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Oportunidad 1

Sofía Montes

Termina el ensayo de música para el espectáculo que haremos en unos meses y ya estoy agotada. No tengo ni una gota de energía en mi organismo.

Ser la presidenta del consejo de escuela es agotador, pero al fin y al cabo es algo que me gusta hacer. Dar órdenes, organizar eventos, que todos me conozcan; esas son mis cosas favoritas. He construido una imagen y aquí está el resultado de ella. Y siendo sincera me siendo orgullosa de todo lo que he logrado.

Muchos de los que pasan por mi lado me saludan y los recibo como la persona ejemplo que debo ser para toda la institución; y aunque todos me conocen, yo conozco a muy pocos de ellos

—¡Adiós, chicos! Nos vemos en el próximo ensayo.— me despido para comenzar a dirigirme hacia mi taquilla.

Siento el cuello tenso de lo cansada que estoy y dirijo mis manos hacia el área para darme masajes mientras camino hacia la taquilla. Solo tengo ganas de llegar a mi casa para poder tener mi baño de espumas y dormir todo lo que queda de día.

Cuando abro mi taquilla un pedazo de papel cae de esta, pero no le pongo atención a lo que diga. Al ser la presidenta escolar soy bastante reconocida y muchos me envían cartas de admiración a menudo, por lo que pienso que este papel es uno de esos, así que sin darle atención guardo la nota pensando en que luego la leeré.

Después de guardar todo voy a hacia mi auto para dirigirme hacia mi casa y cuando llego a esta me olvido del baño y voy directo hacia la cama, cayendo a esta mientras tiro los zapatos y el bolso a cualquier lado de la habitación. He tenido tanto trabajo últimamente con el concierto que el instituto quiere realizar con fines de caridad y hoy por fin puedo descansar.

Miro al techo pensando en el chico que hace unos días se me declaró. Pensé que en cuanto escuchara mi rechazo iba a huir como hacen todos los de su tipo, pero en cambio se atrevió a plantearme aquel estúpido trato, el cual solo acepté por diversión.

Sin darme cuenta mis ojos ya se están rindiendo y caigo gustosa en los brazos de Morfeo.

༺ॐ1ॐ༻

Me despierto al escuchar los gritos de todos los días. Aún no comprendo cómo, después de tantas peleas, pueden seguir juntos.

Con un suspiro me deshago de las sábanas que escondía mi cuerpo y de mala gana me dirijo hacia mi baño para relajar los músculos que tengo tenso por el cansancio acumulado todos estos días. La ducha es el mejor lugar de todos, donde si fuera posible me quedara ahí todo el tiempo. El agua cayendo sobre mi cabeza y recorriendo todo mi cuerpo es lo más relajante que puede existir.

Seguro llegué a estar parada bajo la ducha una hora, pero no me importó. Lo único que logró sacarme de ese lugar fueron las protestas de mi estómago rogando por comida. Te odio, estómago

Cuando salgo del baño me coloco mis tenis favoritos para ir a robar algo en la cocina, pero de inmediato que salgo del cuarto soy interrumpida.

—¡Eres un maldito idiota!— dice la morena con el rostro lleno de lágrimas para luego marcharse a paso rápido.

Aún conmocionada por lo ocurrido a metros de donde estoy miro hacia el lugar contrario de donde se fue aquella chica. Y como creía, ahí está mi hermano con el arrepentimiento dibujado en su rostro.

Daniel Montes, bastante conocido por ser uno de los mejores jugadores de su equipo de fútbol. Amable, sociable y atento por ayudar a todos lo que lo rodean. O por lo menos esa es la imagen que da. En casa siempre es el chico frío que actúa como si nada le importara. Desde hace cinco años que las cosas en casa son así. No debe ser fácil tener un hijo a los 20 años y cometer errores cada dos por tres.

Elisa no soportaba la ausencia de él ante su hijo a pesar de vivir todos bajo el mismo techo, por lo que digamos que desde que nació mi pequeña bestia siempre se están gritando.

—¿Qué fue esta vez?— le reprocho.

—Esta vez no fue culpa mía, lo juro.— se excusa poniéndome ojitos. Sabe que odio los ojitos, toca mi blando corazón y lo consuelo en vez de regañarlo.

Pero esta vez no es así.

—¿Esta vez no es tu culpa? ¿¡Estás diciendo que esta vez no fue tu culpa!? Maldita sea, ¡que estamos hablando de la atención que le deberías de dar a tu hijo, no de los errores que cometen tu equipo al jugar fútbol!— le grito sin darme la oportunidad de calmarme.

—¡No es culpa mía que no me avise sobre la fiesta de padres e hijos de su escuela! No soy adivino, ¿sabes?— dice alzando los brazos.

Suspiro y me acerco a él para hablarle calmada, aunque eso es lo que menos estoy. A veces parece que yo soy la mayor.

—Pero es que Elisa no te tiene que decir nada. Tú eres su padre y deberías saber cada paso que da Emilio. ¿Al menos sabes lo que es pasar tiempo con él para jugar y conversar sobre las cosas que hace?— le digo y me marcho—. Yo sé más que tú sobre tu hijo— susurro dirigiéndome hacia mi cuarto.

Se me quitó el hambre por su culpa, por lo que entro a mi cuarto. En cuanto mi cuerpo toca el suave colchón recuerdo algo y como un resorte brinco a buscarlo. Saco la nota del bolso y cuando la abro observo que no es una carta.

Mañana a las 3:00 PM en la salida.
El chico de las oportunidades.

De solo leer esas palabras una sonrisa se escapa de mis labios. Al parecer sí me voy a divertir con él.

༺ॐ1ॐ༻

Estoy en las puertas de la entrada escolar y mientras espero por aquel chico reviso mis redes. Muchos hablan de la grandiosa líder que soy y otros, generalmente chicos, de las lindas fotos que publico alabando mi belleza. Y no lo voy a negar, me encantan esos comentarios.

—El día tiene buena pinta como para dar un paseo— me sorprende una voz por detrás de mí—. ¿Desea cierta dama acompañarme a dar un paseo por algún lugar?

—¿En serio, Nate? ¿Así es como pides cita?— me burlo.

—No. Así es como pido cita a la chica que me gusta. ¿No se notan mis nervios?— bromea y me ofrece su mano, a lo cual le enarco una ceja—. ¿Muy pronto?

—No te ilusiones tan rápido, nerd.— le doy palmaditas en el hombro mientras me río de él.

Tomarle a la mano mientras caminamos. Que tierno es el chico.

—¿Y a donde vamos?— pregunto cuando comenzamos nuestro camino a su primera oportunidad.

—Sorpresa. Y dime, ¿que te gusta?— cambia de tema.

Me encojo de hombros ante su pregunta, y me quedo pensando. Jamás había pensado sobre ese tipo de cosas, por tanto simplemente le digo mis pasatiempos.

—Cantar, ser líder, a veces pinto también. Y me gustan los animales. Me encantaría tener un perrito, aunque luego recuerdo cuando maté a mi pececito. La pasé muy mal. Luego de eso no he logrado tener otra mascota.— rio ante el recuerdo.

Le había puesto Nemo al igual que el pez de la película, y parece que al final este decidió tener el mismo destino aunque no le fue tan bien. Recuerdo que cuando murió la pasé fatal, no salía del cuarto y me pasaba días sin comer. Mi hermano se preocupó ya que según él "solo era un pez". Pero no era un pez, era el pez; aún en su pecera siempre estuvo a mi lado.

Jamás te olvidaré Nemo.

Nos pasamos todo el camino hablando sobre temas aleatorios hasta que llegamos a un parque, pero no nos detenemos ahí sino a una tienda frente a este.

Al principio pensé que estaba bromeando pero al verlo entrando muy decidido veo que no. Y no sé por qué me sorprende. Claro que el nerd me iba a traer a una librería.

—¿Quieres comprar un libro antes del paseo?— pregunto aún suponiendo la respuesta.

—No, esta es mi primera oportunidad.— me confirma.

Y por su sonrisa parece demasiado ilusionado con la idea, como si fuera un niño en una tienda de dulces.

Pero yo no estaría en una tienda de dulces, sino en un mercado de vegetales. Los libros y los vegetales son algo a lo que siempre le huyo y en la primera oportunidad me lleva a algo que odio. Vas bien, Nate, vas bien.

Nos adentramos más a la librería, y tantos estantes lleno de libros me asfixia. ¿Cómo podré estar aquí sin querer quemar los libros?

Pensé que iba a ser divertido este trato con el nerd pero, ¿una librería? ¿En serio?

Muchos pensamientos asesinos pasan por mi cabeza. Desde quemar el sitio con él dentro hasta llevarlo a un sótano y torturarlo hasta la muerte, por el simple hecho de estar aquí.

—¡Nate, hijo, que suerte tenerte de vuelta!— la voz de una anciana interrumpe dichos pensamientos que es mejor no seguir mencionando.

—¡Estela!— le responde de vuelta el chico a mi lado para luego abrazarla fuertemente. ¿No morirán por apretarse tanto?

—¿Y quien es esta niña tan bonita?— dice la anciana en cuanto me ve.

—Una amiga. — responde Nate para luego desaparecer en una de los estantes.

¿Me va a dejar sola con ella? Entro en pánico al ver su rostro lleno de alegría y cuándo abre los brazos para abrazarme me alejo.

—Tengo que ir con él, pero me encantaría volvernos a encontrar.— le digo sin intenciones de ser irrespetuosa y corro en busca del chico que estoy a punto de ignorar.

Y una hora después estaba tratando de no dormirme apoyada al estante debido a la conversación de libros que me estaba dando. Aburrido, es lo único que entendía de todas las palabras que decía. Hablaba de libros y sus autores, y sus frases favoritas de estos. Mientras que yo solo me aburría porque ese tema no me interesaba.

—¿Sabes algo, Nate?— le interrumpo al no poder aguantar un minuto más.— Me voy, no soporto más estar aquit. Sin intenciones de insultar tus gustos, odio los libros. Quería escucharte para no ser maleducada, pero basta ya. Me voy.

Le digo para luego salir de ahí sin recibir respuestas de él. Ojalá y luego de esto se rinda para siempre.

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