—Hoy es tu comida favorita… — Colocó el plato delante de mi, viéndola poner los otros dos. —Hoy el día estuvo algo pesado— Se relajó en la silla papá.

—Mañana es domingo, podemos solo limpiar un poco y relajarnos los tes en casa— Me miró sonriendo, asintiendo yo, mientras tanto ella encendiendo la televisión.

—Un barco de carga en el pacifico sur fué volteado por un gran oleaje— Vi las noticias, mostrando el mar y muchas cosas de colores alrededor de un barco boca abajo.

—Esto ocurrió hace unas doce horas, los equipos de rescate apenas pudieron acercarse hasta este momento— Seguí viéndolo.

—Dada la ubicación, los primeros en llegar fueron un par de Jaeggers, ayudando a la tripulación— La cámara empezó a mostrar a un robot gigante cerca de otro barco más grande.

Me gustaba, se veía muy bien en medio del océano.

En medio de aquellas imágenes, la imagen pasó a un rojo, con un sonido estridente. — ¡Un Kaijuu está en nuestras cosas, esto no es un simulacro! — Siguió aquello después.

— ¿Un Kaijuu aquí? — Preguntó papá, viendo con más atención la televisión. — ¿Dónde está? — Le subió volumen mamá.

Seguido a ello escuché el nombre de nuestra ciudad, pocos segundos después un golpe muy fuerte, cortándose la electricidad, estando todo a oscuras.

— ¡Hay que correr! — Indicó papá, tomándome con fuerza, saliendo de nuestro edificio lentamente junto a todos.

Una vez fuera, podían verse desde no tan lejos algunos incendios, seguidos de golpes fuertes.

— ¡Tenemos que ir en dirección contraria! — Gritó alguien, empezando a correr todos intentando dejar atrás aquello.

Cada vez se sentía más y más fuerte cada golpe, intentando no mirar atrás.

Aunque quizá la ansiedad o el miedo me ganaron, mirando hacia atrás, notando como aquello brillaba en la oscuridad, tropezando y cayendo, viendo de frente ahora aquel monstruo, inclusive en la misma oscuridad de la noche.

No podía moverme, no podía llorar, no podía reaccionar.

Antes de acabar aplastada, sentí un gran jalón, siendo mi padre, me había lanzado con todas sus fuerzas, quedando debajo de la pata de esa cosa, empezando a correr lo más que pude.

Mi madre terminó tomándome de la mano, guiándome hacia donde ir.

Tomamos una curva. — ¡Todo va a estar bien! — Me limpió las mejillas, sintiendo como aquel monstruo se acercaba más y más. — ¡Corre hacia allá y escóndete, yo te voy a buscar después! — Señaló, emoujandome un poco, haciéndole caso, corriendo nuevamente.

Después de un momento sentí como el suelo se movió, cayendo otra vez, volteando y viendo como sus ojos me estaban mirando.

Me levanté, sabiendo que no iba a poder correr más rápido.

Toqué mi pecho, sintiendo mi corazón latir como nunca antes lo había sentido.

Tenía que pelear, empecé a imaginarme un arco y flecha en mis manos, temblando a la vez que erigia esa postura.