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Capítulo 8

Llego al hospital corriendo cuatro días después de mi última cita. Me han llamado hace un rato para decirme que mi hermana por fin ha despertado. No cojo en sí de gozo. Una alegría me ha invadido cuando me lo han dicho pero ahora tengo que ver en qué estado de ánimo se encuentra y si el bebé está bien.

Subo corriendo las escaleras sin esperar al ascensor y al llegar a su habitación, lo que veo me deja descolocada. Sentado en un silla y con su mano posada en la de ella. Esta Roger.

—¿Y tú qué haces aquí?—replico enfadada.

—Me he enterado de lo que le ha pasado y he venido a ver cómo estaba—suelta altanero.

—No tienes ningún derecho a estar aquí porque si está así, ha sido por tu culpa—espeto mirándole a la cara.

—Estoy aquí ¿Recordáis?—suelta mi hermana con una débil voz.

—Perdóname Susana, no pretendía montar un escándalo, pero me pone furiosa ver a este malnacido aquí—lo fulmino con la mirada.

—Solo ha venido para ver cómo estoy y a contarme tus progresos. Me ha dicho que un pago más y si deuda estará saldada—suelta contenta.

—¿Pero tú te estás oyendo? Lo cuentas como si nos estuviese haciendo un favor—digo dolida.

—Está pensando en perdonar nuestra deuda si le doy una oportunidad—suelta con lágrimas en los ojos.

—Pero esto es increíble Susana. ¿Cómo le vas a dar una oportunidad a este ser tan repulsivo y que está metido en estos mundos tan peligrosos?—suelto indignada.

—La quiero Claudia, se que la he puesto en peligro, pero me he dado cuenta de que siento algo por ella, después de saber que el bebé que espera es mío—suelta dolido.

—¿¿Qué??—suelto aún sin creermelo. —Esto tiene que ser un error tú no puedes ser el padre de mi sobrino/a. Susana, ¿dime que esto que acaba de decir, es mentira?—la observo implorandola.

Ella se muestra unos segundos en silencio. Barajando en como abarcar el asunto supongo.

—Lo siento hermana. Es verdad. Todo empezó...

No la dejó terminar y me marcho de la habitación toda indignada. Yo rompiendome los cuernos para meterme en este mundo de perversión para pagar la deuda de ese malnacido y pagar también su fianza para que pueda salir de la cárcel y resulta que ahora de pronto están enamorados. ¡Será descerebrada! ¿Cómo puede ser así? La creía más lista.

Me voy caminando acerada, por como me siento y decido meterme en la primera cafetería que encuentro. A pesar de no haber bebido nunca y de ser aún no, las dos de la tarde, creo que sería un buen momento para hacerlo. Quiero olvidar todo lo que he escuchado y borrar todo este día. Parece que esos dos se han estado riendo de mí, para que me metiese a Puta. Así me han hecho sentir y no esperaba esto por parte de mi hermana. No después de todo lo que estoy haciendo por ella. Roger no me parece de fiar y parece una persona que cambia de opinión según le convenza. No me gusta para ella ¿ Es que no se da cuenta del embrollo en que está metida gracias a él? Necesito olvidar, así que en cuanto se acerca la camarera le pido un ron Cola y algo para comer para que no me mire con esa cara.

Después de darle un buen trago a mi bebida que sabe a rayos, me empiezo a sentir más relajada. Ya voy con mi tercer vaso y empiezo a estar en una nube, sobre todo al no estar acostumbrada a beber, cuando escucho una voz masculina en mi espalda.

—¿Un mal día?—suelta la voz desconocida.

Al verme sorprendida me giro para saber quién es. Me levanto para observarlo mejor porque empiezo a ver borroso. Me quedo tan impresionada al saberlo que sin querer me tropiezo con la pata de la mesa y me tambaleo para delante poniendo mi estabilidad en juego pero gracias a unos brazos fuertes y robustos logro no caerme al suelo.

—Creo que no deberías beber más. En tu estado puede serte perjudicial y cualquiera podría aprovecharse de tí—dice Marcus a mi lado.

Yo empiezo a llorar, aún no sé en qué momento mientras que él me da un abrazo para consolarme.

—Jimena, póngamelo todo para llevar—dice observandome.

—Siento ser tan atrevido, pero te vendrás ahora mismo a mi casa. No estás en condiciones de volver a a la tuya, apenas te mantienes en pié y tu lengua está un poco revuelta, para enseñarme en dónde vives, así que si no te importa, te vienes conmigo, si es que te fias de mí claro está sino llamo a un taxi y ....—dice observandome detenidamentemiebtras le acaricio la cara con cara de tonta.

—No me gustaría que te pasase algo , estando aquí sola, porque no me lo perdonaría. Algo me dice que debe de haberte pasado algo muy grave, para que te encuentres aquí sola, bebiendo como lo estás haciendo y siento también que necesitas a alguien para hablar—suelta solicito.

—Yo asiento decidida porque el alcohol me ha subido rápidamente y empiezo a sentirme peor. Sé que casi no lo conozco. Solo lo he visto una vez en mi vida, pero me causó buena impresión y me parece un buen hombre. Me iré con él. ¿Total que podría pasar? Si resultase ser un violador, ya no es que me importe mucho, después de prestar mi cuerpo durante tantas veces, una más no iba a resultar un problema y visto en el estado en que me encuentro no creo que me acordase de nada al día siguiente.

Él, se levanta para coger su pedido y después de ayudarme a levantarme, una gran descarga cubre mi cuerpo, mientras me mira a los ojos.

Ya no recordaba ni la última vez que me había sentido tan atraída por un hombre. No lo observo muy bien, porque la cantidad de alcohol ingerida, me hace ver borroso, pero tengo muy buen recuerdo de la última vez que nos vimos.

Me mete en su coche Mercedes plateado todo terreno, no sé el modelo porque apenas atino y después de varios minutos metida allí dentro mientras él conduce, me observa de reojo con cara preocupada. Pocos minutos después llegamos a una bonita urbanización. Hace años que no vengo por aquí porque suele ser la zona de los ricos y no se me ha perdido nada. Debe de ser un hombre de negocios exitoso para poder permitirse un barrio así.

Al llegar me ayuda a bajarme del coche con mi ensoñación y mi aturdimiento, ni me había dado cuenta que habíamos llegado.

Los dos llegamos a una casa inmaculada. Es como la que anuncian en las revistas. Siempre me encantó vivir en un sitio así aunque es un mero sueño porque en realidad sé que jamás eso pasaría a no ser que me tocase la lotería.

Él, me ayuda a sentarse en su sofá mientras trastea en la cocina. A los pocos minutos, muestra una comida exquisita delante de mí. Imagino que es la que pidió en aquel bar. El apetito se me ha abierto de repente al oler semejante manjar y él como sabiendo mis intenciones me sirve en un plato mientras que hace lo mismo con él. Comemos en un intenso silencio hasta que acabamos con todo su contenido. Cuando se levanta, se va unos segundos y cuando vuelve, me deja un poco de ropa de mujer encima de una butaca. Yo lo miro sin entender.

—Creo que te vendría bien una ducha en este momento. Ya has comido y así cuando lo hagas, te sentirás mejor y más despejada y podremos charlar de lo que te ha ocurrido—dice con una extraña voz.

Yo me quedo mirando la ropa unos segundos. Seguro que tiene mujer o pareja y yo estoy aquí y no quiero meterlo en problemas.

—No quiero meterte en problemas—le digo señalando a la ropa que acaba de dejar. —Si su mujer o su pareja se enteran no creo que les guste demasiado que haya estado aquí—digo intentando levantarme sin éxito.

Él se ríe ante mis insinuaciones y muestra una sonrisa perfecta.

—Mi hermana puede pensar lo que le plazca—dice apenas en un susurro. —De vez en cuando como se pelea con su novio viene a pasar algunos días aquí hasta que se reconcilian. No creo que le importe que le deje su ropa a una invitada que lo necesita—dice observandome.

Yo me pongo colorada por ese hecho. Imaginé por la planta que tiene que estaría casado no sé porqué.

—Está bien lo haré. Me vendrá bien despejarme un poco—suelto levantándome mientras me da un mareo y me vuelvo a tambalear.

Él, me ayuda a moverme por el pasillo y me dirije hasta el baño. Me sienta en el borde de una gran bañera, mientras que abre el grifo y empieza a poner sales de todo tipo. Jamás me había dado un baño así y me sorprende que un hombre de esa envergadura me lo esté preparando y tenga en su poder todo tipo de sales pero no voy a juzgar a nadie me ha venido de perlas que me haya rescatado.

Al cabo de pocos minutos la bañera está rebosante y después de ayudarme con mis zapatos, me deja sola en este gran baño. Me desnudo despacio porque mis condiciones no son perfectas y no quiero vomitar, si lo hago más rápido y estropear este baño inmaculado.

A los pocos segundos ya me encuentro sumergida en la bañera llena de espuma. Un estado de tranquilidad me invade y empiezo a ser consciente de mis actos. Supongo que este baño me está viniendo bien para volver a ser la que era.  Después de pensarlo parece que estoy en esa escena de Pretty Woman, solo me faltarían los cascos. Después de bañarme con mimo y de vaciar la bañera, me pongo la ropa que me ha dejado y resulta que es de mi talla ¡Qué buen ojo tiene!.

Después de ponerme bien mi melena rubia y de observarme al espejo, salgo del baño, para agradecer a este hombre todo lo que ha hecho por mí. No lo habría hecho cualquiera y estoy contenta,  porque tampoco se ha sobrepasado conmigo y eso dice mucho de él.


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