36
¿Dónde estoy? Sabía que podía abrir mis ojos y los tenia abiertos, pero todo era negro, del que no importa cuanto dures viéndolo, nunca se aclara.
¿Perdí? ¿Todos murieron?
Empecé a sentir frío, tomando mis rodillas entre mis brazos.
Al final fuí una buena para nada, todos fueron demasiados buenos conmigo.
Volví a cerrar los ojos, esperando a desvanecerme por completo.
Aunque ahora que si que los tenia cerrados, podía distinguir algo rojo, muy a la distancia.
—Tengo que matarlos… — Pequeñas sensaciones empezaban a recorrer mis extremidades.
Si bien, seguía sintiendo aquel odio únicamente por los Kaijuu, podía sentir como me iba a arrastrar a dejar de existir.
Ante aquella pequeña chispa, empecé a nada a contra corriente.
Quizá no estaba muerta, quizá podía regresar. Al menos iba a poder verlas.
— ¿Dónde crees que vas? — Escuché nuevamente, apareciendo ante mi aquel Kaijuu que había entrado en mi cuerpo. —Tenemos que exterminarlos— Aquello era más una orden, aunque mi cuerpo la estaba ignorando.
Yo lo iba a decidir.
Aquel Kaijuu empezó a atacarme, pero ya no me sentía débil, podía sostenerlo y alejarlo, aunque mis manos no eran lo suficientemente afiladas para despedazarlo.
Siempre supe que las piernas y mandíbula humana tenían las mayores fuerzas del cuerpo, como tenía más fácil lo de la boca, empecé a morderlo, doliendome en el pecho.
Pero si era devorar o ser devorada, iba a hacer lo que sea para no morir.
Mordida tras mordida, iba empezando a tener más control, empezando a recobrar mi consciencia.
Hasta que sentí como iba destranformandome, perdiendo todo conocimiento desde ese punto.
Al volver a sentir mi cuerpo sentí como nuevamente estaba flotando algo, moviéndome desesperada, al sentir cables y sobretodo, un respirador, me di cuenta de que estaba despierta.
Segundos después vi a Jihyo sorprendida, corriendo a saber dónde, tampoco podía distinguir nada, el líquido me dificultaba la visión.
Quizá dos minutos después noté una pequeña luz, quizá de una puerta, acercándose unas figuras, que poco a poco distinguía como humanos, más específicamente, la capitana y sub capitana de mi escuadrón.
— ¿Estás bien? — Preguntó Nayeon, escuchándolo muy tenue, asintiendo, luego haciendo un pulgar hacia arriba.
¿No me iban a ejecutar?
El liquido empezó a drenarse, después de un rato abriéndose lo que lo sellaba.
—Bienvenida de vuelta, número diez— Escuché de Mina.
Ya no era yo, ahora era el número diez, debería de habérmelo esperado.
—Eso diría si no te conociera desde los once años— Se acercó un poco, señalandole algo a Jihyo, empezando a quitarme todo.
—De no ser porque todo se salió de control, habríamos tenido que cederte al centro operativo– Me indicó, sin entender nada.
— ¿Ya no puedo pelear junto a ti? — Pregunté queriendo entender algo. —Siempre y cuando no hagas otra locura— Sonrió al final.
Pese a que seguía húmeda en general, empecé a sentir las lágrimas.
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