El rugido del Vesubio se intensificó, llenando el aire de una vibrante amenaza que hacía que la tierra misma temblara bajo los pies de los supervivientes. Pompeya, alguna vez vibrante y llena de vida, estaba ahora sumida en un caos absoluto. La lava descendía con furia imparable, arrasando todo lo que encontraba a su paso. El aire estaba espeso, cargado de ceniza, y los gritos de los desesperados que corrían en todas direcciones llenaban el espacio, una sinfonía de horror y desesperación.

Felix y Hyunjin no tenían tiempo. El mar, el único camino posible hacia la supervivencia, parecía estar demasiado lejos, y la furia del volcán les pisaba los talones. La ciudad, su hogar, ya no existía. Sólo quedaba la huida, el miedo, y la posibilidad de encontrar un barco que los sacara de esa pesadilla.

Sin embargo, entre la masa de personas y el polvo cegador, Hyunjin encontró lo que había estado buscando: un caballo abandonado, uno de los pocos que aún se mantenían en pie, con los ojos llenos de miedo, igual que ellos. Sin pensarlo dos veces, se acercó rápidamente y, con un ágil movimiento, montó al animal. Felix, que no dudó ni un segundo, lo siguió y se unió a él. Con sus corazones desbocados y el rugido del volcán en sus oídos, comenzaron a cabalgar hacia la costa, una última carrera contra el fin del mundo.

La lava ya comenzaba a arrasar las casas cercanas, el calor abrasador quemaba el aire, y el terreno a su alrededor se desmoronaba con cada paso. El caballo trotaba con rapidez, saltando escombros y piedras, mientras Felix miraba horrorizado cómo la lava avanzaba a gran velocidad, consumiendo todo a su paso: edificios, gente, esperanza. La tierra crujía, y el suelo debajo de ellos parecía ceder, como si todo estuviera a punto de desplomarse.

-¡Vamos, más rápido! -gritó Felix, apretando las riendas. La desesperación comenzaba a apoderarse de él mientras veía el océano de lava avanzar sin piedad.

El caballo, exhausto, tropezó en el último obstáculo, un pedazo de muro derrumbado que nadie había visto. Felix y Hyunjin fueron lanzados al suelo con fuerza. El caballo, igualmente caído, se levantó rápidamente y salió disparado hacia otro lado, buscando salvarse también.

-¡No, no, no! -Felix gritó, su corazón acelerado, pero la lava estaba demasiado cerca. Podía oírla arrasando con todo lo que quedaba. El calor era insoportable, y la sensación de que el tiempo se les escapaba entre los dedos era aplastante.

Se levantaron rápidamente del suelo, pero la distancia hacia la costa parecía ahora más lejana que nunca. La gente corría frenética a su alrededor, pero ninguno de ellos podía escapar de la condena que se avecinaba.

Ambos empezaron rápido a correr pero en un instante Felix se detuvo. Hyunjin, sorprendido, giró hacia él. -¡Felix, tenemos que seguir! -le gritó, sin entender.

Pero Felix solo lo miró. No había miedo en sus ojos, solo una calma resignada, una serenidad que Hyunjin no entendía.

Al fin eran libres, habían ganado la batalla contra Christopher y honrado la muerte de su compañero Minho. Habían conseguido todo lo que deseaban, no quedaba nada más. Lo habían conseguido y ahora estaba en paz.

Felix sonrió, pero era una sonrisa triste, desgarrada por la inevitabilidad del destino. Se acercó a Hyunjin, quien aún no comprendía. De repente, en un impulso de ternura, Felix lo besó. No era un beso lleno de urgencia ni de desesperación. Era suave, lento, como si fuera el último, como si, por fin, los dos pudieran rendirse ante el destino y encontrarse en ese momento.

Cuando se separaron, Felix dijo en voz baja, casi como un susurro -Te amo, Hyunjin. Desde que llegaste a mí vida, siempre te he amado. No hay nada más que desee que estar contigo... siempre. Siempre pensé que si el mundo se estuviera acabando, lo único que desearía sería estar a tu lado, abrazado a ti, enfrentando juntos la muerte, y morir con una sonrisa, sabiendo que nuestro amor es lo único que permanece eterno.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, deslizándose por sus mejillas como un río de dolor y amor. Hyunjin, con el corazón roto y un nudo en la garganta, entendió todo. Sabía que este era el final. Sabía que no había escape, que no había tiempo para más.

Con un gesto silencioso, Hyunjin lo abrazó, uniendo sus cuerpos como si nada más importara. La furia del volcán rugía detrás de ellos, pero nada de eso significaba algo ahora. Solo importaba estar juntos, incluso en el final.

-Te amo, Felix -susurró Hyunjin, sintiendo el calor de su cuerpo, el latido de su corazón, un último latido, que ya se estaba apagando.

Ambos se quedaron ahí, abrazados, sus cuerpos tan cercanos como el destino les permitía. La lava ya estaba a un paso de ellos, su calor abrasador envolviendo todo lo que tocaba. Pero Hyunjin no temía. No había nada que temer cuando, por fin, estaban en el lugar correcto, con la persona que más amaban.

La lava los alcanzó, envolviendo sus cuerpos en un ardor intenso, pero ellos ya no se movían. Permanecieron unidos en el abrazo eterno, sus ojos cerrados, sus cuerpos quietos, dejando que el volcán los tomara, juntos en su furia.

El mundo a su alrededor se desvaneció en un mar de fuego y muerte, pero ellos permanecieron, inmóviles, abrazados, como un símbolo eterno de amor, sacrificio y paz.

La lava avanzó, cubriéndolos por completo, pero en su lugar, donde antes había dos amantes, dos almas, ahora solo quedaba una estatua de cenizas. Dos cuerpos entrelazados en una imagen de amor puro, inmortal, que desafiaba el paso del tiempo.

Y así, y aunque en la muerte, Hyunjin y Felix permanecieron juntos por siempre, dejando una historia que jamás podría ser olvidada.

🌋🫂 Fin 🫂🌋

Read you soon...
-Mimi 🦋