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4. Que no panda el cúnico

Miércoles 18 de marzo de 2020

Yisus Craisto, llévame pronto


Mi padre ha descubierto la lejía. Hale, adiós... No, en serio, se le está yendo la cabeza con la lejía. Quiere echarle lejía a todo: al suelo, a las zapatillas, a las manivelas, al pájaro, ¡a sí mismo! Que, oye, si quiere quedarse más rubia que Madonna, por mí... Pero es que, no contento con la capacidad desinfectante de la lejía, por si acaso no ha quedado todo bastante estéril, está empeñado en mezclarla con otros productos... Vamos a ver, yo no soy químico, pero diría que combinar la lejía con vinagre, o con alcohol, o con agua oxigenada, no es buena idea. Yo solo le pido que, por favor, se espere a que termine la cuarentena para jugar a los alquimistas. Porque no se puede salir de casa y porque me gustaría conservar la piel pegada al cuerpo y sin quemaduras de tercer grado (tengo esa manía, qué le vamos a hacer).

Lo cual, sumado al resultado de bastantes años de observación, me conduce a deducir que los padres, al menos «los de antes» (sea lo que sea que signifique eso), son seres semifuncionales. Vamos, que el que más y el que menos tiene su tara. Van de independientes y autosuficientes, pero sin el continuo y desmesurado apoyo de sus mujeres (a menudo también castrante) no son nadie. ¡Ay... qué daño ha hecho el heteropatriarcado!

Pues sí, así ha empezado mi día, con un repente paterno por disolver las baldosas a base de hipoclorito de sodio. Afortunadamente, después de mi rutina diaria consistente en desayunar, recoger y limpiar un poco, y hacer ejercicio (hoy tocaron sentadillas), la cosa mejoró considerablemente. Y es que se ha convocado por internet una cacerolada en protesta de los recientes acontecimientos que, una vez más, cubren de mierda a la monarquía. Sí, soy antimonárquico. Lo que no entiendo es la gente que no lo es. ¿Qué puñetero sentido tiene una institución anacrónica, arcaica y feudal en el siglo XXI? O sea, que al mismo tiempo que estamos explotando los límites de la exploración espacial y somos testigos de la revolución tecnológica más importante de la historia de la humanidad, mantenemos a unas personitas que simplemente por el «color» de su sangre son mejores que nosotros. Y que si todavía dices «bueno, vale, son ciudadanos ejemplares y no dan un escándalo», te lo compro, aunque seguiría sin estar a favor de la monarquía. Pero es que es todo lo contrario. Cuando no son putas, es un escándalo asesinando elefantes, y cuando no, recibiendo cientos de millones de euros de dictaduras sanguinarias que atentan continuamente contra los derechos humanos.

No sé, supongo que es cierto el dicho ese que reza «quien tuvo, retuvo». Y otra cosa no, pero en España de dictadura y fascismo sabemos un rato (y de blanquear instituciones caducas, también). Aunque, de nuevo, solo servirá para hacer ruido, nunca mejor dicho.

En otro orden de cosas, y aprovechando que hoy me siento especialmente reivindicativo, me acabo de enterar de que no está permitido ir más de una persona por coche. O sea, que si tienes que ir a comprar y no sabes conducir, te tienes que ir en transporte público, a menos que seas una persona con diversidad funcional (aunque el policía que me ha informado sobre esta normativa se ha empeñado en emplear el término nada inclusivo de disminuido psíquico, que tiene cojones la cosa que ni siquiera diga «discapacitado»).

A ver, entiendo la medida, y tiene sentido porque se supone que tampoco pueden ir dos personas a hacer la compra, pero creo que podrían haberlo hecho mejor en otros sentidos. Por ejemplo, ya que prácticamente nos están obligando a tomar el transporte público, aunque solo sea en casos de necesidad imperiosa (qué mala costumbre tenemos las personas de comer tres veces al día, ¿verdad?) y que no se puede pagar en efectivo, al menos en mi pueblo, digo yo: ¿no habría sido mejor poner el transporte público gratuito mientras dure la cuarentena? Que, dicho sea de paso, creo que el transporte púbico debería ser, si no gratuito, sí costar lo mínimo indispensable para su mantenimiento, pero ese es otro tema...

Y hablando de gratuidad, ¿qué pasa con todas esas personas que no están yendo a trabajar? ¿Van a seguir cobrando su sueldo? Y si no es así, ¿cómo van a hacer frente a la hipoteca, al alquiler, a los recibos? Porque, claro, estando más tiempo en casa se consume mucha más electricidad (y esperemos que no aprovechen las hidroeléctricas para subir el precio de la luz, que no me sorprendería). ¿No debería el gobierno de España hacer algo más al respecto, como algunas medidas que ya ha tomado Francia? Quién diría que un neoliberal sería más socialdemócrata en este caso que los socialistas... Parece una broma, pero no lo es.

No me entendáis mal: sé que no es fácil tomar decisiones, sobre todo cuando son de esta índole y afectan a tantos millones de personas. Nunca llueve a gusto de todos, pero se ha de hacer lo mejor para la mayoría, o eso pienso yo. Respeto y, en gran parte, aplaudo muchas de las medidas tomadas. Sin embargo, me pregunto si no se podría hacer un poco más. En cualquier caso, yo no tengo ni puñetera idea de casi nada, así que no es más que mi opinión.

Vale, emergencia. Paren las rotativas: mientras escribía estas líneas se acaba de romper mi secador de pelo. Ahora sí que estoy jodido, en la más absoluta y pestilente de las mierdas. Joder. Que el secador tenía muy fácilmente quince años. Y no hay otro en casa. Y las tiendas están cerradas. Y me quiero lanzar por la ventana. De cabeza. Bueno, que no panda el cúnico (o cunda el pánico, como prefiráis): parece que se ha roto un cable. Creo que debería ser capaz de desatornillar la carcasa, soltar los cables, hacer un empalme, aislarlo debidamente y volver a ponerlo todo en su sitio sin prenderle fuego a la casa. O no demasiado, uno chiquitito.

Ya os contaré mañana... Ya veremos.

Y sigo con ganas de hacer el bizcocho, pero no me decido.

Y hay una panda de anormales jugando al trivial en mi urbanización, a las diez de la noche. En la terraza. A voz en grito. No, no es gracioso, ¿ves que me ría? Porque no tiene ni pizca de gracia. Por favor, dejad de intentar ser una copia barata y deforme de todo lo que sale en internet. Que sí, la gente jugando al bingo tuvo su punto, pero ya está, ya pasó. Superadlo. La vida sigue.

En fin, cuidaros mucho, lavaros bien las manos (no con lejía, por favor) y no salgáis de casa. No como algunos de mis insolidarios y retrasados vecinos que se pasan la cuarentena por el escroto y siguen saliendo a la calle. No seáis como mis vecinos. 

Gracias. 

Besis.

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