Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4. El egoísmo también es un plato que se come frío.


Hola! Y bienvenido/a seas a la historia de mi vida. Mi nombre es Timothy Awertton y si no habías leído los anteriores tres episodios ¿Qué estás haciendo acá? Te estás perdiendo el salseo completo y apenas vamos en la cuarta parte. Recapitulando, nos centraremos en el punto más importante de mi vida universitaria: pude romper el hielo y darme a conocer por fin ante Amanda Borbón. La velada fue maravillosa, y ahora podía llegar de nuevo a clases y tener la seguridad de que podría visitarla, y así fue.


La primera vez que fui a saludar a la sala de artes sentía un temor inmenso. Y es que Vanessa a todas vistas siempre sería un obstáculo inestable al cual debía tener contenta, pero para mí fortuna, ese día la señorita Casiragui tenía una sesión de fotos así que sólo me limité a presentarme con todo el valor que requería. Mi corazón latía fuerte en el momento que traspasé el marco de la puerta que me separaba de mi musa, y ahí estaba, como siempre, rodeada de todos sus admiradores, quienes la observaban pintando mientras la atiborraban de preguntas al respecto. Amanda amablemente respondía cada cuestionamiento, parecía muy cómoda regalando los secretos de su arte; algunos ya los ponían en práctica, sentados cerca de ella con sus obras expuestas para poder aplicar el conocimiento adquirido.


La verdad yo jamás había tomado entre mis dedos una brocha. Me froté un poco la nuca al pensar que mi mayor talento artístico se reflejó cuando estaba en la guardería, siendo el único niño capaz de colorear su cuadernillo con las crayolas que mi padre me compraba, sin salirme de la raya. Eso y el ser capaz de maquillar los labios de mis amantes años atrás, para enviarlas a casa lo más presentables posibles y no evidenciar que las había poseído hasta saciarme.


Sacudí la cabeza para no pensar en eso nunca más. No, no pensaría en eso frente a mi diosa del arte, ni lejos de ella. Quería empaparme lo más posible de Amanda y dejar atrás mi juventud plagada de estupidez. Avancé unos pasos, y entonces fue que Borbón volteó hacia mí, como si le hubiera llamado. Sus ojos carentes de brillo parecían observarme, luego giró un poco el rostro y pude ver que movió un poco su nariz, como un conejo.


—¿Sr. Awetton?— preguntó con toda seguridad, y todos sus alumnos voltearon hacia mí. Me quedé tragando saliva, pasmado, pues en el momento no entendí como era posible que me reconociera. Me impresioné más al verla mover su nariz de nuevo, y entonces entendí: el olfato. —¿Es usted, Sr. Awertton?— preguntó de nuevo, esta vez con un toque de duda en sus palabras, y mi corazón dolía de lo fuerte que latía, obligándome a acercarme. Por simple instinto, sus improvisados pupilos abrieron paso, siempre observándome, y en cuanto estuve cerca de ella, tomé su mano enguantada y posé mis labios sobre el dorso, provocando que se ruborizara un poco. Uno de mis más gratos logros.


—Perdone si la estoy interrumpiendo, Srita. Borbón, pasaba por aquí y quise venir a ver sus obras más recientes. Tengo un cliente interesado en su material, un buen comprador— mentí de inmediato. Era yo quien anhelaba otro cuadro hecho por sus manos, y esta vez tendría la oportunidad de ver como se desarrollaría.



—Oh, no , no se preocupe, no es ninguna interrupción, estamos en horario libre por ahora, así que es un buen momento para charlar al respecto —respondió tímidamente, sin embargo, pude notar como sutilmente apartaba su mano. Sentí frío en las yemas de mis dedos en el momento que se alejó, pero no podía pedir nada más de momento. —Aunque para serle sincera, no he tenido oportunidad de pintar nada nuevo, fuera de las clases regulares. Usted sabe, las fiestas de fin de año, los preparativos, el orfanato...—


—Entiendo perfectamente señorita —comenté suavemente, para luego retroceder dos pasos. Recordé algunos comentarios de mis amigos, sobre que las mujeres son como pequeños hámster temerosos que necesitaban mucha paciencia. Por supuesto no confiaba en absoluto en las palabras de una tanda de homosexuales que de mujeres no sabían nada, pero por precaución, al menos el aspecto de "no invadir el espacio personal" lo tendría muy presente — Por eso mismo, sólo vine a comunicárselo. Le notificaré que deberá esperar pacientemente, pero sé muy bien que la espera valdrá la pena, ahora, si me disculpa, debo continuar con mis clases, lamento la interrupción—


—¿Su cliente está interesado en algún tema en especial?— cuestionó justo cuando me disponía a retirarme, y me detuve cerca del umbral de la puerta, para sonreír sutilmente y voltear a ver de nuevo esos orbes platinados, asintiendo, aun cuando sabía que no podía verme.


—El amor —respondí con seguridad, y adoré la sonrisa que logré regalarle — le gustaría ver alguna pintura en su casa, que represente el amor, desde cualquier punto de vista que se pudiera expresar. Pero no piense demasiado en eso, si no es posible, se lo advertiré de inmediato—


—No se preocupe Sr Awertton, tendré algo interesante para su cliente, muy pronto— comentó alegremente, y nos despedimos en silencio. En el momento que salí de esa aula, caminé hasta alejarme, y por fin pude liberar mi ansiedad en un gran suspiro. Me llevé una mano al estómago, y estaba seguro de que podía contar la cantidad inmensa de mariposas que me revoloteaban ahí dentro, dándome la sensación de un mareo repentino. Estaba fascinado con la ola de sensaciones desconocidas que Amanda podía provocarme, tanto, que apenas si logré percatarme que William se acercaba a toda prisa donde me encontraba. Estaba seguro de que tendríamos una charla larga al respecto, pero en cuanto lo tuve más cerca, al ver su rostro sereno, sabía que no tenía buenas noticias para mí. Que efímera podía ser la felicidad a veces.


—Escúpelo Will — comenté algo preocupado, justo cuando llegó junto a mí.


—Tu padre...en el estacionamiento...— fue lo único que expuso, para luego encaminarnos al sitio mencionado. William jamás había sentido otra cosa que no fuera desprecio por mis padres, a quienes consideraba los seres más avaros e interesados del planeta. Yo también pensaba lo mismo, y el hecho de que el hombre que me dio la vida se tomara la molestia de ir hasta la Universidad a buscarme, auguraba una desgracia. Después de todo, ya habían pasado quince días desde que abandoné el nido, y por supuesto no salió a buscarme por preocupación.


En el momento que vi su figura recargada contra mi camioneta, no pude evitar apretar un poco el puño. No recibí una llamada, un mensaje siquiera de aquel que se atrevía a fumar recargado contra mi preciosa adquisición, retándome de esa manera tan sutil y perversa. Pero en cuanto me acerqué, y ante la mirada atónita de Will, mi padre elevó su mano libre y sin más, me la estampó en la mejilla. El golpe fue tan fuerte que provocó que me balanceara un poco, pero antes de que mi amigo dijera nada, sus protectores, cuatro gorilas vestidos de negro y lentes oscuros, salieron de entre los coches, evitando así que cualquier pensamiento maquinado en la cabeza dorada de mi acompañante, se hiciera realidad. De hecho, pude notar que Crawford temblaba, por lo que me interpuse entre él y cualquiera, mirando a los ojos a mi padre.


—No era necesaria la violencia, padre, respeta un poco más este lugar, es un centro de estudios, no los lugares a los que estás acostumbrado. Aquí nadie porta armas en los bolsillos...—



—Sólo quería estar seguro de que conocías tu posición, Tim— respondió con una sonrisa despreciable en sus labios, para luego cruzarse de brazos — ¿Qué esperabas? ¿Qué te recibiera con los brazos abiertos y un "feliz año nuevo" en los labios? ¿Qué he dicho sobre tu posición como Royal? — cuestionó de inmediato, pero para poder hablar con mi padre, era necesario alzar la voz o el seguiría hablando — vas a ir por tus cosas y nos vamos, ahora mismo. Terminarás la universidad en casa, vía online, en una Royal Class de prestigio. Tienes que presentarte de inmediato en la empresa, tu posición lo requiere ya que viajaré a Suiza pronto y debes quedarte a cargo. Ya he tenido suficiente de esta basura estudiantil, desde el principio te dije que no quería que perdieras el tiempo, veo que consentir tus caprichos me hace perder dinero— espetó sereno, pero en el momento que intentó tomarme por un brazo, retrocedí, casi provocando que Will se fuera se de espaldas. Por supuesto mi padre se irritó de inmediato —Tim ... cada minuto que paso discutiendo contigo, estoy perdiendo dinero, ¿Qué no lo entiendes? —


—¡El que no entiende nada eres tú! — Exclamé furioso, y me acerqué lo suficiente para empujarlo, provocando que sus guardaespaldas sacaran sus armas, pero yo aún tenía cierta ventaja — ¿Se atreven a desenfundar armas en contra de un Royal? ¿Son estúpidos acaso? — y mis palabras funcionaron, pues los hombres de inmediato retrocedieron. Incluso si mi padre me desheredara, muy a su pesar, yo jamás dejaría de ser de la "realeza". Las leyes en Inglaterra cambiaron a favor de nosotros, los jóvenes, y ahora pondría esas ventajas de mi parte. Ya no era posible perder el apellido, el título era completamente revocable, pero no faltaría organización que quisiera tener un joven royal en sus filas. Mis cartas por fin salían al juego. —Quiero que te quede algo bien claro, padre — dije con firmeza, mirándolo a los ojos como nunca antes — no voy a seguir tus pasos, ni los de tu compañía fraudulenta. No necesito tu dinero, y cada euro que pueda deberte, lo pagaré trabajando lejos de ti. Ya tengo encaminados mis propios negocios, así que olvídate de mi participación. Incluso la universidad la he estado pagando solo, no eres el único con talento en esta familia. Will, nos vamos—


Estiré una mano y aferré a mi amigo, arrastrándolo rápidamente. Escuché una orden de mi padre, pero ninguno de sus mastodontes era lo suficientemente rápido para alcanzarnos, y al llegar a la puerta del campus, los derechos de mi padre no valían nada. La universidad por si sola era un sitio que se hacía respetar, y nadie, no importara su posición económica, política o religiosa, podía violar sus reglas internas. Entre ellas, la imposibilidad de entrar sin una autorización previa, y cuando llegué a la entrada, le informé a los vigilantes que mi padre jamás tendría invitación, por lo que fue detenido en la entrada y boletinado a las 5 puertas de acceso al campus. Crawford estaba histérico, la adrenalina no le dejaba pensar, así que me vi obligado a abrazarlo de inmediato, pero para mí mala suerte Marshall salió del pasillo contiguo, y cuando lo tuve enfrente, me soltó un puñetazo directo al rostro. Era de esperarse, confirmé con dolor, que esos dos tenían algo.


—¡¿Qué demonios pasa aquí?!—


—¡Por todos los dioses, Marshall por qué hiciste eso!— exclamó Will, quien pasó de la histeria a la preocupación, y luego al enfado, y jaló de las ropas a Ferguson, para sacudirlo enérgicamente — me estaba calmando por que su padre casi nos mata, ¡idiota! ¡ve a conseguir gasas, está sangrando! — ordenó al notar algo que ni yo había percibido: Marshall me rompió la nariz. Cuando me llevé dos dedos a los orificios nasales, al ver la sangre, casi como un reflejo, comencé a sentir un dolor agudo, pero mi imposibilidad de ver el líquido carmesí me llevó al suelo de inmediato. Sí, me sentía aún más gay que Leo en ese instante, y lo último que recuerdo es ver como todo se ponía oscuro, mientras muchas personas corrían a mirar. Will gritaba pero llegó un punto en que ya no lo escuchaba, y perdí el conocimiento.


Amanda se veía tan hermosa en mis sueños. En ellos, estábamos sentados, mirando hacia un lago que teníamos cercano al departamento donde ahora vivía, y yo me miraba completamente distinto. Estaba desaliñado, con ropas que a simple a vista eran de bajo costo, pero me veía increíblemente bien. Incluso despeinado, sin embargo, sostenía esos dedos de piel de chocolate con fuerza, mientras ella sonreía.


"Lo más valioso nunca ha sido lo que puedes ver, si no aquello que no necesita un cuerpo físico, para ser valorado"— fueron sus palabras, mientras yo asentía, enamorado. Deseaba con todas mis fuerzas quedarme atrapado en ese sueño hermoso, donde ella estaba a mi lado por fin y nada era capaz de detenernos. Pero tenía que volver a la realidad, aquella donde todos somos guerreros y nada llega a manos llenas.


Un dolor punzante me obligó a reaccionar por fin. En un inicio no abrí los ojos, aún estaba somnoliento, pero recuerdo bien el roce cálido de unos dedos que recordaba bien. Esa sensación estaba remarcada en mis mejillas, por lo que abrí los ojos de golpe, y me sorprendí al descubrir que el rostro de Amanda estaba a milímetros del mío, de costado, como si estuviera escuchando. En el momento que percibió que estaba consiente, se asustó y apartó casi en un salto, pero logré sostenerla por una mano para que no cayera. 



—¡L-Lo siento! ¡Lo siento! Quería asegurarme que estaba respirando, n-no hay manera de que use su nariz en este instante p-pero solo quería estar pendiente de que sus labios no se cerraran para que pudiera respirar, llamaré a la enfermera de inmediato—


—No necesito a una enfermera si está usted conmigo... — comenté con seguridad, invitándola a sentarse. Afortunadamente aceptó, y ni el dolor en mi nariz podría superar la felicidad que me embargaba. Caí en cuenta que estábamos en la facultad de medicina (misma que tenía su propia clínica privada, bastante pequeña). La ausencia de mis amigos evidenciaba que la prensa andaba merodeando, y ellos siempre se encargaban de los molestos entrevistadores, por lo que estaba a salvo. Efectivamente, no podía respirar por la nariz. Tenía una férula bien cernida, y la hinchazón provocada me invadía hasta la frente y las mejillas. Incluso mantener los ojos abiertos era complicado.


—El joven Ferguson llegó corriendo a la facultad de Artes y preguntaba por mí, estaba tan alterado que pensé que usted estaba en peligro... fue aterrador — confesó Amanda. Por supuesto, Marshall debía sentirse terriblemente culpable, como para ir a traerla aún sin conocerla del todo. Sabía que , de algún modo, sus disculpas serían aceptadas. Estaba dispuesto a que me rompieran todos los huesos si de esa manera podía tener cerca a mi musa, al menos más tiempo. —Sr. Awertton yo...—


—Llámame Timothy, por favor... —interrumpí algo apenado. Necesitaba aprovechar la ocasión y romper una barrera más, por ejemplo, la de la formalidad.



—Jeh... Timothy, Marshall me dijo que... tu padre era responsable de la otra herida ...— dijo casi en un susurro, y de nuevo sentí sus dedos tibios sobre mi rostro. Debido a la fractura en la nariz, no me percataba de la enorme hinchazón que la bofetada de mi padre me provocó, y que al simple roce, me dolió en el alma. Definitivamente tenía la mejilla muy inflamada.


—Es el único tipo de amor que siempre he recibido de él... — comenté con un aire amargo, mientras apartaba la mirada. Aún cuando sus ojos estaban velados, hablar de mis padres era vergonzoso. Abrir un capítulo de mi existencia de esa manera y solo para ella, me dolía profundamente. —No existe royal que haya nacido libre. Todos somos esclavos de nuestras propias familias—confesé apretando los puños contra las sábanas, ya que no podía gesticular debido a la inflamación— estamos destinados a seguir los pasos de padre y madre, a casarnos por consentimiento entre familias, con personas que a veces jamás habíamos visto, y a hacerle lo mismo a nuestros propios hijos ... lo que sea con tal de conservar intactos la sangre, el apellido y el prestigio ...— Por largo rato, permanecí en silencio. Me percaté de que Amanda tomó una de mis manos, y no hice movimiento alguno, dejaría que ella tuviera toda la iniciativa posible. — He decidido oponerme a mi padre... por eso me golpeó. Seguiré mis propios pasos, y aunque es probable que me desherede, gracias a las nuevas leyes seguiré siendo un royal reconocible... trabajaré por ser un "alguien" que fue capaz de decir "no más", y sé que otros royal que ansían ser libres me seguirán después...—


Parecía muy convencido de mis propias palabras, pero la verdad, estaba aterrado. Amanda lo notó de inmediato, puesto que apretó mi mano con fuerza, y asintió en silencio. Si, oponerse a siglos de tradición en la familia Awertton era una carta difícil de jugar. Había intereses económicos y políticos de por medio, y siendo hijo único, deshonrar a mi padre a ese grado suponía problemas que podían ponerse aún más violentos. Así que tenía que llamar la atención, y rápido.


—Y además...—agregué— aún debo casarme con la joven que me hizo llorar en plena víspera de Navidad — bromee, logrando que Amanda por fin riera un poco. Era tan adorable, con esos labios regordetes curvándose al grado de hacerla verse aún más linda. Increíblemente logré distraerla lo suficiente para que me hablara un poco más de ella. Gracias a eso, descubrí que le encantaban los chocolates, las rosas rojas y los aromas frutales. También me enteré que le temía a las tormentas eléctricas, y que adoraba las aves. La cocina no le iba bien, pero era experta en reparaciones hogareñas improvisadas, como lo llamó mientras me contaba las múltiples labores que cubría cuando algo en el departamento que compartía con Casiragui iba mal. Increíble. Simplemente increíble. Era la mujer más sencilla y simple del planeta, la chica que jamás había conocido, capaz de hacerme amarla en cada uno de sus detalles, por no estar decorada con oro ni maquillaje exuberante. Amanda no necesitaba llevar el cabello teñido, ni los labios de un rojo seductor. No era delgada, pero aún en eso me encantaba. Definitivamente ella rompía con todos los estereotipos, y yo estaba loco por ella.


No recuerdo en que momento caí rendido de sueño, pero esa noche la pasaría en la clínica de la universidad. Leo decidió quedarse conmigo, a pesar de que Marshall insistía en tomar su lugar, e irremediablemente Dess también se quedaría. No era que necesitara reposar en un hospital, pero debido a que Amanda me rogó que no me moviera, mentí y dije que estaba mareado, sólo por complacerla y mantenerla tranquila. Era la primera vez que me pedía algo y por supuesto tenía que responderle. Sumándole a eso el hecho de mi posición social, tenía todas las razones en mis manos para dormir una noche fuera de casa.


Sin embargo, a la mañana siguiente comenzaría una batalla contra el tiempo. Cuando encendí el televisor (puesto que Leo y Dess se quedaron dormidos en un sofá y no deseaba despertarlos aún) me quedé boquiabierto al ver la noticia del día.



"¡Una gran noticia para nuestra comunidad! El nuevo centro comercial será patrocinado por familias de la realeza, y los principales aportes en infraestructura y manutención serán efectuados por la familia Awertton. Sin embargo, sentimientos encontrados embargan al pueblo, que apenas hace unos días se conmovió ante la jugosa aportación de Timothy Awertton, la joven promesa que obsequió a un orfanato una cantidad elevada para su restauración. Ahora, el mismo orfanato será subastado, puesto que el inmueble cruza por una difícil situación financiera y a pesar de las recientes donaciones, no es suficiente para cubrir sus deudas. El banco central anunció una pre-subasta, misma en la que el padre del joven royal colocó una cantidad jugosa, pues ha decidido comprar ese terreno y convertirlo en un macrocentro, que dará empleo a miles de familias necesitadas. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire... ¿Qué pasará con los ahora 100 niños sin hogar que apenas si pudieron disfrutar una semana de los beneficios de su nuevo hogar..."?


No pude evitar maldecir, golpeando mis piernas con ambos puños. Ese grito de rabia provocó que Leo saltara, y Aeva terminó golpeándose el trasero contra el suelo e irritándose de inmediato. Pero al verme apretando la quijada con la mirada fija en el monitor, mientras mi padre respondía alegremente una entrevista, ambos se tornaron serios y probablemente, tan rabiosos como yo.


— ¡Ese desgraciado! ¡Lo sabía! ¡Sabía que no dejaría esto pasar! — exclamé poniéndome en pie de inmediato, aun cuando Leo me pedía que me calmara. Era una fortuna no estar conectado a nada, pero cuando me disponía a abrir la puerta, esta misma fue empujada por Amanda, quien entró intempestivamente y casi me derriba. Aun así, no dudó en aferrarse a mi cintura en cuanto me reconoció. Pude percibir sus tibias lágrimas, mismas que traspasaban la delgada bata médica que apenas si me vestía, y sus pequeñas manos temblaban. No fue capaz de decir nada, pero yo sabía bien la razón de su dolor, y sin más, me incliné para acurrucarla lo mejor posible, tratando de hilar en mi cabeza la mejor manera de resolver ese enorme problema. Me había jurado protegerla y hacerla feliz, y estaba logrando todo, menos mi objetivo inicial.



—Timothy, si tu padre logra ganar la subasta, todos los niños... no, por favor, tienes que detenerlo... te lo ruego...— susurró entre mis brazos.


—Nunca me dijiste que el orfanato tenía deudas que pudieran volver frágil su economía... es necesario ganar esa subasta y cubrir las deudas, Amanda, tienes que ser paciente, contactaré algunos amigos, conseguiré el dinero como sea...— respondí dudoso. No podía prometer, no. Tenía que actuar, ganar tiempo y buscar la mejor manera de tomar el control de la situación. Dicen que los hijos nacen para superar a los padres, y mi momento había llegado. Era tiempo de convertirme en el verdadero Sr. Awertton.


___________________________________________________

¡Saludos desde México! ¿Que pasará con el orfanato? ¿Tim será capaz de salvar el hogar de esos niños desamparados? ¿William aceptará que esta enamorado de Marshall, y que todos sus sueños húmedos se basan en las firmes nalgas del moreno? ¿No sabes por que estas leyendo esto como si fuera comercial de algun producto barato que no necesitas? ¡No te pierdas el próximo capítulo de Diario de un Royal <3!

P.D. Come frutas, verduras y muchos nopalitos. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro