Me pasó que tuve un buen lapsus de meses en la nada. Con la única respuesta de un doctor momia señalando mi posible celiaquía y por ahora nada más mi intolerancia, pasé los primeros ocho meses de dieta malabares y sin tener idea de si me estaba matando o no.

No la sufría tanto —exceptuando los días que me levantaba descompuesta por haberme clavado un pedazo de pan— y medio que aprendí a vivir con esos malabares. ¡No era estricta! No, se supone que como era intolerante y no celiaca, tenía primero que comer gluten para averiguarlo.

Era un tanto... ¿Cómo decirlo? Choto.

Mejore en un 90%, por supuesto, dado como OBVIO que mínimo tenía una alergia.

Pero aguarden, seguro se están preguntando... ¿Alergia, intolerancia, celiaquía? ¿No es todo lo mismo? BUEEEEno, quienes somos celíacos sabemos que no es lo mismo, pero ya aquí mismo me encontré con gente que ni siquiera sabe lo que es la celiaquía —de ahí que hago este diario— y gente que incluso en la vida cotidiana me pregunta si celiaquía va con C o con S.

En serio, en serio. Chicos.

No saber de la enfermedad no es excusa, eh.

Creo que podríamos hablar de las deferencias entre estas tres variantes A, I y C, separando las primeras dos de la C para simplemente categorizar que en las primeras no hay un problema GENÉTICO.

A ver —otra vez pido a los médicos o estudiantes que me corrijan si me mando la fruta—, no me gusta que la gente llame al celíaco ENFERMO, «A menos que realmente quieras sacar algo provechoso de eso, ¡como yo este viernes cuando tenga que rogarle a la profesora que me dé una falta más porque si no me voy a quedar libre! Wiiiiiiiiiiiiii», porque "enfermalizar" a una persona trae como riesgos... am, la disminución de la misma.

Esto lo aprendí gracias al Dr. Cueto Rua en una de sus conferencias y él muy bien estipuló que el celíaco no es un enfermo, ser celíaco es como ser rubio, morocho, de ojos azules o de piel trigueña. Es una predisposición genética, es una cualidad «cof, cof, maldad», y por ende... no hay cura.

Supongo que habrá opiniones diversas, pero creo que el Dr. definió muy bien como el tratar de enfermito, de pobrecito, a un celíaco es simplemente disminuirlo. El celíaco solo tiene que eliminar el gluten, no le falta una pierna.

ENTONCES, recapitulemos antes de que me vaya de tema otra vez y vuelve a malabariar.

-La celiaquía es una predisposición/cualidad/código —lo que quieran— genético.

¿Qué es entonces I y A? Bueno, ahí es en donde la gente como yo desvirtúa todo.

-La intolerancia es una reacción causada por un alimento que contiene gluten (como pasa con la lactosa) —según lo que dice acá -> http://www.infobae.com/2013/11/13/1523523-celiacos-prisioneros-leyes-que-los-protegen-pero-no-se-cumplen —

-La Alergia es una respuesta del sistema inmune al considerar el alimento como dañino.

Si nos ponemos a comparar, la verdad es que ambas son... «Ya, ¡para mi son iguales!»

Pues si, pero no.

A mí me resulta más fácil entenderlo si lo comparamos con otras cosas que no sean gluten, como ya dije, intolerancia a la lactosa y alguna alergia cualquiera como... Alergia a las arvejas.

«Si, aunque no lo crean, creo que también soy alergia a las arvejas».

De modo, ignorando mi voz interior que sufre por la suerte de su vida, la alergia al gluten vendría a ser algo momentáneo, que se revierte con el paso del tiempo y que tiene consecuencias parecidas a cualquier otra alergia —hinchazón de la garganta, ronchas, picazón, etc, etc—. La intolerancia al gluten es algo de por vida, al igual que la celiaquía, pero no tiene consecuencias médicas a largo plazo.

Simplemente: no hay atrofio del órgano.

Y es que esto es lo que más jode al celiaco: la posibilidad de desarrollar un problema intestinal que  no tenga vuelta atrás.

Los intolerantes no corren este riesgo. «Ya quisiera yo quedarme como intolerante, ¡por favor! Vendería mi alma a un pato para conseguirlo»

Ser intolerante implica comer, sentirte mal, pero no llorar en veinte años. ¡PF! ¿Quién no quiere vivir así?

A estas alturas y en estas circunstancias en donde es una cosa o la otra... Todos vamos a preferir la intolerancia. Y yo, señores, no soy la excepción, ¡YEIH!