algún hombre para que me llevara al psiquiatra. Y no quería llegar a eso.
—¿No tienes casa? —Preguntó George.
—No —Rápidamente traté de pensar en una mentira creíble. —...Mis padres me echaron.
—¿Tus padres te echaron?
—No la hagas repetir dos veces las cosas, idiota. —John le dio un zape a George y éste lo miró mal.
—¿Por qué te echaron?
Rayos, ¿qué les decía?
—Eh...
—Paul, no le preguntes sobre eso.
¡Gracias, Ringo!
—¿Cuántos años tienes?
—20.
—Oh, eres muy joven.
—Tenemos casi la misma edad, George.
—Pero sigues siendo muy joven... Como nosotros.
—¿Eres de por aquí?
—No, soy de Estados Unidos. ¿Se nota?
—¡Sí! El acento es lo más raro que existe.
—No creo que sea más raro que tu nariz, John.
Rayos, ¿qué había dicho? Tal vez John se enojaría y me echaría de aquí. Todo por mi maldita bocota que siempre me traicionaba diciendo lo que pensaba.
Bajé mi vista a mis pies mientras los movía de forma nerviosa. Volví a subir mi mirada cuando los cuatro chicos empezaron a soltar fuertes carcajadas.
—¡Esa ha sido buena!
—Me caes bien. Pero tienes que admitir que mi nariz no es la única cosa rara aquí —John miró a Ringo, quién reía por mi tonto comentario, pero se cayó al instante, dedicándole una mala mirada a John.
—Mi nariz sólo es grande, no rara.
—¡Su tamaño es una cosa rara!
—Pero en Ringo se ve bien—Dije.
Y es que era verdad, el tamaño de la nariz de Ringo no era nada contra su belleza. Ringo es hermoso con esos ojos azules tan bonitos y... Bien, creo que es algo obvio que todo en Ringo Starr me parece perfecto.
—¿Y en mí no? —John hizo un puchero.
—Yo pienso que tu nariz es muy linda, Johny.
—¿En serio, Paul?
John miró a Paul y éste asintió con su cabeza mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. No tardo mucho para que John sonriera de la misma forma.
¡Mclennon estaba teniendo un momento! ¡Y yo lo estaba presenciando!
Sólo me faltaba tocar las cejas de George y besar a Ringo y podría morir en paz. Aunque besar a Ringo lo veía muy lejano.
—Son tan lindos.
—Lo sabemos. —John respondió.—Bien, entonces...¿Te gustaría quedarte aquí?
—Al no tener en dónde más, por supuesto. Pero, les prometo que conseguiré un trabajo y les pagaré por mi estancia aquí
—No te preocupes por eso, Polly. No tienes que pagarnos. —Ringo dijo.
—Lo haré, de verdad.
Estaba prometiendo pagarles cuando ni siquiera tenia un trabajo, vaya. Tendría que conseguir uno lo más pronto posible.
Los chicos salieron de la habitación cuando el doctor al que habían llamado entró junto a Brian. Sí, Brian Epstein. No sé por qué ambos llegaron juntos pero me ponía nerviosa ya que cuando llegaron, Brian les hizo una señas a las que hasta yo entendí.
Me intrigaba mucho de qué les querría hablar, quizás les decía que no me quería aquí y que me echaran. Si eso pasaba lo único que me quedaría por hacer sería pedir dinero o esperar mi muerte.
"Deja de ser tan dramática."
Mi subconsciente me dijo poniendo los ojos en blanco.
—Ahora no.
Mi subconsciente siempre estaba ahí, molestándome y a veces animándome, aunque eran más veces la primera cosa que mencioné. Por su culpa, una vez mi madre creyó que hablaba sola.
"¡No es mi culpa que me contestes en voz alta!"
Bueno, sólo por ésta vez ella tenia razón.
—Señorita.
—Eh, ¿sí?
—¿Qué es eso de "ahora no"? ¿Es su respuesta?
—No, no. Disculpe, no estaba poniendo atención. ¿Qué me había preguntado?
—Le pregunté si usted es alérgica a algún medicamento.
—Ah, no. A ninguno...
—Bien.
El doctor sacó una cosa que usan los doctores, ya saben. Y me la colocó. Estuvo haciendo lo mismo con tres aparatos que no tenia ni idea de sus nombres.
—Ya está. Lo que usted necesita es descansar y le daré un medicamento para su dolor de cabeza. Pronto estará bien. —Sonrió.
—Muchas gracias...
2
—¿Tienes más ropa?
—La dejé en mi casa...
—¡Entonces tendremos que ir de compras urgentemente!
—No tengo dinero, Paul.
—Tú no pondrás nada, iremos y nosotros pagaremos. Mira que esa ropa no te queda nada bien, ¿verdad chicos? —Los tres asintieron. —Llamaré a Jane para que te guíe por el buen camino de la moda.
—Chicos, de verdad no tienen que gastar su dinero en mí.
—Dejanos gastar nuestro dinero en ti. —John se recargó en el hombro de Paul—¿Qué más da? Somos ricos.
—Qué modesto, John.
—Bien, entonces llamaré a Jane.
Paul salió de la habitación dejándonos a los tres.
—A Paul se le ha pegado mucho eso de estar a la moda.
—Me he dado cuenta. —Reí.—Pero, sigo diciendo que mi vestido es genial.
Fuera la época que fuera, MI vestido rosa seguiría siendo la prenda más hermosa para mí. Sin exagerar, me había gustado desde el primer momento que lo vi detrás del mostrador.
—Te miras muy provocativa. —John dijo—Aparte mira ese cierre entre tus pechos.
—¿Qué tiene?
—Cualquiera podría bajártelo como tú lo hiciste hace rato.
Enrojecí un poco por el comentario de Ringo. Me arrepentía de haber hecho aquello.
A mí parecer John y los chicos exageraban, mi vestido no era cosa de otro mundo.
"Pero sí de otro siglo, estúpida"
Si lo pensaba bien, estaba en los años 60. Cuando la liberación femenina aún no se daba por completo. Así que para las personas de aquí era raro ver a una chica vestida así como yo.
"¿Ves? Siempre tengo la razón."
—Tengo sueño —George dijo. —...Iré a dormir, chicos.
George se despidió de nosotros y salió. Yo también tenia sueño, me sentía muy cansada.
—¿Tienes sueño, Polly?
—Sí...
—Oh. Te traeré un cambio de ropa mío. —John salió.
Me quedé sola con Ringo. Él miraba el suelo y yo el techo.
Por dios, lo tenia a lado. Tenia que hablarle.
—¿Tú dónde dormiras, Ringo?
—En la sala, ¿por?
—¿Qué? No, no. Si quieres yo me voy a dormir allá y tú duerme aquí, en tu cama.
—No, no. Está bien. —Sonrió.—Tal vez pueda convencer a George para que me deje dormir con él.
—Intentalo. Es mejor.
John volvió a entrar con un cambio de ropa en sus manos.
—Ringo, traje un cambio de ropa tuya. Eres el más enano y seguramente tú ropa le queda a Polly mejor que la mía.
—Sí, está bien. —Se paró de donde estaba sentado y se acercó a mi cama, bueno, su cama. —Buenas noches, Polly.
—Buenas noches, Ringo.
Ringo hizo un ademán y salió de la habitación. En sus ojos se veía que también estaba cansado.
Me sentía mal por quitarle su cama.
—Aquí está tu cambio, espero que te sienten bien.
—Ya, gracias, John.—Le sonreí y él hizo lo mismo. Me deseó buenas noches y salió.
Yo me senté en la orilla de la cama y como estaba muy cansada, me dio flojera ir hasta al baño a cambiarme, así que aquí mismo me quité la ropa y me puse la que John había traído.
Afortunadamente no me quedaba grande ni chica, me quedaba bien.
Puse mi ropa en una bolsa que estaba por ahí y la guardé debajo de la cama.
Me volví a recostar y mi cabeza empezó a pensar y pensar.
¿Qué haría después de esto? ¿Cómo lograría regresar a mi presente?
No había pasado ni 24 horas y yo ya extrañaba a mi madre, a mi familia.
Seguramente mi madre y mis amigos ya me estaba buscando.
Tenia que volver y lo sabía, pero mientras tanto, en mi estancia aquí disfrutaría de poder estar con los Beatles.
Estar aquí era un pesadilla pero al mismo tiempo era un sueño.
Mis ojos me empezaron a pesar más y mi cuerpo me pedía descansar. Me terminé durmiendo pensando en todas esas cosas.
3
—¡Despierta!
—5 minutos más, mami.
—Arriba, arriba.
Abrí mis ojos con pesadez, los tallé un poco y cuando vi bien noté que Paul me miraba sonriente.
—Buenos días.
—Perdón por despertarte pero los chicos y yo ya vamos a desayunar así que te vine a hablar para que lo hagas también. Ayer no cenaste nada y debes estar hambrienta.
—Mh, sí. Gracias, Paul. Ahora voy para allá.
Paul asintió y se retiró.
Me metí al baño y me miré al espejo. Ahogué un pequeño grito que casi salia de mi garganta al ver mi reflejo en el espejo. Me veía tremendamente horrible.
Paul me había visto así. ¡Que vergüenza!
Abrí la llave y tomé un poco de agua. Habia un jabón pero no quise tomarlo ya que era de Ringo y no quería seguir abusando de él, así que sólo lavé mi cara con agua. Se veía mejor.
Volví a hacer mi coleta mejor. Unos cabellos se salían y los aplane con un broche que traía. Cuando mejoré mi aspecto y tendí la cama, salí.
—Buenos días, chicos.
—Buenos días, ¿te sientes mejor?
—Sí, George. Gracias.
Noté que en la mesa estaban sentados todos, menos Ringo.
—¿Y Ringo?
—Está durmiendo en el cuarto de George —Dijo John.— Paul, ¿no fuiste a decirle?
—No, pensé que iría George.
—Olvidé decirle.
—Pues vaya uno de ustedes.
—¿Y por qué no tú, John?
Yo sólo los veía, y como ninguno quería ir a avisarle a Ringo, fui yo.
Busqué la habitación de George y la encontré. Ahí dentro estaba Ringo aún durmiendo.
Se veía muy tierno...
—Ringo —Lo moví un poco—... Ringo despierta.
Él se movió y por fin se despertó.
—Polly
—Ya vamos a desayunar, deberías venir.
—Ah, gracias. —Se talló los ojos y ambos regresamos a la cocina.
Los chicos ahí seguían alegando por quién iría a avisar a Ringo.
—¡Ringo!
—Buenos días.
Todos comenzamos a comer los huevos con tocino, desconocía quien los habia preparado, pero sabía delicioso. Minutos más tarde todos teníamos nuestros platos limpios.
—¿Quién cocinó?—Me atreví a preguntar.
—Yo.
—Pues te quedó muy rico.
—Gracias, Polly.
Me ofrecí a lavar los platos yo, ellos al principio no querían aceptar pero terminé ganando diciéndoles que si me iba a quedar aquí por lo menos iba a ayudar en lo que pudiera.
Cuando terminé de lavar los platos y limpiar un poco la cocina, fui a la sala en donde se encontraban los chicos viendo televisión.
—¿Qué hacen?
—Viendo la aburrida televisión.
—Si gustan pueden irse a hacer lo que ustedes quieran o tengan que hacer.—Dije.—No robaré nada, John.
—No es eso, es sólo que no tenemos nada programado. —Se encogió de hombros. —Además no podrías robarte algo, ya hice el inventario y puse candado a los cajones.
Ringo empezó a reír escandalosamente y Paul y George reían algo más bajito.
—Qué gracioso, John.
—Son días libres. Tenemos que hacer algo...
—Jane vendrá más tarde.
—¿A qué viene la zanahoria parlante?
—John... —Sentencio Paul.
John puso ojos en blanco.
—¿A qué viene Jane?
—A traerle unos cambios de ropa a Polly.
Jane no me caía mal, de hecho me gustaba la pareja que hacia con Paul pero, prefería ver a John con Paul. Y prefería ir yo misma a elegir la ropa que estaría usando, pero no podía renegar. Afortunadamente sabia que Jane tenia buen gusto.
Sólo quedaba esperar para conocerla y saber si Jane era una perra odiosa como la describían en las fanfics o no.
(…)
HOLAAAAA
Aquí otro capítulo<3
Ojalá les guste:).
Voten y comenten<33
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro