Capítulo 7: "Memorias"
Matt
—Buenos días, Señor Andrade— saludo al abrir la puerta a mi cartero favorito y al que la empresa siempre me envía.
—¡Buenos días, Matt!— me responde alegremente- aquí tienes tus encomiendas de esta semana.
Hay un paquete que coloca en la entrada de la casa y unos cuantos sobres que me los entrega en mano, junto a una planilla que debo firmar por la entrega.
—¡Felíz fin de semana, Matt!— exclama despidiéndose y dirigiéndose a su camión de entregas.
Entro a la sala, tomo las cartas que dicen mi nombre y las restantes las dejo sobre la mesa, son de mi padrastro.
"Sr. Matt Wells"
No son nada importante, no es la carta que esperaba.
El paquete grande es un pedido que hice hace algunos días de una cámara profesional, y resulta ser más preciosa de lo que imaginaba.
Amo la fotografía. Es decir, lo veo más como pasatiempo y no como a lo que quiero dedicarme de por vida.
Aún así, me parece un arte fantástico. La fotografía capta momentos increíbles, de esas experiencias que sólo se viven una vez en la vida, que sólo se disfrutan una vez. La fotografía es capaz de capturarlo y llevar un pedazo de ese momento con nosotros.
Que profundo.
¿No les pasa que algunas veces quieren cambiar de conciencia? A mi sí.
Agradéceme más bien.
Ignorando por completo a mi subconciente, sigo viendo el unboxing de la cámara y es muy bueno la verdad, por su precio lo vale.
Estoy probando la cámara según las instrucciones y algunos tutoriales que ví de cómo usarla pero me detiene el sonido de notificación de mi móvil, lo que me hace levantarme para tomarlo.
Andres. F:
—Hey.
—Hoy en el cine a las 3:00pm. No te estoy preguntando si puedes o no, vamos y ya.
El cariño en persona.
De todos modos, no tenía nada que hacer ni mucho menos algún plan para la tarde, así que le respondo con un "entendido, jefe".
Andrés y yo somos amigos desde que tengo uso de razón. Más que un amigo, lo considero un hermano, siempre ha estado para mi en mis peores situaciones y nunca me ha fallado, ni se ha apartado de mi lado. Sin mencionar que de todos los chicos, es el que mejor me trata.
No me malinterpreten, ellos no me tratan mal. Sólo que son muy burlones y pesados, parecen que desayunan payaso todos los días. En comparación con ellos, soy el más serio del grupo y me lo viven recordando cada día.
"Aguafiestas"
Por ejemplo.
Escucho que cierran la puerta de golpe y no tengo que alzar la vista para saber de quién se trata.
Brian Stone, mi padrastro y peor pesadilla. Político, jefe de policia retirado, ex-militar y en unas semanas será anunciado como candidato para la Alcaldía de Webston.
Ah y por supuesto, abusador profesional.
Quién lo diría, próximo posible alcalde y es el mayor criminal que ha pisado ésta Ciudad.
—Matthew.
Me dice fríamente en modo de saludo, acercándose a mi y viendo fijamente los sobres.
—Los tuyos los dejé en la mesa del comedor— le aviso sin saludarlo al ver su expresión pensativa.
Asiente con la cabeza y agarra de la mesa sus sobres, los abre y lee con detenimiento. Al terminar, me mira y sé que dirá algo.
—Matt— empieza —quisiera pedirte un favor.
—Ve al punto, tú nunca quieres favores.
—En una semana y media, será la presentación de mi candidatura a la alcaldía y te pediré que vayas para que estés a mi lado, simbolizando el apoyo de mi familia junto a mi hermana.
Esto es el colmo.
Sabe que no quiero y que no lo haré. Pierde su tiempo conmigo.
—Aún no tengo los 18 pero no me falta mucho. Ya sabes mi respuesta.
Me levanto, tomo mis cosas rápidamente y me dirijo escaleras arriba hacia mi habitación. Él sólo me mira con impotencia pero no dice nada, a este punto, sé que no me puede reprochar.
Así se lo he demostrado los últimos meses.
>>>
Sarah
Creo que es ley de vida tener al menos un amigo impuntual.
Y yo tengo tres.
Andrés, Andrea y Patricia siempre han sido muy impuntuales y por más que tenga mil años con ellos, no me acostumbraré nunca.
Aproximadamente hace cuarenta minutos me escribieron "Vamos saliendo". Teniendo en cuenta que Andrés maneja como si quisiera tener un accidente y que vivo a quince minutos de su casa, debieron de haber llegado hace un buen rato.
Apuesto que Andrea y Patricia cinco minutos antes de la hora pautada dijeron "Vamos a ducharnos".
Y tres horas más para arreglarse.
Escucho pisadas bajando las escaleras y la imágen de mi abuela aparece.
Dios, iluminame o eliminame.
—Oh cielo, pensé que ya te habias ido.
No, por desgracia.
—Espero a que vengan por mi, abuela.
Se acerca más a mi y empieza.
—Oh bueno, recuerda llegar antes de las siete— aquí vamos —Aprovechando que te veo...
Y... Dios me iluminó.
Escucho la bocina del carro de Andrés y rápidamente me levanto para salir, pero no antes sin decir un poco burlona.
—Vinieron por mi, abuelita. Lo siento.
Salgo de la casa y ella se queda en la puerta mirándome. Andrea viene en el asiento del copiloto y tiene los vidrios abajo, pone cara de horror cuando ve que mi abuela está en la puerta.
—Como no hubieran llegado ya mismo, los envenaba yo misma en el cine— digo al entrar en el carro —Por tu bien Andrés, arranca ya mismo.
No le hace falta más para poner en marcha el auto. El camino al cine se me hace rápido y sólo escucho a Patricia y Andrea que conversan un par de veces.
Al llegar, Andrés consigue estacionamiento rápidamente y nos bajamos del carro para subir el ascensor e ir al tercer piso del mall, donde queda el cine.
Entramos y lo primero que veo es un rostro enojado que ya se me va a hacer familiar de las veces inesperadas que me lo encuentro.
—Se hubieran tardado más— reprocha sarcásticamente Matt volteando los ojos y se ve molesto hasta que...
Hasta que fija sus ojos en mi.
El humor le cambia drásticamente al verme. Por un momento, me mira de arriba hacia abajo y no puedo evitar sonrojarme un poco.
—Sarah— me saluda —creo que nos tendremos que acostumbrar a encontrarnos inesperadamente- esto último lo dice un poco entre dientes mirando a Andrés quien lo mira divertido.
Al menos no era la única que no sabía.
Luego de saludarnos, fuimos a la taquilla donde elegimos "Guardianes de la galaxia Vl.2". Los chicos querian verla y a mi me dió igual, no habian películas que llamaran mi atención.
Compramos algunas golosinas, gaseosas y cotufas. Unos minutos más tarde entramos a la función.
Quedamos en los puestos de arriba. Andrés quedó al lado de Patricia, le seguia Andrea, luego yo, y a mi lado Matt.
Dos horas más tarde finalizó la película y a mi parecer estuvo interesante, a los chicos les encantó.
Todo estuvo tranquilo y la pasábamos bien. Justo ahora, estamos en una mesa tomando unos batidos que pedimos mientras conversamos.
Poco a poco y no muy disimulado, veo cómo se acerca un grupo de jóvenes de unos veinti tantos años y van directamente hacia Matt.
—¿Tú eres el hijo del Político Brian Stone?
¿Qué?
Miro a Matt y veo como se tensa cada parte de su cuerpo al escuchar la pregunta. Su expresión cambia totalmente a una seria y se mueve en la silla, incómodo.
—No es mi padre— finalmente responde Matt.
El grupo de chicos se miran confusos entre sí, dudando de su respuesta.
—¿Qué sucede?— cuestiona Andrés, confuso por sus reacciones.
Uno de los chicos extiende su brazo y coloca un periódico sobre la mesa.
Es la primera página y habla básicamente del próximo candidato para alcalde, y para mi sorpresa, es el padrastro de Matt.
Sólo que... también habla de Matt.
"Su hijo, Matt Stone, lo acompañará en su camino a la Alcaldia de Webston".
Leo esa parte específicamente y alzo la vista para encontrarme con un muy molesto Matt.
Tan molesto como el día que se enfrentó a mi padre.
Escucho el ruido de la silla cuando Matt se levanta por impulso, arrugando con sus manos el periódico y tirandolo al suelo.
—¡Oye, mi periódico!— le gritó uno de los chicos.
—¡Me importa una mierda tu periódico!
Ya a este punto todos en la sala nos están viendo, algunos tienen ese mismo periódico en mano.
Estoy congelada viendo como la furia se adueña de Matt. Volteo hacia Andrea y ella sabe el por qué.
Odio los gritos. No soporto escucharlos.
Generalmente, al escucharlos me quedo congelada (así pasa con mi padre, no puedo irme de allí), pero justo ahora nadie me detiene así que...
Me levanto de la silla, doy la vuelta y salgo de allí.
Así, sin más.
Mis oidos me zumban y siento un escalofrío recorriendo mi cuerpo. Siento la mirada de todos en mi espalda cuando cruzo la puerta y la tensión se siente en el lugar.
Camino rápidamente hacia el primer ascensor que consigo y aprieto el botón para ir hacia la planta baja. Antes de cerrarse la puerta, entran Andrea y Patricia en absoluto silencio. Yo sólo me abrazo a mi misma y mantengo la cabeza baja.
Salimos del ascensor y nos montamos en el carro de Andrés, en los tres puestos de atrás. Ninguna habla, sólo siento la mano de Andrea sobre mi rodilla.
Unos minutos después, Andrés llega con Matt y ambos se montan. Inmediatamente Andrés arranca el auto y salimos de ese lugar.
—¿Estás bien?— Matt voltea y me pregunta, calmado.
Alzo la vista y nos miramos fijamente a los ojos. Su expresión me deja algo confusa, está aún tenso, pero su mirada denota ¿preocupación?, no lo sé.
Asiento con la cabeza y vuelvo a quitar la vista.
Sólo miro fijamente la ventana, así paso todo el camino.
Escucho que la puerta del carro se abre y me doy cuenta que estamos frente a la casa de Matt. Él se baja despidiéndose a lo que los demás responden, un poco cabizbajos.
La siguiente en bajarse soy yo y sólo pronuncio "Gracias, descansen".
Entro a la casa y mi abuela está sentada en la sala con una amiga de ella. Es de la iglesia, visita muy seguido a la abuela.
—¡Hola, cariño!— me saluda —¿Cómo te fue?
—Bien.
Trato de sonar lo más feliz posible y al parecer funciona porque sólo me responde "Me alegra mucho" con una gran sonrisa. Su amiga me saluda y Charlotte me avisa que mis padres llegaran una hora más tarde de lo normal del trabajo.
Subo a mi habitación y me recuesto sobre la cama, tratando de calmar mi ansiedad.
Busco en mi mesa de noche una caja que contienen varias píldoras. Me tomo una y consigo calmarme un poco más, pero al cerrar los ojos, mi mente juega en contra de mi.
—Papá, para por favor.
Sigo sintiendo cada impacto en mi espalda.
—Papá, me duele mucho— mi yo de 5 años apenas susurra.
—Me importa una mierda tu dolor.
Abro mis ojos llenos de lágrimas. Mis manos sudan y tiemblan, y mi cuerpo se siente pesado.
Media hora después, consigo dormirme con lágrimas bajando sobre mi mejilla.
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