luke
Todo comenzó cuando acepté ir a esa fiesta de inicio de curso después de que mi mejor amigo pasara todo el día tratando de convencerme, acepté a último momento. Calum estaba en mi apartamento con las llaves de su auto en mano y una expresión de apuro mientras me observaba mal. Agarré la primera camisa oscura de algodón que mis ojos atraparon en el closet, mi plan era dormir hasta perder la consciencia, el plan de Calum era lo mismo, pero hacerlo con licor y quién sabe qué otra cosa más. Ni siquiera me miré en el pequeño espejo colgado en la pared al salir del apartamento porque sabía que lucía bien, solo bastaba pasar mi mano por mi desordenado cabello y ya.
—Quita esa cara, guapetón —espetó Calum, sus pasos eran más acelerados que los míos, él tenía esta maña de ir dejando caricias con la punta de sus dedos a las paredes del pasillo del edificio. Yo le seguía con mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón.
Otra maña que poseía Calum era darle unas palmadas al techo de su Toyota negro antes de subirse. Luego ponía una lista con sus canciones favoritas de Childish Gambino y Drake.
Cerré mis ojos con mi cabeza apoyada en el respaldar del asiento, la ventana estaba abierta a medias y la brisa de la noche chocaba la piel de mi rostro, secando mis labios y helando mis mejillas. Me gustaba pensar en la infinidad de posibilidades que podían suceder en los lugares a los que iba, trataba no pensar en cosas malas o accidentes, pero mi mente siempre se dirigía ahí por alguna razón. Calum recitando la letra de sus canciones favoritas solía distraerme de mis pensamientos la mayoría de las veces.
Por nada del mundo llegué a predecir o siquiera acércame al hecho de que conocería a alguien como ella en la fiesta.
Reagan. Esa jodida chica. Atrapó mi mirada al instante, bajo las luces amarillas que colgaban en el tejado del porche trasero de la gran casa y la bulla de todos gritando y riendo. Llevaba esos pantalones negros cuadriculados y su cabello rizado lo traía liso. Un dato curioso es que me di cuenta de que su cabello era rizado semanas después.
—Espera un segundo, tu cabello —había señalado confundido cuando se me acercó en el campus, llevaba un hoodie amarillo, cargaba un libro de economía y su castaño cabello iba suelto sobre sus hombros. Ella solo sonrió mostrando sus hoyuelos.
—¿Qué con mi cabello?
—Es rizado.
—Lo es, Luke.
—Me gusta.
—A mí no tanto.
Reagan tenía infinidad de cosas que no le gustaban de ella misma, pero al mismo tiempo solía mostrar esta seguridad y superioridad que me hacía sonreír.
Y esa noche en la fiesta, resaltaba demasiado, sin importar que Harriet Jouvet estuviese a su lado todo el tiempo, Reagan sobresalía por su cuenta, con esas cejas tupidas, pestañas largas y hoyuelos al sonreír (uno de ellos se marcaba más que el otro, haciéndole ver más adorable)
A Calum le gustó Harriet al instante en que la vio cerca de los termos con cerveza, ahí fue cuando conocí a Reagan.
—La chica de vestido negro y botines, cerca de la puerta —dijo Calum sobre la botella de smirnoff que traía en manos para luego darle un sorbo. Obedecí con el ceño fruncido y dirigí mi vista hacia allá. Harriet estaba bebiendo de un solo trago su bebida, su cabello rubio estaba alborotado y entendí por qué había llamado la atención de Calum. Harriet Jouvet era conocida por tres cosas: su belleza, era francesa y sus grandes pechos.
A su lado estaba Reagan de brazos cruzados. Eran mejores amigas y compañeras de apartamento.
—Iré a hablarle —dijo Calum sin pensarlo. Él solo hacía las cosas de forma impulsiva cuando estaba ebrio o camino a estarlo. Y desde que habíamos llegado a la fiesta no paró de beber, socializar y reír sin sentido. Yo también. Así que ambos estabamos un tanto ebrios y con el ánimo subido. No dudé en seguirle.
Los ojos oscuros de Reagan me miraron al instante, parecía sorprendida de verme. Le sonreí tan ancho que temí que huyera de mí pensando que era un tipo raro, no dudaba que ella y Harriet tuviesen que lidiar con chicos molestos todo el rato.
—Siento si molestamos, pero a mi amigo le gustas —espeté sobre la música hacia Harriet, ella abrió sus ojos con asombro y miró directo a Calum.
—Lo siento, pero a mí me gusta el hermano de ella —contestó señalando a Reagan con su dedo índice. Calum quitó la sonrisa de su rostro. Tuve que reírme, no pude contenerme. Harriet iba más ebria de lo que pensaba y Reagan estaba ahí para cuidarla, lo supe por cómo ella le quedó viendo cansada, como si ese tipo de comentarios fuesen de lo más normal.
—Y a Milo no le gustas, ya hemos hablado de esto, Harriet —soltó Reagan con una expresión de apuro. Me crucé de brazos con curiosidad porque justo ahí fue cuando ella me flechó. Me encontré curioso de sus expresiones y aspecto. Me había llamado la atención por completo.
— ¿A ese tal Milo no le gustas? ¿Es tonto acaso? —interrumpió Calum con mala cara.
—Es lo mismo que digo —Harriet arrastró las palabras.
No quise decirle nada a Calum cuando comenzó a hablar con Harriet sobre la fallida vida amorosa con el hermano de Reagan, sabía que lo hizo para ganársela o al menos agradarle. Por otro lado Reagan lucía aburrida, mordía su labio inferior de forma distraída y su entrecejo estaba fruncido. Reagan no estaba ebria o siquiera tenía una botella de cerveza en mano.
—Me llamo Luke —grité sobre la música que salía del interior de la casa. Las luces del porche alumbraban perfectamente su rostro. Esa mirada que me dio fue otro de los motivos que me hizo querer tener algo con ella; batió sus pestañas y me miró desde abajo, por la obvia diferencia de altura.
—Soy Reagan.
Reagan. Oh, Reagan.
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Voten y comenten♡ tkm
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