Querido diario:

Jorge conoce todo.

Según el, tiene un secreto guardado a la familia, que no puede revelar nunca.

Él me lo dijo; bueno, más bien lo descubrí a la fuerza.

Ver cómo tu tío te ofrece un porro no es nada agradable.

Ver cómo la vida de tu tío se empieza a evaporar por instantes; ver cómo su cabeza empieza a desvariar en cada acto ruin que hace.

Pude escucharle hablando por teléfono.

Hablaba sobre furgonetas.

Sobre camellos.

Sobre pasos fronterizos.

Sobre asaltos.

Sobre personas involucradas.

Y al final, dijo la frase: «No quiero meter al niño en esto».

Supuse que se referían a mí.

Yo solo pude estar atemorizado.

Jorge intentó explicarme la realidad de la situación.

Pero, ¿qué explicación puede haber ante aquello?

Bueno, para Jorge parecía existir algo más.

Me habló de un plan de futuro.

Necesitaba dinero.

Perdió todo lo que tenía.

Quería vivir honradamente, en un lugar donde todo el mundo le respetara.

¿Qué mejor que vender droga?

Jorge está equivocado.

Consumir es malo; vender es mortal.

Incluso peor que dar la vida a alguien, y que después esa persona rechace todo el vínculo bueno que le había dado.

Porque, Jorge en el fondo no es bueno.

Y no se quedó en la calle porque sí.

Tiene un gran problema, diario de las generaciones.

Y eso, es un misterio cerrado bajo llave.

Y yo tengo la forma de abrirlo.

Buenas noches.