Querido diario:

Hay veces que dudo del amor.

Es más, hay veces que repudio el amor; aunque nunca lo haya experimentado.

He leído la parte en la que la abuela se enamoraba y perdía la batalla.

He leído cómo pudo sufrir por culpa de alguien como ese ser mezquino y manipulador.

Pero también he podido leer la parte buena de la historia.

Aquella en la que León se enamoraba de mi madre y vivía su vida con ella.

Incluso recordando con angustia y desesperación el dolor de su enfermedad constante.

Hay veces que pienso que mi vida tampoco es para tanto.

Que me quejo por cualquier cosa.

Que simplemente, divago sobre cosas sin sentido.

¿Tú qué crees?

Solo puedo decir que nunca he encontrado el amor.

Ese del que hablan mis conocidos y allegados.

Ese que dice que te libera y te hace volar.

¿Así podré ser libre?

¿Así podré huir de este lugar de problemas?

Diario de papá, de la abuela, de toda una generación. ¿Qué debo hacer?

Siento cómo mis venas hierven al pensar en una persona.

Pero a la vez creo que no me corresponderá jamás.

Es alguien de la que nunca creo que hayas oído hablar.

O tal vez sí.

¿Recuerdas a Rosa?

Bueno, mamá me dijo que conoció a su hija, y a su nieta.

Y sí, has acertado.

Estoy prendado de la nieta de aquella mujer que acompañó a mi padre en aquel día de tan lejano año.

Buenas noches.