4. La casa de seguridad.
Ya estamos de camino.
Tengo la cabeza recostada en el ventanal de la puerta del coche, observando el paisaje mientras conduce. Pensé que estaríamos completamente solos pero cuatro agentes en dos vehículos más vienen detrás de nosotros por seguridad.
—¿Tienes frío? — pregunta. No sé por qué me extraña que lo haga.
—Sí, pero esta gabardina me abriga lo suficiente. — ahora que lo noto, vamos similarmente vestidos. Solo que él lleva un traje por debajo y yo un simple suéter y jeans ajustados.
—Agente Connor, una camioneta no identificada se acerca. — avisan por la radio. Lo que me preocupa bastante y me hace echar un vistazo hacia atrás. Comienzan a dispararnos y Jack acelera. Por suerte, creo que tanto este vehículo como los otros, están blindados y no dejan que las balas perforen el material. ¿Y ahora quiénes son estas personas? Los que nos protegen, abren fuego y logran desviarlos para dejarnos el camino libre.
—Otra furgoneta no identificada se dirige a usted señor. — le avisa otro de ellos por la radio. Han tenido que detenerse para arrestar a los de la primera camioneta. Por lo que, aparentemente, estamos solos en esta. Jack mira constantemente por los retrovisores, los deja acercarse y solo permite que nos disparen. ¿Qué hace? ¿Dejará que nos maten? Estoy muy nerviosa y asustada. Presiento que no podremos salvarnos de esta. Suelta el acelerador, frena de golpe, saca su arma fugazmente por la ventana y dispara una sola vez al tanque de gasolina de dicha furgoneta, provocando una fuerte explosión.
Sumergidos en el fuego y sin tener visión, un inmenso calor traspasa la jeep y casi nos quema. "Agente Connor, responda". "Agente Connor, responda". Suena en la radio constantemente; están preocupados por nosotros. O por él, mejor dicho.
Acelera hasta que salimos del fuego.
Observo las llamas que queman a las personas que intentaron asesinarnos y extrañamente, paso de sentir adrenalina, a sentirme segura. Todo esto gracias al hombre que tengo a mi lado. Lo veo fijamente por varios segundos mirar el fuego a través del retrovisor. Creía que no teníamos escapatoria, pero por algo dicen que es uno de los mejores agentes de la ciudad y acabo de comprobarlo. Es persuasivo, despiadado y muy letal cuando se lo propone. Una parte en mí no quiere depender de sus habilidades para sobrevivir pero estoy comenzando a creer que no podré estar en mejores manos que en la suya.
Me mira.
En su rostro, puedo ver lo orgulloso que está de sí mismo. De lo bueno que es en esto y porqué le dieron esta misión. Sin embargo, también puedo leer en su mirada decir: "Tendrás que permanecer a mi lado si quieres sobrevivir".
Aparto la mirada.
—¿Quiénes eran? — rompo la tensión. ¿Por qué de repente toda una mafia parece estar detrás de mí? No tiene sentido.
— Peones de Frank, seguramente. ¿Ahora entiendes por qué estamos haciendo todo esto contigo?
—Es que no tiene sentido. ¿Por qué tienen tanto interés en mí ahora? No le bastó con... — prefiero no terminar la frase.
—Eso es lo único que tampoco entendemos y hasta que no lo averigüemos, no irás a ninguna parte sola. — escucharlo decir eso, me eriza la piel. Sea lo que sea todo esto, quiero que termine pronto.
3:40am.
Estoy muerta de sueño. No entiendo cómo él puede tener tanta energía todavía. El freno de golpe me despierta bruscamente. Nos hemos detenido en lo que parece ser un supermercado. El único que está abierto a estas horas, al parecer.
—Iré a comprar algunas cosas. Espérame aquí. — sale y camina hasta entrar. Delante también hay una gasolinera en la que no parece estar trabajando nadie. ¿No debería ser al revés? Me dan ganas de ir al baño, así que bajo del vehículo y entro igualmente. Hace mucho frío. Le pregunto a la cajera por el baño y me indica por dónde es. Tengo tanto sueño que podría dormirme sentada en el váter. Desde que salí de casa, no he tenido un solo día en el que duerman bien. Dejo caer mi cara en mi mano. Me estoy cayendo del sueño.
Al abrir los ojos y ver a Jack parado en la puerta repentinamente, me hace saltar del susto.
—¡Dios! ¿Qué haces? — toco mi pecho y respiro profundo para calmarme. Me subo más los pantalones.
—Te dije que te quedaras en el auto.
— Tenía que venir al baño. No soy un robot, tengo necesidades. ¿O preferías que me orinara dentro de tu costosa jeep? — se queda callado mientras pone una disimulada cara de asco. —¡Tranquilo! No pretendo escapar. Ni siquiera tengo a dónde ir. — trato de que confíe en mí. —¿Ahora puedes darme algo de privacidad, por favor? — le pido. ¿Es que acaso no se da cuenta de que estoy semidesnuda?
Resopla.
—No tardes. — finalmente se va. Me limpio, lavo mis manos y salgo hasta alcanzarlo.
—¿Por qué compras tantas cosas? — le pregunto y veo todo lo que lleva en el carrito.
—No sabemos cuánto tiempo nos quedaremos y no saldremos hasta que sea seguro. — sigue entrando todo lo que cree necesario.
—¿Y cómo es una casa de seguridad? — curioseo.
—Pues, una casa...normal, solo que con muchas cámaras, armas y monitoreada por todo el departamento.
—¿Eso quiere decir que podrán verme mientras me ducho?
—No. No hay cámaras en las habitaciones ni en los baños. Solo en las zonas externas. Ya que se supone que nos están protegiendo a nosotros, no a otras personas de nosotros. — aclara y puedo entender. Es lógico.
—¿Y estaremos...completamente solos? — se detiene.
—¿Por qué? ¿Me tienes miedo?
—No. ¿Por qué debería tenerte miedo? — solo me mira como si fuera un fenómeno y opta por no responderme.
Cuando llegamos a caja, un grupo de libretas llama mi atención. Tomo una en mis manos y sonrío estúpidamente solo por ver las estampillas que tiene por fuera.
—¿La quieres? — la sonrisa se me borra en cuanto Jack me habla.
—No, no es necesario. Solo...me gustó. — la dejo en su lugar.
—Ok. — dice, la toma otra vez y la agrega a su lista enorme de compras. No entiendo por qué me la ha comprado, pero estoy contenta. Ahí podré dibujar y ocupar mi mente. Tal y como dijo la psicóloga.
Una vez que paga, salimos.
Hay muchos letreros delante y uno de ellos, donde está la cara de Frank llama mi atención. Me acerco a ellos y veo que es verdad, era un criminal buscado en todas partes. ¿Cómo pudo mi madre meterse con alguien así?
—¿Quieres venir? No podemos perder tiempo. — lo ignoro. —¿Me escuchaste? — se acerca.
—Sí, ya te oí. No puedo tener un minuto sin que me presiones. — me enfurezco.
—¿Quieres que esos imbéciles nos alcancen de nuevo? No podemos perder tiempo, cada segundo es una ventaja para ellos.
—Estoy muy cansada y hambrienta, quiero respirar un poco. — pierde la paciencia, me toma de la mano y me obliga a caminar junto a él hasta entrar en su Cherokee. —¡Oye! — por más que intente zafarme, no puedo.
Cierra la puerta de mi asiento bruscamente y antes de que pueda salir, activa el seguro con su control remoto. ¿Qué cree que hace?
Se sube.
—Escucha... soy reconocido como uno de los mejores agentes federales de la ciudad por una razón y si sigues comportándote así me harás perder la paciencia. Tenemos que seguir las instrucciones al pie de la letra para que las cosas no salgan mal otra vez. ¿O eso es lo que quieres? — acerca su cara demasiado a la mía y niego con la cabeza. Me pone muy nerviosa tenerlo tan cerca y sus ojos bajan a mis labios. —¿Crees que puedas ayudarme? — intenta concentrarse y solo puedo asentir con la cabeza para que siga conduciendo. Lo que menos necesito ahora, es quedarme sola en medio de la nada.
Minutos más tarde, creo que llegamos.
Está muy retirada. No hay más casas, ni lugares públicos en esta zona. Está totalmente despejada. Tiene enormes muros delante por obvias razones. Hay cámaras por todos lados y armas automáticas que disparan al detectar personal no autorizado (me lo acaba de explicar).
Al entrar, se ve más cálida y minimalista de lo que pensé.
—¡Vaya! No pensé que sería tan bonita. — incluso está muy bien cobijada. No es tan grande pero sí muy segura. No tiene más de tres ventanas y solo dos puertas (la entrada y la salida de emergencia). Hay dos habitaciones con camas cómodas y un baño.
—Toma la segunda habitación. Me quedaré cerca de la entrada. — me da una mochila igual que la suya.
—¿Qué es esto?
—Son tus cosas. Más ropa, jabones, cepillos. Cosas básicas de uso personal.
—Gracias.
—Agradécele a la inspectora Adams. — nunca tendré cómo agradecerle tanto. — Si quieres, come algo y descansa. Es muy tarde.
—¿Y tú?
—Tengo que vigilar.
—¿Pero no dormirás?
—Unas horas, sí. Pero no puedo bajar demasiado la guardia. Este lugar es seguro pero no tan seguro. ¿Comprendes? — finjo que sí.
—Oye, no te he agradecido por todo lo que has hecho por mí desde el bar. No sé qué me hubiese pasado si no estuvieras ahí. — digo antes de que entre a su habitación.
—Solo es mi trabajo. No tienes que agradecerme.
—No estabas en servicio cuando fuiste al bar y aun así decidiste ayudarme.
—Un buen policía lo es incluso cuando no está en sus horarios de servicio. Solo hice lo que tenía que hacer.
—Ok, pero de todas formas, gracias. — entro a la habitación en la que dormiré hasta quién sabe cuánto. Esta cama es incluso mejor que la mía. La que tenía antes de quemarse. Cada que Martha y todo lo que pasó allí vuelve a mi mente, logro entender menos qué sucede. Trataré de no pensar en ello mientras pueda. Rato más tarde, voy a la cocina para comer algo y me lo encuentro.
—¿Necesitas ayuda con algo? — pregunto.
—No. Solo es la cena. — coloca dos platos con verduras en la mesa.
—¿Verduras? — frunzo el ceño.
—Es lo más rápido y saludable. Necesitas alimentarte. Una galletita y chocolate no te ayudarán. — primero parece haberle molestado que llamara a su compañero por su nombre y ahora lo que me había comprado también. ¿Qué le sucede?
Me acomodo en la mesa junto a él (no tengo de otra) y cuando empiezo a comer, no puedo parar.
—Está deliciosa. — mientras yo casi termino, él no llevaba ni la mitad.
—Sí, sí lo está.
—¿Y por qué no te la comes?
—Porque no como mucho. Tú sí, aparentemente. — sonríe levemente.
—No estoy acostumbrada a comer solo verduras pero...llevaba días sin comer algo decente. — dejo salir mi risita. No había sonreído así en muchos días. Cuando noto que está viendo mis labios, dejo de sonreír. — ¿Habías estado aquí antes? — cambio de tema.
—No.
—Es acogedora pero aun así me siento encerrada. No es como que no esté acostumbrada a estarlo pero...ya no sé lo que digo. — cierro los ojos e intento respirar con normalidad. Sigo muy nerviosa.
—Tranquila, estarás bien. — parece muy seguro de sus palabras. ¿Qué podría pensar de alguien que va a embriagarse y coger con chicas todas las noches en el bar de Judith? Recuerdo cuando lo vi por primera vez. ¿A quién estaba esperando en esa habitación? Mientras pienso en estas cosas lo miro de forma extraña y creo que se da cuenta. — ¿Quieres preguntarme algo?
—No.
—Sí. — recuesta su espalda en la silla. — Anda, ya dilo.
—Es mejor que no. — sigo comiendo.
—¿Por qué?
—Porque es una pregunta muy personal.
—¿Qué tan personal? No creo que puedas hacer una pregunta que me incomode. — cruza los brazos.
—¿Por qué no?
—Porque tú no eres...vulgar.
—¿Y para hacer una pregunta íntima tengo que ser vulgar?
—No, pero depende de la persona a la que se la hagas. Aun no nos conocemos.
—¿Y por qué quieres que te pregunte entonces?
—Porque tengo curiosidad de lo que significa "personal" para ti. — me mira fijamente.
—¿Por qué?
—¿Vas a responder con más preguntas?
—¿Por qué pagas para tener sexo? — suelto la pregunta y por unos segundos me arrepiento. — Lo digo porque eres un hombre atractivo que podría tener a la chica que quisiera. Además, eres policía.
—Te parezco atractivo. — enfatiza. — Y no soy policía, soy un agente federal.
—No quise decir eso. Bueno sí, pero no de la forma en que piensas.
—¿Y qué pienso, dime? — me ha hecho exactamente la misma pregunta que me hizo en esa habitación.
—Solo digo que... ¿para qué vas a ese lugar? ¿A quién esperabas antes de que yo llegara?
—No era nadie importante.
—Yo tampoco. — frunce el ceño. — Creo que...iré a dormir. — me levanto y recojo los platos.
—Déjalos, yo me encargo. — me ordena y por muy raro que me parezca, lo hago. Solo quiero cortar esta tensión. — Por cierto, ten. Esto te pertenece. — pone mi vieja laptop sobre la mesa. — La dejaste en el bar y Judith me la regresó.
—Gracias. — la tomo, camino hasta mi habitación y cierro la puerta con pestillo. No porque no confíe en él sino porque parece que se ha convertido en mi nueva manía desde lo que me pasó. Me lanzo sobre la cama y paso la mano por mis ojos. ¿Qué ha sido esta rara conversación entre él y yo? Espero no hacer más preguntas tontas o complicaré nuestra convivencia. Son temas que no me interesan. Su vida sexual no me interesa. A penas lo estoy conociendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro