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Escape no tan maestro.

Despertamos vestidos en la cama gracias al celular de Asuna, cuya alarma sonó a las 5 de la mañana, ella se levantó casi de inmediato, despidiéndose de mí con un beso en la cabeza en ese momento, fue a su cuarto a bañarse y cambiarse para lo que veía.

Así como yo, ella le diría adiós a la casa y al sillón, diciéndole hola a Bucéfalo y a mi espalda, a la que prácticamente estaría atada doce horas del día o poco más.

No me siento arrepentido, pero claro que tengo infinidad de temores, ya que, como pude resultar una buena aventura, también puede resultar terrible.

Ella es un año mayor que yo y, de hecho, ya prácticamente tenía trabajo, así que empacaba todo lo necesario para tener una identidad fuera de ese pueblo. Asuna, como médico con experiencia de casi cuatro años, seguramente encontrará trabajo casi de inmediato en Tokio, ya que hacen falta médicos.

Malditos sean los idiotas que dicen el plan médico del Che Guevara es una terrible idea y que la salud no es un derecho sino un negocio. Ojalá supieran lo que es no tener dinero para poder tener una salud digna.

Dejando esos temas de lado (ya me recuerdan al imbécil de Nobuyuki), me volví a dormir un rato, aunque tras eso tuve que, naturalmente, despertarme para ir a desayunar en ese momento.

Como ya estaba previsto, el desayuno fue en la mesa de los familiares de Asuna y del idiota ese, que ahora me veía más de lo normal, aparte de que no sonreía como solía hacerlo.

Asuna ya estaba por terminar, dijo que tenía muchas cosas por hacer y que eso le tomaría hasta casi medio día. Eran las nueve de la mañana. Naturalmente, era para organizar sus papeles para irnos en la noche, que era lo más ideal, y quizá pararíamos en algún hotel de un pueblo que no siguiera la ruta que tenía pensada en caso de que nos siguieran.

Cuando ya se iba a levantar de la mesa, Nobuyuki la sujetó de la muñeca, sonriendo de forma "extraña".

-Siéntate un segundo, quisiera decir algo a la familia. Kirito puede hacer parte de esto, y apuesto a que no tiene molestia, ¿verdad, Che?

-Para nada. -Sonreí, ignorante de lo que pasaría en ese momento.

-Ayer que iba a ver el estado de salud de Kirito tras...el previo incidente que tuvimos anoche, escuché algo... algo que le dijiste a Kirito, ¿puedes repetirme qué era? La verdad no le recuerdo muy bien.

Ahí fue cuando me di cuenta que la sombra que se veía por debajo de la puerta era más peligrosa de lo que había pensado. Tanto el padre y el hermano de Asuna se nos quedaron viendo raro.

Al vernos pálidos y con una expresión de asombro a mal, creo que pensaron lo peor, y...lo más gracioso de todo es que eso es la verdad. Eso sí, peor para ellos, mejor para nosotros dos.

-Anda, no seas tímida. Ayer le dijiste muchas cosas a Kirito, ¿me las puedes repetir un poco más claro? Recuerdo dos cosas vagamente...una, y es deducción mía, era "cuando entré a verte por primera vez" y "yo estaba comprometida con Nobuyuki".

-N-no sé de qué...

-¡Claro que lo sabes! -Nobuyuki se levantó y golpeó la mesa, asustándonos a todos, pero sobre todo a Asuna ya que la tenía en frente de sí. -¡Te recuerdo que estamos comprometidos desde hace años, y no me harás la gracia de enamorarte de un paciente! ¡Te he tratado bien, pero esto no lo voy a tolerar de ningún modo! ¡¿Crees que no sé por qué te casarás conmigo, desgraciada?! ¡Es por mi clínica, por mi maldito dinero! ¡Aparte de interesada, eres una zorra!

-¡No te permitiré que me...!

-¡Cállate! -Exclamó él, bastante más fuerte. -¡Con eso de ayer me acabaste de deshonrar y me demostraste que puedes abrirle las piernas a cualquier...! -Me levanté con la intención de darle un golpe a ese bastardo, pero el padre de Asuna y su hermano me detuvieron, agarrándome de ambos brazos.

-¡Hijo de puta! (Inserte canción "Ya me harto este hijo de la chingada")

-¿Qué pasó, Che? ¿De verdad te ofendes cuando es una verdad? Quisiera saber...si ya se ha cogido a otros infelices antes que tú. -Nobuyuki se me acercó, diciéndome algo en el oído. -No te sientas tan especial, Che. ¿No te pusiste a pensar que una noche que despiertes en un hotel ya no esté a tu lado? Quizá eres el único idiota que le ha dicho que sí. -Me dio un golpe en el estómago, sacándome el aire.

-¡Déjalo! -Asuna fue a tratar de quitármelo de encima ya que me iba a rematar.

-¡Tú quítame las garras de encima, zorra! -Nobuyuki empujó a Asuna con suficiente fuerza para tirarla, y casi como si no le bastara, le dio una bofetada que le desacomodó su anaranjada melena y le dejó la mejilla marcada. -¡Y eso es lo menos que mereces de mí, puta!

Asuna apretó los dientes, levantándose con intención de regresar el golpe, pero Nobuyuki volvió a levantarle la mano...lo que hizo que ella dudara, rompiéndose a llorar para ir corriendo a su cuarto, azotando la puerta y poniéndole seguro.

-En cuanto a ti, Che...

Es innecesario decir que me arrojaron con todas mis cosas a la calle, literalmente, Nobuyuki me dio una patada en el estómago, dejándome en el suelo por un rato.

Al levantarme, me iba con un enorme enojo tras ser tratado de esa manera...aunque, teniendo un espíritu aventurero, un arma y al Che Guevara bien plantado en el subconsciente, claro que no me iba a dejar.

Si algo aprendí del Che, es a ser rebelde y a nunca rendirme a pesar de tener las de perder, así que...pues inicié un plan.

Encendí mi motocicleta y me fui a varias cuadras de distancia, el sonido del motor alejándose seguramente le partió el corazón a Asuna, pero claro que no me iba a ir.

Esperé cerca de unos cuarenta minutos, por lo que, sin prender el motor, regresé con Bucéfalo y, sabiendo en qué parte de la casa quedaba el cuarto de Asuna, me asomé al mismo para tocar la ventana un par de veces.

Apenas me vio, los ojos de Asuna se iluminaron como nunca antes, a pesar de tenerlos rojos e hinchados de tanto llorar ese rato.

-¿Alguien pidió un corcel?

-Kirito... -Nos dimos un abrazo como pudimos, dándonos un beso rápido.

-Toma tus cosas y vámonos ya, no hay un solo segundo que perder.

-Claro. -La sonrisa que iluminó su rostro fue tan bella y hermosa que me enamoré más de lo que ya estaba, así que la ayudé a poner sus cosas en la motocicleta para podernos irnos de forma inmediata para más nunca regresar a esa casa.

Malamente, Nobuyuki salió a fumar un cigarro, aprovechando que había un puesto de fumadores cerca de la clínica. Es claro que, al vernos, se llevó un disgusto de aquellos.

-Serán hijos de ¡Puta! -Se acercó pesadamente a nosotros, Asuna se puso blanca y nerviosa, temblando de miedo. -¡Los dos se van a morir hoy!

-¡Quieto ahí, desgraciado! -Saqué la pistola que tenía, apuntándole directamente con ella a la cara. -¡Te mereces un tiro en toda la boca para que no vuelvas a insultar a Asuna en tu vida!

-¡Kirito, no! -Asuna me agarró del brazo, pero yo insistí en apuntarle a Nobuyuki.

-Espero que se accidenten y tengan una muerte horrible, traidores...de verdad los quiero ver arder.

-Ya veremos, infeliz. Asuna. -La miré, por lo que ella siguió cargando sus cosas en la motocicleta, lista para irse, por lo que encendí el motor. -Púdrete, Nobuyuki. -Le disparé en el pie, él cayó al suelo, gritando desesperadamente de dolor. -¡Por hijo de puta!

Arranqué la motocicleta a toda velocidad, Asuna se aferró a mí a la vez que me regañaba brutalmente por haberle disparado a Nobuyuki en el pie, pero no me arrepentí para nada, simplemente sonreí, sintiéndome bien campechano.

Paramos al poco rato, sabía que, en caso de que nos trataran de seguir, lo harían con cautela ya que tenía la pistola de Klein, que, ¿quién lo diría? Pero me terminó sirviendo más de lo que pensé.

Asuna se bajó completamente molesta, dándome algunos golpes en el pecho a la vez que yo reía levemente. Al mirarme, hizo un puchero.

-¡Te pueden meter preso por algo así!

-Eso si nos encuentran.

-Sigh...eso es cierto. Cómo sea, ¡no lo debiste hacer!

-Ops. Ya lo hice. -Tomé a Asuna de las manos. -Te pregunto...¿de verdad quieres venir? Este viaje representa ir sin dormir, sin bañarse, sin comer. Es un trayecto duro ya que habrá que racionar todo por el simple hecho de que el dinero puede no alcanzarme.

-Arreglé eso. -Sonrió ella, mostrándome algún dinero que tenía. Hice un gesto de aceptación.

-Pensaste bien. Aunque me preocupa lo de mi cólera.

-Ya no estás enfermo...te curaste a la semana. -Asuna se ruborizó. -Te mantuve en esa cama ya que quería verte más tiempo, ya que sabía que tu partida era inminente para que reanudaras tu viaje.

-Ya sabía yo que estaba bien. -Le jalé suavemente ambas mejillas. -Tramposa. -Ahora le di un beso en la frente.

-De cualquier forma, creo que te hubieras caído de la motocicleta para volver a la clínica.

-Quizá. -Reí. Nos abrazamos, pero ella me pellizcó la espalda lo suficientemente fuerte para que me doliera bastante.

-Sigo insistiendo en que no debiste hacer eso. Ya no importa, sí. Aun así me tiene con pendiente si es que Nobuyuki se las intentará cobrar.

-No importa. Debemos seguir si es que no queremos que nos encuentren, Asuna. -Antes de nada, saqué un mapa del país para tomar un lapicero, rayando un tramo de la ruta. -Cambio de planes. En vez de ir por toda la costa del Mar de China, haremos uso de las carreteras más centrales, ¿te parece bien?

-Mientras no nos los topemos.

-Lo veo difícil. Hay varias rutas que podríamos tomar, y no saben ni cuál puede ser nuestra opción.

Emprendimos marcha a Kioto, lo que nos tomó cerca de siete horas y media ya que, Asuna, no estando acostumbrada a viajar, pedía que descansáramos de vez en cuando. Eso, en vez de molestarme como lo creía al viajar solo, me vino bastante mejor, ya que así no quedaba tan agotado después de un recorrido de tal envergadura.

Eran las siete y media de la noche, ya que, en sí, nos fuimos a las 12 de aquel lugar donde prácticamente ella era prisionera. Ahora éramos libres de ir y hacer lo que quisiéramos ya que teníamos lo suficiente para viajar por tres meses sin apenas problemas, comiendo barato y sin dormir en hoteles. Con la casa de campaña, todo estaba mejor.

Armamos la tienda ya que era mejor dormir a las afueras de la ciudad que dentro de ella, podíamos ver los edificios y las luces de colores, sonriendo mientras eso pasaba.

Nos tomábamos de la mano, haciéndonos cariñitos y diciéndonos palabras de amor y de estar siempre juntos a pesar de todo lo que ocurriera durante el viaje, que, de hecho, ya estaría a no muy lejos de acabar.

Asuna se recorrería la mitad del país, y eso era decir mucho. Teníamos su dinero en las bolsas de viaje que iban montadas en Bucéfalo, el que vaya que quedaría casi muerto tras esta gran empresa, cargando ahora el peso de dos aventureros en vez de uno solo.

Eso no parecía importarle mucho a mi fiel corcel, ya que no estaba tan mal y el motor seguía sonando decentemente.

Antes de dormir nos quedamos a ver un rato el cielo, lo que me hizo recordar a Sinon. Pobre de ella...le romperé el corazón en cuanto sepa que me olvidé muy pronto de ella.

Sólo espero que podamos seguir cambiando cartas, pero como amigos. Siendo honesto....ella merece más que una mierda de persona que yo, oh sí.

Regresando al momento, estoy seguro que Asuna y yo sentíamos la misma paz que me desbordaba en ese momento. Nos miramos a los ojos, estando igual de cansados tras aquel día tan extraño, y en el que ahora me encontraba acompañado de la mujer a la que, casi sin darme cuenta, me enamoré y me entregué a pesar de todas las oportunidades que tuve antes.

Si nada pasó con las demás chicas que he descrito en este viaje, es porque ella me esperaba y yo la esperaba a ella sin que lo supiéramos. Es como ese amor predestinado que se leen en los cuentos de romance a los que uno suele decir "vaya tonterías".

Uno dejará de pensar "vaya tonterías" al pasar por una experiencia de amor de la magnitud que tuve. Ambos sufrimos por amor hasta encontrarnos, ella más que yo, claro. Ahora nos sentimos tranquilos, nos metimos a la tienda y nos abrazamos fuerte, tomándonos de la mano a la vez que jugábamos con nuestros pies fríos a tocar el del contrario.

Entre ese frío de los dedos y de la planta, se hallaba oculto el calor de nuestro amor.

Aquella noche, sin lugar a dudas, fue la mejor de todo mi viaje por una simple y llana razón: no pase frío como sí era en varias ocasiones. Aunque la razón de ello fue lo que hizo que esa fuera mi mejor noche: ese calor extra se debía al simple hecho de que dormía al lado de la persona que le prendía fuego a mi corazón, y a la que yo le prendía fuego al suyo.

Hablando en otros términos, nuestros corazones creaban un fuego mutuo que arrasaría con todo lo que tocara por lo caliente y viril que era, un fuego que parecía nos incendiaría hasta que no quedara ni el polvo de nosotros.

Así era nuestro amor; un amor de verdad entre Asuna y yo. Jamás la olvidaría, jamás la reemplazaría. Una vez llegó a mí, se quedará para toda la vida, y lo juraré ante Dios mismo de ser necesario.
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Vayan a la última parte del capítulo de sinon y se llevarán una linda sorpresa <3

Siempre que pienso en la palabra "Diario" para este fic, se me viene este libro del Che a la mente xdxdxd

Volviendo al fic, el capítulo puede ser un poco rápido en las acciones, pero es lo necesario para que siga avanzando la historia. El final del cap estuvo, en lo personal, muy lindo uwu ya que Kirito describe sus propios sentimientos por Asuna. Espero que eso compense a los amantes del kiriasu que estuvieron esperando tanto tiempo por ese ship :V

Sin más, nos vemos la siguiente semana, el capítulo será especialmente gustoso para Nash y para mí, ya verán qué quiero decir uwu

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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