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Cap. 17: Oficial...

Caminé entre los escombros que la nueva rotura del muro había causado, dos soldados me acompañaban mientras nos movíamos por el pavimento levantado inspeccionando los restos de casas. Todo a nuestro alrededor era polvo, arena, trozos de piedras y madera y ladrillos; el comandante Erwin me había pedido que redactase una evaluación de daños y así poder comprobar el estado de la red. Era una tarde nublada y oscura de mediados de mayo.

Día 10/05/850
He estado mucho tiempo sin poder escribir en el diario, odio releer lo que había ocurrido en las últimas semanas. En resumen... no se ha vuelto a ver a Reiner desde que el muro se rompió y están empezando a caer sospechas sobre él, he perdido todo el contacto que tenía con Annie y no hablé más con Bertholdt; aunque él concretamente no me llegó a desagradar tanto como los otros dos.

Hoy dos soldados me acompañan, uno de ellos es la mano derecha de Hanji; su nombre es Moblit. El otro soldado pertenece a la rama de las Dos Rosas, un hombre alto y rubio llamado Hannes. Espero terminar rápido la pequeña misión y volver cuanto antes a la Legión de nuevo, quiero hablar las cosas con Bertholdt tranquilamente ya que parece ser el único en el que puedo mínimamente confiar.

Me detuve frente a una casa completamente derrumbada, una gran roca aplastaba el tejado desperdigando todos los materiales por el suelo. Un dibujo hecho por un niño estaba tirado frente a unas vigas caídas lleno de polvo, lo cogí con cuidado y soplé para eliminar la suciedad; en él estaban un hombre, una mujer y una niña en un campo verde lleno de flores con el siguiente mensaje: "Algún día seré libre".

— Suerte que no haya habido pérdidas humanas — comentó Hannes acercándose a donde yo estaba— el rey ha dicho que ofrecerá nuevos hogares en la parte más al sur del muro para la gente que ha perdido sus casas.
— Es una buena medida, espero que consigamos recuperar pronto el distrito en su totalidad — respondí dejando el dibujo — Avisa a Moblit para que me acompañe, voy a subir al muro.
— Entendido.

Me encaminé hacia la alta pared de piedra junto con el hombre de cabello castaño y ojos oscuros para observar el movimiento de los titanes, siempre podíamos deshacernos de algunos demasiado cerca de la red. Activamos los equipos para llegar hasta los cañones que había arriba del todo y andamos hasta el otro extremo; ningún titán próximo a la grieta.

— Hoy es un buen día supongo — opinó Moblit.
— Sí... además de que, gracias a la falta de luz, no se mueven mucho; la mayoría están quietos.
— Lucen escalofriantes cuando dejan de moverse, pareciera que en cualquier momento fueran a correr.
— Cuando caiga la noche no tardarán en quedarse completamente inmóviles, los del turno siguiente podrían aprovechar esa ventaja.

Miré hacia el horizonte, era enormemente extenso y sombrío por la poca luz del sol que ya se iba poniendo. Las nubes negras cubrían todo el cielo que comenzaba a perder el color azul para ser sustituido por el dorado del atardecer. El sol era una bola de fuego que brillaba incesante.

— Deberíamos volver ya al cuartel, creo que ya tenemos todo hecho.
— Estoy de acuerdo, avisaré a Hannes y enseguida nos vamos. Coge mi caballo también, Moblit.
— Sí.

El hombre joven bajó con su equipo mientras que yo avancé unos pasos más hasta casi el borde, unas piedrecitas cayeron al vacío al situarme en el límite y no perdí de vista el sol. Echaba de menos mi libertad pero empecé a odiar Erdia con todas mis fuerzas.

Toqué con suavidad el suelo de nuevo tras el momento de tranquilidad interior, Moblit me tendió las riendas de Furia y nos despedimos de Hannes para volver al edificio central.
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— Los informes, señor — anuncié abriendo la puerta de su habitación tras llamar.

Me sorprendió ver a Hanji, Mike y Levi con él sentados alrededor del escritorio mientras leían unos papeles entre todos.

— Astrid, justo te iba a llamar. Pasa, por favor, y gracias por tu trabajo.
— No hay de qué... ¿qué sucede?
— Toma asiento.

Levi no dudó en levantarse de su silla para cedérmela, le dediqué una pequeña sonrisa de agradecimiento y me senté para atender a las palabras del comandante.

— Últimamente hemos estado pendientes de tu progreso como soldado de cambio, pensamos que estarías en desventaja pero nos ha sorprendido ver cómo avanzaste en comparación con tus compañeros — comenzó a explicarse.
— Nos costó un poco decidirlo pero creo que ya estamos los cuatro de acuerdo con ello — prosiguió Hanji.
— ¿Decidir lo qué?
— Subirte de rango — contestó Mike.
— Concretamente a oficial — remató Levi, quien estaba detrás de mí apoyando las manos en el respaldo del asiento.

Me llevé las manos a la boca tras escuchar eso, pensé que la mandíbula me llegaría hasta el suelo de la impresión. ¿Oficial? ¿Cómo pude llegar a eso?

— N-No sé... es mucha responsabilidad... — dije bajando la cabeza mientras mantenía los puños cerrados sobre las piernas.
— Te vemos capaz de conseguirlo, As.
— Pero superiora...
— Piénsatelo, no te sientas presionada.
— ¿Puedo ir a hablar con ella un momento? — preguntó Levi dirigiéndose a los tres soldados.

Con el consentimiento de Erwin, Levi y yo salimos de la habitación y cogió mi mano para andar por el pasillo ya iluminado por las lámparas de  velas en el techo. Nos detuvimos cuando estuvimos frente a su cuarto y me abrazó sin previo aviso.

— Escucha, es normal que estés nerviosa pero si fuera tú aceptaría el cargo.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro de que lo haré bien? Solo yo sé mejor que nadie de qué soy capaz y de qué no.
— No, te conozco y tienes potencial. Mañana danos una repuesta, ¿de acuerdo?
— Está bien...
— Una cosa más.
— Qué sucede.
— Acéptala.

La mano que había mantenido tras la espalda durante todo el tiempo se dejó ver sujetando una preciosa rosa.

— Hasta mañana, Astrid.
— Hasta... mañana... — me despedí manipulando la flor entre mis manos.

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