Cap. 16: Una noche con Levi
Cogí el soporte de metal de la vela por la oxidada asa en aquella noche lluviosa, las gotas de lluvia retumbaban en los cristales húmedos inundando los silenciosos y oscuros pasillos con el ruido del agua chocando contra los ventanales.
— Astrid, qué haces despierta a estas horas — preguntó Levi con voz seca.
Admito que me asusté al verle, no contaba con nadie en los pasillos a las tres de la madrugada.
— Armin me llamó horas atrás para hablarme de una cosa en la biblioteca, ya volvía a los barracones — contesté con seguridad, la cobardía se acabó.
Había pasado tiempo sin que nos dirigiéramos la palabra, me resultaba extraño volver a hablar fluidamente como antes.
— ¿A estas horas? — claramente desconfiaba.
— Qué hay de ti.
— Solo tenía... pesadillas...
— ¿Pesadillas? ¿Tú? — le cuestioné entre risas.
Mi sonrisa disipó la tensión del ambiente.
— Qué te hace tanta gracia, impertinente.
— Nada... ¿primero me llamas pequeña y ahora impertinente? Creo que hemos vuelto a los inicios y no me había enterado — repliqué riéndome.
Levi negó con la cabeza y se fijó en el collar que llevaba puesto; era el que me había regalado, no me lo había quitado desde que me lo dejó con el papel. Era mi forma de darle a entender que a pesar del mal día aprecié el esfuerzo que hizo por intentar darme un cumpleaños perfecto. Una sonrisa ladeada se esbozó en sus labios y, acercándose a mí, cogió el corazón a la mitad.
— Gracias por aceptarlo.
— Es lo menos que pude hacer.
— Siento mucho haberme comportado de esa manera, entiendo perfectamente que quisieses centrarte en tu labor. ¿Te ibas ya a la cama?
— Sí, pero no sé si conseguiré dormirme lo suficientemente pronto. Mañana tengo que hacer el turno de noche en el muro y quiero estar descansada.
— Entonces no te entretendré más. Que descanses...
Algo dentro de mí sentía un irresistible deseo de detener a Levi y abrazarle sin motivo aparente, sentía que cada vez que se alejaba de mí me molestaba el no haber pasado más tiempo con él.
— Esto... Astrid...
— ¿Levi? ¿No te habías ido?
Cogió mi mano con una timidez que me sorprendió y me pidió casi en un susurro que durmiera con él. El soldado más fuerte de la humanidad incapaz de dormir solo.
Acepté únicamente porque prefería las camas individuales para descansar a estar rodeada de literas, cosa que era cierta. Echaba de menos mi cuarto en Erdia. Una vez en su habitación, me acomodé entre las sábanas blancas tapándome con ellas hasta el vientre en el lado de la pared, Levi se sentó a junto a mí observando cómo me acostaba. Me era sorprendente lo "tímido", por así decirlo, que Levi se había vuelto de repente; era como si estuviese ante otra persona.
— ¿Te importa si me quito la camiseta? Suelo tener calor — me pidió todavía sentado sobre el colchón.
— Sí, a mí no me importa. ¿Qué pesadillas tenías para no dormir?
— Malos recuerdos que odio volver a ver...
— Entiendo. Bueno, mejor durmamos o se hará muy tarde.
Levi asintió y dejó la camiseta en el respaldo de la silla, su cuerpo seguía asombrándome. Se acostó boca arriba al igual que yo y nos quedamos mirando al techo sin saber qué hacer o decir, deberíamos dormir pero era más fácil decirlo que hacerlo.
Lo que menos soportaba era no tener el control en mi propia cabeza, esa sensación extraña de molestia volvía aportándome incomodidad, aunque no era por estar al lado de él sino que se trataba de otra cosa que no lograba entender y me frustraba.
— Astrid...
— ¿Mhm?
— No sé cómo logras aguantarme, pensé que te negarías.
— ¿Por qué? Comprendo que haya veces que a uno le gusta sentirse acompañado y no iba a decirte que no.
— ¿Puedes hacerme una promesa?
— Una promesa... supongo que sí...
— ¿Me prometes que siempre estarás a mi lado?
No sabía que decirle... ni yo misma sabía que sería de mí en un futuro próximo.
— ¿Y... si algún día me marcho lejos? — pregunté refiriéndome a Erdia, aunque no quería volver allí.
— No te lo permitiría, creo que te abrazaría hasta convencerte de que te quedarás. No sé... me siento bien cuando estás conmigo, haces que deje atrás la tristeza que llevo siempre encima.
Me incorporé para poder mirarle a los ojos, apoyé mi mano sobre la suya dando leves caricias y asentí con la cabeza.
— No sé si podré quedarme siempre aquí, pero lo que sí te prometo es que no dejaré que estés triste mientras permanezca a tu lado.
— Vale...
Levi también imitó mi gesto, éramos incapaces de dormir. Acaricié su cabello negro como la noche y le sonreí para aportarle confianza, me alegraba haber dejado nuestras diferencias atrás en poco tiempo.
— Te admiro...
— Venga... duérmete ya, te he dicho que mañana estaré muy cansada — le contesté sonriente.
— Qué amarga.
Me acosté de nuevo cara a cara frente a él, cerré los ojos y suspiré intentando descansar antes de que las horas siguieran pasando. Sabía que en la mañana no podría con el cansancio.
Los brazos de Levi me rodearon la cintura para cercarme más a él, abrí los ojos anteponiendo las manos sobre su vientre para que no se acercase tanto, pero ya estábamos prácticamente juntos. Tenía la cabeza apoyada sobre mi pecho, mantenía los ojos cerrados mientras se acurrucaba a mi lado; era realmente tierno verle así, me recordaba a Enis cuando dormíamos juntas. Yo también le abracé, llevando una de mis manos hasta su nuca para acariciarle con las yemas de los dedos, y mis labios dejaron escapar un inaudible "yo también te admiro".
— Buenas noches, Levi.
— Buenas noches, Astrid...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro