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33. Madres coraje

Jueves 16 de abril de 2020

Un baño de realidad

Hoy volvimos a bajar al pueblo a por provisiones, o así las llama mi padre. No sé, se creerá Indiana Jones o algo; ni que estuviéramos en medio del bosque y fuésemos a recolectar bayas para la cena... Y eso que está más ameba de lo normal, que ya es decir.

Es la tercera vez que vamos desde que comenzó el Estado de Alarma, y el único mal rato en el que tenemos contacto con la realidad, más allá de los (des) informativos y las anécdotas que podamos escuchar aquí o allá. Y hace bastante ya que no ponemos el telediario a mediodía, cosa que no sabéis cuánto agradezco, porque comer con el telediario de fondo es de las peores cosas que podéis hacer. A menos que andéis tras una indigestión, entonces, servíos. Para ser honesto, pues no voy a atribuirme méritos sin merecerlos, ha sido mi madre la que ha ido a comprar las tres ocasiones. Sí, otra vez. Desde luego no será porque no he insistido en ir yo en su lugar, e incluso en bajar los dos para repartirnos los sitios a los que teníamos que ir y exponernos el menor tiempo posible, aun a sabiendas de que eso no está bien. Pero no ha habido manera de convencerla, tenía que ser ella y punto.

Supongo que así son las madres, ¿no? O al menos lo que esperamos que sean: protectoras, fuertes, valientes y sufridoras. Cargan con todo el peso a sus espaldas, sin rechistar, y lo hacen de buena gana. Por eso, entre otras muchas cosas, me repatea los cojones que la sociedad sea patriarcal y no matriarcal, cuando es evidente que son las madres las que mantienen a flote a las familias. En la mayoría de los casos.

Parece que hoy también va a ser uno de esos días intensos... Joder, al final me está quedando más deep de lo que tenía previsto. Ya me perdonáis.

Como sea, he estado pensando en que llevo un mes de cuarentena bastante tranquilo, con la excepción de los vecinos tocapelotas, el circo de palmeros cada día a las ocho de la tarde, y los incidentes que ya os he ido comentando. Vivir en una urbanización, a varios kilómetros del núcleo urbano más próximo, es lo que tiene. De hecho, de no ser porque es prácticamente imposible aislarte del trending topic del año, diría que nos está quedando un inicio de la primavera la mar de majo. Algo más intramuros de lo usual, pero relativamente corriente.

Y no podría estar más equivocado ni adrede. Solo hace falta poner un pie la calle para que la realidad te estalle en la cara. Como iba diciendo, mi madre bajó a comprar después de comer, ya que creímos que sería una hora en la que habría menos gente en los supermercados y el autobús. Y no nos equivocamos con la suposición. Según sus propias palabras, parecía un pueblo fantasma, solo transitado por los coches de policía que, de tanto en tanto, circulaban por la carretera.

Los supermercados estaban bastante vacíos, y parece que ya se ha normalizado el uso de gel desinfectante, guantes y demás indumentaria anticoronavirus (aunque no termino de comprender para qué tienes que ponerte guantes si ya te limpias las manos antes de entrar). Sin embargo, había una escasez importante de fruta y verdura, y es algo que se repite en varios comercios más, según me comenta mi hermano. Imagino que los días de fiesta, en que permanecieron cerrados, han tenido que ver con un rebrote en la psicosis de la gente por abastecerse de comida. Así que le tocó desplazarse hasta otro súper. Tampoco encontró harina de fuerza ni levadura fresca de panadero. Se ve que a todo el puto mundo le ha dado por hacer pan. Y por lo que he visto por las redes, Yisus Kraisuto, a cualquier montón de mierda amorfa le llaman pan. Total, que me jodo y bailo la Macarena. Me quedo sin hacer monas de no pascua.

También me apetecía hacer un roscón, but shit happens, girls...

En fin, mi madre volvió cargada como una burra al par de horas, porque encima tenía que cuadrar bien el horario del autobús (que pasa cada hora; menos mal que sigue siendo gratuito), y ya cuando se dio una ducha y echó la ropa en la lavadora estuvimos limpiando bien todo con lejía y ordenando la compra.

Esperemos que las medidas preventivas hagan su trabajo y sigamos todos bien. A ver si el resto de gente se comporta y podemos volver a la normalidad relativamente pronto. Pero por lo que me comenta mi hermano del pueblo donde vive, que ante la ausencia de vigilancia policial está todo dios en la calle; no sé, me da a mí que nos metemos en verano con esta mierda. Tiempo al tiempo.

Hale pues, buenas... *inserte aquí el momento del día en el que se encuentre por su localización geográfica*. Y frotaros la lengua cuando os lavéis los dientes. Nadie se acuerda de la lengua...

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