La chica del bikini azul.
Tras haber estado en Hokkaido, ahora me encontraba en Niigata, de regreso a lo que era la isla principal de Japón. Ya había atravesado casi la mitad de mi viaje, lo que me tomó un mes y una semana. Seguía manteniendo cartas con Sinon, prefiriendo la opción de las cartas, ya que eso era más especial.
Y sí, imagino que ella estaría sumamente feliz al ver en el correo una nueva carta de mi reminiscencia, y yo igual me alegraba de recibir un mensaje con fotografía de Klein, siendo el absoluto sinónimo de que Sinon me había mandado carta.
Al menos con Eugeo la cosa se enfrió, nos mandamos mensaje de vez en cuando, sobre todo en la noche, ya que durante el día no contactaba con nadie.
Teníamos temas de conversación muy seguidos, me dijo que leería Notas de viaje y Con el Che por Latinoamérica, únicamente para saberse la historia que me había inspirado a viajar. Al preguntarme si yo hacía algo parecido, le dije que sí. Y claro, este diario es la absoluta prueba de que, en efecto, hago algo bien parecido a lo hecho por el Che en sus viajes.
Lo que más me encantó durante el viaje por Niigata fue la hermosa vista de las sakuras blancas que adornaban toda la carretera. Un auto me arrebasó, causando una brisa fuerte para hacer volar las hojas de las sakuras, algo que causó una pequeña lluvia de ellas, cayendo en mi casco, ropa, y en el propio Bucéfalo, fue hermoso en toda la expresión de la palabra.
Ni hablar del enorme monte nevado, a los que me acostumbré mucho en Hokkaido, sobre todo porque el blanco es sumamente hermoso en la lejanía, y adornado con esa vista de las sakuras, olvídate. Tuve suerte de que no me accidentara al estar como idiota viendo el paisaje.
Lo segundo que más me gusto fue atravesar un puente que conectaba la ciudad, se podía ver el agua azul del río, y de un lado era todo llano, con algunos edificios, pero a donde iba, la gran Niigata se alzaba en edificios, y en un paisaje urbano de lo más hermoso.
Tengo entendido que en esa zona hay mucho sake, así que regresaré a mis fachas de borracho, aplicando la vieja confiable de Ernesto y Alberto: decir que llevo un tiempo tal de viaje y que no tengo para celebrar ni con quien hacerlo, lo que me amarga la situación.
Aparte, es un paraíso para los glotones como yo, (modestia aparte, claro), y podría hacer algo que, a pesar de estar en las zonas con más aguas termales, nunca se me ocurrió hacer, y eso era, darme una ducha termal para relajar mis músculos de un mes y una semana de viaje casi ininterrumpido.
Ni de lejos imaginaba (como si lo haría Klein, claro), el que habría chicas de pechos grandes desnudas y que yo me podría deleitar con tales figuras. No, prefería una sala termal para mí solo, aunque me saliera más caro. Era seguro que, de tener buena suerte, las cosas me salieran gratis.
Fui a un banco y saqué la menor cantidad de dinero posible para que fuera más creíble el hecho de mi pobreza, aparte de no estar rasurado desde hace tres días y con ropa sucia de hace casi una semana, la que recuperé del saco de ropa sucia que llevaba, claro.
Aunque me lo pensé un segundo, ¿qué tal si, por casualidad, me encontraba con una linda chica? ¿Qué fachas eran esas para presentarme? Primero me bañaría, aunque sin rasurarme, e iría a desayunar, no teniendo la suerte que deseaba.
Visité los lugares más emblemáticos de la región, los baños termales los podría dejar para mañana y, al ser una ciudad ya más grande, dormiría en un hotel tras una buena cena, si es que mi suerte seguía como hasta ahora.
Para la hora de la comida, entré al restaurante más lleno que pude, viendo como había un grupo de amigos charlando animadamente (aunque ya estarían entrados ellos en sus 40 y algunos en sus 35). Lo único que hice fue, como no, acercarme tímidamente hacía ellos, preguntando si es que me dejaban sentarme con ellos ya que no me gustaba tanto el comer solo.
Me dijeron que sí, y creo que fue por el hecho de que, atrás de mi sonrisa tímida, sentí como es que la piel se me puso roja de arriba abajo de la pena que me dio en ese momento interrumpir su plática de hombres ya maduros, pues yo era un joven al que le sacarían casi 20 años.
Eran menos cálidos que en Hokkaido, eso lo noté casi al instante, únicamente abriéndose a mi presencia cuando uno de ellos me preguntó por qué me disgustaba comer solo.
Ahí les dije que viajaba en moto por todo el país, algo que les agradó mucho, especialmente por el hecho de que, de ese grupo de amigos, algunos habían vivido en alguna otra parte del país, preguntándome por los rumbos que había tomado.
Uno de ellos era de Tateyama, me preguntó por la ciudad y yo le dije que todo estaba tan tranquilo como él me comentó que lo era hacía cinco años y medio, así que, por el buen gesto que tuve de gastar saliva en contarle lo que había visto, me invitó un poco de sake caliente y algo de agua fresca para que no me pusiera borracho, gesto que agradecí contándole hasta el último detalle que noté en esa parte del país, por lo quedó satisfecho.
Uno de ellos me preguntó cómo era Hokkaido, deseando ir un día, aunque no le había salido el viaje. Eso me puso un poco melancólico al recordar lo que viví con Eugeo, lo que notaron de inmediato.
-¿Qué te pasa, viajero? ¿Te pasó algo malo ahí?
-No; para nada. Lo que pasa es que, hablando de mi viaje, recordé que, justamente hoy, se cumplen los seis meses de que inicié. Otra razón por la que no quería estar solo, los vi tan animados que quería alegrarme y no estar solo en un día así de importante para mí.
Lo que pasó era justamente lo esperado: me ofrecieron de beber y de comer con gran amabilidad, aparte de verme con esas fachas de sucio a pesar de estar limpio del cuerpo, se apiadaron de mí.
Tanto así que uno de esos amigos, a pesar de la edad, me invitó el día de mañana a ir a playa con su familia y otros amigos. Iba a ir bastante gente joven, por lo que, claro, estaría cómodo.
Este hombre se llamaba Gasupht, era muy buena gente al igual que sus amigos. Estuvimos un rato ahí, charlando, casi todo era sobre mi experiencia como viajero, la que siempre les agradaba.
-Esa historia le gustará especialmente a mi hija menor, no le gusta mucho la ciudad y quiere irse a vivir a Tokio.
-Esperemos que Selka no le pida que se vaya con él. –Rieron sus amigos, Gasupht hizo un gesto de molestia.
Era un hombre que amaba a sus hijas, normal en cualquier persona, lo que me llamaba más la atención fue que casi no habló de ellas.
No dormiría en su casa, supongo que hace algo de bien, no quisiera echar a perder la ida a la playa con compañía ahora que se puede.
Fui a casa de uno de los amigos de Gasupht, el que tenía un hijo varón, le platiqué a su familia los viajes que había hecho y lo que viví (exceptuando los romances, obvio, pero sí incluyendo lo de Eugeo).
Su idea era la de, obviamente, hacer que mi experiencia en esa casa fuera igual de excelente, así que, no por nada, me agasajaron con toda clase de comidas, a pesar de ser simples, muy deliciosas.
Nos sentimos en familia, lo que me hizo sentir ese calor de sentarme a comer con mis padres y con Sugu, lo que era, de verdad, mucha ganancia para mí.
Ahí me tocó dormir en el sillón, era cómodo después de todo, y no pasé ni frío o calor. Me sentía bastante emocionado de que iría a ir en "familia" a la playa.
Me despertaron casi a las seis de la mañana, me cedieron una ducha y un turno en la lavadora para poder tener limpia mi ropa, lo que, definitivamente, me hizo tenerles un recuerdo muy hermoso que ahora preciso en estas páginas del diario, ya que siempre me trataron como a un hijo más de la familia. Eso sí, le sacaba como dos años a su muchacho y él casi no hablaba, pero la señora del hombre era de lo más cariñosa y siempre tenía algo de qué conversar.
-Durante mi juventud yo quise recorrer todo el país en bicicleta, pero nunca me atreví, mis padres me hubieran matado apenas decirles, por eso me alegra mucho que tú sí puedas hacer lo que yo no.
-En realidad me dejaron hacerlo pero muy a regañadientes. –Me reí un poco.
Había preparado un traje de baño en el caso de que se me ocurriera hacer una parada en la playa a relajarme, tomar fotografías, cosas así, y ahora me sucede, pero mejor de lo que pensé.
Me reencontré con Gasupht, lo saludé afectuosamente, presentándome a su esposa, la que saludé con gusto, a su hija menor, la que me pareció no menos que simpática y de buen humor...y luego a su hija mayor.
Madre Santa de mi vida...de mi corazón. Ésta chica era una cosa que parecía hecha a mano, por Dios Santo Crucificado.
Era rubia y de unos ojos azules sumamente hermosos, portaba un sombrero de paja que le daba sombra. Pero eso es de su rostro, que era muy bello, pero del cuerpo, uff, uff, de apenas recordarlo me hace latir el corazón.
Su busto era considerable, bien formado, sus caderas eran perfectas, una belleza en toda su expresión, cubriéndose parte de la piel con una chamarra blanca que dejaba poco a la imaginación de todas maneras.
Su traje de baño azul le dejaba ver un buen trasero, madre santa, de verdad.
Sentí, casi de manera inmediata, como el riego sanguíneo se me desviaba a otro lugar, y no eran mis mejillas.
Ella me veía molesta, trataba de no verle el pecho y mantenerle firme la mirada a los ojos. No sé por qué ella me miraba a mal.
Aunque no dejé que eso me afectara, seguí platicando de forma animada, bebiendo una cerveza y, sobre todo, dando leves miraditas al cuerpo de Alice, lo que me derretía ya que me calentaba el alma más que el propio calor de la playa.
Cuando nos sentamos a comer, que fue en una mesa grande, de hecho, éramos un aproximado de 12 personas, me tocó sentarme junto a Alice.
-Kirito, no seas malo, ¿podrías contarle a mis hijas la aventura que estás teniendo? –Preguntó Gasupht.
-¡Claro!
Conté una vez más la historia de mi viaje que llevaba hasta ese entonces, exagerando algunos momentos y agregando ahora que, en una ocasión, había molestado a alguien al derramar agua en los zapatos de una persona, por lo que me tocó salir corriendo con todo y motocicleta o me ganaría una paliza segura.
-¿Pero por qué te querían golpear?
-No lo sé, el sujeto actuó de forma muy prepotente, tomó un cuchillo y me apuntó con él, ahí fue que tiré una silla y me fui corriendo de donde comía, suerte que ya había pagado. –Hice referencia a esa vez que los amigos del tal Renry casi me golpeaban.
Eso sorprendió en especial a Selka, la que era bastante más sonriente que su hermana Alice, a quien, de vez en cuando, la miraba con una leve pena, sonriéndole.
Mientras contaba, hice una pequeña pausa, me había notado bastante amable con Selka, quien la verdad es que me agradó bastante, era muy carismática y me preguntaba muchas cosas que, con todo el gusto del mundo, le respondía.
Ahí fue cuando noté a Alice ya un poco más sonriente, seguramente se alegró de que yo fuera amable con su hermana menor. De hecho, Gasupht me dijo que ellas eran como pan y mantequilla, nunca se separaban la una de la otra.
Fue, sin embargo, cuando sentí un rozar de mano contra mi pierna que abrí los ojos de la sorpresa e interrumpí mi charla. Tragué saliva pesadamente, sintiendo ahora de verdad una mano que casi me tocó la entrepierna.
Era la mano de Alice, ¿de Alice? Me pregunté, sudé un poco, retomando mi ritmo tras aclararme la garanta, explicando nerviosamente a Selka qué había visto por la cosa del Mar Pacifico, la que ella quería conocer.
Para esa tarde, me había acostado en la arena tras jugar futbol de playa con Gasupht, sus amigos y los hijos de sus amigos, siendo un medianamente buen defensa que, a pesar de que pateaba con una precisión de un topo, no dejaba pasar a nadie.
Me sentí agotado, acamparíamos en la playa y yo estaba más que perfecto, tenía mi lugar personal para dormir esa ocasión.
Escuché que alguien se sentó a mi lado, pensé que era Gasupht, pero me llevé la sorpresa de que eran Selka y Alice.
-Hola, viajero. –Me dijo ella, sonriéndome coquetamente.
-Hola.
-Selka quiere preguntarte una cosa más.
-Yo igual, y creo que es mejor que pregunte primero yo.
-Adelante, hazlo. –Sonrieron ambas.
-¿Por qué me mirabas tan mal al principio?
Alice se sonrojó un poco, poniéndose nerviosa. Selka se rió, tomando del brazo a su hermana para mecerlo con bastante gracia y leves ganas de molestar.
-Cu-cuando papá me dijo que iba a venir un muchacho que pasaba de viaje, la verdad es que sentí mucha desconfianza y recelo. Pensé que eras un idiota, pero...pero...pero
-Anee-sama piensa que eres buena persona, le agradas mucho y le pareces muy guapo. –Dijo Selka, con una risita.
Tanto Alice como yo nos pusimos rojos de la pena, ella pellizcó el brazo de Selka, la que no dejó de reír aunque con algo de dolor.
-N-no le hagas caso...
-En-entiendo...¿cuál es la duda que tenías, Selka?
Resolví unas tres dudas que tenía Selka, las cuales eran de qué pueblo o ciudad me había gustado más, cómo era dormir en un campo de trigo y, sobre todas las cosas, si me sentía libre al tener la opción de ir a donde yo quisiera.
Esa última pregunta me dejó pensando, así que no se la pude responder, para bien o mal. La verdad es que sí me siento libre, pero no es la clásica libertad que uno considera normal. Había dejado la casa y el sillón (tengan bien en cuenta esto, no tendrá mayor relevancia en esta historia pero si en el ShirouxArturia. Recuerden "Había dejado la casa y el sillón").
A la hora de la siesta, mi casa estaba a la del lado de Alice y Selka, quienes dormían juntas. Escuchaba una leve risa, yo mensajea con mi madre, teniendo mala señal de internet, parecía ser que Sinon ya había recibido mi carta, lo que me hizo soltar una sonrisa.
La realidad es que, no importa que otra mujer me pueda topar en mi rumbo, Sinon es, hasta ahora, la que tiene un lugar especial en mi corazón, y le deseo lo mejor, lo que es sinónimo de, a pesar del dolor que me causa, no vernos otra vez.
Dormitando, ya era casi la una de la madrugada y ya no se escuchaban ni las risas de Alice y Selka ni las charlas de los adultos. No obstante, lo que sí escuché fue el cierre de mi tienda abrirse, lo que me asustó en un primer momento, pero no tuve ni tiempo de reaccionar ya que sentí una carga en mi espalda. Cabe mencionar que estaba boca abajo.
Un aliento caliente pasó por mi oreja, además de que sentí unas manos tocando mi cuerpo y dos bultos apretándose contra mi espalda. Eso me quitó de forma definitiva el sueño, y, cuando me volteé para ver qué pasaba, sentí unos labios apretándose contra los míos.
Naturalmente era Alice la que se había metido en mi tienda, y sentí nuevamente ese toqueteo contra mi entrepierna, siendo ahora más notorio, mucho más notorio. Cuando entendí qué sucedía, no lo pensamos ni un minuto y ella y yo nos comenzamos a besar de forma casi desesperada, con mucha intención de continuar y ninguna de detenernos.
-Dime la verdad, ¿por qué me veías mal?
-Hace poco estaba en mi periodo...y que una mujer venga a la playa en su periodo es la peor de las ideas. Sin embargo...ya paró. –Me besó de nuevo.
-¿Y sí te parezco guapo?
-Claro que sí. Voy en una escuela de mujeres, y la verdad es que me estoy volviendo loca por no ver ni a un solo chico ni poder sentir cosas lindas en el corazón. –Besó mi mejilla. -¿Sabes qué me pasa cuando acaba mi periodo? –Hice señal de no saber. –Me pongo como gata en celo. -Su tono de voz era de lujuria pura acompañado de una sonrisa adornada con ese mismo pecado capital.
Los besos se reanudaron a la vez que me comenzaba a quitar la playera que tenía puesta y Alice se desabrochaba el sujetador, dejando ver unos pechos...¿cómo decirlo? Eran muy bellos a pesar de lo poco que pude verlos causado por la obscuridad.
-¿Eres virgen? –Me preguntó.
-N-no. –Mentí, queriendo hacerme el macho.
-Y-yo sí...
-Tengo una idea. –Le tapé la boca a Alice, ya no tenía el short pero ella si mantenía su traje de baño inferior puesto, por lo que comencé a mover mi cadera, golpeando mi ρενε con su pelvis menor a través del traje de baño, por lo que fue bastante placentero para ambos.
Nos besábamos en lo que hacíamos eso, y honestamente era muy placentero para mí ya que pude sentir una humedad acumularse en el traje de baño de Alice a la vez que le acariciaba los senos y se los lamía de vez en cuando.
No quisiera ni imaginar qué sería subir un poco de tono la situación, pero no era el momento adecuado para los dos.
Le besaba el cuello, lo que la hacía gemir suavemente, siempre teniendo el cuidado de que no hubiera mucho ruido. Sus muy tenues gemidos me excitaban mucho, he de decir, y no había nada más placentero que eso.
Cambiamos de posición, yo me acosté y ella se puso sobre mí, moviendo su cadera de vez en cuando. Alice puso sus manos al costado de mis orejas, sus pechos quedaban casi colgando en mi cara, me puse una almohada extra en la cabeza para que sí pudiera tenerlos al alcance, por lo que lamía sus pezones o los mordía pero muy suavemente, sumado a que nuestras partes íntimas se frotaban, era algo que nos enloquecía.
Cuando Alice estuvo a nada de que un gemido se le escapara, lo que hice fue simple, aunque no por ello menos gracioso. Le tapé la boca con mi mano como Dios me dio a entender, evitando así de manera casi definitiva que no se le fuera a escapar un gemido muy fuerte.
De un segundo a otro, Alice comenzó a aumentar la velocidad con la que brotaba su pelvis menor con mi ρενε, lo que, claramente, me hizo abrir los ojos de la sorpresa, aunque no me lastimaba.
Pude sentir que paró en seco, aferrándose bien fuerte a las sábanas y yo, de verdad creí que ella se había orinado un poco, pero nada de eso, se había venido. Sin estar aún conforme, me sonrió, agachándose para que ella me besara.
Le toqué felizmente el trasero, que era grande, sí, lo que me excitó tanto a mí como a ella.
Sería mentira decir que lo hicimos toda la noche. Lo que no es mentira, es que, genuinamente, fajamos por la mitad de ella: 4 horas y un poco más.
A la mañana siguiente, me sentía muy adolorido de todo el cuerpo, sobre todo de los brazos y del tronco, también de los hombros. Naturalmente, era por la faena de ayer.
Noté que Alice igual tenía movimientos a medias y algo torpes, así que nos dedicamos una sonrisa traviesa, haciendo que nada pasó ese día.
Puedo decir que es la experiencia más sexual que he tenido en mi vida, lo que me hace sentir como todo un campeón. Besé gran parte del cuerpo de una mujer como Alice, así que siento que he subido un escalón más en lo que es experiencias curiosas de mi vida.
Desayunamos algunos mariscos en la playa, sentándonos ahora en lados diferentes, contando a Gasupht y a los demás en la mesa qué era lo que esperaba de ese viaje o si lo hacía por algo en específico.
-Lo hago por querer imitar un viaje que hizo el Che Guevara con un amigo suyo.
-¿De verdad? –Me preguntó, sorprendido.
-Sí.
-¿Quién es el Che Guevara? –Me preguntó Selka, su madre la tomó de los hombros.
-Nadie, cariño. –Me hizo un gesto de que no le dijera, yo hice como si nada.
Al momento de marcharme, me despedí de todos absolutamente, al igual que de Alice. Nos hicimos ojitos otra vez, sonrojándonos levemente tras lo ocurrido ayer. De hecho, siempre que nuestras miradas coincidían en la mesa, separábamos nuestros gemelos, sonrojados.
Subiendo a mi moto, ella se puso un poco más atrás que los demás que me despedían, por lo que me mandó un beso y me guiñó el ojo. Le sonreía especialmente a ella, pero ya era hora de mirar hacia adelante, por lo que encendí el motor de Bucéfalo y marché inmediatamente, arrancando a buena velocidad.
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Oh, ese Kirito no tiene remedio xd el cap no tuvo mucho sentido...pero cuando dos adolescentes calientes tienen oportunidad de hacer caldo, nada tiene sentido :v
Alice se pasó de hermosa en este último capítulo, la verdad, ES BELLÍSIMA!!! eso sí, no más que Quinella bb uwu
Y creí que esto era meme...Pero sí terminó pasando :V
Es de mi honor y de mi orgullo decirles que para la siguiente semana...Asuna hará su aparición -suena el himno de la URSS- por lo que los fans kiriasu ya podrán estar tranquilos de soportar tanto ship que no es el que más les gusta xd
Los capítulos con Asuna, ya lo adelanto, son MUY lindos y tiernos, sobre todo por las descripciones que Kirito hace de ella, ya verán a lo que me refiero uwu
Sin más que decirles a los amantes del Kiriasu, espero les haya gustado este cap, con un lemmon cortito, pero creo que es lo justo y necesario.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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