El aire parece congelarse en el momento exacto en que Spider-Man alcanza finalmente a Marinette. La telaraña, que antes estaba peligrosamente tensa, ahora se enreda firmemente en su cuerpo, deteniendo la caída de manera abrupta. Marinette se estremece, sintiendo el tirón repentino, pero el terror empieza a disiparse lentamente al darse cuenta de que ya no está cayendo. Spider-Man la tiene.

Peter, con el cuerpo tembloroso por el esfuerzo, clava su mirada en Marinette. El alivio inunda su mente, aunque sus músculos aún tiemblan por el esfuerzo y la tensión de la situación. Ha estado tan cerca del desastre, pero en este momento, con su mano aferrada firmemente a la telaraña que la envuelve, por fin puede decirlo: El la tiene.

Marinette, respirando entrecortadamente, sigue sin poder asimilar del todo lo que ha ocurrido. Pero al sentir el calor de la telaraña alrededor de su cuerpo, y la firmeza del agarre de Spider-Man, una pequeña chispa de seguridad empieza a crecer dentro de ella. Todavía está en shock, pero comienza a entender: Está a salvo.