1. El comienzo.
Jack Connor.
Pesadillas y noches oscuras. En eso se había convertido Washington para mí. A pesar de haber crecido en una de las familias más poderosas de Filadelfia, me encuentro aquí; siendo parte del departamento federal más importante de la ciudad y el que, para bien o para mal, se había transformado en mi único refugio.
—Solicito más patrullas en el banco central. Repito: solicito patrullas en el banco central ahora. — escucho por la radio mientras estoy de camino a mi apartamento. Reconozco la voz de inmediato. Sé que es la inspectora Adams, así que cambio rápidamente de dirección y acudo a su llamado, aunque no esté en mis horarios de servicio.
Acelero lo más que puedo y por suerte, no hay mucho tránsito.
Minutos después de llegar, dejo mi vehículo estacionado no muy lejos. La zona está rodeada de patrullas y lazos que dicen "no pasar" y también hay un helicóptero sobre nosotros asegurando el perímetro. Un grupo de personas y periodistas tratan de acercarse al lugar para saber qué está pasando pero los policías les bloquean el paso por seguridad.
Inspecciono toda la zona antes de dar cualquier paso. Ni siquiera sé qué hago aquí. No estoy en mis horas de servicio y nadie sabe que acabo de regresar de Filadelfia. Mientras voy caminando, los sollozos de desesperación de una niña entre las personas llaman mi atención. Así que me acerco y le ordeno al oficial que está impidiendo el paso, dejarla acercarse a mí.
En cuanto me ve, logra reconocerme. Por lo que acata mi orden de inmediato.
—¡Hola! ¿Por qué lloras? ¿Perdiste a tu mamá? — me agacho para estar a su altura.
—Sí. Mi abuela y mi tío...están dentro. — gaguea.
— ¿Tu abuela y tu tío?... ¿Qué llevan puesto? — sigo indagando.
— Ella un manto rojo en los hombros y él un conjunto deportivo de Nike. — contesta. Al menos está colaborando sin problemas con la información. Tiene algunos 11 o 12 años. Es muy inteligente. Uno de los oficiales que tenía cerca, me da toques en el hombro y me aparta un poco de la niña. Tiene pinta de que algo me dirá.
—La descripción del chico, es la misma del atacante. Su nombre es Luis. — confiesa y mi lado detective se siente muy orgulloso.
—Esto se pondrá interesante. — menuda bienvenida de mierda, pero...me gusta.
Le ordeno al oficial cuidar de la niña y me acerco más a la zona donde está Eric (mi mejor amigo, también agente) y los demás. No hay ni un hueco para poder pasar, así que opto por entrar caminando sobre los coches, específicamente por el suyo. Antes de escuchar reclamos de otra persona, prefiero los de él, a los que ya estoy acostumbrado.
— ¡Oye! ¿Qué haces? ¡Es mi auto! — se queja, tras ver cómo acabo de pasar sobre su coche sin piedad alguna. Ni siquiera me da un abrazo de bienvenida o algo similar. ¿Se recordará que estaba de vacaciones? Lo fulmino con la mirada, tomo la radio y sonrío. —Pagarás el lavado. — vuelve a decir pero lo ignoro completamente.
— ¡Hola, Luis! Aquí el agente Connor. — me comunico con el ladrón.
— ¿Cómo demonios sabes mi nombre? — exclama.
—Tienes a todo un escuadrón de agentes federales rodeándote, así que...pregunta incorrecta. — me tomo la situación con tranquilidad. — ¿Qué es lo que quieres lograr con esto, Luis? ¿Cuál es tu propósito? Porque según mis colegas aun no tocas el dinero. ¿Asaltar un banco no se trata de eso? — le hago señas a los demás agentes para que rodeen el edificio.
—¿Qué cuál es mi propósito? ¿De verdad quiere saberlo? — suena exaltado. — Quiero que todos los policías corruptos como ustedes paguen el precio. No pueden seguir esparciendo su miedo en las calles y creer tener el derecho de dispararle a cualquiera con sus armas.
—¿Y qué tiene que ver el banco con eso? ¿Qué tiene que ver tu madre?
—¿Mi madre? No se atreva a meterla en esto.
—¡Oh! Ya la has metido tú. Porque parece que no te has dado cuenta de que tienes a tu propia madre de rehén y justo ahora, mis agentes les están apuntando. — le revelo. Con los binoculares puedo ver su desconcierto y empieza a buscar entre las personas como loco.
—¡No serían capaces!
—¿No? ¿No acabas de decir que los corruptos somos nosotros? Se acabó tu tiempo, Luis. — cuelgo la radio. —¡Ahora! ¡Entren! — les ordeno, aprovechando sus segundos de desconcierto. Los agentes entran para disparar a los que no sueltan las armas, arrestar a los que se rinden y liberar a todos los rehenes. Sanos y salvos.
Otra misión cumplida.
—Es un gusto tenerte de regreso, Jack. — me dice la inspectora Adams. Lleva su cabello corto y rubio desordenado por el viento y la fría noche.
—Siempre es bueno volver. — esbozo una media y breve sonrisa. — ¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Cómo comenzó esto? — observa el caos a su alrededor.
La inspectora Adams resopla.
—Un grupo de locos, su líder era con quien hablabas: Luis. Viene indocumentado desde México con toda su familia y el gobierno ha intentado deportarlos desde entonces. Creen que hacer este tipo de protestas les ayuda pero la verdad es que no. Solo lo empeoran. — me muestra sus expedientes.
—Ya veo. — se los regreso.
—¿Y cómo estás? ¿Todo bien en Filadelfia? — su pregunta me deja aéreo, pero logro aterrizar a tiempo.
—Sí, todo bien. Tú no te preocupes.
—El que no está bien es mi coche. Pasaste literalmente por encima de él sin piedad alguna. — Eric se vuelve a quejar. — Pero fuera de eso, me da gusto que estés aquí.
—Gracias Eric. — sonrío. — ¿Y qué dices? ¿Nos vamos por unas copas o seguirás quejándote porque pisé tu auto? — se ríe, coloco mi brazo sobre sus hombros y nos largamos de aquí. Luego de unas "vacaciones" fuera de la ciudad, ya estoy de regreso. Y de la mejor manera posible (resolviendo un asalto).
Ya es hora de distraerme un poco y darme la bienvenida que merezco yendo al bar más prestigioso de la ciudad. El bar de Judith. Cuando tengo tiempo libre vengo a tomarme unas cervezas y a liberar el estrés del trabajo. Y es un hábito que me ha funcionado.
Al entrar todo sigue igual, luces neones, bailarinas por doquier y buena música.
—¡Jack! Ya te echaba de menos. Hasta pensé que no regresarías. — me dice Judith, la dueña de todo esto. Lleva una blusa muy escotada donde casi se pueden ver sus pezones. Aunque de todas formas, es la más cubierta de aquí. Las demás, solo llevan bragas y tacones. Tetas por doquier de todos los tamaños y colores.
—De la única manera que eso sucedería, es con la muerte. Y creo que hasta ella corre de mí. — sonríe, ya conoce mi ego lo suficiente.
—Eric. — lo saluda con una sonrisa. — Vengan, los llevaré a la barra. — nos dirige hasta ella y cuando nos acomodamos, sus damas nos empiezan a servir. De quienes Eric parece no poder apartar la vista.
—Veo que la has pasado muy bien sin mí. — tomo un sorbo de mi bebida.
—No como debería. Me sentía vacío en el trabajo, eres mi alma gemela. Llegar al edificio y ver tu sillón sin ocupar...
—Ya basta Eric. Es suficiente. — interrumpo su dramatización. Sé que lo hace para molestarme, así que se ríe.
—Bienvenido hermano. Espero que ya no tengas que volver a ese lugar jamás. — hasta que por fin lo dice.
—Hasta que te das cuenta. — bromeo. — Gracias. — alzamos nuestras copas repletas de cerveza y brindamos por ello. Nos conocimos en la universidad cuando comenzamos a estudiar para ser policías. Estuvimos juntos en entrenamientos, prácticas y afortunadamente, también nos dejaron trabajando en el mismo lugar. Una que otras veces nos hemos salvado la vida mutuamente y eso nos ha conectado más. En conclusión, no sé qué sería de uno sin el otro. Desde entonces, hemos sido como hermanos. Es el único aliado leal y el único amigo que puedo considerar que tengo.
—¿Y cómo está todo allá? ¿Pudiste verlas? — pregunta. Conoce la verdadera razón por la que fui.
—Sí, están bien. Siguen a salvo.
—Me alegra escuchar eso, en serio. Merecen vivir la tranquilidad que tú nunca has tenido.
—Sí, ya lo sé.
—Laura ya tiene sus sospechas. Porque no eres de muchas vacaciones. Si te dejan hasta dormirías en tu oficina. — da un trago hondo de su cerveza.
—No me interesa lo que la Sra. Laura Adams piense de esto. No tengo que darle explicaciones de mi vida ni a ella ni a nadie en ese departamento. — recordarla me pone algo irascible y no quiero sentirme así.
—Vale, está bien. No te enojes. Solo lo digo porque...si no quieres que tu familia completa sea la nueva obsesión de Simmons, es bueno que sepas mentir mejor.
—Eso no pasará. — doy el último trago hasta dejar mi vaso vacío.
Observo el fondo como tonto unos segundos.
—Y dime Jack, ¿deseas a la misma chica esta noche? — Judith se nos acerca otra vez. Eric se hace el sordo y mira hacia otro lado. Me hace gracia cuando lo hace.
—¿Por qué la prisa? Acabo de llegar.
—Hay cinco chicas haciendo fila para que les eches un vistazo. Si me hubieses avisado con tiempo te hubiera preparado una gran fiesta de bienvenida.
—No hace falta. Y está bien, iré con la misma de siempre. ¿Dónde está? — me pongo de pie.
—En la habitación. — señala los pasillos que conducen a esas puertas del infierno ardiente que ya me conozco perfectamente.
—Nos vemos mañana, Eric. — le digo, con una picara sonrisa mientras se queda sentado en la barra tomando y tomando.
—Hasta luego Jack, que disfrutes. — dice, sarcásticamente. Ya me conoce y seguramente también disfrutará de esta noche a su manera.
7 A.M.
El horrible sonido de la alarma me despierta. La apago enseguida y termino de levantarme. Abro las ventanas y dejo que el sol ilumine toda la habitación. Me lavo los dientes, me doy un baño y me pongo la ropa adecuada para un nuevo día de trabajo; un traje de tres piezas negro con una bonita gabardina.
El clima está muy frío últimamente.
Antes de salir, tomo una manzana y la muerdo. Recojo todas mis cosas, incluyendo la llave del vehículo y justo cuando abro la puerta, casi choco con la cara de una chica elegante parada en mi puerta.
Me aparto de inmediato. Mi cara de confusión debe ser bastante evidente.
— ¿Tú quién eres? ¿Y por qué estás en mi puerta? — la observo. — ¿Estás perdida?
—Soy Sarah. Sarah Patterson. Abogada de Williams, su padre. — contesta. Tiene un tono ¿chistoso? en su voz que me irrita.
— ¿Tú? ¿Abogada de mi padre...fallecido? ¿Qué clase de broma es esta? — no ando de buen humor.
—Sé perfectamente que murió y aunque sé lo que se siente pasar por esa situación, no diré "lo siento mucho" porque realmente no lo conozco y no tuve la culpa de nada para disculparme. — un tremendo dolor se apodera de mi cabeza por unos segundos.
— Escucha, solo quiero que leas esto y lo firmes. Estoy pasando por una especie de prueba de mi padre, el que sí es o era el abogado de toda tu familia, la familia Connor. — vuelve a decir mientras trato de no perder la poca paciencia con la que nací.
— ¿Firmar qué mierda? — estoy comenzando a molestarme.
—Como el señor Williams no dejó un testamento donde repartía todas sus casas, terrenos y cuentas bancarias, mi padre decidió ponerle un propietario a toda su fortuna para que no cayera en manos equivocadas. Usted, por su buena reputación, se llevó la mayor parte y tiene que aceptar todos estos beneficios con una simple firma. — me muestra un enorme documento que definitivamente no leeré.
— ¿Y si no quiero firmarlo? ¿Y si no quiero nada de esto? ¿Vas a obligarme? Porque, honestamente, mis pocas neuronas murieron desde que empezaste a hablar.
—No puede hacerme eso. Mi padre es muy exigente y si no lo consigo; si no lo convenzo de firmar el documento para aceptar su herencia, dejará de pagar mi carrera y no quiero eso, nadie lo quiere. Usted tampoco lo quiere. Estoy atravesando una especie de prueba que necesito aprobar y para eso, solo necesito su firma — no había visto un ser humano que hable tanto como ella.
—Si firmo esto, ¿no te volveré a ver jamás? — respiro profundo.
—Por supuesto que no, delo por hecho. Usted firma, salva mi carrera y mi relación con mi padre, y usted recibe su herencia y vive feliz por siempre.
—Muy bien, de acuerdo, pero primero tengo que leerlo, completo. Así que antes de que caiga la noche, te lo haré llegar. — respondo mientras le quito el enorme documento de las manos. — ¿Tienes alguna tarjeta con datos para poder comunicarme contigo después?
— ¡Claro! Aquí tiene. — saca una de sus bolsillos y me la da. — Muchísimas gracias, de verdad. Me ha salvado el día y toda la vida. — no puedo creer que se sienta orgullosa de su pésimo trabajo.
Salgo completamente y cierro con llave.
Aún sigue aquí, no sé qué más podría esperar frente a mi puerta.
— ¿Quieres que te aconseje algo? — me doy la vuelta para verla.
—Claro, sí, dígame.
—Te sugiero que cambies de carrera. Lo haces fatal. — es lo último que le digo antes de irme. Subo a mi jeep y conduzco hasta el departamento federal.
Al llegar, los saludo a todos y voy directo a mi oficina, que de hecho, comparto con Eric. Al cual, encuentro tirando y atrapando una pelota verde lumínica pequeña contra la pared. Tiro todas mis cosas, (incluyendo el documento) sobre el escritorio.
Eric se detiene en cuanto me ve y observa todo lo que traigo.
— ¡Miren quién llegó! El pisador de autos. — otro insoportable más. No hay mucha diferencia entre él y la chica que me topé hace unos minutos. Prefiero ignorarlo y terminar de acomodar todas mis cosas después de algunas semanas de ausencia. — ¿La pasaste bien anoche? — sigue hablando.
—Pregúntale a la chica. — sonrío con picardía.
—Ok, me quedó bastante claro. Es demasiada información en realidad. — solo sonrío y lo ignoro. Empiezo a leer el documento y ver el nombre de mi padre en las escrituras me deja un mal sabor.
— ¿Y eso qué es? ¿Un caso nuevo? — pregunta al darse cuenta.
—No. Es la herencia de mi padre. Le prometí a una abogada novata firmar para deshacerme de ella.
— ¿Por qué te llegó ahora y no antes? Se me hace algo raro que Williams te dejara parte de toda su fortuna y apenas te enteraras.
—No lo hizo él. Fue decisión del abogado a quien Williams sí dejó el poder de escoger.
—Entiendo. — se queda en silencio mientras sigo leyendo. — Y observando la cantidad de papeles que tiene ese documento deben ser muchas las cosas que tienes que aceptar.
—Eso parece pero nada de esto me interesa. Si firmo esta cosa solo será para beneficiar a mi madre. Nadie se lo merece más que ella. — sigo leyendo. — ¿Sabes qué? Lo haré en otro momento. — cierro la carpeta. — ¿Y Laura dónde está? — cambio de tema.
—Reabrieron el caso de Frank, el dolor de cabeza más grande de esta ciudad. Aparentemente lo vieron en alguna parte y están indagando más a fondo.
— ¿Por qué no nos informa de esto? Podríamos ayudar.
—De hecho, la inspectora Adams quiere verlos en la sala de investigaciones enseguida. — nos avisa una de las secretarias del departamento. Eric y yo nos damos miradas breves y vamos de inmediato.
Entramos.
Solo estamos Simmons (jefe militar), un informático (Jimmy), Laura, Eric y yo, por lo que deduzco que es un caso clasificado.
— Bien, ¿cuál es el caso? — voy al grano.
—Frank G. Es uno de los asociados criminales más buscados de la ciudad. Ya saben perfectamente quién es. Especialmente Jack. Hace mucho tiempo formamos más de un plan para poder dar con él y fallamos de la peor manera posible. No podemos permitir que esto pase de nuevo, por el bien de nuestro trabajo y nuestra reputación. — expone Laura. Sé a qué se refiere y tiene razón.
— ¿Tienen algún rastro de él? — más que estar enojado, estoy muy cansado de este imbécil.
—Sí. De hecho, ha estado acudiendo frecuentemente a dos lugares: al bar más conocido de la ciudad y a la casa de esta mujer, la cual, ha sido identificada como "Martha Cross", madre de dos hijos: "Junior y Melanie Cross" — explica mientras el informático pone las fotografías de dichas personas.
— ¿Qué tiene que ver con esa familia? — pregunta Eric. Está muy concentrado en el tema.
— Eso es exactamente lo que no sabemos. Lo único que tenemos son estos videos donde se ve claramente cómo este enfermo sigue a la chica "Melanie" hasta la casa. Ya sabemos de lo que es capaz. Pero tengo el presentimiento de que tiene algo más con esta mujer: Martha. — explica Laura.
—¿Creen que esta tal... Martha es su amante? ¿O una de sus nuevas aliadas?
—Por ahora solo son suposiciones, pero ya sabemos lo inteligente que es este hombre a pesar de que se muestra circulando en las calles como si nada. Por ende, el objetivo será acercarnos a cualquiera de esta familia para sacarle la suficiente información acerca de Frank y si tenemos suerte, finalmente lo encerraremos.
—No podemos dejarlo escapar otra vez. — añade Simmons. — Confío en su trabajo. Solo encárguense de que esto funcione y atrapemos a ese bastardo junto a todos sus aliados. Hagan lo que sea necesario para que sea un éxito. No solo para ustedes, si no para todas las personas que dependen del sueldo de este departamento. — concluye y se retiran de la sala. Han sido demasiado breves. Quizás porque ya nos sabemos el procedimiento de memoria o algo más nos están ocultando. Más que preocuparse por las víctimas, le prestan más atención al mérito y la fama nacional que este edificio pueda tener mientras más casos complejos resolvemos. Laura Adams podría convertirse en otra persona cuando de eso se trata.
Mientras poco a poco me quedo solo, sumergido en mis análisis, no puedo apartar la mirada de la fotografía en grande que ha dejado Jimmy en la pantalla de la tal chica "Melanie Cross". Sus enormes ojos azules están mirando fijamente a la cámara y hay algo en su rostro que me causa mucha intriga.
¿Qué pieza eres en este tablero, señorita Cross?
Melanie Cross.
¡Mierda! Un auto casi me manda a la otra vida cuando intento cruzar la calle. Y por si fuera poco, también se me cae una manzana de la bolsa del mercado del que acabo de salir. Me agacho para recogerla. El auto que casi me atropella se queda parado unos segundos. ¿Estará herido? Ojalá que no. No estoy preparada para tener más problemas. Después de manejar en el coche de mi madre (un vw scirocco 1980 azul), llego a casa. Que, por cierto, es un desastre. Mi madre (Martha) se prostituye para poder cubrir todos los gastos y lo peor del caso es que los trae a la casa sin importarle la incomodidad que nos causa a mi hermano (Junior) y a mí.
No sé quién es mi padre. Siempre dice que fue por cigarros y nunca más volvió. El padre de mi hermano (sí, somos hijos de padres diferentes) es un político importante que le pasa una pensión considerada con tal de mantener su existencia en la oscuridad. Supongo que, si su esposa supiera que tiene un hijo de 23 años fuera del matrimonio, todo se le derrumbaría. Lo peor/mejor del caso, es que a mi madre le importa una mierda. Solo piensa en el dinero y el placer que obtiene tras acostarse con tantos hombres cada noche.
Me tengo que encargar de la cocina, de los quehaceres y todo lo demás en el hogar, mientras está fuera casi todo el día y llega en la noche con un hombre diferente cada vez. A penas tengo tiempo de ir a la universidad. Estudio la licenciatura en administración de empresas y hasta ahora, me ha ido muy bien. Espero graduarme y conseguir trabajo pronto para salir de este agujero para siempre.
Hoy es uno de esos días en los que desayunará en casa, así que alisto la mesa para comer todos juntos. He preparado panqueques y jugo de naranja. Algo sencillo pero sostenible. Junior está muy pendiente del celular mientras que Martha fuma cigarrillo y expulsa el humo sobre la comida. Es desagradable.
—¿Puedes dejar de fumar? Al menos hasta que terminemos de desayunar. Nos podría enfermar. — le pido amablemente. Me alza una ceja pero me hace caso.
Entra el cigarrillo en la caja irónicamente.
—¿Reparaste el coche? — me pregunta.
—Sí, está como nuevo.
—Bien, saldré en el esta noche. Alguien tiene que ganarse la vida en esta casa. — siempre nos lo echa en cara cada vez que puede. — Tendremos un invitado para cenar, así que necesito que prepares algo delicioso, limpies la casa y dejes todo muy bonito.
—¿Cuál de todos tus amantes vendrá esta vez? ¿No te cansas? — le pregunta Junior, con mal tono de voz.
—Ese no es tu problema. ¿Acaso me meto con el hecho de que nunca traigas una chica a esta casa? Tienes 23 años y nunca te he conocido una novia. ¿Eres gay?
—¿Y tú crees que sería capaz de traerla aquí para que vea el desastre que tengo por familia? No, gracias.
—¿Te avergüenzas de tu madre? ¡Todo lo que hago es para que nada les falte! ¿Y así me lo agradecen? — no hay ni un solo día en el que en esta casa no se discuta.
—Eso no te da derecho de tratarnos así.
—¿Tratarlos cómo, dime?
—Como tus esclavos. Tienes a Melanie como tu sirvienta y a mí ni siquiera me das un centavo de todo lo que supuestamente mi padre me envía.
—¿Estás escuchando a tu hermano, Melanie? ¿De verdad piensas que te trato como una esclava? — no respondo a nada, sólo me rasco la frente mientras intento terminar mi desayuno. — ¡Ninguno de ustedes tienen un padre presente! He tenido que sacarlos adelante yo sola y lo mínimo que merezco es su agradecimiento. ¿Cómo pueden hacerlo? Haciendo exactamente todo lo que yo les diga sin cuestionar. — golpea la mesa y se levanta. — Ya se me quitó el apetito. Compra todo lo que haga falta para esta noche y más les vale que encuentre todo listo cuando regrese. — me deja dinero, camina hasta la puerta, toma su abrigo y sale de casa.
Me levanto y recojo los platos de la mesa.
—¿De verdad harás esto? ¿Actuarás como si nada pasara?
—No quiero pelear, Junior. Estoy de acuerdo con lo que dices, pero no quiero armar una guerra. No mientras sigamos dependiendo de ella.
—Podemos irnos de aquí. Ya somos mayores, podemos tomar decisiones.
—Y las tomaré pero cuando gane mi propio dinero. Tú no ganas nada en esa ferretería o al menos no lo suficiente para pagar una renta ¿y me pides que nos larguemos de aquí? ¿A dónde?
—Ok. — creo que lo hice enojar. — Tú ganas. Pero pronto me iré de esta casa y no volveré. Si no vienes conmigo, será la última vez que me verás.
—Junior...
—¡No, Melanie, no! Esto...lo que ella hace con nosotros no está bien. Está enferma de la cabeza. Encontré medicamentos extraños en sus cosas. ¿No has notado que a veces cambia de humor radicalmente?
—¿Qué medicamentos? ¿De qué estás hablando?
—¡Eres tan ingenua que me da rabia! No sales de aquí a menos que sea al mercado o a la universidad y aun así ignoras todo lo que pasa en esta casa.
—Martha es nuestra madre, lo quieras o no. Casi terminamos nuestras carreras ¿y eso es gracias a quién? A ella. Tú solo te enfocas en verle lo negativo a todo.
—¡Y tú solo quieres ver lo bueno en cosas que no existen! — me quedo callada. Solo sigo limpiando la mesa para ir a las compras después (otra vez). — Escucha, no quiero problemas contigo. Así que... calmémonos. ¿Sí? — baja el tono de voz.
—El que provoca los problemas aquí siempre eres tú. — respiro hondo. — Pero está bien. Yo tampoco quiero más peleas. Suficiente tenemos con la cena de esta noche. ¿Te quedarás?
— ¿Para escuchar los asquerosos gemidos de mi madre teniendo sexo con un desconocido? No, gracias. Prefiero cenar fuera. — no lo juzgo. Esta situación es insoportable.
—No quiero quedarme sola. ¿Podrías quedarte por mí, por favor?
—No me quedaré Melanie. Enciérrate en tu habitación como siempre, pero no me quedaré. Lo siento. No puedo. Terminaré mi turno en el trabajo y me quedaré con un amigo. — camina a la puerta y simplemente se va. También me largaría pero ¿a dónde? No tengo amigos, no tengo dinero, ni muchos lugares en donde refugiarme. Solo tengo esta disfuncional familia y esta casa.
9pm.
Todo quedó listo. Creo que me he empeñado de más y ni siquiera sé quién vendrá. Antes de que pueda darme un baño, Martha llega con su invitado especial. Salió con un atuendo diferente esta mañana y ahora lleva un vestido negro con una coleta que le queda bastante bien.
—¡Hola! ¡Mamá ya llegó! — se oye contenta.
—Hola. Bienvenido señor. Siéntese como en casa. — trato de ser educada.
—Frank, te presento a...mi hija, Melanie. — su expresión cambia de emocionada a más sensata y no entiendo por qué. Normalmente tiene estos cambios de humor repentinos. —Melanie, él es Frank. Un buen y viejo amigo. — que lo presente como su viejo amigo es porque de verdad lo es. Ya que Martha no es de buenas amistades. Nunca se lleva bien con nadie.
—Mucho gusto, Melanie. — me extiende su mano y la estrecho. Al menos va bien vestido. — Veo que la belleza es de familia.
—La mesa está lista. Pueden pasar. — cambio de tema y los guío al comedor. Puedo sentir que me mira de manera extraña y me estoy incomodando.
Les sirvo y voy a la cocina.
—¿No cenarás con nosotros?
—No. Prefiero darles privacidad.
—Por supuesto que no. Me gustaría conocerte mejor. Por favor siéntate. — miro a Martha para buscar aprobación en su mirada y aunque no tiene muy buena cara, me indica la silla frente a ellos.
—Okey. — cómo deseo que Junior esté aquí, haría este momento menos incómodo.
Me siento con ellos y empezamos a cenar.
—Y dime...Melanie. ¿Estudias? — empieza a hacerme preguntas.
—Sí. Me falta poco para terminar la carrera.
—¡Qué buena noticia! Debes estar muy orgullosa, ¿no es así, Martha?
—Sí, sí que lo estoy. — no parece estar muy a gusto con la conversación.
—Tienes 21 años, ¿cierto? — frunzo el ceño. ¿Cómo sabe eso? — Es solo una percepción. Aparentas tener esa edad, ¿acerté?
—Sí, acertó. — intento seguir comiendo con tranquilidad. — ¿Y ustedes...qué son? ¿Es el novio de mi madre? — me atrevo a preguntar.
Ambos se ríen.
—¿Desde cuándo tu madre tiene novios? Frank es solo... — se acerca a su oído y lo lame. — Una aventura peligrosa y apasionante. — noto que desliza su mano en su entrepierna. Esto está siendo demasiado fatigoso. — ¿Ves, Melanie? Esto les encanta a los hombres. Si quieres verlos a tus pies solo aprende a tocar sus puntos débiles. — dice mientras descaradamente mete su mano en sus calzones y lo masajea.
Veo hacia otra dirección.
—Olvidé que tengo cosas que hacer, así que...con su permiso. — me retiro antes de perder mi gran paciencia.
Entro a mi habitación y respiro profundo. ¿Cómo pueden ser tan cínicos? Me quito toda la ropa y me meto en la bañera, dejando que el agua que cae de la regadera moje toda mi pálida piel. Si quieres verlos a tus pies solo aprende a tocar sus puntos débiles. Sé que se burla de mí porque sabe que no he tenido sexo con nadie. No he tenido la oportunidad de conocer algún chico lindo y no hablo solo de su físico. Quisiera entregarme en cuerpo y alma a un hombre caballeroso, seguro de sí mismo, educado y protector. ¿Cómo se sentirá hacer el amor? ¿Cómo sería tener a un hombre dentro de mí, consumiendo todo mi ser? Es algo que algún día descubriré, pero es evidente que no dentro de mucho tiempo.
Cuando termino de ducharme, me coloco la toalla y casi me caigo del susto al ver a Frank sentado en mi cama.
—¿Qué hace aquí? — aunque llevo la toalla, cubro mi pecho con mis brazos.
—Estaba buscando el baño pero creo que me...perdí. — no me gusta la forma en que mira mis piernas.
—Pues ya vio. Ahora salga, por favor. — espero que me obedezca.
—Está bien, está bien. — se levanta y camina hasta la puerta. Mientras más se aleja mejor me siento. — Aunque...pensándolo bien...creo que podríamos entendernos. Incluso mejor que tu madre. — en lugar de salir, cierra la puerta y vuelve hacia mí.
—No. ¿Qué hace? ¡Salga de mi habitación! — le grito. Me estoy enojando.
—Eso no va a pasar. — mientras se acerca a mí, busco algo con lo que defenderme pero hasta ahora no veo nada. Solo tengo mucho miedo.
—Si da un paso más voy a gritar. — le amenazo.
—Hazlo. Nadie te escuchará. Ni siquiera tu madre. — mi madre. Creo que le ha hecho algo para poder entrar aquí. Esto no está nada bien.
—¡No! — grito cuando se acerca a mí y me sostiene fuertemente de los brazos. Intento apartarlo pero me tiene acorralada y es más fuerte que yo. — ¡Suélteme! — clavo mis uñas en su cara y me libero de él.
Corro hasta la puerta pero mis manos están tan temblorosas que ni siquiera puedo abrirla.
—¡No irás a ninguna parte, zorra! — me toma del cabello y me lanza al suelo. Vuelve a acercarse a mí, me levanta y me tira sobre la cama. — Me divertiré mucho contigo, chiquita. — me susurra mientras me acorrala con todo el peso de su cuerpo sobre mí.
—¡No! ¡Ayuda! — grito con la esperanza de que alguien me salve.
—Shhh. — cubre mi boca y siento el filo de una navaja en mi cuello. — Si te mueves y vuelves a gritar, te mataré en esta misma cama. — las lágrimas caen por mis mejillas y el miedo hace que me quede inmóvil.
Me quita la toalla y me deja completamente desnuda.
Intento gritar pero su asquerosa mano me presiona tan fuerte que ahoga mi voz. Con su otra mano toca todo mi cuerpo y siento una horrible repulsión. Intento cerrar mis piernas pero con las suyas me obliga a separarlas. ¡No! Esto no puede estar pasándome. No a mí. Cuando comienza a tocar mi vagina, muerdo su mano e intento empujarlo con todas mis fuerzas pero me golpea tan fuerte en la cara que me marea.
De repente ya no puedo sentir nada y no puedo moverme. No tengo suficientes fuerzas para hacerlo. Abro los ojos lentamente y cuando lo veo menearse frente a mí mientras cierra los ojos y menea la cabeza como loco, regreso a la realidad. Está abusando de mí. Se está metiendo dentro de mí y ni siquiera puedo sentir nada.
No dejes que esto pase, Melanie. No lo permitas.
Acerco mi brazo a la mesita que queda a mi lado, tomo la lámpara y se la reviento en la cabeza, lo que me da ventaja de levantarme y salir corriendo. A penas puedo ponerme unos shorts cuando vuelve a atraparme y arrojarme contra la mesita de noche. Coloco mi mano en el golpe y noto que estoy sangrando, pero antes de que pueda acercarse otra vez, veo cómo Martha lo apuñala por la espalda varias veces sin parar hasta dejarlo muy mal herido en el suelo. También tiene un golpe en la cabeza, por lo que deduzco que la ha golpeado para poder hacerme esto.
Estoy pasmada. No puedo moverme, ni dejar de ver el cuerpo de Frank desangrándose en el suelo.
— ¡Maldito desgraciado! ¡Maldito! ¡Maldito! — le grita a pesar de que ya parece estar muerto. — ¡Ven cariño! Tienes que vestirte e irte de aquí antes de que llegue la policía. — la escucho, pero no reacciono. — ¡Melanie! ¡Hazme caso!... ¡Escúchame! ¡Tienes que salir de aquí! — sigue diciéndome, pero ni siquiera puedo moverme. — ¡Maldición! — me levanta, me sienta en la cama y entra algunas de mis cosas en una mochila.
Saca un suéter blanco, jeans y zapatos. Y como no tengo fuerzas para vestirme por mi propia cuenta, lo hace ella. Mi vista se pierde por largos segundos y no sé qué hacer. Martha grita mi nombre una y otra vez, tratando de devolverme a la realidad, pero no es posible.
—Préstame atención. Tienes que ir al bar de Judith, a ningún otro lado más, no es seguro. Allá lo estarás al menos un tiempo hasta que vuelva por ti. Preguntarás por Judith y le darás esta nota. Ella sabrá qué hacer inmediatamente, ¿me entiendes? — mi vista está perdida en la sangre de Frank manchando el suelo — ¡Melanie! — me golpea la cara, haciéndome reaccionar y salir del trance del que estaba.
Cojo la tarjeta que me ha dado.
Estoy muy asustada y aunque no quiero dejarla sola, sé que si la cuestiono, las cosas se pondrán peor.
— ¿A dónde irás tú? No quiero dejarte sola. — finalmente me sale la voz, pero sigo temblando.
—Estaré bien. Tengo contactos que podrán ayudarme. Así que vete ahora. Voy a quemar la casa para eliminar evidencias, pero necesito ponerte a salvo. — se ve mucho más nerviosa y asustada, pero sabe manejarlo mejor que yo.
— ¿Y Junior? ¿Qué pasará con él?
—Lo llamaré y le explicaré. Tendrá a dónde ir, así que deja de hacer preguntas de una puta buena vez y hazme caso. ¡Lárgate! Pide un taxi en la esquina y dale la dirección que está en la tarjeta. ¡Ahora! — me ordena, dándome dinero y empujoncitos hasta la puerta.
No me queda de otra que hacer lo que me pide e irme. Por suerte, un taxi pasa, lo detengo y cuando le doy la dirección, me mira de manera extraña, pero me lleva de inmediato. ¿Qué demonios acaba de pasar con mi vida?
Luego de algunos minutos, aquí estoy. Frente a este oscuro lugar con un letrero que dice: "Judith's Bar" en neón delante.
¿Es este lugar en donde tendré que refugiarme? ¿Acaso podría ser mi vida más catastrófica?
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