14. A las dos serán las tres... Pues OK
Sábado 28 de marzo de 2020
Encuentros en la tercera fase
Bueno, pues aquí llega de nuevo la soplapollez de cada primavera: cambiar la hora. Puede que haya personas de otros países del mundo a las que os sorprenda que dos veces al año cambiemos la hora en Europa (porque puestos a hacer el gilipollas, lo hacemos por partida doble). Ignoro si hay algún país en la (des) Unión Europea que no lo haga, pero si lo hay, ojalá ser ese país.
¿Cuál es propósito del cambio de hora?, os preguntaréis. Pues eso me gustaría saber a mí también, porque aparte de jodernos el domingo y hacer que anochezca más tarde, no le encuentro sentido. Que esa es otra: más horas de luz se traduce en más personas en las calles haciendo ruido (sobre todo niños). Ahora no se puede, claro, pero en cuanto levanten la cuarentena, verás la estampida de gente. Me entran sudores fríos de solo pensarlo. Con lo bonito que es en invierno, coño, haciéndose de noche a las cinco... Si de todas formas, independientemente de que no cambien la hora, de aquí al verano ya anochece super tarde. De verdad que no veo la necesidad de joderme la vida con más horas de sol. Me voy a mudar a una gruta y voy a poner persianas. Con cepos antitocapelotas alrededor.
Y no, la tontería esa de que se ahorra luz porque se hace noche más tarde no se la cree ni el subnormal que se la inventó. Así que tú me dirás.
Afortunadamente, y si sobrevivimos al postapocalipsis y conseguimos renacer de nuestras cenizas como Fawkes, el año que viene será el último que haremos esta mierda. No tengo la menor idea de cómo nos vamos a organizar para decidir con qué horario queremos quedarnos de manera definitiva. Imagino que mediante alguna clase de referéndum, aunque esa palabra en España es como Lord Voldemort en Harry Potter, no sé si pilláis el concepto. Solo os digo que si votáis al horario de verano me enteraré, os encontraré y clavaré un picahielos en los riñones. Pero vaya, sin presión alguna, ¿eh?
¿Lo peor de todo? Que voy a tener que aguantar a mi padre con la tontería de «entonces, ¿ahora qué hora es?» durante una semana como mínimo. Ogggg. Qué pereza, de verdad.
Vale. Vosotros no lo habréis notado, pero se acaba de ir la luz un momento y casi me da una angina de pecho del chispazo que ha pegado mi portátil antes de apagarse. Como podéis suponer, si estáis leyendo esto es que se volvió a encender sin problemas. Más o menos. Me conformo con no haber perdido nada. Lo más gracioso de estos microcortes es que nunca les figuran a las compañías eléctricas, como si me apeteciera a mí inventarme que se me corta el suministro eléctrico de forma totalmente aleatoria. ¿Para qué? ¿Para engañar al seguro y que me cambien la nevera? ¿Pero tú te crees que una mierda de nevera me compensa la ansiedad de quedarme sin internet? Por favor, ¿eh?
En fin, ya que ha sido solo un susto, aprovecho para hablaros de un asunto que me está escamando un pelín. Puede que en vuestras ciudades o países no se esté dando esta situación, pero al menos en el mío (y sé de buena mano que en otros lugares de España también) se está produciendo un incremento de la presencia militar en las calles. Y no solo en las vías públicas, sino que también se ha intensificado el tráfico aéreo de helicópteros. Según he leído en los medios, los militares están ayudando con las labores de limpieza y desinfección de calles y mercados. Suena razonablemente coherente, pero no deja de producirme un inquietante interés.
Amantes de lo sobrenatural y las conspiraciones: no estoy insinuando nada extraño. Simplemente digo que me resulta curioso que se emplee a esta institución para tales menesteres. También cabe la posibilidad de que nos estén reteniendo intencionadamente en nuestras casas por algún plan secreto que se traen entre manos. Ya, claro... (inserte aquí risita nerviosa).
Y hablando de «fenómenos extraños», el pasado jueves hubo un avistamiento masivo de OVNIS en Pamplona que desató el pánico entre la población. O eso es lo que pensaron que eran en un principio las luminarias, pero en realidad se trataban de medio centenar de satélites Starlink, pertenecientes a la compañía aeroespacial norteamericana Space X. Parece que la gente está un poquito tensa con tantos días sin salir de casa. Claro que semejante espectáculo debió de ser digno de paranoia, que estamos hablando de cincuenta lucecitas en el cielo bailando la conga... ¿Por qué siempre me pierdo lo mejor?
Lo más curioso es que no es la única noticia relacionada con el espacio que he visto hoy. La NASA ha desarrollado un potentísimo motor de iones que propulsará a DART, la primera misión de pruebas de defensa planetaria contra asteroides. Esto, ¿hola? Me parece más el argumento de una película de Ciencia Ficción que una noticia real. Pero lo es. ¿Estará relacionado con el asteroide que supuestamente «rozará» la tierra el 29 de abril? No sé qué pensar al respecto, aunque imagino que a raíz de este acontecimiento se ha decidido desarrollar el plan de defensa para futuros y potencialmente peligrosos asteroides, por aquello de no estar a merced de un trozo de roca kamikaze.
Ya lo he dicho varias veces (que sí, que soy un pesado, superadlo ya), pero ser testigo del declive, apocalipsis y extinción de la raza humana sería una fantasía. Solo pido una cosa: vivir lo suficiente como para ver arder la peluca de Donald Trump. Y las sedes de VOX, ya que estamos. Con los militantes dentro. Luego ya puedo arder en el infierno con el resto del mundo.
Y nada, todas esas cosas me han pasado hoy. Bueno, a mí no. Han pasado en general, pero yo os las comunico porque no tengo otra cosa que hacer y porque me da la gana. Ya me entendéis.
¡Ah! También estuve partiéndome de risa con vídeos de gatos en YouTube, porque soy una persona adulta sin ningún tipo de problema. Joder, es que verlos correr de un lado para otro, presos de su esquizofrenia gatuna, y dándose de hostias contra todo me da la vida. Y unas agujetas en la mandíbula de la hostia, que eso no lo dicen en el vídeo pero deberían avisar. Por lo menos me sirvieron para quitarme parte del estrés de la comida... Es que hoy hice fajitas/burritos/mierdas enrolladas, y me pasó como cuando desmontas un aparato y luego te sobran piezas cuando tratas de armarlo de nuevo. Sabéis a lo que me refiero, ¿no? Pues lo mismo pero con comida rebelde. Total, un circo que para qué os voy a contar.
Así que nada, mucho cuidado con las abducciones que la gasolina intergaláctica está a la baja y les sale a cuenta el viaje a la Tierra. A ver si me acuerdo y mañana os cuento lo de las monjas que secuestraron los cadáveres de unos cuidadores en un centro psiquiátrico.
Y aunque hace tiempo que no lo diga, seguid lavándoos las manos.
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