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Pisando el año nuevo

Las fiestas son ese momento tan crucial (como veníamos hablando en el capítulo anterior, solo que en este caso no queremos evitarlos, queremos detenerlos en el tiempo y NO, tampoco va a funcionar), tan incapaz de pasar desapercibido, en el que nos tragamos todo. Particularmente, mi caso es el mismo.

Sin embargo, aunque todos ustedes seguro anduvieron mal de la barriga al día siguiente —«Tremendo atracón, je»— yo tuve una historia distinta.  Como que no me acostumbro a la idea de ser parte de la sociedad común y tranquila, así que cuando me toca hacerme la especial me hago la especial de forma correcta. A la hora que debería estar tragándome unos confites o algo así, me agarró el peor ataqué que tuve en estos dos años.

Era una cosa infernal. ¡Me puse a rezar, gente! «Señor, dame fuerzas. ¡No me abandones!» Y admito que siempre que tengo alguno de estos ataques pido a las almas del cielo que me sostengan en mi sufrimiento. Mi parte religiosa me hace sentir mejor conmigo misma cuando hablo en voz alta con Dios en el baño. ¡Yo soy feliz con eso, no me juzguen!

Me pasé más de tres horas con unas puntadas agudas propias de un intestino retorciéndose sobre sí mismo. ¿Alguna vez han sufrido una mieeeeerda como esa?

Nah, nah. NAH.

«¿Hay algo peor que empezar el 2014 con el pie izquierdo? Créanme que es peor empezarlo con el cachete izquierdo del traste clavado en la tabla del inodoro»

Ese pequeño —pequeñísimo, eh— ataque me dejó bastante mal por unos cuantos días. Resolví que si quería mejorar tenía que suprimir el gluten.

Bah, que noticia, pero la posta de la milanesa, para aquellos que no entienden mucho sobre el tema, es que uno no puede cambiar de dieta hasta que el médico lo indique. Es decir, hasta la —ugh— endoscopía.

«Ay, ¿pero por qué?»

Porque la onda es que si uno cambia la dieta y se quita al señor gluten de encima, el intestino mejora —que era justamente lo que yo necesitaba en ese momento— y luego salen mal los resultados. Esto imposibilita el diagnostico seguro de la "enfermedad".

EN FIN, ¿pero qué miércoles iba a hacer si ni siquiera tenía todavía turno con el gastroenterólogo, el carné de la obra social estaba vencido y yo estaba que me moría, como si un duende desquiciado me estuviera masticando los chinchulines?

Suprimí el gluten por unos dos o tres días. Fue como revivir, fue como realmente entendí que esa cosa que es un parásito de los alimentos —y que encima los hace ricos— me hacía pelota. Ya no tenía hinchazón, no me dolía, estaba... bien. Normal.

Llegó el viernes y esa estabilidad la perdí. Mi primo mayor cumplía años el día 31 y esperó hasta el fin de semana para celebrar su cumpleaños con unos buenos choripanes y sándwiches de bondiola a la parrila. No lo pensé demasiado, al fin y al cabo no tenía más nada que comer. Tres figazas de manteca me rompieron el estomago. Al otro día estaba destrozada, como si me hubiera pasado un camión por encima. «Y después tres colectivos, un avión jumbo y un Queen Elizabeth»

Agarré el carné recién renovado y me fui a la guardia con el análisis que tenia y con mi desesperación. En resumen el doctor me cagó a pedos porque se suponía que lo mio no debía de tratarse en una guardia medica. En conclusión, me chupó tres ovarios. TRES. Le robé uno a alguien más.

Necesitaba que alguien me diera ya las ordenes para los médicos, para la ecografía y que se dejaran de joder con lo que se supone que debía ser. A VER, no me podía pasar el resto de mi vida cagándome como una boluda —resto de mi vida, ejem, dos meses hasta que me dieran el próximo TURNO—.

Yo necesitaba ayuda ya. ¡Respuestas ya! Me costaría entender que los procesos de diagnostico en realidad son muchísimo más largos que solo dos meses de espera para un turno. Pero, en esa instancia, me fui a casa con las ordenes necesarias y un estúpido papel con una dieta que debería seguir para cortar con las malas pasadas que me acongojaban. 

¿Es que no cree el señor médico que durante estos tres años no probé con tomar sopita de arroz y clavarme te y galletitas de agua? No, seguro piensa que me clavé algo así como...d os tiras de asado, 5 platos de ñoquis con salga boloñesa y una picada para 3 personas.

«En primer lugar, señor médico, no me comería eso ni en 5 meses de vida»

En segundo lugar, tarada no soy. En tercer lugar, justamente las galletitas de agua son lo que me hacen mal. 


Nueva conclusión: Si creen que son celiacos, no pierdan el tiempo con "dietas astringentes". Directamente supriman el gluten por tres días.

«¡Y saldrá la luz del sol!» Luego, vayan a un médico y PACIENCIA. No queda otra. 

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