Una chica primeriza.
A los cuatro días estaba en Ōshū en la Prefectura de Iwate, me había hospitalizado por el golpe que me di en Bucéfalo, estando dos días enteros en cama. Me había dado un buen golpe, lo que me dejó lastimados los músculos, tomando en cuenta que fueron los de la espalda y parte de los del trasero, y como esos músculos están mucho en tensión por el hecho de que me la pasaba sentado en motocicleta.
Claro que la cama era algo dura, pero no más que el asiento de mi moto, así que por eso estuve más que agradecido de estar ese tiempo en el hospital. Mi madre me marcó, yo me salí a la calle a responder diciendo que estaba buscando donde desayunar. Claro que ni de chiste le diría que reposaba en junto hospital.
Aunque, curiosamente, cuando yo buscaba mi tarjeta para pagar lo del hospital, el Dr., vio mi pistola, sorprendiéndose. Olvidé que tenía esa cosa, incluso me pudo haber servido en caso de que las cosas con los amigos del Renry se pusieran feas.
Le dije al Dr., que era de un amigo y que me la había prestado para casos de "extrema emergencia".
Él, que igualmente había viajado mucho por Japón, supo de qué le hablaba, y que había zonas del país que eran peligrosas por las mafias, entre otras cosas, y lo mejor era tener algo con que defenderse.
Me despedí de él, tronándome la espalda y dándole la mano para subir a mi motocicleta.
-¿Por qué viajas, chico?
-Lo leí en un libro.
-¿En cuál?
-En uno del Che Guevara. –El Doctor hizo gesto de sorpresa, pero luego uno de aceptación, deseándome suerte.
Regresando a Ōshū, me quedé sorprendido con las casas de un estilo más tradicional, muy lindo, y no se diga de los bosques que atravesaba, todos de un color entre amarillo y naranja. Al frente de mi, las nubes bajas tapaban las cimas de las montañas, pero en algunos claros se alcanzan a ver la nieve que cae sobre los altos picos, blanqueándolos poco a poco.
Se cultivaba primordialmente trigo, los campos de trigo no parecían acabarse, se veían los grandes montones acumulados en la tierra, sobresaliendo por unos dos metros de alto. Era todo tan tranquilo y pacifico que si me daban ganas de quedarme a vivir aquí, pero ni de chiste, aún tengo mucho por ver.
Cada vez me estoy acercando más a Hokkaido, y claro que eso me interesa muchísimo. Al llegar a la ciudad, algunos edificios más occidentales se mezclaban con esa arquitectura tradicional, lo que la hacía ver especialmente linda.
Era ya de tarde, quería quedarme en un hotel, dormir un buen rato y permanecer en la cama hasta caerme de la misma al no soportar más acostado, pero la cama tenía que estar suave, muy suave.
Me encontré, usando mi celular, con un hotel que tenía un excelente servicio de camas y quedaba en un lugar a las afueras de la ciudad, lo que se traducía en más barato y con una vista espectacular a la montaña que se puede apreciar a lo lejos.
El hotel era pequeño, de estilo tradicional, pero no importaba, era el necesario. Llegué aparcando a Bucéfalo en el estacionamiento e hice mi reservación, llevándome una linda sorpresa.
La chica de recepción era muy hermosa, no era muy voluminosa pero su curvas eran lindas, ella era una chica de lentes, cabello castaño y dos coletas a los lados amarradas con delgadas ligas, lo que le daba un toque un poco infantil, pero se notaba que era una niña crecida que necesitaba...amor.
-Buenos días, señorita. –Llegaba limpio y rasurado tras haber salido del hospital, así que no me extraña que me viera más atractivo.
-Hola. –Me respondió, nerviosa. -¿De-desea hospedarse por horas o por toda la noche?
-Toda la noche.
-Ya veo. Dos cuartos disponibles, uno que queda con vista a la ciudad y el otro con vista al campo, ¿Cuál prefiere?
-Sus ojos son muy hermosos, dejaré que ellos decidan por los míos. –Me salió esa frase sin querer, así que me sonrojé levemente.
-¡Ah, qué cosas! ¡Supongo que la mejor es la que da al campo! –La chica rió nerviosa, sus mejillas se tornaron como dos manzanitas pequeñas y bien coloreadas de rojo.
-Bien, confiaré en tus ojos de golondrina.
-Ca-caballero...que atrevido es usted. –Ahora estaba completamente apenada.
-Sufro del síndrome "decir lo que pienso". Así que no puedo evitarlo.
-Es-está bien, la perdono. Tome su llave y espero disfrute su estancia.
-Claro. –Dije, coqueto, tomando la llave.
No sé por qué, pero siempre que veo a una chica muy linda, tengo que coquetearle, yo no solía ser así en mis círculos sociales. Supongo que tiene que ver el hecho de que no estoy cerca de nadie que sea conocido para mí, todas son caras nuevas, todo es nuevo.
Subí por la escalera, despidiéndome con la mano de la chica, ella se llevó una mano a la cara, regresando el gesto. Parecía que echaba humo de la cara.
Me había encontrado con una chica un poco introvertida que resultó ser una tremenda, otra que quería olvidarse de su novio por un rato y por eso casi me terminan golpeando, y ahora tenía frente a mí a una chica tímida.
Quien sabe, a lo mejor y es hasta más tremenda que Strea. Eso no importaba mucho por ahora, entré a darme una ducha, lo que me era algo necesario ya que a treinta grados y en pleno sol, no es que me tenga muy fresquito que digamos.
Escuché que mi puerta se abría, me alarmé un poco.
-Servicio de habitación. –Era la voz de la chica.
-Está bien. –Menos mal no era alguien que pensaba que el cuarto estaba desocupado.
Al salir, me secaba el cabello, notando dos cosas. La primera de ellas es que había un chocolate en forma de corazón en la mesa, lo que yo no sabía si era normal, y las toallas estaban acomodadas como un cisne (hago un paréntesis, esto le pasó a un profesor de la Facultad cuando fue a Cuba, pero él no le hizo caso a la chica de limpieza a pesar de que era bien cariñoso con él. Le dije de broma "no puedo, estoy casado". Y él me respondió "Neh, no es porque estuviera casado, es que no quería" pero una amiga me comentó que éste maestro le tiene medio a su esposa, así que sí era por eso pero nada más quería hacerse el macho JAJAJA).
Me pareció bien lindo que hiciera eso, hasta creo que me hizo latir el corazón, un calor se apoderó de mi pecho, y una sonrisa apareció en mi rostro de forma involuntaria. Seguramente es la sonrisa más lela que me ha salido en la vida.
Pasados unos minutos, yo ya estaba cambiado, aprovecharía igual para lavar toda la ropa que pudiera para tenerla limpia y que me aguantara una semana más, escuché que alguien tocaba a mi puerta.
Abrí la puerta, recargando mi brazo en el marco de la misma, tenía puesta una playera blanca. La chica se sonrojó un poco, tardando cinco o seis segundos en decir palabra.
-Kazuto, ¿no? Así firmaste la libreta.
-Así lo hice, pero dime Kirito. Tú cómo te llamas, ojitos de golondrina.
-Ay, que atrevido eres, insisto. –La chica tiró de su suerte hacía abajo, apenada. –Soy Shino Asada, pero puedes decirme Sinon.
-Es como un nombre francés. Me gusta.
-Sí, suena francés... -Se detuvo en seco, apenada.
-¿Pasó algo con mi motocicleta u olvidé pagar algo?
-¡No, no es eso! Quería saber...si quería tener una cita conmigo. Es raro viniendo de la chica que te atendió en un hotel de paso, pero quería preguntarte.
-Soy de Tokio, he recorrido quizá unos mil kilómetros, nada más vengo de paso, ¿pero qué me impide aceptar tu propuesta? ¿Podrías enseñarme la ciudad, Sinon? La verdad es que es muy linda.
-¡Claro! ¡T-te espero abajo, yo ya terminé mi turno y es sábado, así que es buen día para tener una cita en la ciudad!
-Espérame. No tardo nada. –Le guiñé el ojo y cerré la puerta. Hice un pequeño gesto de victoria, y escuché que ella hizo algo parecido.
Éste viaje se pone cada vez mejor...
Al salir del hotel, fuimos en mi moto, a la que ella se subió algo temerosa, el centro de la ciudad quedaba lejos y ella me guiaba por las calles que conocía perfectamente al ser oriunda de aquí mismo.
Era refrescante sentir el aire fresco tras una ducha tibia, sintiendo, por primera vez en los mil kilómetros que llevaba de viaje, (pues había reiniciado el contador de kilómetros para saber cuántos llevaba exactamente), que sentí un peso extra en Bucéfalo, además de un calor en mi espalda y dos bultos apretándose contra la misma. Eran, obviamente, los pechos de Sinon.
Cuando llegamos al lugar que ella me dijo era el más indicado, encontramos un campanario bastante alto, la gente caminaba como si nada, todos viviendo sus días.
La arquitectura aquí era bastante más moderna que la que me encontraba en las afueras de la ciudad. Esos campos de trigo que antes aparecían ante mis ojos eran ahora edificios de tres o cuatro pisos, una plaza con varios árboles y, sobre todo, ese campanario.
-¿Alguna idea? –Pregunté, curioso.
-Sí. Hum...hay un show de malabaristas, aparte de música en estas zonas del centro.
-Se oye bien. –Alcé una ceja.
Fuimos a esa parte, dejando mi moto a un lado de la cafetería a la que fuimos. Era pequeña, aunque no por eso menos linda, ya que tenía buenos adornos y cuadros muy decorativos que le daban su esencia al lugar.
Me di cuenta que Sinon no tenía maquillaje, algo que me dejó sorprendido de verdad. Eso significa una cosa en concreto: que ella era hermosa por naturaleza, algo que me llamó más la atención en ella.
El malabarista hacía trucos con espadas, lanzándolas al aire, atrapándolas e incluso dando algunas piruetas cuando lo hacía. Sinon se había abrazado a mi cuando pasó eso, pude ver que sudaba un poco de los nervios, yo la abrazaba más fuerte para quitarle el susto.
-Alguien que me preste una servilleta, por favor. –Pidió el hombre, a lo que Sinon le dio la suya. –Pensarán que las espadas son falsas o sin filo, ahora...observe.
El mago lanzó la servilleta, la que caía lentamente, pero de tres movimientos rápidos, la hizo trozos, lo que nos dejó sorprendidos a todos. Aplaudimos fervientemente a la vez que el mago dejaba caer los trozos de papel en su sombrero, del cual sacó una rosa de papel, dándomela a mí.
Tanto Sinon como yo, nos sorprendimos, ya que pensamos que era para mí. Cuando el mago me guiñó el ojo, yo abrí los míos propios como platos. Ante su risa, las cosas quedaron más claras.
Le di la rosa de papel a Sinon, ella se sonrojó un poco, sonriendo torpemente, lo que me hizo sonreír tan amplio como el Che Guevara (Weeeey, siempre que veo la sonrisa de mi Che bb uwu ésta se me contagia, no puedo evitar sonreír), lo que a ella también la hizo sonreír.
Pensé que así me estaba pidiendo un beso, por lo que me acerqué a ella, cerrando mis ojos. Únicamente sentí su mejilla, no sus labios, lo que me sorprendió mucho.
Al regresarme y abrir los ojos, ella estaba completamente roja, echándose aire con las manos y mirando para otro lado.
-E-este...yo aún no doy mi primer beso.
-¡¿No?! –Exclamé, sorprendido.
-A-así es...de hecho, no he tenido nunca novio.
-Eso me sorprende. Sinon, eres muy hermosa para nunca haber tenido novio.
Ella me contó que, cuando era niña, hubo un incidente que le marcó la vida. No me quiso decir qué era, algo que yo respeté cabalmente, notando que casi quería romper en llanto, pero le tomé la mano para impedirlo.
Bebimos un poco de café para bajar los ánimos altos, regresando a la música que se tocaban los músicos que pasaban por ahí, entre los puestos al aire libre, ya que había, además, bares y restaurantes.
Al acabarnos el café, fuimos a caminar un rato, igual sabíamos dónde reposaba Bucéfalo.
Caminábamos por las calles más lindas de la ciudad, se podían ver las estrellas alumbradas y el frío no hizo sino más que aumentar. Estando en el norte del país, claro que hace un frío considerable.
-¿T-te puedo abrazar? –Le pedí, un poco nervioso.
-Claro. –Respondió ella, con gustó.
Envolví mi brazo entre sus hombros, pegándome a ella ya que de verdad tenía frío, y esa era forma de calentarnos a ambos y, aparte, para que ella no se sintiera mal tras contarme algo que era delicado en su vida.
Era tan tranquila y pacifica la vida en esa ciudad, que daban ganas de quedarse a dormir en una banca pública, al fin y al cabo nada pasaría, y eso estaba casi asegurado de no haber pagado el hotel.
Sinon me platicaba de su vida, de cosas que deseaba y de cómo terminó trabajando medio tiempo en aquel lugar.
-Los chicos no son muy amables conmigo. Kirito, tú eres una excepción. –Me sonrió afablemente.
-Eres una linda persona, más allá de lo hermosa que te he dicho que eres. Me doy cuenta que no usas maquillaje, eso te hace más linda todavía.
-Se-seguiré diciendo que eres un atrevido. –Me dio una pequeña bofetada, yo fingí que fue un golpe sumamente violento. –No dramatices. –Se rió, dándome un beso en la mejilla.
Esos eran los labios más suaves que había sentido en mi vida, así que mi gesto de gracia se borró por completo, dejándome absolutamente serio.
Sinon también se puso un poco sería al observar mi reacción, bajando la mirada al suelo, en ese momento creí que ella me malinterpretó, pues soltó mi mano.
-Eres como los demás, ¿no? También te doy asco, ¿verdad, Kirito? –Se notaba el dolor en sus palabras
-No, para nada, Sinon. Es que...tus labios son muy suaves.
-¿Su-suaves? –Nos sonrojamos.
-Sí...-La tomé de las mejillas. –Tus cachetes sonrojados me recuerdan a dos pequeñas manzanas...y a mí me gusta comer manzanas. –Le di un beso en ambas mejillas, sintiendo el calor en su piel.
-Atrevido... -Me vio a los ojos, más sonrojada.
-Claro que sí. –Me acerqué a ella para besarla, esta vez sí se dejó. Esa suavidad no fue irrisoria, era verdadera. Definitivamente eran los labios más suaves que alguna vez pude haber sentido contra los míos propios; mucho más suaves que los de Strea, que los de Ronye, no tenían comparación alguna, eran algodón hechos labios.
Subimos un poquitín de tono, pero Sinon se separó de mí para tomar aire. Así como era el beso más suave y tierno que había tenido, fue de los más torpes, Sinon no tenía ni idea de cómo besar.
-Ternurita. –Le toqué la nariz con un dedo, ella me miró un poco feo.
-No te burles de mi manera de besar.
Seguimos caminando, tomados del brazo para darnos calor y estar juntos, aunque eso era lo de menos, lo más importante era lo que haríamos después.
Cuando llegó el momento, pues ya era algo tarde y las calles comenzaban a vaciarse a pesar de ser sábado, regresamos a Bucéfalo, que quedaba ahí como si nada, con parte de mi equipaje amarrado.
Subimos a la moto, el cielo despejado dejaba ver una enorme cantidad de estrellas, lo que era especialmente lindo por la situación de que, literalmente, era la primera cita de Sinon, y que esa noche había sido su primer beso.
Me sentía privilegiado de ser yo quien había logrado entrar en la vida de Sinon de esa manera, y me laceraba profundamente en el alma que era un "hola y adiós".
De cualquier manera, su belleza sin igual y sus labios de algodón me acompañaron por largo rato en mi empresa, y quizá no los olvide jamás.
Estando por llegar al hotel, Sinon me pidió que nos desviáramos, ella había visto mi tienda de campar, y pidió que acampáramos en los campos de las afueras de la ciudad, a lo que accedí con gusto.
Armamos la tienda entre bostezos, era ya tarde y ambos nos despertábamos temprano, acomodando todo y poniendo dos mantas en el suelo, veríamos las estrellas tomados de la mano, Sinon recargaba su cabeza en mi hombro y yo recargaba mi mejilla en sus cabellos.
Charlábamos un poco más de nuestras vidas, de quiénes éramos y qué esperanzas teníamos nosotros dos para el futuro, la mía, en la inmediatez, era concretar el viaje que realizaba por el país. La de Sinon era terminar la Universidad y ser psicóloga.
Me di cuenta de la banalidad de mis actos, no sintiéndome mal por ello, al final de todo, había planeado este viaje por meses, ya pensaría qué hacer cuando culminara mi empresa.
Tras terminar de mirar las estrellas, nos metimos ahí, dormidos con todo y ropas, pero yo era de dormir siempre así y Sinon no.
-¿Nos podemos dormir abrazados? –Me preguntó ella.
-Es lo que tenía en mente. –Sonreí torpemente.
-Sólo dormir... -Me enchinó los ojos.
-Obviamente.
Nos dormimos abrazados de frente, sentía las respiraciones de Sinon contra mi pecho, y el suave latir de mi corazón. Supongo que ella olía mi perfume y desodorante que tenía puesto en aquel momento.
Antes de dormir, le di un beso en la frente, aunque ella me regresó uno en los labios, lo que me hizo abrir mis ojos de la sorpresa.
Sentía su calor, su ser, algo que me hacía sentir un lleno en el alma. Lo que pocas veces me había ocurrido, me pasaba con Sinon, la que se veía mucho más linda sin sus lentes, reservándome las ganas de decirlo hasta el día siguiente para que ella tuviera como último regalo de mi parte un lindo cumplido sobre su apariencia.
Hay personas que no les gusta usar lentes, hay quienes sí les gustan ya que les parece verse mejor con ellos puestos. Ella se veía bien con ambos puestos.
A la mañana siguiente, nos despertamos y nos dimos un beso rápido en los labios, sonriendo. Acomodamos las cosas y las montamos en Bucéfalo para después hacerlo nosotros dos, yendo al hotel, ya que ahí estaban mis cosas y era el turno de Sinon.
Ella me miraba pidiéndome que no me fuera, lo que me recordaba a mi madre, pero estaba decidido a no quedarme por ninguna mujer, ni siquiera por enfermedad o un accidente. Haría mi ruta costara lo que me costara, y eso no podía cambiar para mí en lo más absoluto.
Al tener todas mis cosas de regreso en mi motocicleta y subirme a ella, Sinon me tomó del brazo, mirando para abajo.
-No te vayas...
-No puedo quedarme aquí, Sinon.
-¿Por qué no, Kirito? –Escuché que ella lloraba.
-Yo no pertenezco a este lugar. Tú sí. –Levanté su rostro con mi mano, Sino lloraba a borbotones, lo que me partió el alma.
-Te odiaré si te vas.
-Al menos me recordarás de alguna manera. –Le sonreí.
Ella me tomó de las mejillas, dándome un beso enorme, uno que respondí con pequeñas gotas de amor que le tenía a esa alma llamada Sinon.
-Eres el mejor chico que he conocido en toda mi vida. –Fue lo que me dijo al separarnos del beso.
-Te falta vivir más. –Arranqué mi motocicleta lo más rápido que pude, dejándola atrás en cosa de segundos.
Mi corazón fue un péndulo entre ella y la calle. Yo no sé con qué fuerza me libré de sus ojos, me zafé de sus brazos. Ella quedó nublando de lágrimas su angustia tras de la lluvia y el cristal, pero incapaz de gritarme: ¡Espérame, yo me marcho contigo!
Yo igual fui incapaz de darme la vuelta, regresar y decirle "Qué prefieres, Sinon, ¿darme un espacio en tu casa o tomar un espacio en mi moto?".
Era la primera vez que lloraba en todo lo que llevaba de viaje.
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Así de intenso me reí al ver este meme, y lo peor es que es verdad >:'c pinche Tieze, aunque igual no está impedida a amar a alguien más, pero no mames, en dos días se olvidó de Eugeo .-.
Regresando a la historia, creo que nadie puede negar que el capítulo fue bastante bonito aunque no apoyen al kirinon, un ship que tengo aquí -se golpea dos veces el pecho- Por cierto, el antepenúltimo segmento es un extracto de Notas de viaje, cuando el Che emprende su viaje y se despide de la que creo (la verdad nunca lo aclara), es su novia.
La imagen esta bien cute je je <3
El siguiente capítulo tendrá un título sugerente 👀👀, pero nada de eso :v tal ve no le guste a Nash jsjsjsjs pero bueno, es mi historia y me la follo cuando quiero :v
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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