2. El refugio.
Los guardias en la entrada me miran de manera extraña pero me dejan pasar. Hay demasiadas personas aquí y las mujeres con pechos afuera me comienzan a agobiar. Hombres y mujeres besándose y tocándose partes íntimas por todas partes y nadie me presta atención.
Veo una chica en la barra y voy hasta ella.
— ¡Hola, disculpe! ¡Quiero saber si... Judith está aquí! ¡Necesito hablar con ella urgentemente! — le grito para que pueda escucharme, ya que la música electrónica está demasiado fuerte.
— ¿Quién la busca? — pregunta la chica. Al menos tiene dos diminutos parches negros en piel de cuero tapando sus pezones. Hace que sea menos incómodo.
—Melanie...Melanie Cross. — una vez que me escucha, me indica quedarme aquí mientras va a buscarla, supongo.
El cuerpo no deja de dolerme y el golpe que tengo en la frente menos. Creo que está sangrando también. A este paso, tendré que ir al hospital, aunque no sé si sea correcto. No entiendo por qué me siento como una fugitiva si realmente aquí la víctima soy yo.
Volteo para ver el lugar mucho mejor.
Todas las mujeres que bailan y permiten que todos la toquen, se ven tan seguras de sí mismas. ¿Lo estarán en realidad?
— ¡Acompáñame! — me indica la chica saliendo de repente.
La sigo.
Caminamos hasta una parte más privada del lugar y tras cruzar una enorme puerta negra, está ella, la que supongo que es Judith. Tiene un extraño peinado, pintalabios rojos y maquillaje en exceso. Pensé que todas las zonas serían igual, pero esto es muy diferente. Todo delicado, claro, ordenado y fresco. Es como la parte alterna de este lugar.
—Siéntate. — me indica y lo hago. — ¿Entonces... eres la hija de Martha? — pregunta mientras fuma su cigarrillo.
—Sí. Me dijo que viniera con usted porque me ayudaría. — estoy temblando y me duele todo el cuerpo.
—Estás sangrando, deberías ir al hospital.
—No es necesario...solo...solo... — se me quiebra la voz.
—Martha y sus problemas. ¿Qué hizo esta vez?
—No sé si deba decirle. — intento no llorar.
— ¿Vienes aquí por ayuda y no tienes la confianza de decirme qué pasó?
—Es difícil de explicar o tal vez simplemente no quiero hablar de eso ahora. ¿Podría entenderme? — siento un nudo enorme en la garganta y en cualquier momento, voy a estallar.
—Por tu herida, noto que no fue nada bueno. — no quiero ni imaginar el aspecto que llevo en estos momentos. — De acuerdo. Podrás quedarte en una habitación pequeña que tengo disponible. Hay un botiquín donde podrás limpiarte esa herida, pero no creas que esto será gratuito. Tu madre es muy mala para los negocios. — deja el cigarrillo en el cenicero.
—Puedo ayudarle con lo que necesite. No se preocupe. Solo hasta que Martha pueda venir por mí. — le ruego. Estoy muy desesperada.
— ¿Trabajarías como prostituta? — en cuanto la pregunta sale de su boca, quiero salir corriendo de aquí.
— ¡No! ¡No creo que tenga el valor! Mejor buscaré ayuda en otra parte. — prefiero morirme de hambre que someterme a esto. Mucho menos después de lo que me acaba de pasar.
— ¡Tranquila! Solo te estaba probando. No te pareces en nada a tu madre. — me alivia su respuesta. — Pues, entonces serás una ayudante más en la limpieza. Antes de las 9 de la noche dejarás todo ordenado. En la noche, ayudarás a Lisa con las copas, licores y limpiar las habitaciones. — aunque esto sea raro, es menos de lo que hacía normalmente en casa.
—¿Quién es Lisa?
—Es una de mis empleadas más viejas. Ya la conocerás. Así que... ¿aceptas? — lo pienso unos segundos. No tengo más opciones y por algún motivo que desconozco, Martha confía en esta mujer.
—De acuerdo. — acepto.
Se queda viéndome.
—La vida es muy dura. Esta manera de vivir es muy dura, pero al menos tendrás un techo y comida, no cualquiera haría esto por ti, ni por nadie. No sé qué te ha pasado y sé que tampoco me lo contarás pero te aseguro que aquí estarás más segura que con tu propia madre. — no dejo de jugar con mis dedos y menear una de mis piernas para calmar mis temblores. — Solo hago esto porque me vendrás de buena ayuda en el negocio y porque Martha es una de las pocas amigas que he tenido en toda mi vida, aunque sea una hija de perra. Le advertí que no se involucrara con cualquier psicópata solo por dinero. El día del que tanto le hablé, ha llegado. — habla como si supiera más de lo que ya sé.
— ¿Sabe algo que yo no?
—Nada que aún puedas saber. Solo puedo decirte que tu madre era una de las prostitutas más codiciadas de este lugar hasta que quedó embarazada de Junior. Después te tuvo a ti y a.... bueno, después de eso decidió conseguir sus clientes aparte. La mayoría mafiosos, psicópatas, políticos y asesinos ¿sabes el peligro que eso conlleva? — se levanta y sin decirme nada más, me guía hasta la habitación en donde me quedaré.
Me deja a solas para que pueda instalarme.
No es muy grande, pero es cómoda. La puerta tiene muchos pestillos y eso me da seguridad. Los cierro con el trauma de que otro viejo perverso entre e intente aprovecharse de mí. Recordar el asqueroso momento que viví, me da náuseas. Necesito un baño urgentemente. Gracias a Dios, tengo uno en esta habitación. Me quito toda la ropa y mis jeans se han manchado de sangre. Abro de regadera y dejo que el agua fresca me enjuague, mezclándose con la sangre que sale de mi entrepierna. No puedo evitar que las lágrimas salgan de mis ojos y el llanto se apodere de mí. Siento que toda mi vida se ha ido a la mierda. Mi corazón está fracturado, mi mente está perdida y mi cuerpo muy herido. En estos momentos no tengo a nadie que cuide de mí. No tengo a nadie en quien confiar más que en las desconfiadas palabras de Martha.
Lo ha matado, ha matado a ese hombre. Si la policía la encuentra la meterán a la cárcel y creo que es la razón por la que quiere que me oculte de ellos. Sabe que soy muy mala para mentir y confesaría todo tal y como sucedió a pesar de que sea un gran problema para ella. ¿Qué pasará con mi madre? ¿Qué pasará con mi hermano? ¿Qué pasará conmigo ahora?
La luz del sol me despierta.
Me quedé dormida en la bañera. Me duele todo el cuerpo. Aun así, tengo que convencer a Judith de no echarme a la calle haciendo todo lo que ayer me ordenó. Termino de limpiarme las heridas con el botiquín de primeros auxilios que me proporcionó y ponerme ropa fresca que Martha pudo meter en mi mochila.
Al salir, me coloco un delantal y me uno a los demás empleados.
— ¡Hola! Tú debes ser Melanie, ¿verdad? — dice una chica rubia que coloca bebidas nuevas en los estantes.
—Sí, soy Melanie. Mucho gusto. — me presento con una sonrisa. Una sonrisa muy vacía.
—Soy Lisa. Judith me habló de ti. Dijo que te quedarás algunos días por aquí. — parece ser una persona muy agradable.
—Así es. ¿Puedes decirme qué hacer? — tengo hambre, pero no me atrevo a pedirles nada.
—Sí, claro. Puedes empezar limpiando las mesas. En esa cesta está todo lo que necesitas. — la señala. — ¿Vivirás aquí? — pregunta.
Procedo a hacer lo que me ha indicado.
—Por unas semanas, creo. Las cosas se...complicaron en casa. — no quiero dar muchos detalles. Quiero distraerme con esto, al menos.
—Entiendo. — no respondo. — Él es Maicol, el suplidor. — me presenta al chico que entra varias cajas.
—Hola. — tiene una linda sonrisa.
—Hola. — le respondo de la misma manera.
—¿Estás bien? Lo pregunto por la herida en tu frente.
—Sí, estoy bien. Tuve un pequeño accidente anoche, es todo. — miento. Por sus caras, no parecen creerme mucho.
—Ok, dejemos las pláticas para después y sigamos trabajando. Habrá mucha función esta noche. — dice Lisa.
Hoy será un largo día.
9pm.
Estoy muy cansada. No hemos parado de limpiar y organizar cosas en todo el día. Hay muchas cosas que desinfectar aquí por evidentes razones. Solo pude comerme unas galletas y algo de jugo que encontré en el refrigerador, ya que los demás salen a comer, pero en mi lugar, no puedo hacer eso. No tengo nada de dinero y Judith no se ha presentado desde anoche.
Luego de darme otro baño muy intenso, me trenzo el cabello y me coloco el uniforme que usan las camareras aquí (un vestido decente con un delantal blanco). Aparentemente a Judith le encantan las temáticas de los años 90, ya que esta ropa y sus peinados, son muy similares a esas. No la juzgo. Es un estilo muy bonito.
Me miro en el espejo pero no encuentro a la misma chica inocente de antes, ahora solo veo a una mujer gris que tiene que enfrentarse al mundo de la manera más cruel posible. Una parte de mi mente me hace pensar que todo esto podría ser solo una simulación, un mal sueño o una realidad alterna; y creo que es la razón por la que finjo estar bien después de tanto. La otra parte solo experimenta el dolor y episodios deprimentes. Y esa es la que no puedo soportar.
Bien, Melanie, hay que seguir trabajando.
Las mujeres bailan, mostrando todo lo que tienen, incluso muchas ni siquiera llevan bragas. Esto es muy fuerte para mí. Los clientes se deleitan y manosean a todas las que pueden sin que ellas se molesten. Fuera yo en su lugar y los golpearía fuertemente. Estoy detrás de la barra ayudándole a Lisa a servir bebidas, tal y como Judith me ordenó.
—¿Cómo es que hacen esto? — le pregunto, refiriéndome a las chicas que bailan desnudas.
—Muchas tienen hijos, padres enfermos o alguna situación que las obligue a hacerlo. Como no han tenido la oportunidad de estudiar, no tienen muchas opciones. Aunque también otras solo lo hacen por diversión y porque realmente les gusta. Como es el caso del 80% de las que están en este lugar. Judith sabe a quién deja entrar. Aquí solo vienen hombres poderosos. — contesta sin ningún problema. — Es mejor no juzgarlas. Cada uno sabe lo que hace con su vida. — coloca una copa más en la bandeja de otra camarera para que las sirva.
Me quedo en silencio.
Judith finalmente sale después de muchas horas sin verla. Su modo de vida es como los murciélagos. Parece más activa de noche que de día. Se sienta en la barra y ni siquiera nos saluda. Es como si estuviera esperando o buscando a alguien entre la multitud. Me dan ganas de preguntarle, pero no lo hago.
Cuando veo que le sonríe a alguien, sigo su mirada hasta un hombre que lleva un traje negro de tres piezas. Es alto, de ojos claros y muy musculoso. No exageradamente. No me ve, pero yo sí a él. ¿Quién es este hombre? ¿Será el amante de Judith? De ahí entendería porqué la razón de su sonrisa. En fin, no es de mi incumbencia.
Mientras se va acercando con sus intensos y lentos pasos, sus penetrantes ojos conectan con los míos. No tiene ninguna expresión. Solo está... ¿analizándome? Como si fuera un objeto raro. Claro, seguramente la tira que tengo en la herida de mi frente llama mucha la atención, pero aun así, no me gusta la manera en que me mira y de alguna forma u otra, me mantiene conectada a él.
Regresa la mirada hacia Judith, quien le da la bienvenida con la misma sonrisa y se sienta en el lugar que al parecer, le estaba guardando.
Está muy cerca de mí.
— ¿Quieres tomar lo mismo de siempre? — es lo primero que le dice.
—Sí. Tuve un día muy pesado hoy. — contesta el hombre misterioso.
— Melanie, tráele una cerveza. — no puede ser, ¿por qué a mí? — ¡Ahora, vamos! — me ataca cuando ve que me he quedado como tonta viéndolos a los dos.
—Sí, ya voy. — voy al refrigerador y saco una de las botellas frías.
—Discúlpala, es que es nueva. — parece que cree que no la puedo escuchar.
—Aquí tiene señor. — abro la botella y se la doy. Al tocarla conjuntamente, su mano roza un poco con la mía y siento un escalofrío recorrer dentro de mí. ¿Por qué me estoy sintiendo así? Siento muchos escalofríos pero debe ser porque metí mi mano en el congelador.
— Gracias. — tiene una bonita y varonil voz. No puedo mirarlo a los ojos, así que no sé si me está viendo.
Me aparto y me acerco a Lisa.
—¿Todo bien en tu primera noche? — me pregunta.
—Es agotador. — estoy muy cansada y eso se refleja en mi voz.
—No te preocupes, se volverá más fácil con el tiempo. — le destapa una botella de cerveza a otro cliente. Miro de reojo al hombre misterioso que sigue hablando con Judith.
— ¿Sabes quién es él? — le pregunto. Tengo mucha curiosidad.
—Es el agente Connor. — frunzo el ceño. — Es policía.
—¿Y qué hace un policía en un lugar como este?
—Bueno...tú ya lo escuchaste. "Tuvo un día muy pesado", así que viene aquí a relajarse ya sabes cómo. A fin de cuentas...es...hombre. — saca el corcho de otra botella mientras lo dice. — Pero no le digas nada de esto a nadie, ¿sí? Quiero conservar mi trabajo. — alega. Si es policía me dan ganas de hablar con él para pedirle que me ayude a investigar lo que pasa con mi disfuncional familia, pero lo descarto al instante. Martha dijo que no confiara en ellos y repasando que mató a una persona para salvarme, debo ayudarla al menos haciéndole caso a sus últimas palabras. Soy la única testigo de lo que verdaderamente pasó.
—No te preocupes. Soy muy buena guardando secretos. — lo miro otra vez. — ¿Él y Judith...son...?
—No, hasta donde yo sé. Solo son buenos amigos y socios. El dinero que el agente Connor paga aquí es lo que le ha ayudado a hacerle mejoras a este bar cada tres meses.
— Eso quiere decir... ¿que lo tendremos muy a menudo por estos lados?
—¿Por qué te preocupa tanto? — frunce el ceño y guardo silencio. — Viene de vez en cuando. De todas formas, no habla con nadie, solo con ella. Así que no tendrás problemas. A pesar de lo que sucede aquí, tenemos un equipo de seguridad que protegen a las empleadas como nosotras de los viejos verdes. Estarás bien, si eso es lo que te atormenta.
—Está bien.
—Sé que apenas nos conocemos pero... ¿algún día me contarás lo que te pasó? — limpia la barra hasta dejarla resplandeciente.
—No creo que sea una historia que quieras escuchar.
—Es que...te ves tan lastimada. Me dan ganas de ayudarte pero no puedo hacerlo si no sé qué te sucede. ¿Cómo fue que terminaste en este lugar?
—Abusaron de mí. — antes de que pueda retenerlas, las palabras han salido. — Y mi madre asesinó al responsable. No quiere que la delate así que me envió aquí para esconderme.
—¡Dios! No puede ser. — se cubre la boca con sus manos. — Me alegra saber que está muerto, aunque eso condene a tu madre. Pero este es el peor lugar para esconderte y más si trabajas en la barra donde todos te pueden ver.
—Eso no estaba en los planes, pero yo me ofrecí para no sentir que estorbo.
—Claro que no estorbas, Judith al final es una buena persona y siempre que de verdad lo necesites te ayudará. Lamento mucho que tengas que pasar por esto. Eres tan linda. — me hace sonreír.
—Gracias Lisa, de verdad. Eres a la primera a la que le cuento todo esto. ¿Podrías ayudarme guardando el secreto? — casi le ruego.
—No quisiera pero si me lo pides sí. Si decides ir con la policía y denunciar esto, sería la primera en apoyarte.
—No vale la pena, ya está muerto y de alguna forma yo también. Ya no tengo ganas de hacer nada.
—No digas eso, tu vida apenas comienza. Tienes una larga vida que vivir, puedes enfrentar esto, estoy muy segura. Mira cómo estás ahora, trabajando y sobreviviendo. Eres muy fuerte.
—Valoro mucho esto Lisa, muchas gracias. No sé qué será de mi, pero...ahora solo puedo esperar a que mi madre venga. Y sé que lo hará cuando haya resuelto todos nuestros problemas.
—Confías mucho en tu madre y después de todo no es para menos. — toca mis manos. — Connor no deja de mirarte. — me susurra y mira por encima de mi hombro.
—Es normal mirar a las personas, ¿no?
—No de la forma en que él lo está haciendo. — vuelve a mirar. —Ya entró con Judith. Al parecer quiere función esta noche. — se aparta y sigue sirviendo copas.
Otra de las meseras que lleva apenas un parche en sus pezones y tangas, se acerca a nosotras. Se queda viéndome de manera extraña mientras saca una aceituna de su boca.
—Parece que nuestra nueva amiguita ya tiene clientela. — sigue viéndome pero habla con Lisa. — Hay un hombre en la mesa nueve que quiere que lo atiendas solamente tú.
—¿Yo? Debe ser un error. — estoy confundida.
—¿Melanie Cross?
—Sí, soy yo.
—Entonces no es un error. Quiere dos Martini, así que date prisa. — dice antes de volver a servir bebidas a otra mesa.
—Dos Martini entonces. — Lisa coloca la bandeja frente a mí con dichas bebidas.
—No, debe de ser un error, yo no conozco a ningún hombre que venga a estos lugares.
—Tómalo con calma. Puedes ganarte una buena propina. Solo será poner estos Martini en su mesa, darle una sonrisa y volverás. Si se propasa contigo, llama a seguridad y lo sacarán a patadas. — respiro hondo y tomo la bandeja en manos.
Lo que tengo que hacer para sobrevivir.
Cuando me dirijo a tal mesa, me quedo perpleja al ver de quién se trata. Nada más y nada menos que...Frank. Está sentado entre la multitud viéndome con una sonrisa maléfica. Los nervios se apoderan de mis manos y dejo caer la bandeja al suelo con las bebidas. Lo que provoca que todos los ojos estén en mí.
¿Qué demonios está pasando? ¡Yo lo vi morir!
—Descuida chiquita, yo te ayudo. — dice el muy cínico y sin pensarlo dos veces, corro lejos de él. Las personas que no se han percatado de nada por la fuerte música siguen bailando por todo el bar y se vuelve difícil salir de la multitud.
Miro hacia atrás y está persiguiéndome.
Saca su arma y dispara al techo dos veces, haciendo que todos se agachen y le sea más fácil atraparme, pero no se lo permito.
—Melanie, ¿qué está pasando? — me pregunta Lisa cuando la alcanzo.
—¡Tengo que irme de aquí! ¡Tengo que irme de aquí! ¡Es él! ¡El hombre del que te hablé está aquí! ¡Viene detrás de mí! — me cuesta respirar.
—Tranquila. Escóndete en una de las habitaciones hasta que esto termine. Llamaré a los guardias, ellos se encargarán. ¡Ve, corre! — dejo el delantal en la barra y entro a la zona de las habitaciones exclusivas donde todos tienen sexo. Cuando toco las manillas, las mayorías están cerradas, menos una. La más retirada y aparentemente más grande. Así que sin pensarlo, entro, pongo el seguro y me quedo detrás de la puerta con los ojos cerrados rogando para que no llegue hasta aquí. Estoy muy nerviosa. Siento que el corazón se me saldrá en cualquier momento.
—¿Tú otra vez? — dice una voz varonil detrás de mí. Doy un salto del susto tras escucharlo y me doy la vuelta lentamente. Es el mismo que estaba con Judith. Esta noche va de mal en peor. Se levanta del sillón, dando pasos firmes hasta acercarse a mí. Huele muy bien. Se nota que usa perfumes caros y al menos todavía va completamente vestido.
—No es lo que piensa. — aclaro. Sé que estaba esperando a otra persona en vez de mí.
—¿Y qué pienso, dime? — su voz se vuelve cada vez más grave y está muy cerca de mí. En ese momento, se vuelven a escuchar disparos más cerca de donde estamos.
Toca rápidamente algo en su espalda e intenta salir pero instintivamente lo detengo.
— ¡No! ¡No salga! — me aferro a la puerta mientras intento respirar con normalidad. Me fulmina con la mirada. — Me está persiguiendo un psicópata y necesito esconderme. Por favor, ayúdeme. Haré lo que me pida, pero no deje que se acerque a mí. — todo dentro de mí se quiebra. Estoy tan asustada que ya no me importa nada más que salir de este lugar. También recuerdo que es policía y confío en que pueda ayudarme de alguna manera.
—Tranquila, respira. — intento hacerlo. — Apártate de la puerta y déjame hacer mi trabajo. — sus ojos me obligan a obedecerlo y me aparto. Pero antes de que pueda salir, se escuchan voces de muchos hombres, dentro de ellas la de Frank.
Puedo recordarla con exactitud.
— ¡Es él! ¡Es él! — estoy temblando.
—Rápido, ven. — se escuchan demasiado cerca.
Me toma de la mano y nos encerramos en el baño.
—¡Aquí no! ¡Me va a encontrar! — me quejo pero me hala del brazo y me cubre la boca con su gran y delicada mano mientras estoy de espaldas muy unida a él. Puedo sentir la suavidad de la tela de su traje en la piel que este vestido no puede cubrir. Con su otra mano saca el arma que hasta ahora me doy cuenta que tenía debajo del traje y le quita el seguro. Está listo para dispararle a cualquiera que abra esta puerta. Se escucha cómo alguien abre la puerta principal y entra a la habitación. Dios mío, no. Que no venga hasta aquí. Que no venga hasta aquí. Cierro los ojos para tratar de controlar la insoportable tensión y no soltar algún ruido que nos joda.
Después de escuchar algunos pasos, parece irse.
El policía quita su mano de mi boca y trato de controlar mi respiración. Salimos del baño con su arma en manos y asoma la cabeza por la puerta.
—Ven, te sacaré de aquí. — me extiende su mano y la tomo. Solo quiero salir de este maldito lugar sin importarme nada más. Todo el bar es un desastre. Al parecer esos disparos provocaron más peleas y la policía llegó. Razón por la que Frank tuvo que marcharse, aparentemente. No veo a Lisa ni a Judith por ninguna parte, pero espero que estén bien.
Vamos al estacionamiento y llegamos a lo que parece ser su coche. Una Cherokee negra bastante bonita y refinada. No confíes en la policía. Las palabras de mi madre regresan a mi cabeza y hacen que me detenga.
—No puedo irme con usted. — también se detiene.
—¿Perdón?
—Le... agradezco muchísimo todo esto pero no puedo irme con usted, no lo conozco.
—Soy policía. — muestra su placa. — Agente federal, más bien. Puedo ayudarte.
—Lo sé, pero es que...yo no...
—Escúchame. — se acerca. — No solo te persigue un psicópata, te persigue el maldito criminal más buscado de toda la ciudad. Así que no tienes más opción que venir conmigo y dejar que te ayuden.
—¿Criminal? ¿Cómo que...?
—Frank G. Sé muy bien quién es. — no estoy entendiendo nada. — Y tú también. Melanie Cross ¿no?
—¿Cómo sabe mi nombre? — frunzo el ceño.
—Tu familia es todo un caso. Su cercanía con ese imbécil las puso bajo nuestra lupa y encontrarte aquí solo me ha puesto el trabajo en bandeja de plata. — ¿mi familia es un caso? Ahora entiendo todo lo que dijo Judith. Martha no sabe con qué hombres se mete. Pero el problema no es ese. Es que hace unas horas vi cómo se desangró en el suelo de mi habitación y ahora parece estar más vivo que yo. — No tienes idea de lo que está pasando, es evidente. Pero sea lo que sea que te llevó a estas circunstancias, conozco gente muy capacitada que podrá ayudarte.
Estoy muy confundida. Si Frank está vivo entonces significa que Martha no tendría por qué ir a la cárcel. Quizás también esté en problemas y esta sea mi única vía de poder ayudarla.
—Confía en mí. — vuelve a decir. Lo miro directamente a esos enormes y profundos ojos azules que tiene y no veo malas intenciones en ellos.
Me abre la puerta de su Cherokee.
—Sube. — al menos es un caballero. Camino hacia él y me subo. Cierra la puerta con fuerza y cuando da la vuelta, también se monta. Enciende y conduce hacia no sé dónde. Toma su móvil y hace una llamada.
—Sí, Eric. Diles que voy para allá. Llevo a la señorita Cross conmigo. — señorita Cross. Que irónico y educado a la vez. — De acuerdo. — dice y cuelga. Ya no me quedan fuerzas. Mi cabeza está hecha una mierda.
—¿Qué te pasó en la frente? — rompe el silencio.
—Me caí. — miento.
—¿Y la verdad cuál es? — lo miro. Parece que no se le puede mentir fácilmente a este hombre.
—Te la diré cuando sea el momento. — recuesto mi cabeza en el ventanal mientras observo toda la ciudad. Aunque pensé que sí, no me hace más preguntas y se lo agradezco mucho. No quiero tener que recordar cómo me violaron y destruyeron toda mi vida en unos asquerosos segundos. Y ahora estoy aquí, con este hombre al que tampoco conozco. Al menos me ha ayudado a salir de ese lugar, sana y salva. De no ser por su ayuda, ese enfermo me hubiera atrapado otra vez y no sé qué hubiera sido de mí. Quizás ir a la policía y recibir protección, no sea tan malo después de todo.
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