La última vez que había estado en la facultad en el año 2015 había comprado dos paquetes de papas fritas y otro de galletitas de coco para acompañar un café con leche que era una bendición para mi estómago vacío en un día de finales.

Un día de finales significa, para un celiaco y para muchos otros, DOLOR DE PANZA. Pero yo fui kamikase, como en muchas otras cuestiones de la vida, bah, y me clavé el café con leche a pesar de sentir que podía llegar a irme por el inodoro de los nervios. Y del café, claro.

Cuestión; el café funcionó para sacarme un hermoso ocho y ya casi al medio día me clavé las papas fritas. Cualquier cosa vale si uno no llevo vianda a la facultad y sabes que vas a almorzar en casa. Para mí, esa situación de poder ir al comedor a comprar comida, como cualquier otra persona "normal" en este mundo, era "normal" :v Oh sí.

Así que, querido año 2016, comencé a cursar una materia por la noche y no llevé cena muy convencida de que, obviamente, ¡encontraría mi menú de siempre en el comedor! Congelado y duro y después blanduzco por el micro ondas, pero una comida apta al fin y al cabo.

«Si, el celiaco se acostumbra a las cosas malas y feas que apenas parecen comestibles. Nuestra vida es una continua búsqueda del oasis del pan y de la comida que soñamos que se vea igual y que tenga el mismo jodido sabor. Pero, no va a pasar. Basta»

Oh, sorpresa: no había. No tenían nada. Mi cara al ver la cara del empleado habrá sido épica. El sonreía como si todo fuera color arcoíris y un unicornio estuviera corriendo a mis espaldas tarareando Bad Romance de Lady Gaga y yo simplemente estaba con cara de que iba a agarrar un hacha, matar al unicornio y vender el cuerno en el mercado negro. De pura bronca, nomás.

Esa era la situación y obviamente me quedé mirándolo, esperando que borrara esa sonrisa boba de la cara y comprendiera que lo que me estaba diciendo no tenía nada de unicornios y arcoíris. Peeeeeeeeeero, no pasó.

—¿Y cuándo van a tener? —Pf, mirá, que pregunta la mía.

—Y no sé —contestó el señor, buen, muchacho, todavía con cara de unicornios—. Por ahí para la semana que viene.

Bueno, me indigné con ese "por ahí la semana que viene". ¡ES QUÉ, ESCUCHENME, ERA UN MONTÓN DE TIEMPO!

Mi respuesta fue un:

—Pero che, pónganse las pilas. Las clases empezaron hoy, no la semana que viene.

El tipo siguió viendo unicornios y yo con toda mi ira contenida y ganas de vender cuernos en el mercado negro, me fui al aula, a mi primer día de clase, sintiéndome como un horrible (y diría otras palabras feas) cero a la izquierda.

Queridos Wattpaders No-celiacos, probablemente ustedes no entiendan mi indignación por solamente unos 10 días de retraso. Está bien, es normal, pues es difícil entender exactamente qué es lo que sentimos. Les diré en unas frases consisas y rápidas qué se siente:

"Primero, sentimos que el trabajo del año anterior estaría empezando a irse por el inodoro como yo con un café los días de exámenes finales. Segundo, sentimos que NO importamos. Estamos casi seguros de que el pensamiento del personal del comedor universitario cayó en la típica presunción de que hay pocos celiacos y que no es prioridad tener comida/menú para alguno de ellos".

Eso último es lo que hace que nos enojemos y estemos llenos de frustración: NO SOMOS PRIORIDAD. Y eso se traduce otra vez en: NO EXISTIMOS.

Fui, después de eso, a preguntar cada semana por el menú. La respuesta fue siempre la misma; ellos no sabían, no tenían ni idea y seguía sin ser un problema relevante. Mandé mensajes al centro de estudiantes, AL MISMO RECTOR DE LA UNIVERSIDAD y aunque ellos se mostraron preocupados por el asunto, no hubo una acción inmediata. Cansada, volví al comedor varias semanas más tardes para recibir una respuesta un poco más larga pero bastante... extraña y rebuscada.

El muchacho me comentó que estaban buscando proveedores. Bien, creíble. Me dijo entonces, que el proveedor del año pasado este año no le vendían porque exigían un mínimo de ventas que para ellos era demasiado pues no había tanto consumo y luego tenían que tirarlo. Bien, otro punto razonable pero que a mí en realidad no tiene porqué importarme porque POR LEY, ellos deben tener una opción en el menú. Entonces, largó la bomba:

—Nos piden que compremos cinco freezers llenos.

Yo actué de boluda y no le dije nada. Apenas me fui, miré a mi amiga Cin y le dije que me parecía un disparate y súper ilógico. A veeeeeeeeeer, pongamos el ejemplo más obvio. ¿Han ido a dietéticas o locales comerciales que vendan productos sin tacc? En Buenos Aires Capital, hay muchos. Algunos tiene una o dos heladeras (con productos del proveedor en cuestión) y estoy segura de que cuando miré, eso no eran cinco freezers llenos de mínimo de venta.

Me boludearon, en fín. Me vieron cara de celiaca insoportable y boba. Pero yo no me canso de ser insoportable y mucho menos celiaca, por lo que me armé de paciencia y seguí comentando esta situación el grupo de Facebook para celiacos de la facultad en donde hay más muertos que vivo. Ya creo haberles mencionado que no les gusta mover ni un pelo. No les copa mucho ser insoportable para conseguir que se respeten las leyes que los respetan a ellos.

Entonces... la semana pasada ocurrió el milagro. Dos meses después, ¡DOS MESES! de mi indignación por unos 10 días de retraso, fui al comedor a calentar mi vianda en el microondas y me encontré con nuevas opciones para celiacos a un precio bastante estándar.

Me puse contenta, como una boluda insoportable otra vez que se conforma con migajas. ¡PERO NO! ¿Creían que la iba a cortar ahí? No, los productos de góndola todavía no están, y Andy no va a parar J

¡CELICIDAD PARA TODOS!