La última parada.
"Todo los trascendente de nuestra empresa se nos escapaba en ese momento, solo veíamos el polvo del camino y nosotros sobre la moto devorando kilómetros en la fuga hacia el norte." –Mi buen maestro de aventuras en motocicleta, el Che.
Nos encontrábamos en Yokohama, a una hora de Tokio, y la que tenía planeada como mi última parada, aunque ahora lo acertado sería decir "nuestra". Veríamos la ciudad lo más rápido que se pudiera, nuestra emoción por llegar no se equiparaba a nada, y le dije a mi madre que se fuera preparando para una sorpresa muy grande que, honestamente, no sabía cómo le caería.
Se tranquilizó al saber que no tenía nada que ver con mi cuerpo ni con la revolución proletaria en Japón, aunque sí que se preguntaba muy fuertemente qué era eso tan importante que era una sorpresa.
Malamente, no es como que le pueda decir que será suegra por llamada telefónica, aunque sí me daban ganas por no querer afrontar su rostro de furia, pero por otro lado, si le decía por llamada, me diría que mejor ni regresara y me quedara donde estuviera que estuviese.
Podíamos ver los grandes edificios y el monte Fuji en la lejanía, conforme la motocicleta se iba acercando, lo que nos hizo sonreír de la emoción. El organigrama era lo más simple de todo, puesto que podríamos regresar a la ciudad cuando nos placiera, así que no tendríamos mayor problema en perdernos de lo imperdible en esa situación.
Nos urgía en muchos sentidos llegar a Tokio.
Decidimos ir a un hotel bastante barato pero en la zona del centro de la ciudad para hacer las actividades que tuviéramos en mente, cansarnos bastante e ir a dormir temprano para levantarnos más temprano mañana y tratar de estar a las diez o a las once en mi casa con la que ahora sería la nueva familia de Asuna.
Espero que mi madre entienda que era una situación de desesperación absoluta, y luego visitaría a Klein para devolverle su pistola, agradeciéndole infinitamente por prestármela aunque no se lo pedí, ya que esa arma me ayudó a amenazar al imbécil ese del que no deseo acordarme ni los zapatos. Sin la pistola, quizá no hubiera podido ser suficientemente amenazante para detenerlo.
El llegar a Tokio representa también que ya no estamos en peligro de que ese imbécil nos encuentre, y la verdad no sé si es que nos buscó o algo similar, pero no importa ya al tener ganada nuestra libertad.
Asuna y yo salimos del cuarto de hotel lo más pronto que pudiéramos, íbamos tomados de la mano, caminando entre la gente que se paseaba por las calles medianamente vacías. Nuestra primera parada serían
los jardines Sankei-en, que quedaban relativamente cerca de donde nos hospedamos.
Había algunos paseos en barca por el río, aunque ahora lo haríamos más romántico, trataría de, si es que no lo arruinaba, ser yo el que paseaba junto con Asuna en aquel botecito de madera.
Entramos pagando algunos yenes, viendo que había muchas parejas de boda, lo que nos hizo sonreír al mirarnos, tomándonos de la mano. Quizá cuando regresemos a Yokohama será para repetir lo que hacen ellos.
Eso nos encantó, aquí no hace tanto sol, por lo que paseábamos con bastante gloría por los jardines, incluso nos quedamos a reposar en la sombra de un árbol, mirando las ramas del mismo a la vez que nos tomábamos de la mano.
-Se respira amor aquí, ¿no crees, Asuna?
-Sí, querido. Se respira bastante amor. –Ella se me acercó, pegando nuestros hombros, levantándose un poco para darme un beso en la mejilla. –Te amo.
-Y yo a ti. –Sonreí con bastante alegría, regresando mi mirada al cielo.
Estuvimos ahí cerca de unos veinticinco minutos, los que me fueron suficientes para dormirme por la enorme paz que sentía, aunque fue casi sin querer y de un momento a otro, lo que incluso a mí me sorprendió.
Únicamente me despertó el mero hecho de que Asuna me gritó un par de veces, escuchándose a lo lejos. Volteé mi cuello hacía donde escuché mi voz, bostezando pesadamente a la vez que Asuna me miraba con cierta inconformidad, más un semblante neutro.
Se acercó a mí, moviéndome suavemente el brazo.
-Ki-ri-to, vamos a las barcas.
-Ya voy, Asuna. –Dije, con voz cansada y bostezando de nuevo.
Ella subió primero, yo me quité las botas que tenía, remagandome los pantalones para poner la barca en marcha, subiéndome rápidamente, pero el agua estaba tan fría que casi se me congelaron los pies, lancé un grito y Asuna se rió un poco, consolándome con un beso en los labios.
Tenía puesto su sombrero, nos llevé a mitad del lago, tomándole una foto maravillosa, tanto así que seguramente la tendré enmarcada en mi mesa de noche, además de aquella cuando salimos del zoológico y la sonrisa de Asuna brillaba más que la sonrisa de cualquier diosa.
Ella igual me tomó algunas fotografías donde manejaba la barca, teniendo las manos puestas en los remos a la vez que le daba algo de velocidad y rumbo, el rumbo me era especialmente complicado ya que era tantear en qué lado mover alguno de los dos remos, pero pude controlarlo.
Cuando acabamos esa odisea, yo volví a meter mis pies en el lago, congelándomelos otra vez para que Asuna pudiera salir sin problemas, ella tenía mis botas y mis calcetines en una mano, yo decidí pasear descalzo para que se me secaran los pies, aparte era lindo sentir el pasto en la planta de mis pies.
Fuimos a un árbol bastante más grande, ambos nos recargamos en el mismo, tomados de la mano, mientras que sentíamos el viento contra nuestros rostros, un aire tibio y refrescante.
-Kirito...sé mi muñeco. –Me pidió ella.
-¿Qué? –Fue mi natural respuesta al no esperarme esas palabras.
-Sólo déjate llevar. –Me tomó de la cabeza, dándome un beso en la frente para luego dirigir la misma hacía sus piernas, las que eran suaves, pariendo una almohada. -¿Tenías sueño?
-Antes sí...pero ese baño que le di a mis pies me lo quitó por completo.
-Ya veo. –Puso su mano en mis ojos, cerrándomelos. –Déjate llevar.
Sentí que me empezó a hacer piojito al tiempo en que ella tarareaba una canción, lo que me hizo sonreír de boca abierta, mostrando los dientes. Me dejé llevar por esa corriente de tranquilidad, sentía la mano cálida de Asuna en mi cabeza, acariciándome, escuchando su tenue tarareo mientras que con su otra mano tomaba el dorso de la mía propia, depositándole un suave beso.
En cada una de las acciones que acabo de describir sentí una cosa y sólo una cosa: el amor de Asuna contagiándose en mi cuerpo, llenándome de poco en poco hasta casi colmarme.
Y vaya que el sueño se apoderó de mí pronto, casi quedé dormido en el regazó de Asuna hasta que ella paró la canción, susurrando un:
-Te amo, Kirito.
A pesar de estar más dormido que despierto, pude reaccionar casi por reflejo, sin si quiera pensarlo ya que es algo a lo que mi organismo se ha acostumbrado.
-Y yo a ti, Asuna. –Balbuceé, ella exclamó un pequeño "awww" para luego darme un beso en los labios que me despertó por lo hermoso que se sentía.
Lo siguiente en el plan era visitar la calle Motomachi, algo que es como una calle de estilo europeo en pleno Japón, algo que sonaba bastante loco.
No era tan parecido a un barrio europeo en su estricta medida, pero sí que era algo diferente a lo tradicional. Con eso que lo japonés moderno y lo gringo no se diferencian mucho, y, a su vez, lo europeo moderno no se diferencia tanto de lo gringo, es difícil encontrar una diferencia que hace quizá unos 50 años sí que se notaría.
Lo que nos parecía más lindo a los dos eran las pocas y pequeñas casas europeas del siglo XVII, la que más nos llamó la atención, incluso al parecer algo más medieval que nada, era una casa blanca con tejas cafés pegadas en la fachada, dando un estilo muy alemán a esa casa, la que fotografiamos un poco.
Sí que podemos decir que fuimos a Alemania a un pueblo medieval...
Aunque no era el caso y seguimos viendo algunas cosas (que era muy pocas), de tipo más británico o francés, un pequeño detalle que encantaba mucho, pero no era un gran atractivo, al menos para mí.
El barrio chino fue otra cosa que visitamos al estar más o menos por los rumbos, y la realidad me pareció más impresionante que el barrio europeo ya que sí que daba la sensación de estar en China. Incluso puedo hacerle una broma a mi madre diciéndole "mira que ahora se me antojó recorrer toda China en motocicleta". Lo haría si estuviera en una situación más relajada, pero claro que nada era relajado cuando llevaba a su futura nuera en mi espalda de camino a Tokio para el día de mañana.
Todo era color y letreros llamativos, no me quiero ni imaginar cómo se pondrá en un rato que sea de noche, y ya era medio tarde, así que en una media hora más o menos podríamos ver ese espectáculo que seguramente casi nos dejaría ciegos a ambos de tanta luz que habría.
Paramos a cenar algo rápido, pensando más que sí que estábamos agotados y faltaba poco para anochecer, debíamos estar dormidos a eso de las casi once de la noche para poder despertar temprano para mañana, que es el gran día.
Prácticamente hoy culmina, literalmente, mi travesía por todo el Japón acompañado de mi fiel corcel Bucéfalo, que estuvo a mi lado toda esta campaña de viaje, uniéndosenos Asuna a poco más de la mitad del mismo para disfrutar de mil y un aventuras.
Recordaba todo, y siempre tendré el diario para jamás olvidar nada: Klein, Strea, Ronye, Sinon, Eugeo, Yuuki, Eldrie, Alice, Selka, Gasupht, Asuna, Scheta, Ishkan, Ágil y su esposa. Son esas personas y algunas cuantas cuyos nombres nunca supe, no me importaron u olvidé, los que me acompañaron en mis casi 4485.4 kilómetros de viaje, una empresa guevarista que me cambió la vida para muy bien.
Pensando en esas palabras bien curiosas, Asuna me movió un poco la mano, yo reaccioné con sorpresa mientras ella se echaba a reir.
-Te quedaste viendo a tu sopa por casi dos minutos. No te desperté antes porque quería ver cuánto durabas, pero fue bastante más de lo que creí. ¿En qué pensabas, Kirito?
-En realidad, hoy acaba mi viaje, no mañana. Mañana regresaré a conocer nada nuevo, por eso creo que todo acaba aquí, lo que me hace sentir...raro.
-Debe ser normal. No estuviste en casa durante más de dos meses, es natural que todo te sea tan extraño ahora. Pero veme a mí, una chica que nunca salía de casa por temor de mi familia a qué dijera mi madre y su hermana, ve todo el mundo por primera vez. Me siento sumamente extraña, Kirito, como si hubiera vuelto a nacer tras tanto que he visto.
-No lo pensé así. Únicamente vi desde mi perspectiva, pero sí que es cierto lo que dices, tú mundo creció tanto en tan poco pero no perdiste la compostura como creo que lo haré yo que tenía un horizonte relativamente más abierto.
-Entonces no te martirices. Todo estará bien. –Me sonrió Asuna, casi acabando de comer.
Al salir, ya era de noche y las luces se encontraban prendidas en su magnificencia, encandilándonos un poco por lo brillosas que eran. Sonreímos, caminando tranquilamente a paso lento para ver todo lo lindo que era el barrio chino de la ciudad.
Llegando al hotel, que fue casi una hora después de pasear casi exclusivamente, nos tumbamos en la cama, más que muertos, cambiándonos lo posible para poder descansar finalmente de todo, aunque quedaban energías suficientes para una última cosa.
-Te aceptarán, lo firmo donde sea.
-Lo que me da miedo es que me quieran separar de ti.
-¿Crees que lo permitiré, Asuna?
-Y-yo espero que no. –Ella se sonrojó un poco. -¿te puedo pedir una cosa?
-La que quieras. –Sonreí.
-Nunca dejes que alguien me separe de ti. –Asuna me abrazó soltándose a sollozar, algo que me sorprendió un poco a mal. La abracé con fuerza. –Por favor, Kirito. Yo te amo con todo mi corazón y no soportaría que alguien nos separe. Así como yo estaría dispuesta a todo para poder reunirme contigo si nos quieren separar, tú haz lo mismo, lucha con igual o mayor fuerza a la mía para poder estar juntos de nuevo. Prométemelo, Kirito, por favor.
-Asuna... -Cerré mis ojos, escuchando los latidos de su desesperado corazón en búsqueda de ser tranquilizado. –Haría cualquier cosa por ti, incluso viajar de nuevo por todo el país para encontrarte, para tomar de nuevo tu mano y de hacerte el amor toda una noche. Lo haría porque mi amor por ti es tan grande que cualquier locura parece tener sentido con tal de verte una vez más.
-Gracias. –Me besó la mejilla varias y desesperadas veces. –Gracias por eso, Kirito. Me llena mucho.
-Déjame expresarte mi amor aventurero una última vez antes de que nuestro amor pase a ser uno de matrimonio.
-Eres un pícaro, querido. Acepto. –Le sequé las lágrimas restantes de sus mejillas, buscando hacerla feliz ahora que la habían tranquilizado las palabras de mi corazón.
______________________________________
Ohhh :0 esta wea es un poema largo, al menos desde que se incluye a Asuna jejeje
Malamente para mi, tengo que decir que la próxima semana es el capítulo final del fic :'v aunque aún faltan los apéndices, pero esos quizá los tarde un poco más en escribir por esto de mi enfermedad, no es fácil concentrarse con dolor de cuello ni con mocos en la nariz xd
La semana pasada no subí cap por no tener tiempo, ese día estuve muy ocupado...Y por alguna razón se me hizo buena idea publicar para hoy :v eso es porque quería añadir lemmon, ya será el apéndice, ya saben el por qué
Nos vemos luego ^^
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro