-Cincuenta y cuatro-
24/10
Ayer pasó algo... extraño.
Primero que nada, tras mucho insistir, su mamá dejó quedar a Enrique en mi casa. Sí, durmió aquí.
Y ahí empezó.
Papá me compró una pijama nueva, muy pequeña, muy linda. Me la probé y salí para que me dieran su opinión.
Aún no puedo con la cara de Enrique, me observaba como si fuera la cosa más adorable, su cara estaba totalmente roja y tenía una sonrisa algo tonta en el rostro.
Papá le gritó que dejara de verme, Sara reía.
Pues..., papá estaba algo cansado y decidió irse a dormir. Dijo que fuésemos a dormir temprano.
Pusimos un canal y, ¿quién diría?, a media noche en la mayoría de canales no dan exactamente programas educativos.
Al principio salió la imagen de un hombre, a de haber tenido entre 24-28 años. Sólo estaba en ropa interior, su hermoso torso desnudo se marcaba con los estiramientos que hacía.
Enrique gritó que dejara de verlo, tapó mis ojos y cuando los destapó estaba sin camisa posando como si fuese modelo. Su mano tras su cabeza, la otra mano en la cadera, se inclinaba para atrás, no mentiré la escena me pareció muy graciosa y tierna. Por alguna extraña razón no logré ver nada... nada demasiado en él.
Enrique es la única persona que conozco que puede ser tan jodidamnete adorable y sexi pero no lo suficiente como para malinterpretar algo al verlo.
La siguiente escena nos mostró a una chica en bikini, esta vez Enrique se la quedó viendo y Sara le gritó.
«¿Quieres un trapito? Estás babeando»
Enrique rió al igual que Sara. Sí, el comentario fue mío.
De repente... No quiero describir que pasó, hubieron besos, jadeos, contacto. Hubieron todo lo que Enrique y yo casi hacemos.
Estábamos ahí viendo todo con la mayor definición posible, con todo el detalle imaginable. El sonido que ambos personajes emitían de un segundo al otro se escuchaba por todo el lugar. No dejaba de sonar, aún se repite en mi cabeza.
Y la televisión se apagó, de la nada. Nos cortó toda la atención. Totalmente confundidos buscamos el control y de pronto papá habló.
«Sara, a dormir. No debes ver esto, tendremos una charla después» sin ninguna queja, Sara se fue.
Y nos regresó a ver a Enrique y a mí. Sentí miedo, mucho, demasiado miedo.
«Con ustedes dos ya hablé, escuchen, sé que son demasiado inocentes. Incluso, Enrique deberías tener cuidado, Laura sabe más del tema que tú y conociendo a mi hija, tiene las hormonas de su madre. También sé que tienen curiosidad, es normal. Pero la mayor parte de las veces, cuando tienes una duda debes preguntar sobre ello no tratar de resolverlo por ti mismo, les pido que confíen en mí. Si tienen dudas pregunten pero no vean esto. Son muy pequeños.»
Prometimos no hacerlo. Fuimos a dormir, papá mandó a Enrique a la cama de Sara y ella durmió conmigo. Todo era perfecto.
Hasta que a media noche sentí como mi hermana se iba y alguien más grande se recostaba a mi lado. Sí, Enrique.
Creí que a papá le molestaría que él durmiera conmigo pero no. Esta mañana sentí como alguien movía las sábanas y me desperté. Me asusté al ver a papá, sonrió.
«Tranquila Laura, confío en ustedes. Sobretodo confío en Enrique, él es muy buen chico. Sé que te cuidara de ser necesario. Ahora sigue durmiendo»
Abracé a Enrique y seguí durmiendo.
Estoy feliz-triste, me iré, ¡me iré maldita sea! Y me estoy enamorando más de Enrique. Me estoy haciendo más ilusiones con alguien a quien dejaré.
Lo lamento querido chico, lamento no poder decirte que me iré, no puedo, no quiero. Te amo, Enrique, mi deus, mi extraño chico. Te amo y siempre lo haré.
Y perdóname por seguirte ocultando cosas.
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Tuti🍓
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