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Todo comenzó cuando pisé el supermercado que quedaba cerca de mi condominio de apartamentos, escuchando alguna canción de Led Zeppelin a través de mis AirPods, cubierta por mi Hoodie multicolor de Teddy Fresh y mis Converse rojos gastados y llenos de rayones hechos con Sharpie negro. Era un día corriente, con mis manos dentro del bolsillo delantero de mi prenda y mi cabello rizado hecho en una cola alta, los días casuales andaba de esa manera y así fue cómo le vi por primera vez.
Entre los pasillos de lácteos y carnes congeladas. Llevaba una cajilla de huevos mediana en una mano y con la otra me esforzaba por abrir el congelador para sacar una caja de leche cuando mis ojos se toparon con una figura alta y garbosa.
Parecía confundido, en sus manos llevaba un papel arrugado, su mirada alternaba de este hacia los productos, entonces me miró. Fue normal, nada fuera de lo común, cuando haces contacto visual con un extraño y este dura unos segundos, aunque ahora que lo pienso, creo que él no me estaba mirando directamente a mí, sino a los estantes que tenía detrás.
Saqué la leche y con un empujón suave cerré la pesada puerta. Para en ese entonces la opción aleatoria de Spotify había puesto una de las canciones más icónicas de Harry Styles.
Me gustaba andar por los pasillos del supermercado o en cualquier calle en general con música poderosa sonando en mis oídos, me hacía creer la reina del lugar, me cargaba de seguridad y me metía en el ambiente de una película de acción donde yo era la mala que los policías no podían atrapar.
Claro, una chica que acaba de cumplir los veinte años y que apenas se acordaba de abastecer la alacena o refrigeradora de su apartamento porque prefería estar encerrada, era la misma que tenía aires de grandeza cuando oía música épica y acelerada. Solía alzar la barbilla para derrochar seguridad.
Era todo un caso, me pregunté si alguien lo podía notar, si él lo llegó a notar en algún momento. Quiero creer que sí, pero su atención estaba más puesta en encontrar los productos que le dictaba aquel papel arrugado. Una lástima porque yo sí le quedé viendo más de dos veces y no porque fuese una acosadora sino porque me lo topé en el pasillo de dulces donde agarré una bolsa de malvaviscos y luego en la caja registradora.
Se puso detrás de mí, lo supe cuando giré mi cabeza al sentir la presencia de alguien. Tuve la oportunidad de verle más de cerca y fue bastante irónico que una balada romántica de The Cranberries empezara a sonar. Quizá era el destino.
Me di cuenta de que también iba a la universidad estatal de Sydney cuando mis ojos chocaron con las siglas de su Hoodie azul, mentiría si dijese que no me sorprendió el hecho de que jamás lo hubiese visto en los más de dos años que llevaba cursando mi carrera universitaria. Era de otra facultad.
Luke tenía los ojos azules, no oscuros o llegando a grises; sus ojos eran de un tono cielo, casi cristalinos. Luego tuve la oportunidad de verle mucho más de cerca, infinidad de veces en los que me le quedé observando a sus ojos mientras hacíamos contacto visual. Jamás me llegué a cansar de esa mirada, me trasmitía una extraña tranquilidad.
Ojalá nos hubiésemos conocido al mismo tiempo, Luke no recordaba haberme visto antes cuando le llegué a preguntar una vez.
—No, la primera vez que te vi fue en esa fiesta, llevabas unos pantalones cuadriculados, ya sabes, mis favoritos —me había contestado con una sonrisa ancha despegando la mirada de su celular. Yo había suspirado para después hundir mi rostro en la tela de su suéter. No volví a tocar el tema nunca más.
Luke me conoció en una fiesta de inicio de curso que organizaba la fraternidad alfa, entre alcohol y música ruidosa. Yo le conocí en el supermercado mientras batallaba por encontrar los productos que tenía anotado en su lista.
Por suerte los halló todos o eso me gusta pensar porque se fue ido del supermercado satisfecho, cargando las bolsas con una sola mano mientras que con la otra enviaba un mensaje de texto con su celular.
Ese día no me fui al instante, me quedé organizando mis pocas compras en la bolsa a la vez que le lanzaba miradas a Luke, quien para en ese entonces estaba facturando en la caja registradora. Me sentía tonta porque solo era una cajilla de huevos y una caja de leche que no paraba de acomodar, una señora pasó viéndome mal, yo le sonreí para disimular. Traté de enfocarme en la canción de The Smiths que acaba de ponerme Spotify y salí del supermercado unos minutos después de que él lo hiciera.
Luke me flechó justo ahí, entre los pasillos de lácteos y carnes congeladas.
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Voten y comenten qué piensan o si les va gustando, les quiero <3
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