Capitulo VIII
Aspen
En la calle St.King, en un barrio en Londres Inglaterra, se encontraba la familia Johansson, muchas cosas se hablaba de esa familia en la actualidad. De una mujer que era psiquiatra pero que ahora no se encontraba en sus casillas, de un hombre abusador escondido en la mascara de esposo perfecto y de un pequeño niño que fue llevado a un hospital psiquiátrico.
Aspen desde pequeño fue muchas cosas, era un chico creativo, le gustaba desarmar sus juguetes para volver a armarlos de nuevo, le gustaba saber el funcionamiento de relojes y de juguetes a cuerda. Le fascinaba saber esas cosas y mas de una vez se habrá llevado alguna paliza de su padre por romper algo que luego no pudo arreglar.
Pero sobre todo, a Aspen le gustaba demasiado observar, le gustaba observar a las personas, como caminaban, como pensaban, como muchas eran diferentes de otras, el tipo de personas que se comportaban diferentes con el grupo social al que fueran admitido y demás. El conocimiento de la mente humana no era como un juguete, no podías desarmar una persona para ver su cerebro.
Al principio, se entretuvo con los libros de psiquiatría de su madre, y en secreto leyendo su cuaderno con sus diferentes pacientes, se adentraba en las noches a la oficina para leer. Y a medida que fue creciendo, se decidió por la psicología.
Sus primeros años en la carrera no fueron de lo mas emocionante, la historia y los sucesos filosóficos no eran de su agrado. Pero al llegar a su segundo año, al llegar al estudio del cerebro y demás, cambio su perspectiva de vista.
Aspen se encontraba leyendo su libro en el campus de la universidad, sentado en una de esas bancas grises en el patio, el cielo nublado típico de Londres, con el gorro negro tapándole las orejas para que el viento frio no se la helara. Hasta que siente como este mismo se le es arrebatado, no necesita darse la vuelta para ver quien fue el causante, en cuestión de segundos, su mejor amigo hace acto de presencia sentándose en la mesa y cruzándose de piernas, se coloca el gorro en la cabeza viendo al chico.
-Mírame, soy tú.
-Que gracioso-dice viéndolo.-Al menos yo no tengo esas enormes bolsas negras que llamas ojeras.
El chico ríe tirándole la gorra a la cara y se despeina su cabello castaño cobrizo. Sobre unas bolsas profundas de insomnio se encontraban unos ojos verdes que centellaban diversión.
-¿Qué se supone que haces?.
-Lo sabrías si te dispusieras a ir a clases.-dice y su amigo chasquea la lengua.
-Amigo, ya te dije que a mi solo me interesa llegar al psicoanálisis.
-¿Y como planeas llegar esa materia si no rindes las dos que debes hacer para cursarla?.-dice viéndolo, su amigo sonríe con travesura antes de mirar a un costado, Aspen sigue su mirada donde atrapan a una chica de cabello negro observándolos, la chica suelta una sonrisa coqueta antes de bajar la mirada a sus libros, Aspen mira a su amigo.
-Eres un caso imposible.-comenta Aspen rodando sus ojos. Su amigo ríe.
-Yo digo que si tienes una oportunidad, debes usarla.
-Las chicas ni se me acercan, amigo.
-Porque tu no quieres, eres rarito con eso.-comenta bajándose de la mesa y sentándose en el banco frente a él. Rarito era una palabra que caracterizaba bastante a Aspen, aunque la ciudad fuera demasiado grande, los rumores entre conocidos se esparcían como los de un pueblo pequeño, y su madre al ser una psiquiatra conocida, eso provocaba que demasiadas personas supieron lo que paso con el chico cuando era mas joven.
-No soy raro, Archie.
-Oh, ya veo, estas enamorado de esa vecina tuya.-dice el chico divertido mientras busca su caja de cigarrillos en su campera.
La amistad de Archie y Aspen había comenzado en primer año de la universidad, cuando ambos se sentaron juntos en su primera clase de "historia de la psicología". Archie dijo "esto es una mierda", Aspen le dio la razón, ambos acordaron que era aburrido y decidieron salirse de la clase aunque el profesor los estuviera viendo. Vale aclarar que ambos debieron rendir esa materia libre, pero se hicieron amigos y compañeros de uno que otro trabajo, en las materias que no estaban juntos, Aspen prefería hacerlas solo.
Por ende, Archie alguna vez ha ido a la casa de Aspen y ha visto a Jane, la vecina rubia e hija de la postulante a primer ministro de Londres de este año.
-Eres un pesado amigo, enserio.
-Eso me dolería si estuviera vivo por dentro.-comenta su amigo fumando. Aspen rueda los ojos mientras sigue escribiendo y resumiendo el libro en el que estaba trabajando, sin contar que su amigo lo miraba y sentía el humo del cigarrillo llegar a sus fosas nasales.
Pequeños rayos débiles del sol comenzaban a asomarse a través de las nubes grises, los dos chicos siguieron sentados juntos, mientras Archie ahora iba por su segundo cigarrillo y hablaba sobre los vecinos del piso de arriba que al parecer no podían dejar de mover muebles por el departamento y que eso no lo ayudaba a dormir. Aunque Archie no era un chico de sueño profundo, se la pasaba mas bien desvelado haciendo quien sabe qué.
Hasta hace menos de un año, ambos vivieron juntos, hasta que la madre de Aspen entro en una crisis y debió volver a su casa.
-Bien, ya termine.-dice cerrando el libro.-Ire a clase.
-Y yo iré a hacer un grafiti por ahí-dice Archie tirando el cigarrillo al suelo y lo pisa. Aspen se cuelga la mochila en el hombro.
-¿No deberías regresar a clase también?.
-La vida es una amigo, si tienes chicas lindas e inteligentes que te hagan los trabajos, tienes todo-dice Archie guiñando un ojo mientras caminaba alejándose de Aspen.
Las clases de la universidad fueron con normalidad, sentado en el fondo de clase, levantando la mano para hablar cuando se le era correcto hacerlo. Cruzado de brazos mirando la hora pasar frente a él.
Al finalizar el horario a cumplir, fue hasta donde estaba su bicicleta, saca el candado y se sube a ella. Pero no se dirige a casa.
Aspen solía hacer pequeñas paradas por la ciudad antes de regresar a su llamado hogar, pasa por el Big ben, se detiene un rato en el puente viendo el agua correr, pedalea alejándose del mismo viendo que tan lejos puede llegar sin detenerse, sentir sus pulmones agotados mientras le exigían un descanso para respirar.
Aumenta la velocidad del pedaleo, mueve sus pies más rápido sintiendo el aire escaso en su cuerpo, sintiéndose agotado, pero sigue aumentando la velocidad, su cabello castaño volando con el viento, pasando los semáforos sin importarle el color del mismo, la adrenalina en sus pies, el agarre firme de sus manos con el manubrio.
Aprieta los frenos con fuerza cuando un auto toca bocina, el ruido de ambos frenos hacen un sonido chirriante, Aspen respira agitado sintiendo el dolor de sus dedos aferrado al manubrio de la bicicleta, las luces del auto cegaban su visión, entrecerró los ojos intentando ver mejor, eran dos figuras dentro del vehículo.
-Muevete idiota, ¿quieres que te choque?.
Aspen frunce el ceño antes de mover sus pies aun encima de la bicicleta para llegar a la esquina de la calle siguiente, viendo el lujoso auto moviéndose. Lo bueno de ser observador, es que Aspen conocía demasiado bien el auto que casí le saca la vida, sin contar de aquella voz que le hablo con desagrado.
Pero la pregunta real era, ¿Quién era la persona con la que el novio de Jane viajaba alejándose de la ciudad?.
Aspen regresa a su casa sintiéndose agotado luego de pedalear, ya era completamente de noche y mentiría si no decía que disfrutaba los momentos alejado de su hogar. Ingresa con la bicicleta y la deja en el patio, se voltea a ver a la casa de Jane y a continuación la casita del árbol.
Cuando era pequeño, Aspen conocía a los niños Tatcher, al ser cercano a la edad del mayor de los hermanos una que otra tarde la pasaron juntos. Por eso su muerte, su accidente, los tomo por sorpresa a todos, hasta él. Pero no había llorado, de hecho, no recuerda como se había sentido, no tenía una relación muy fuerte con Alex para haber estado triste. No recuerda el mas mínimo sentimiento de ese momento.
Ingresa a la casa, la cual se encontraba en penumbra y silencio, va a la cocina donde se dispone a sacar el pollo y comenzar a cocinarlo, escuchaba el ruido del aceite mientras cocinaba su cena y la que sería la de su madre. Cuando termina de cocinar, lleva todo en una bandeja hacia la habitación de ella, para luego sentarse y comenzar a comer mirando afuera, en la calle. Con el sonido del tick tack del reloj y de la gotera de la canilla haciendo compañía. Cuando termina de comer, limpia los platos, y saca la basura afuera.
Se detiene al ver a Jane salir a la par suya, la chica deja una bolsa de basura afuera y ambos se cruzan una mirada, ella sonríe amablemente y lo saluda mientras se acerca. Así era Jane, simple, sencilla y amable. Siempre dispuesta a acercarse a un vecino con un historial de psiquiatra detrás suyo que lo marcaria para toda la vida.
-¿Vas a salir?.-pregunta Aspen al ver el rostro de la chica el cual tenia un ligero maquillaje.
-Si, de hecho, estoy esperando a que Lana pase por mi.-dice ella metiéndose las manos en su abrigo, debajo de su abrigo alcanzaba a visualizarse una remera con lentejuelas brillantes.
-¿Jackson ira contigo?.
-Creo que no, ¿Por qué?.-pregunta ella ladeando su cabeza.
-Solo curiosidad.-comentaba el chico viéndola, con una mano agarra un mechón de su cabello rubio mirándolo debajo de la luz de la luna, él ladea su cabeza observándola.-¿Te cortaste el cabello?.
-No-ríe.
-Tienes algo diferente.
-Tal vez nunca me viste maquillada, ¿estas bien?, estas algo...
-¿Raro?.
-No iba a decir eso.
-Lo pensaste.
Jane chasquea su lengua, pero Aspen también la notaba rara, como bien fue dicho, se consideraba un experto en observar. Y su futuro trabajo se guiaba en eso, en observaciones, en estudiar a las personas. Y notaba que Jane tenía algo de diferente aquella noche, no tenía que ver con su maquillaje o la ropa brillosa para bailar.
Aspen niega.
-Lo siento solo...no dormí bien.-comenta el chico.-Disfrutare el fin de semana para eso.
-Entonces no te interrumpo mas para que puedas irte.-dice riendo, ambos se despiden y Aspen se queda viéndola como se va antes de llamarla, la chica rubia se da la vuelta observándolo.
-Cuídate y no bebas mucho.
-¿Eres mi padre?.-bromea ella.
-Con el alcohol a veces se revelan los secretos, es mejor estar sobrio para que no se escapen, ¿no?.
-Eso...creo-dice ella riendo antes de voltearse y caminar al interior de la casa.
Ya en la habitación del chico, estaba sentado en su escritorio, frente a un viejo y pequeño avión de metal, el cual las alas estaban oxidadas y el color gris metálico paso a ser mas bien un marrón oxidado demostrando los años que habían estado pasando, aun así, las ruedas funcionaban perfectamente y las hélices giraban cuando las ruedas se movían. Aspen lo había reparado muchas veces que ya conocía su interior de memoria, deja el avión de lado antes de levantarse y se saca la ropa de esa tarde para colocarse unos pantalones grises de algodón junto con una remera que usaba para dormir.
Cuando unos gritos lo alarmaron. No eran de su madre, ya conocía demasiado a esa mujer para saber como eran sus gritos, venían de la casa de Jane, de manera rápida se acerca a la ventana y suspira aliviado al ver que las chicas solamente reían a carcajadas y chillaban por algo, el movimiento efusivo de sus manos y sus bocas moverse mientras hablan dan a entender que nada raro e inusual estaba pasando. Al menos por el momento.
Cierra bien la cortina antes de ir a su cama donde se recuesta con la mirada concentrada en el techo de madera, las paredes de su habitación era de un color Beige oscuro, pero si la mirada se concentraba demasiado en las esquinas, se podria ver el verdadero color de la pared que se habia intentado ocultar, casi invisible, se encontraba en las esquinas.
El chico se coloca de lado abriendo su cajón de la mesita de noche, en donde saca un listón color rosa, juega con sus dedos acariciando el listón entre sus dedos, sintiendo la contextura suave del mismo antes de quedarse dormido.
No fue hasta las tres de la mañana que escucho unos golpes pesados en la puerta, suelta un suspiro sabiendo muy bien quien era como para alarmarse. Sin contar que se levanta para ir a la cocina a hacerse un café, mientras los ruidos fuertes en la madera se hacían mas presentes, Aspen mira hacia la habitación de su madre, sabiendo que era mejor no molestar.
Bebe de su café sintiendo el sabor amargo y caliente entrar por su cuerpo. Se acerca a la ventana de la entrada mirando la oscura y silenciosa calle de aquella noche mientras bebe su café, cuando mira una persona reconocida bajar de un auto, ambos se miran cruzándose miradas, hasta que la persona del otro lado de la ventana lleva su dedo a sus labios, Aspen bebe su café simplemente.
Una noche de grandes secretos había empezado
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No se olviden de dejarme sus votos, y si recomiendan la novela me ayudarían mucho <3
Espero que les haya gustado todo lo que vamos leyendo y descubriendo 7u7
Quédense para más, las cosas empezaran a ponerse interesante muy pronto. ¡Hasta el próximo miércoles!
Pd: Tengo Instagram por si quieren seguirme Julxswatt99
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