Yoongi dejó su celular a un lado de la cama y no pudo evitar reprimir una risita en cuanto vio a su lindo esposo entrar a la habitación con un puchero y sus ojitos cristalizados, Jimin se acercó y gateó en la cama hasta acostarse encima del mayor.

— Eres un llorón, amor. — Se burló dejando caricias en el cabello de Jimin.

— E-Es que eres tan lindo conmigo y si-siempre me dices cosas bonitas, Yoonie. — Sollozó contra el pecho contrario.

— Entonces ya no te diré nada. — De inmediato sintió un golpe en el brazo. — ¡Ey!

— Tienes que decirme cosas bonitas, soy tu esposo. — Exigió levantando la mirada para mirarlo, Yoongi aprovechó y le robó un beso.

— Por supuesto que siempre te diré cosas bonitas, Min Jimin.

— Ahora te gusta mucho mi nombre, ¿No? — Preguntó con una sonrisa.

— Siempre me ha gustado, pero ahora es perfecto. — Alardió. — Además, es como un sándwichito.

— ¿Cómo un sándwichito? — Preguntó riendo.

— Si, es que el Ji queda entre dos Min, ¿Entiendes? MIN JiMIN. — Le explicó, poniendo énfasis en lo que trataba de explicar.

— Ya, entonces el Ji es el jamón, ¿No? — Preguntó sin dejar de reír.

— Exacto, ahora entiendes. — Le siguió el juego.

— Eres un caso, Min Yoongi. — Negó divertido.

— Si, por tu culpa, pero ¿Ya qué hacemos?

Jimin volvió a enterrar su rostro en el pecho de Yoongi, relajándose con el sonido de los latidos del corazón, y Yoongi repasaba una vez más todo por lo que ambos habían pasado, desde que se conocieron hasta ese punto.

Y a pesar de los malos momentos, agradecía con el alma haber luchado tanto para que ahora pudiera tener entre sus brazos a su pequeño Minnie, porque todo lo que hizo y todo por lo que pasaron juntos valió la pena por completo.

— ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando terminamos? — Preguntó Yoongi, dejando caricias en la cintura de Jimin.

— Uhm... Justo esos momento están algo borrosos, estaba muy alterado. — Confesó avergonzado.

— Me dijiste que contigo era diferente, que no te amaba como lo quería a él. — Le recordó. — ¿Y sabes qué? Tienes razón, cariño. — Jimin levantó la cabeza de inmediato.

— ¿Qué? — Preguntó con miedo.

— Por supuesto que no te amo como lo quise a él, Jiminnie. Jamás será igual.

— Yoongi. — Le habló tratando de separarse del mayor, pero este no lo dejó.

— A ti te amo muchísimo más de lo que he amado a cualquier otra persona, Jimin. — Y el menor dejó de forcejear. — Y tampoco es igual, porque tu eres el amor de mi vida. Es muchísimo más distinto, cariño. — Jimin mordió su labio inferior, notando como sus ojos volvían a cristalizarse.

Jamás le había encantado tanto que Yoongi sea diferente con él.

—El destino está celoso de nosotros. — Yoongi sonrió.

— Como tu estoy tan asustado, cuando me ves, cuando me tocas.

— Tú eres mi penicillium, salvándome, mi ángel, mi mundo.

— Soy tu gato calicó. — Jimin soltó un pequeña risita, Yoongi si era su gatito. — Aquí para verte, ámame ahora, tócame ahora.

— Solo déjame amarte.

— Desde la creación del universo, todo estaba destinado, solo déjame amarte. — Jimin sonrió hasta que sus ojitos desaparecieron.

— Tú lo sabes, hyung.

— Yo lo sé, Jiminnie.