Oportunidad 7
Sofía Montes
Unos ladridos me despiertan y estoy a punto de comenzar a gritar cuando recuerdo que esos ladridos provienen de mi nuevo amigo, Choco.
Está con su lengüita afuera y haciendo los típicos sonidos de perros, no deja de mirarme y al parecer tampoco tiene deseos de esconder su lengua.
Me acurruco más entre las sábanas y agarro a Choco para abrazarlo. Juro que en tan poco tiempo le he cogido un enorme cariño. Ya ha pasado pocos días que este nuevo amigo apareció en mi vida y algo que me gusta de los perritos es que muestran ese amor inocente que todos queremos. Solo nos aman porque si.
Salgo de la cama y Choco se queda en ella, es demasiado perezoso.
Hago todas las tareas mañaneras y cuando ya estoy lista para salir dejo los platos del perrito preparado y me marcho hacia la escuela.
El día se me hace largo; con las clases, tareas y la organización del concierto no tengo tiempo ni para pasar por la cafetería a comer algo y para cuando ya termino con todos los deberes quiero ir en busca de Nate.
Estos últimos días nos hemos reunido en la escuela, al menos en el recreo, para conversar y mantenerle al tanto del perrito que él me regaló. Pero hoy no lo he podido ver. Tengo que decir que toda incomodidad que tenía con él luego de aquella fiesta había desaparecido, ahora en cambio lo buscaba en cada momento libre que tenía.
Se acercaban los festivales más importante del año, por lo que el consejo estudiantil está ahogado en tareas y trabajos creativos. A todos los miembros nos gusta buscar ideas de campañas para este tipo de festividad, creemos que es algo bueno ayudar a alguien así que buscamos realizar donaciones y estas fechas son el mejor momento para eso.
Busco a Nate en su salón, pero este está más desierto que el Sahara; ya terminó el día escolar así que todos se han ido. Pero le envié hace unos minutos un mensaje a Nate preguntando dónde estaba y me había respondido que todavía no podía irse de aquí. Y preguntarle dónde está con exactitud sería decirle que lo quiero ver, lo cual no quiero que sepa aún.
Reviso en todos los salones donde debería de estar, pero no lo encuentro ni siquiera en la biblioteca. Estoy caminando por el patio, pensando en si debo volver a enviarle un mensaje, cuando lo veo recostado a un árbol. Está de más decir que mentalmente no se encontraba ahí, sino dentro de las páginas del libro que leía.
Me acerco con lentitud a donde él estaba, analizando cada uno de sus rasgos. Últimamente quería pasar mis dedos por su pelo, y sentir la suavidad de estos; tocar cada una de sus pecas y besarlas, para luego hacer un recorrido hasta sus labios y.... ¡Ya estoy pensando cosas de más!
Empiezo a toser incómoda del camino al que iban mis pensamientos y termino de caminar más rápido hasta él, haciendo que se dé cuenta de mi presencia.
Su primera reacción es sorpresa, supongo que de encontrarme ahí cuando ni siquiera avisé; pero luego sonríe como si fuera un niño al que le dieron un caramelo.
—¡Hola!— exclama con entusiasmo, mientras que yo le respondo con timidez. Comienza a reírse, burlándose de mí—. Esa no eres tú, Sofía. No tienes que sentirte así de incómoda conmigo— me dice y asiento sin dudarlo.
En un instante ya estamos envueltos en una conversación tras otra, hablando de temas sin importancia pero satisfechos con la presencia del otro. Yo podía decir que había pasado un buen día desde el momento en que empiezo a hablar con Nate.
—En unos días comienzan los festivales— comienza a decir con timidez—, me gustaría usar una oportunidad para ir contigo.
Sus ojos tienen ese brillo que me gusta, mantiene una alegría que no disminuye aunque piense que le podría dar una respuesta negativa.
—Claro, ¿por qué no?— respondo encogiéndome de hombre, aunque hubiera querido responder Claro, contigo a donde sea.
Aún no estoy acostumbrada a ese nuevo sentimiento que acabo de aceptar hace tan sólo unos días y me da miedo lo que ocurrirá si acepto esos sentimientos. Elisa estuvo insistiendo que escuchara a mi corazón, pero tengo miedo todo lo que respecta a él.
Nate sonríe y seguimos hablando durante otra hora más, pero cuando el sol ya comienza a ocultarse nos vemos en la obligación de despedirnos.
Con un abrazo le prometo su oportunidad y me voy.
༺ॐ7ॐ༻
No me sentía segura con mi reflejo en el espejo. Por primera vez la ropa del armario no me era suficiente y nada me quedaba bien desde mi punto de vista. Los nervios se notaban desde lejos.
Los días habían pasado y ya los carnavales habían comenzado. Pero fue al tercer día en el que logré escapar de mis responsabilidades y aceptar la oportunidad de Nate.
Pero ahora me encontraba aquí, frente a mi espejo, pensando que tal vez unos pantalones rasgados y un top negro era demasiado para la ocasión. Repito: había más nervios que Sofía Montes en estos momentos.
Un toque en la puerta me hace dar un brinco en el lugar para luego girarme y ver a mi hermano en medio de la entrada de mi habitación.
—Entra.
— Quería hablar contigo— comenta mientras se dirige a mi cama—, solo tomará unos minutos. Elisa está hablando con tu amigo en el salón.
—¿Ya Nate llegó?— pregunto aún sabiendo la respuesta debido al comentario de Daniel. Los nervios me tenían haciendo preguntas sin sentidos.
—Si, hace unos minutos, está con Elisa y Emilio— se encontraba con la mirada baja, pero me mira de repente con una expresión demasiado seria para mi gusto—. Siéntate.
A pesar de todo, Daniel es la única persona que ha estado a mi lado en cada etapa de mi vida. Y entiendo que no esté actuando correctamente con toda su situación pero, ¿los seres humanos no cometen errores?; y siempre voy a estar a su lado, apoyándolo, como él ha hecho conmigo.
—Hace días que no te veo por la casa— susurra y sé que es su método de calmarse antes de hablar lo que realmente quiere. Siempre ha hecho eso.
—Es verdad; con la preparación del festival, el concierto que realizará a final de curso y las salidas con Nate casi no nos hemos visto.
Esa es mi única respuesta y él suspira.
—Hace una semana Emilio tuvo un partido en la escuela— comienza a hablar del tema al que vino—. Ganaron, tres a cero; y ver a mi pequeño jugando....no puedo expresar todo el orgullo que tengo solo recordando eso. Pero la alegría de Emi vale oro— la voz le quiebra de las lágrimas que intenta contener y yo lo abrazo por los hombros tratando de consolarlo.
»Elisa me dió un ultimátum. O me concentro en mi familia y maduro, o ella termina de preparar todo para marcharse. Y es cierto que estuve mucho tiempo tratando de huir de toda mi situación, pero ya no. Mi hijo y mi chica son muy importantes para mí, y voy a luchar por recuperar a Elisa nuevamente.
Con el dorso de la mano se limpia el rostro de las lágrimas rebeldes que lograron su camino por sus mejillas y me mira, dándome a entender que terminó todo lo que quería decir. Mientras que yo lo único que puedo hacer es mirarlo con total sorpresa sin entender su cambio repentino.
—Solo quería que supieras que se acabó ese Daniel irresponsable y desinteresado. Cometeré errores pero intentaré mejorar todo lo posible— se levanta de su lugar, dejándome sola en la cama, para luego dirigirse a la puerta. Desde ahí dice de espalda a mí:— Se ve que Nate es un buen chico.
Me quedo un rato sentada en la cama, en silencio, hasta que recuerdo que Nate ya había llegado y con rapidez agarro el bolso pequeño que ya había organizado y voy al salón, para encontrarlo jugando con Emilio.
Elisa estaba sentada en el sofá mirándolos a los dos sentamos en el suelo mientras jugaban con los carritos del pequeño. La situación me parecía tan extraña, pero a la vez tan hermosa que saco mi celular para guardar el recuerdo en una foto.
Pero me olvido de quitarle el flash a la cámara, por lo que al hacer la foto todos me miran.
En cuanto los ojos de Nate se conectan con los míos me olvido del mundo exterior, no existe nadie más que él y yo, y de nuevo este sentimiento me parece aterrador.
—¿Vamos?— Nate sonríe como si supiera lo que estaba pensando en estos momentos. Aunque no me sorprendería que todas mis emociones se reflejaran en mi rostro.
Yo solo asiento, guardando el celular en su lugar y dirigiéndome a la salida cuando él se levanta del lugar.
—¡Cuídense!— me mira Elisa con una expresión cómplice y es cuando sé que hace unos instantes tenía subtítulos en el rostro.
Salgo con rapidez de la casa con Nate detrás de mí y nos dirigimos en silencio al sitio donde se realizarán los festivales.
Las calles estaban llenas de colores. Los colores pasteles y origamis de flores se encontraban en cada parte de las calles, reprensentando a mi pueblo; el nombre April Town estaba en cada cartel que portaban las personas. Era magnífico ver la alegría que tenían las personas por fechas cómo estas, parecía que esperaban todo el año solamente por estos días.
Nate me coge de la mano y caminamos por las calles del pueblo, observando cada espectáculo formado en las esquinas de cada calle. Para mí no era una sorpresa todo esto, al final yo aporté a la formación de esta magia, pero ver todo lo logrado me hace sentir orgullosa de mí y mi equipo.
En el trayecto del camino veo a una familia jugando con su niño y, por primera vez, sonrío ante tal escena. Saber que Daniel va a actuar para ayudar a su propia familia me hace la persona más feliz del mundo.
Miro a Nate sonriendo aún. Y ya no tengo miedo por los sentimientos que tengo por él, pero no los digo.
Le sonrío, me devuelve la sonrisa llena de amor y seguimos caminando.
En momentos así las palabras sobran. Solo nos miramos, sonreímos, reímos y de vez en cuando bailamos.
Puedo decir que esta fue una gran noche. Por fin me sentía feliz por completo y no sentía ningún obstáculo en mi camino. Estaba segura que al terminar las diez oportunidades Nate y yo íbamos a seguir viéndonos.
Ya nada me detenía.
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