4.0
No le pregunten cuántos días llevaba escondiéndose en su cuarto para leer a Nana porque, la verdad, no tenía ni idea.
De alguna forma le avergonzaba estar tan interesado en una chica a través de sus escritos, casi siempre siendo estupideces y pocas veces contando lo que le gustaba; el café, su apodo, pasar tiempo con su familia y amigos, Jisung principalmente y su rara fascinación por considerarse un gato o un conejo.
No mentiría al decir que no sintió un poco de celos de la persona que sí la conocía, que le ayudaba en su debate entre qué animal es mejor o que simplemente se encontraba ahí.
Tampoco lo haría con que se decepcionó al enterarse que Nana no era su nombre real.
Bueno, se estaba volviendo loco.
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