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Cap. 14: La sorpresa que no se llegó a cumplir

Abrí el grifo de la ducha para dejar el agua templada salir y empaparme el cuerpo entero con ella. Los vestuarios estaban en completo silencio debido a que era la única que estaba en ellos tras la expedición, pocos soldados habían regresado por sus heridas ya que la expedición continuaba.

Mi piel emitió vapor mientras que me auto curaba con mi poder de titán, tenía fracturas en mi brazo derecho y en tres costillas. Eren había pedido permiso de regresar a la misión pero le negaron la vuelta, debía de quedarse tras haberme ayudado a volver.

Vestí una camiseta de lana negra sencilla, unos pantalones grises de franela y unas bailarinas negras antes de cepillar mi cabello húmedo frente a los espejos que había sobre los lavabos. Estaba muy nerviosa pensando en Reiner y Annie, esperaba que no se les ocurriese delatarme tras haber intentado acabar con la vida del chico, de hecho, me sentía muy mal por haber hecho aquella locura. Estaba cegada por la ira y no pensé en las consecuencias, además... ellos eran mis amigos, por qué habíamos terminado así.

Guardé mis cosas en una bolsa, antes de marcharme debía de disimular mis heridas ya curadas así que envolví, bajo la ropa, mi brazo y mi pecho hasta el vientre con vendas. Las marcas moradas aún se mantenían y eso me ayudaría a engañar mejor de forma externa.

Al salir afuera dejé que el viento fuese quién secase mi pelo, el día se comenzó a nublar de un momento a otro con negros cúmulos de nubes; esperaba que ninguna tormenta les hiciese mal a mis compañeros durante la misión. Se me hacía extraño ver el patio totalmente vacío y silencioso, tomé la manilla de la puerta del barracón para acceder al reconfortante calor que se mantenía allí dentro. Me tumbé en la cama y aspiré el aroma a madera vieja que el lugar tenía de por sí.

— Feliz cumpleaños, Astrid... — me dije a mí misma tapándome el rostro con la almohada.

Escuchar el crujido de la puerta abrirse hizo que me incorporase de un respingo por el susto, apartando la almohada a un lado y girándome con la mano apoyada sobre el estómago con expresión de dolor fingida. Mis ojos aguamarina chocaron con el azul grisáceo de los de Levi; éstos brillaban y no precisamente de alegría, parecía haber llorado.

— Levi... hola — saludé intentando aparentar lo que no era.
— Hanji me dijo lo de tus fracturas, veo que siguen doliéndote.
— Sí, algo sí.

En su mano sostenía unas flores de amapola, le miré sorprendida por haberlas cogido y en completo silencio imitó lo que yo misma hice aquella vez. No mencionó nada sobre mi cumpleaños, algo que me tranquilizó y que también hizo que diese por hecho que la sorpresa se quedó en palabras llevadas por el viento.

Desató con mi permiso la venda del brazo, se arrodilló para estar a mejor altura y aplicó unos parches que consiguió en la enfermería sobre mi piel morena clara, sus manos nuevamente frías sujetaban el remedio y mi brazo a la vez con delicadeza para no hacerme daño, aunque el silencio por parte de Levi me hacía sospechar de su preocupación; sus ojos todavía vidriosos no me permitían mantenerme tranquila.

— ¿Estás bien? — le pregunté apoyando mi otra mano en su hombro.

Él se limitó a asentir con la cabeza.

— Gracias por curarme recordando mis métodos, prefiero mucho más las plantas que los medicamentos — hablé para dar un tema de conversación.
— Vale.
— Y... no fuiste a la expedición, por lo que veo. No llevas puesto el uniforme.
— No.

Aparté el parche de mi brazo y tomé sus mejillas con ambas manos para que me mirase, su expresión era un misterio para mí.

— Levi, por qué no me dices que te ocurre.
— A qué te refieres, estoy bien.
— No, evitas mis palabras. Y cómo es que tienes los ojos así, ¿has llorado o algo?

Bajó la mirada por unos segundos hasta que le pedí que volviese a mirarme.

— ¿No confías lo suficiente en mí para contármelo?
— Claro que confío en ti — dijo con voz quebrada.

Una lágrima se escapó resbalando por su piel hasta llegar a las puntas de mis dedos, aparté un poco las manos mientras que él bajaba la cabeza. Se veía vulnerable.

— Lo siento, n-no sé que me pasa — se disculpó frotándose los párpados.
— Soy yo la razón, ¿verdad? Te preocupas por mí.
— Sí...
— Mírame cuando te hablo, por favor.

Hizo caso de mi petición y nuestras miradas volvieron a encontrarse, nunca me cansaba de ver ese color azul.

— No tienes por qué estar pendiente de mí, sé que es tu deber y te lo agradezco pero odio verte así.
— Mi preocupación por ti no es obligada, es real.

Se levantó de nuevo, cogió las amapolas y me dio un beso en la frente antes de dejar un papelito doblado entre mis manos. Con un pañuelo que guardaba en su chaqueta eliminó cualquier rastro de lágrimas y se marchó sin decir nada más que eso. Abrí el papel una vez que había salido y leí tragando saliva lo que estaba escrito en él.

Cumpleaños de Astrid:
1- Por la mañana temprano invitarla a desayunar a mi habitación (preparar las tortitas con fruta y zumo).
2- Llevarla a la ciudad a mediodía para comprarle un vestido y comer por allí.
3- Caminar hasta la zona rural y pasear durante la tarde para visitar el lago.
4- Cenar en la noche a la luz de la luna y entregarle su regalo.

Me tapé la boca invadida por una gran sorpresa y tristeza, lo había planeado todo a la perfección. Incluso bajo las cuatro ideas había varios tachones y frases sueltas que Levi había escrito; cosas como "incluso por las mañanas estás radiante", "estás preciosa con ese vestido", "tu mirada me recuerda al agua de este lago", "deberías estar entre las estrellas", etc. Cosas que tenía pensado decirme dependiendo de la situación en la que estuviésemos, cosas que... él mismo pensó, escribió y tachó por inseguridad...

Cuando me había marchado a la expedición, Levi habría estado preparando ese desayuno en la habitación pero al enterarse de que yo no iba a ir... de que no se iba a cumplir nada de lo que planeó con ilusión... Me fijé que la fecha databa del día en que mencionó la misteriosa sorpresa y entonces sí que me sentí como una desagradecida, había estado esperando para mi día especial y yo misma se lo arruiné.

Y bajo todas esas palabras que fueron escritas con el deseo de hacerse realidad... un collar de plata con la mitad de un corazón.

Feliz cumpleaños, pequeña mocosa, espero que hayas disfrutado de tu día. Te admiro.

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