Llega un momento de la vida en que todo a nuestro alrededor se paraliza. Llegamos a un límite y nos damos cuenta de que es necesario frenar, darse la vuelta y cambiar de dirección. Miramos hacia atrás y nos damos cuenta de que todo aquello que hemos dejado a nuestras espaldas dolió, duele, y dolerá si no dejamos de hurgar en las heridas para dejarlas cicatrizar de una buena vez. Y es en ese preciso instante en el que entendemos que no nos merecemos ese dolor, ni esa confusión, y mucho menos esa desesperanza que hemos alcanzado sin querer. Es hora de dejar atrás todo lo que nos lastimó y nos dejó tirados en un rincón del camino sin ganas de avanzar. Debemos juntar fuerzas incluso después de creer que lo hemos perdido todo, cerrar los ojos y caminar en busca de la felicidad que perdimos, de nuestros sueños, y de un cambio que le de un giro dramático a nuestras vidas.
Volver a empezar, le llaman algunos. Cambiar de dirección, le digo yo. Es que volver a empezar verdaderamente es imposible, porque nadie es capaz de borrar el pasado que carga a sus espaldas, pero sí somos capaces de olvidar, superar, y encontrar nuevas formas de ser felices.

— Nahir Raue