Al fin estoy aquí lista para contarles lo que sucedió el día después de los eventos deportivos.

Anteriormente nuestra maestra de biología nos había dicho que realizaríamos unos proyectos de reciclaje, ella elaboró los equipos y para mi buena suerte en el equipo se encontraban mi mejor amiga y él, había dos chicas más pero, ninguna aportó mucho que digamos, una de ellas en la segunda parte del proyecto y la otra ni siquiera se apareció.

Como sea, al día siguiente de los eventos deportivos ya teníamos previsto reunirnos, así que por la tarde yo fui a casa de mi mejor amiga y esperamos a que los demás llegaran, como ya mencioné las demás no aparecieron, solo apareció él.

En nuestro proyecto íbamos a reutilizar plástico y ese día nos habíamos reunido para pintar botellas, fue muy agradable y fue algo que no me puedo olvidar fácilmente.

Mientras pintábamos nos pusimos a platicar sobre lo del día anterior, carcajadas no faltaron, de pronto la conversación cesó y él decidió poner música y seguir platicando de cualquier cosa.

- Lo que más me pesa -dijo a modo de lamento- es que mi mamá lavó mi pantalón y ahí tenia un número que me dio una muchacha.

Me entristecí al instante porque eso me recordó que para él siempre seríamos amigos, forcé una sonrisa y le dije a modo de burla.

- ¿No sabes que tienes que revisar la ropa antes de dejarla para que la laven?

El levantó la mirada y se me quedó mirando.

- Se me olvidó.

Baje la vista y seguí pintando mi botella, como la plática volvió a terminar solo la música quedó de fondo, en eso sonó una canción que yo conocía y comencé a cantarla en voz baja.

Sentía su mirada sobre mí en varias ocasiones pero, no la levanté mas que nada lo vergüenza. Cuando la canción terminó fue cuando levanté la vista y me encontré con él mirándome.

- No me gustan ese tipo de canciones -dijo-.

- La hubieras cambiado -respondí encogiendome de hombros-.

- No -negó con la cabeza- tu la estabas cantando.

Bajé la vista.

- De todas maneras la hubieras quitado, tu eres quien tiene la música.

El tiempo fue pasando y como ya estábamos aburridos en un arranque de locura talle mi dedo con pintura en su mejilla, él se enojó y me lo regresó, mi mejor amiga solo nos pedía que nos controlaramos pero, ambos terminamos pintados de la cara y un poco de los brazos.

- Me vas a despintar -dijo cuando terminamos de pintar y colgar todas las botellas para que se secaran- no pues llegar así a mi casa.

Yo tampoco podía pero, quise hacerme la interesante.

- Solo es un poco de pintura, no va a pasar nada -Bromeé-.

A los pocos segundos apareció frente a mi con un trozo de tela y me lo extendió.

- Quita todo esta pintura.

- Tu vas a quitar la mía entonces -refunfuñe- por que yo no me pinté solita.

- Esta bien, pues.

Ya que llegamos a ese trato moje el pedazo de tela y comencé a frotarlo contra su rostro para comenzar a quitar la pintura, ya que era pintura de aceite y ya estaba seca era bastante difícil que se te quitara, frotaba con bastante fuerza y el se quejaba y bueno, él aprovechando que yo lo estaba limpiando el rostro se acercó y comenzó a limpiar mi cara también.

El momento se volvió algo intimo y cuando levanté el rostro nuestras miradas quedaron atrapadas y en ese momento sentí como todo lo que había a nuestro alrededor desapareció pero, haciendo fuerza de voluntad aparté mis ojos y seguí restregando su piel.

Nos llevó mucho tiempo pero, la mayor parte de la pintura desapareció.

Ese veinte de abril de dos mil dieciocho muy difícilmente lo voy a olvidar y aunque tu ni siquiera lo recuerdes, no te preocupes yo lo voy a recordar por los dos.

Otra ocasión que dudo mucho que vaya a olvidar es la de aquella vez que estábamos en la escuela.

Los muchachos siempre han tomado la cancha de basketball como una de béisbol y al lado de la cancha solía ponerse la cooperativa escolar.

A mi mejor amiga se le ocurrió la brillante idea de ir a comprar algo y yo la acompañe, mientras que esperábamos que le entregaran su compra alguien bateo la pelota y esta impactó en mi brazo izquierdo, me quejé del dolor y miré a mi mejor amiga y después volteé a ver al causante de mi golpe, mi mirada se encontró con la de él, pero no porque fuera el culpable, sino porque me miraba preocupado, el culpable se encontraba saliendo del cuadro y anotando una carrera.

- ¡Lo siento! -Exclamó desde el otro lado-.

Ignoré todas las miradas y cuando le dieron a mi amiga sus cosas nos marchamos a donde estábamos antes, mi brazo estaba rojo, me ardía pero, era tolerable.

Cuando se marcaron los tres outs y se hizo cambio él, como se encontraba dentro de caja y ahora le tocaba batear llegó con nosotros y se sentó a mi lado.

- Haber -digo pidiendo mi mano y yo la extendí- ¿Te duele?

- Solo escuece un poco -respondí-.

El asintió y se puso a mirar el partido, cuando llegó su turno de batear se preparó y golpeó la pelota, la cual, por azar del destino impactó en el brazo del muchacho que me había golpeado a mi.

Así como lo leen, él regresó el pelotazo que me dieron.

Cuando comenzó a correr alrededor de las bases gritó mi nombre y luego añadió.

- ¡Preguntale si le duele!

Yo me sentía impresionada y quería darle un enorme abrazo y un beso por hacer algo así, aunque realmente no sabía si lo había echo por mi o solo porque así sucedieron las cosas y fue sin querer.

Pero, yo prefiero pensar que lo hizo por mi porque me quería y solo buscaba defenderme.

Esos son las clases de momentos que no olvidaré o espero no olvidar, porque vale la pena tenerles un lugar.

Vale la pena guardar los recuerdos de alguien que me regaló momentos tan lindos, que inspiró está ilusión hacia él y que luego me dejó caer en el abismo de la desilusión.