34
¡No puedo morir!
No así… no enfrente de todos…
Empezaba a dejar de sentir el cuerpo por tantos golpes, quizá mi consciencia se estaba yendo.
Tenía que llevármelos conmigo, tenía que salvarlos a todos.
—Tengo que matarlos… — Escuché dentro de mi. —Tenemos que matarlos— Le respondí, sintiendo más y más calor dentro de mi, recuperando un poco la consciencia.
O eso quería pensar, sentía que ya no estaba moviendo del todo mi cuerpo yo, pero daba igual, necesitaba todo lo posible.
Dejé de solo recibir golpes de los tres para darles algunos de regreso, cada vez tenía que darles más y más.
Aunque estaba siendo imposible, parecía como si no tuvieran puntos débiles, cuando lograba conectar algo, parecía que lo hacían a propósito.
—Hay que matarlos a todos… — Nuevamente escuché, aunque más a la distancia, sintiendo como empezaba a dormirme.
Estaba luchando conmigo misma por mantenerme y seguir peleando, quizá iban a llegar otros capitanes, necesitaba conseguirles tiempo, lo que sea, no me podía ir así sin más…
Empecé a expulsar cuantas llamas pude, siendo un pequeño modo de evitar tantos golpes tan rápidos.
Quizá podía correr y darles más tiempo así, empezando a hacerlo, pero comiéndome una patada de lleno que me hizo chocar contra el mismo sitio donde Nayeon chocó la primera vez, sintiendo como algo se había roto, no podía moverme del todo.
Y allí fué cuando me sentí en medio del mar, aprisionada por una presión que parecía arroparme.
Al abrir y cerrar los ojos pude volver a ese momento.
Mina estaba llorando, yo intentaba hacer que no viera lo que había quedado de su padre mientras la levantaba y empezaba a salir corriendo.
Mientras tanto yo no podía para de sentirme impotente e inútil, la primera y única amiga que había hecho en Japón estaba llorando por su padre.
Vine a Japón para matar Kaijuu y otra vez solo podía correr.
Había venido aquí para evitar que esto pasara.
Había pasado todos los exámenes y era del cuerpo oficialmente, pero solo podía implorar porque alguien más los salvara, ni siquiera con tal podía en mis manos podía hacerlo yo misma.
¿Por qué cuando todo parecía irme bien siempre me pasaba esto?
Ya no iba a poder estar en casa con Chaeyoung, ni ver el inexpresivo rostro de Tzuyu, ni ver al par tierno de Dahyun y Sana.
Tampoco podía terminar de conocer a Momo, ni estudiar más con Jihyo, ni siquiera había podido hablar casi nada con Jeongyeon…
Nayeon ya nunca más iba a molestarme y jugar conmigo…
—No tiene que quedar ninguno… — Escuché otra vez, siendo ahora hacia abajo, dejándome caer simplemente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro