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Capítulo 5: "Un domingo muy peculiar"

Sarah

¡Sarah!— escucho apenas un susurro mientras unas manos frías agitan mi cuerpo de un lado a otro.

—¡SARAH!— me gritan en el oído y me veo obligada a abrir los ojos y despertarme por completo.

Un día más.

Mi abuela está frente a mi cama, luce estresada y algo enojada.

—Oh Dios, mi niña, pensé que no te podría despertar— me dice para luego besarme la frente —Vamos hija, ¡levántate que hoy es domingo del Señor!

Supongo que también les ha pasado, no creo que sea lo suficiente rara para que sólo me pase a mí. Y es que, cuando tenemos apenas 2 minutos de estar despiertos aún no estamos del todo concentrados.

Bueno, eso fue lo que me pasó, y más me hubiera valido estar prestándole un poco más de atención a sus palabras, porque el grito que dió abuela no fue nada normal.

—¿¡CÓMO QUÉ NO SABES QUE SE HACE EL DOMINGO!?— responde mi abuela con gritos luego de que le preguntara ¿y qué hay los domingos?

Estúpida pregunta de una cristiana.

Recapacito mi pregunta y claramente ya sé la respuesta.

—Perdón, abuela— me disculpo antes de que forme un escándalo —hoy es día de alabar al Señor.

Domingo, día del Señor.

Para la comunidad cristiana, el más importante día y donde la mayoría asiste al servicio es el domingo.

Cada día de la semana es importante y en todos se alaba a Dios, pero la mayoría trabajan y tienen un horario muy extenso, por lo que el domingo, día libre para la gran mayoría de personas, es la gran festividad. En este, se realizan alabanzas verbales, con danzas y con cantos, se reflexiona sobre la biblia, se leen salmos, y muchas otras actividades donde su objetivo principal es alabar a Dios. Esta actividad es muy larga, empieza a las 8:00 am y culmina alrededor de las 12:00 pm o 1:00 pm con un gran banquete de almuerzo.

—Así es— me afirma con una sonrisa —así que, levántate y alístate para que nos vayamos.

Ella sale de mi habitación, miro el reloj que marca las 7:15 am y me levanto rápidamente de mi cama para no perder más tiempo y ahorrarme un regaño.

Me preparo, me ducho y me visto. Llevo un vestido blanco sencillo con algunas flores y unas zapatillas blancas, mi cabello solo lo peino y lo dejo suelto. Para este servicio si se permite llevar algo de maquillaje, nada exagerado, pero siempre prefiero ir natural, en ocasiones solo me coloco brillo labial y rímel.

Salgo lista de mi habitación y bajo a la sala donde ya está mi abuela y papá, preparados esperando por mí y mamá para irnos.

—Sarah, hazme un favor y sube a decirle a tu madre que salga porque llegaremos tarde— me ordena mi abuela y yo sin decir nada me regreso por donde vine para ir a la habitación mis padres.

La puerta está cerrada y antes de abrirla me fijo sobre un hoyo que aún yace sobre la puerta y los recuerdos invaden en un segundo sobre aquel día…

—Mamá, papá— susurro débilmente, arrastrándome por el pasillo intentando llegar a la habitación de mis padres.

—¡Vete de aquí, eres una basura, no eres más que un estorbo en mi vida!— escucho gritos de mi padre que salen de la habitación, y aunque no los veo, sé que le está gritando a mamá.

Siento que no puedo más, me cuesta respirar y mi cuerpo pesa, todo me da vueltas, estoy temblando y sé que si sigo así, me desvaneceré muy pronto.

—Mamá, papá— intento decir nuevamente con todas mis fuerzas pero apenas pude vocalizar.

Ya no puedo más y dejo de arrastrarme para solo quedarme tirada en el suelo llorando, escuchando como mi padre golpea a mi madre contra la puerta, con sus puños y un bate. Mis ojos se cierran lentamente y la vida se me escapa de las manos, mi mundo se apaga completamente luego de escuchar como las sirenas de policías y paramédicos se acercan y llegan a casa.

Mamá abre la puerta sorprendida mirándome fijamente.

—Eh, yo…— intento decir y mis palabras quedan atoradas —yo venía a decirte de parte de abuela que debemos irnos ya porque llegaremos tarde— logro decir finalmente y ella sale de su habitación, bajando las escaleras sin pronunciar ni una sola palabra.

Mi madre y yo no es que tengamos la mejor relación del mundo.

Antes éramos más cercanas, inseparables en realidad, pero a medida que iba pasando el tiempo sucedieron muchas cosas, acciones que ella tomó, peleas, problemas con papá, y muchas otras cosas que hicieron que nuestra relación se fracturara. Yo… no confié nunca más en ella.

Bajo a la sala donde ellos están listos para salir y es lo que hacemos.

Abuela sólo habla en todo el camino de la iglesia, de Dios, de lo que comúnmente habla ella supongo. Papá y mamá solo la escuchan y yo, bueno, yo solo repito una y otra vez el recuerdo de hace rato, con solo recordarlo se me eriza la piel y…

Solo rectifico más y más el resentimiento que les tengo a mi familia y a la iglesia.

Es decir, yo no odio a Dios ni nada por el estilo. Yo creo en Dios y estoy plenamente segura de que él es nuestro creador. Dios no está mal, por el contrario, son las personas y más que cualquier persona, los cristianos que pertenecen y asisten a la iglesia.

Toda mi vida ha sido rodeada de personas cristianas, que créanme cuando les digo que, de cristianos no tienen nada.

Son hipócritas, no respetan a las personas que no pertenecen a la iglesia, piensan que ellos son perfectos, que su opinión equivocada es la única correcta, maltratan personas, obligan a los niños a ser partes de ellos, beben hasta emborracharse y... hacen cosas horribles, fuman, se drogan, violan e incluso matan. Lo peor de todo es que al otro día se hacen ser personas normales, cristianos, asistiendo a la iglesia, siendo pastores, y así andan predicando que “amemos al prójimo”.

Yo no odio a Dios, odio a las personas.

Y sí, sé que somos creación de él. Sé que yo no santa, no he hecho cosas malas como las que les nombré antes, pero tampoco lo he hecho todo perfecto.

Las personas somos creación de Dios, pero no somos Dios. 

El auto se detiene cortando mis pensamientos y hemos llegado a la iglesia que mi familia asiste desde siempre.

La casa de paz.

Es una estructura muy linda y grande, de un solo piso pero muy ancha. Cuenta con sala principal, sala de sagrario, sala fúnebre, sala infantil, sala de enfermería y atención, escenario, cocina, varios baños, en las afueras tiene un gran estacionamiento, parque infantil, comedor techado y finalmente a unos metros está la orilla del Rio donde se bautizan los cristianos.

También a unos metros está la casa de los pastores donde residen los que están a cargo actualmente de la iglesia y el servicio.

Ésta iglesia es una de las más grandes del pueblo, la principal y la que atiende a más cristianos. En el centro del pueblo se inauguró hace unos meses un ancianato y próximamente se abrirá un orfanato.

Al bajar del auto entramos a la iglesia donde nos dan la bienvenida y toda la gente se alegra al ver a mi abuela. La mayoría acá conoce a la abuela y es muy reconocida porque ella ha hecho grandes aportes a la iglesia.

Todos se levantan a saludar a Charlotte para luego saludarme a mí y a mis padres quienes me tomaron de la mano antes de entrar a la iglesia, siempre lo hacen, ellos lo ven como un signo para parecer ante todos una “familia unida y feliz”.

Nos sentamos y unos minutos después empieza muy puntualmente el servicio.

Comienza agradeciendo a Dios por todo, por la vida y todo lo que nos permite hacer. La mayoría cierra sus ojos y empiezan a rezar mientras el pastor en el micrófono va diciendo unas palabras de agradecimiento a Dios. Todos tienen la cabeza agachada, ojos cerrados y las manos juntas, unos balbucean, otros hablan en voz alta su agradecimiento y otros simplemente lo mantienen en su mente.

Yo también estoy empezando a orar cuando me doy cuenta que hay alguien con la cabeza arriba y está mirándome fijamente. No logro reconocerlo de rostro porque está algo lejos pero ese pelo tan único es imposible no reconocerlo. Primero sonrío al verlo pero luego las preguntas invaden mi mente.

¿Qué diablos haces aquí, Matt? ¿Quieres que mis padres te vean y te maten?

No puedo levantarme de aquí. Si abuela o mis padres ven que me levanto se armará un escándalo y es lo menos que necesito ahora.

Lo único que se me ocurre es esperar a que termine la oración de agradecimiento y decirle a mamá que voy al baño. Esto lo pienso muy bien y es mi única opción así que eso es lo que hago.

Esperar.

Unos 10 minutos después, la oración de agradecimiento termina y mi madre no se ha acomodado muy bien en su silla cuando ya le estoy diciendo para ir al baño.

—¿Por qué no fuiste al baño en la casa?— cuestiona.

—Si fui, solo que me vino el periodo y necesito ir al baño, mamá— miento descaradamente.

Lo piensa un segundo y continúa.

—Está bien— finaliza —no tardes, sino tu abuela empezará a hablar y no hacen falta más problemas.

Salgo de la fila rápidamente, miro a Matt y le hago seña para que se acerque hacia mí. Gracias a Dios que hay gente de pie y entre tantas personas no se ve que él se levanta detrás de mí.

Entro al pasillo de los baños, no hay nadie, volteo y ahí lo veo parado.

—Hola, Sarah— me saluda de inmediato.

—Hola— devuelvo el saludo —Matt, no quiero ser descortés pero, ¿Qué haces aquí?

—Soy solo un chico que quiere venir a...— se corta a si mismo porque no sabe que decir —a orar.

—Oh, claro— digo con sarcasmo —no te lo crees ni tú.

—¿Por qué no, Sarah?— me cuestiona.

—Se me hace difícil pensar que tú, Matt, vengas a orar con una caja de cigarrillos en el bolsillo y con unos tragos encima— le respondo —Además de que en mi vida te habia visto en el servicio "rezando".

Él queda sorprendido, no se esperaba que yo supiera reconocer a alguien que ha bebido y bueno los cigarrillos son notables en los bolsillos.

—No dejas de sorprenderme— confiesa.

—Matt, no te diré que te vayas, si quieres quedarte adelante, pero si mi padre te ve y te reconoce, tus posibilidades de vivir no son muchas.

Se queda pensando un momento, analizando la situación que no es muy bueno, por cierto.

—Bien, me iré, sólo porque no quiero armar un espectáculo y vivir para saber si me aceptaron en la Universidad— concluye —pero no creas que vine para acá por nada.

No entiendo aún que hace aquí, y sus palabras solo me dejan más confundidas.

—Sarah, cuando vi a tu padre ayer tan enojado, tu mamá sin hacer nada y tú tan asustada, sólo pude pensar en una cosa— empieza —problemas familiares.

Estaba esperando que lo mencionara.

—Creo que no es difícil de deducirlo teniendo en cuenta el momento en el que estuviste presente— le respondo.

—Así es, pero no hablo de eso— sigue y estoy más confundida que antes —cuando vi todo... eso, me recordé a mi hace unos años, un deja vu invadió mi mente.

Ok, eso no me lo esperaba.

—¿Por qué me dices esto a mí?, que apenas nos conocemos y ya mi padre te quiere matar.

—Si ya sé que tu papá me odia, no tienes que recordármelo. Mi punto es, que quiero ayudarte, porque salí de eso, y si yo pude, tú también— dice finalmente.

Estoy confundida y asombrada, es decir, apenas nos conocemos y quiere ¿ayudarme?

O ligar

Ignoren a mi conciencia, por favor.

—Sé que apenas nos conocemos, pero es lo de menos, puedo ayudarte sólo si quieres mi ayuda. —completa y termina.

—Matt, aprecio que me quieras ayudar, me sorprende que ni me conozcas y ya quieras ayudarme, pero no estaba buscando tu ayuda, no te negaré que tengo problemas porque eso es muy notable como para negarlo, pero ya tengo cosas planeadas en mente— miento —y tú ayuda no serviría de mucho en mi plan. Sólo más problemas especialmente si mi padre me ve contigo. Muchas gracias, pero no aceptaré.

¿Deja vú?

No aceptaré su ayuda porque yo tengo un problema y es que no puedo salir de mi casa, comunicarnos por un celular no es una opción, y que me ayuden es casi imposible.

No es del todo mentira lo de que tengo un plan en mente porque desde hace unos meses ya quiero que todos mis problemas familiares acaben, pero no quiero más personas involucradas porque esto solo puede acabar de una forma y no es buena, más personas sólo empeorarían las cosas.

Matt se me queda viendo, tal vez se lo esperaba.

—Muy bien, lo entiendo completamente— intenta mentir —si cambias de opinión ya tienes mi número, no dudes en enviarme.

—Bien.

Nos quedamos parados un momento reflexionando lo que acaba de pasar. 

—Debo irme, le dije a mamá que vendría al baño y ya he tardado mucho— avanzo para irme —Gracias, Matt— le digo antes de continuar mi camino.

—Un placer, nos vemos luego— se despide y yo sigo caminando hacia la fila donde está mi familia.

Antes de sentarme volteo hacia la salida y veo que va caminando hacia la puerta de emergencia, lo que significa que se irá.

Es mejor que no se involucre conmigo y mucho menos con mi familia.

Si nos conociera, nunca me habría ni saludado.



Capítulo largo por la espera❤

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