-Cuarenta y dos-
29/07
Ayer no pude seguir escribiendo porque Enrique llegó con dos libros, eran el mismo, me pidió que lo leamos y demos reseñas.
Y así fue, leímos el libro "RAFAELA" es sin duda todo un drama romántico, pero claro sigo prefiriendo "PALOMA".
Unas horas después, acabamos de leer. No hubieron pausas, ni descansos, solo una lectura sin interrupciones, papá estaba trabajando y Sara no es alguien afanada a la lectura, así que nadie molestó.
Me costó mucho darle un por qué al antagonista, no me lo tomé tan mal pero Enrique pareció muy afectado por la trama.
Lloró, lo vi llorar. Y entendí que es muy sensible. Más de lo que supuse.
«Es injusto, pobre Rafaela. Maldito Simón. Perdón»
No entendí, no supe por qué había actuado así y la duda me ganó. Le pregunté.
Su respuesta fue la más sencilla que según yo, logró encontrar.
«Ella no merecía que le rompieran el corazón de aquella forma tan cruel. Ella no merecía que él la ilusionara, la hiciera dudar, la pusiera en esa posición tan insegura. Ella no merecía nada de eso, que ese idiota de Simón la besara, la enamorara, le diera esperanza y después le dijera que no en un pu... Un Email. Solo eso»
Enrique tenía razón, no lo merecía. Pero me dispuse en hacerlo entender, hacer que lo viera de la forma en la que yo hacía.
«Yo creo que él lo hizo por ambos. Su intención nunca fue lastimarla, la decisión siempre fue de ella, no contestar el primer mensaje era la solución, no ilusionarse, no llenarse de mentiras. No crear historias junto a él hubiese sido lo mejor. Pero Simón pensó en ambos, él tenia sus razones. Lo dijo, la quería, no soportaba la idea de que alguien la lastimara, ni siquiera él. Yo creo que eso no lo convierte en el malo, lo convierte en alguien que sabe sobre el amor. Además era un joven de apenas 16 años, no le pidas tanto a un adolescente»
Me callé esperando una respuesta y lo escuché reír ligeramente para después generar un largo silencio. Me dió la razón, como siempre.
Y ese fue todo mi día.
Hoy, después de mucho insistir, logré que papá comprara comida para gatos. Se lo mostré a aquel lindo gatito y jugamos todo el día. Le di de comer, pero cada vez que me distraía me encontraba al gato dentro de la funda de comida, comiendo todo. Casi no sobró nada, pero pude salvar algo.
Adoro a ese gato tanto como adoro pasar tiempo con Enrique, tanto como sé que Enrique adora cuando hablo.
Hablar no es mi fuerte, pero Enrique ya me ha dicho en más de una ocasión que le gusta cuando lo hago, según él tengo buenos argumentos.
En fin, lo adoro.
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Tuti🍓
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