Los amigos de fidelidad probada que tenés, aferralos a tu alma con zunchos de acero, pero no te entretengas con valientes de palabra, recién salidos del cascarón.

Cuida de meterte en una pelea, pero cuando estés en una, entonces que tu adversario se cuide de vos.

Prestale a cada hombre tu oído, pero a nadie tu voz; escucha los consejos de cada persona, pero reserva tu juicio.

Que tus vestimentas sean tan elegantes como pueda tu bolsillo costear, pero no ostentosas; ricas, pero no recargadas, porque a menudo la apariencia proclama al hombre.

No prestes ni pidas prestado, porque al prestar a menudo pierdes tanto el dinero como al amigo, y endeudarse estropea el filo de una sana administración.

Y sobre todo esto- sé sincero con vos mismo. Y entonces sucederá, como la noche al día, que no serás falso con nadie.